El primer voto femenino data del año 1893 en Nueva Zelanda; mientras que en Latinoamérica las primeras
mujeres en votar fueron las uruguayas en el año 1938 (foto: gentileza)
Si bien la figura de la mujer paraguaya ha sido reconocida como clave a lo largo de nuestra historia como país, en muchos casos sus derechos y peticiones no resultaron ser una prioridad, como se dio en el caso del sufragio, ya que las mujeres paraguayas fueron las últimas en conquistar su derecho a la ciudadanía política por ley en Sudamérica.
El 5 de julio de 1961, un grupo de sufragistas paraguayas celebraban la promulgación de la Ley n.º 704, de “Derechos políticos de la mujer” por la entonces Cámara de Representantes, tras décadas de luchas y pedidos incansables que incluso llegaron a organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de Estados Americanos (OEA), por medio de la cual se incrementó la presión para la promulgación de dicha ley.
“Paraguay estaba muy rezagado con relación a los países circundantes, vecinos y a toda Sudamérica y era básicamente algo contrario al espíritu de la época, en la que ya existía un progresismo de abarcar más a toda la sociedad en el rango de votación, incluso muchas sufragistas repartirían panfletos que decían: ‘En Paraguay votan los extranjeros, pero no las mujeres”’, comentó la historiadora y profesora Noelia Quintana en conversación con La Nación/Nación Media.
LUCHA EN LA FUNCIÓN PÚBLICA
Respecto al impacto que generó en la sociedad en general la promulgación de esta ley, que finalmente habilitaba a las mujeres a votar y por supuesto a ser votadas, Quintana destacó que el cambio, si bien se valoró, no se dio de manera igualitaria el hecho de que las mujeres se presenten a elecciones y sean votadas, motivo por el cual la representación parlamentaria o en cargos públicos era prácticamente nula.
“La ley les habilitaba a ser votadas, el problema eran las cúpulas partidarias en las que no se le daba tanta cabida a la mujer. Tenían que luchar dentro de sus propios partidos para estar a la par de los líderes masculinos; la ley estaba, pero el modelo seguía con la hegemonía del hombre en la función pública”, indicó la historiadora a La Nación/Nación Media al tiempo de destacar que si bien se logró obtener un instrumento jurídico valioso, en la práctica se veía con más normalidad el ejercer el voto que el ser elegida.
Para Noelia Quintana, el cambio sustancial se vería recién con la entrada en la arena política de las mujeres paraguayas en cargos de relevancia o espacios antes solo destinados y ocupados por hombres, y este cambio de concepto se daría en gran medida gracias a las luchas internacionales que se venían dando durante décadas por parte de organizaciones y movimientos femeninos que buscaban reivindicar a la mujer en la toma de decisiones en el ámbito político y que intensificaron su lucha en la década de 1960 y 1970.
Algunos de los libros publicados por la historiadora y profesora magíster Noelia Quintana son “Las Residentas. El rol de la mujer paraguaya durante la Guerra Grande” y “Los crímenes de la Triple Alianza contra Paraguay”, en que se pueden encontrar los datos sobre la participación de la mujer en el quehacer político.
REPRESENTACIÓN FEMENINA
Entre las figuras resaltantes de la lucha por el sufragio femenino en Paraguay se puede citar a Carmen de Lara Castro, luchadora por los derechos de la mujer y sus derechos políticos, fue una de las primeras políticas elegidas también después de esa ley. Se destaca además la figura de la fundadora de la Liga Paraguaya de los Derechos de la Mujer la doctora en derecho Mercedes Sandoval y la republicana Isabel Arrúa Vallejos, entre otras mujeres que hacían parte de esta organización.
Según datos publicados por el Ministerio de la Mujer, a pesar de que han pasado 62 años de la implantación del voto femenino en nuestro país, una de las brechas de desigualdad más pronunciada se encuentra en el estamento de participación política. Paraguay reporta un lento incremento de la representación femenina en los últimos años, lejos de la paridad: Del 7 al 16,8 % en el Parlamento Nacional, 12 % de intendentas en las últimas elecciones, 22 % de mujeres en las juntas municipales, 20 % en las juntas departamentales y 0 % en las gobernaciones.
Tras siete años de lucha, finalmente el 5 de julio de 1961, el Poder Ejecutivo la promulgó oficialmente la ley 704/61, de derechos políticos de la mujer. Foto: Nación Media
Liga Paraguaya de los Derechos de la Mujer, la organización clave para lograr el sufragio femenino
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Si bien en la actualidad en nuestro país las mujeres gozan de la posibilidad de desarrollar una vida política y cívica activa, la concesión de estos derechos para las mujeres paraguayas significó un largo proceso de lucha.
Se trabajó primero para la obtención de más herramientas de defensa ante instituciones nacionales e internacionales, de la mano de organizaciones femeninas, clave como la Liga Paraguaya Pro-Derechos de la Mujer.
Liga Paraguaya Pro-Derechos de la Mujer fue fundada un día como hoy, un 7 de junio, pero del año 1951, por la destacada abogada feminista Mercedes Sandoval de Hempel.
Estaba constituida por mujeres organizadas, en su mayoría abogadas y universitarias, afiliadas al partido colorado y otros movimientos políticos de la época.
La primera presidenta de la organización fue Concepción Rojas Benítez, representante paraguaya ante la Comisión Interamericana de Mujeres.
Inmediatamente, tras su fundación, las integrantes de la liga empezaron a trabajar para conseguir el sufragio femenino con la presentación del proyecto por la “igualdad civil y política de ambos sexos”.
Obtener la igualdad de derechos, sin distinción de sexos.
Capacitación de la mujer con el fin de que las leyes puestas en vigor den el resultado esperado de un mejoramiento en el orden individual, familiar y social.
Promover la conciencia colectiva en favor de los derechos de la madre y el niño.
Velar por el mejoramiento de las condiciones de trabajo de las mujeres empleadas y obreras.
Propiciar acciones tendientes a la conservación de las buenas costumbres.
Sembrar ideas de justicia, orden, paz y progreso, dentro de los principios democráticos que nos rigen
Ayudar a la publicación, difusión y presentación de obras científicas, literarias y artísticas producidas por la mujer.
Bregar por la elevación del nivel cultural, profesional y económico, social de la mujer, coadyuvando en las tareas de alfabetización de adultos, creación de escuelas vocacionales y cualquier otro medio indicado para el efecto.
Apoyar toda idea de sano nacionalismo que no excluya la fraternidad internacional ni la solidaridad continental.
Realizar la tarea de vinculación con las entidades similares, sean nacionales o extranjeras, con un amplio espíritu de cooperación y concordia.
Publicación del periódico vocero de La Liga "El feminista", de enero de 1959. Foto: Gentileza
El primer proyecto definido de La Liga fue presentado el 25 de agosto de 1951 a la Cámara de Representantes, por el congresista colorado Hipólito Sánchez Quell.
En esa ocasión se trató la ratificación de la Convención Interamericana sobre la Concesión de los Derechos Civiles y Políticos a la Mujer de la Organización de los Estados Americanos (OEA) firmada en Bogotá en 1948, la cual finalmente fue ratificada, pero el proyecto no logró prosperar.
Ante el rechazo del proyecto, la Liga presentó una nueva propuesta de ley en 1952, esta vez de la mano del congresista colorado Manuel B. Mongelós, bajo el título “Por el que se reconoce la igualdad jurídica del hombre y la mujer en el ejercicio de sus derechos”, pero tampoco fue considerado.
La Liga escribió una nota al Congreso, la cual no obtuvo ninguna respuesta al igual que al Ministerio de Justicia. Ante este escenario de negativas, la organización insistió y finalmente en 1953 se conformó una Comisión de Juristas que redactó un nuevo anteproyecto de ley para los derechos civiles de las mujeres.
Los analistas fueron los abogados J. Augusto Saldívar, Manuel B. Mongelós y Luis De Gásperi y tras meses de trabajo y posterior análisis, el Congreso aprobó la Ley 236 de los Derechos Civiles de la Mujer. Si bien se aprobó la normativa, quedaron rezagados varios de los artículos fundamentales para garantizar la aplicación de la ley.
“Los derechos de la mujer eran nulos, la mujer era considerada no solamente en Paraguay, sino que en la región y a nivel internacional, como una suerte de niño, dependiente siempre del padre, hermano o el marido. Y así, sucesivamente y más aún cuando contraía matrimonio, porque se anulaban sus derechos y dependían completamente de la voluntad del esposo”, explicó la historiadora y profesora Noelia Quintana.
Por los derechos políticos
Las mujeres integrantes de La Liga no se sintieron satisfechas con la aprobación de la Ley 236 y decidieron luchar por los derechos políticos, y empezaron a través del periódico “El Feminista”, vocero oficial del movimiento.
Allí destacaron las ventajas que tendría para la democracia y el desarrollo del país a nivel internacional que las mujeres puedan sufragar y participar activamente de la vida cívica.
La profesora Quintana explicó que una de las estrategias utilizadas por La Liga era justamente realzar el protagonismo de las mujeres en etapas cruciales de la historia paraguaya, como, por ejemplo, las guerras, donde gracias a la donación de sus únicos bienes propios, que eran sus joyas, las mujeres de la época lograron sostener gran parte de las contiendas.
En 1960, Paraguay recibió la visita de la doctora Graciela Quan Valenzuela, presidenta de la Comisión Interamericana de Mujeres, parte de la Organización de Estados Americanos (OEA). Para ese entonces, nuestro país era el único de la región que aún no contaba con el voto femenino, y si bien la visita de la Dra. Quan fue estimulante, no logró cambiar la condición política de las mujeres paraguayas.
Promulgación de la ley 704/61
“Paraguay estaba muy rezagado con relación a los países circundantes, vecinos y a toda Sudamérica y era básicamente algo contrario al espíritu de la época, en la que ya existía un progresismo de abarcar más a toda la sociedad en el rango de votación, incluso muchas sufragistas organizaron movilizaciones y repartirían panfletos que decían ‘En Paraguay votan los extranjeros, pero no las mujeres’”, señaló Quintana.
Finalmente, el 5 de julio de 1961, el Poder Ejecutivo la promulgó oficialmente la ley 704/61, de derechos políticos de la mujer luego de 7 años de lucha constante por parte de Liga Paraguaya Pro-Derechos de la Mujer, que posterior a este triunfo pasó a llamarse Liga Paraguaya de los Derechos de la Mujer.
La historiadora Noelia Quintana explicó que si bien a partir de este hecho se abrieron espacios políticos para las mujeres no se dio de manera igualitaria el hecho de que las mujeres se presenten a elecciones y sean votadas, motivo por el cual la representación parlamentaria o en cargos públicos era prácticamente nula.
“Actualmente, la mujer paraguaya está visualizada en la política paraguaya, pero comparando con los varones es en un porcentaje mucho menor. Lamentablemente, aquí, en Paraguay, las mujeres que ejercen un rol de decisión están muy expuestas a la violencia de todo tipo, por su condición de ser mujeres y aún tienen una lucha importante que realizar por ganar la igualdad completa”, comentó Noelia Quintana.
Publicación de "El feminista", donde solicitaban a Alfredo Stroessner la promulgación de la ley de sufragio femenino. Foto: Gentileza
Datos claves
Liga Paraguaya Pro-Derechos de la Mujer fue fundada el 7 junio pero del año 1951 por la destacada abogada feminista Mercedes Sandoval de Hempel.
La primera presidenta de la organización fue Concepción Rojas Benítez, representante paraguaya ante la Comisión Interamericana de Mujeres.
La Liga estaba constituida por mujeres organizadas en su mayoría abogadas y universitarias.
Presentaron varios proyectos para la promulgación de la ley que avale el sufragio femenino hasta que lograron su cometido en 1960.
Voto femenino en Paraguay, seis décadas de un rezagado derecho político
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Por Sara Valenzuela, sara.valenzuela@nacionmedia.com
Si bien la figura de la mujer paraguaya ha sido reconocida como clave a lo largo de nuestra historia como país, en muchos casos sus derechos y peticiones no resultaron ser una prioridad, como se dio en el caso del sufragio, ya que las mujeres paraguayas fueron las últimas en conquistar su derecho a la ciudadanía política por ley en Sudamérica.
El 5 de julio de 1961, un grupo de sufragistas paraguayas celebraban la promulgación de la Ley n.º 704, de “Derechos Políticos de la Mujer” por la entonces Cámara de Representantes, tras décadas de luchas y pedidos incansables que incluso llegaron a organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de Estados Americanos (OEA), por medio de la cual se incrementó la presión para la promulgación de dicha ley.
“Paraguay estaba muy rezagado con relación a los países circundantes, vecinos y a toda Sudamérica y era básicamente algo contrario al espíritu de la época, en la que ya existía un progresismo de abarcar más a toda la sociedad en el rango de votación, incluso muchas sufragistas repartirían panfletos que decían: ‘En Paraguay votan los extranjeros, pero no las mujeres”’, comentó la historiadora y profesora Noelia Quintana en conversación con La Nación/Nación Media.
El primer voto femenino data del año 1893, en Nueva Zelanda; mientras que en Latinoamérica las primeras mujeres en votar fueron las uruguayas en el año 1938. Foto: Gentileza
Lucha en la función pública
Respecto al impacto que generó en la sociedad en general la promulgación de esta ley, que finalmente habilitaba a las mujeres a votar y por supuesto a ser votadas, Quintana destacó que el cambio, si bien se valoró, no se dio de manera igualitaria el hecho de que las mujeres se presenten a elecciones y sean votadas, motivo por el cual la representación parlamentaria o en cargos públicos era prácticamente nula.
“La ley les habilitaba a ser votadas, el problema eran las cúpulas partidarias en las que no se le daba tanta cabida a la mujer. Tenían que luchar dentro de sus propios partidos para estar a la par de los líderes masculinos; la ley estaba, pero el modelo seguía con la hegemonía del hombre en la función pública”, indicó la historiadora a La Nación/Nación Media al tiempo de destacar que si bien se logró obtener un instrumento jurídico valioso, en la práctica se veía con más normalidad el ejercer el voto que el ser elegida.
Para Noelia Quintana, el cambio sustancial se vería recién con la entrada en la arena política de las mujeres paraguayas en cargos de relevancia o espacios antes solo destinados y ocupados por hombres, y este cambio de concepto se daría en gran medida gracias a las luchas internacionales que se venían dando durante décadas por parte de organizaciones y movimientos femeninos que buscaban reivindicar a la mujer en la toma de decisiones en el ámbito político y que intensificaron su lucha en la década de 1960 y 1970.
Algunos de los libros publicados por la historiadora y profesora magíster Noelia Quintana son "Las Residentas. El rol de la mujer paraguaya durante la Guerra Grande" y "Los crímenes de la Triple Alianza contra Paraguay". Foto: Gentileza
Representación femenina
Entre las figuras resaltantes de la lucha por el sufragio femenino en Paraguay se puede citar a Carmen de Lara Castro, luchadora por los derechos de la mujer y sus derechos políticos, fue una de las primeras políticas elegidas también después de esa ley. Se destaca además la figura de la fundadora de la Liga Paraguaya de los Derechos de la Mujer la doctora en derecho Mercedes Sandoval y la republicana Isabel Arrúa Vallejos, entre otras mujeres que hacían parte de esta organización.
Según datos publicados por el Ministerio de la Mujer, a pesar de que han pasado 62 años de la implantación del voto femenino en nuestro país, una de las brechas de desigualdad más pronunciada se encuentra en el estamento de participación política. Paraguay reporta un lento incremento de la representación femenina en los últimos años, lejos de la paridad: Del 7 al 16,8 % en el Parlamento Nacional, 12 % de intendentas en las últimas elecciones, 22 % de mujeres en las juntas municipales, 20 % en las juntas departamentales y 0 % en las gobernaciones.
Hoy es inimaginable pensar un mundo con mujeres sin derechos políticos, pero existió y no hace tanto. La lucha por la igualdad, sin embargo, se prolonga a nuestros días en que las mujeres buscan que las candidaturas se repartan en mitades con los hombres. Aquí una revista por la historia y la actualidad sobre la participación femenina en la política en la palabra de dos referentes como la historiadora Mary Monte y la politóloga Line Bareiro.
“Los extranjeros pueden votar y las mujeres no”, decían los volantes que repartía la dirigente colorada Mercedes Sandoval en la calle Palma. Corrían los años duros de la dictadura de Alfredo Stroessner y las luchas de las sufragistas paraguayas llevaban décadas sin conseguir la consagración del voto femenino.
En 1960 se dio la visita de Graciela Quan Valenzuela, presidenta de la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de Estados Americanos (OEA), que respaldó una movilización de la Liga Paraguaya Pro-Derechos de la Mujer.
Esa presión internacional, la necesidad de legitimarse por parte de la dictadura, extrañas coincidencias políticas y sociales provocaron que el 6 de julio de 1961 finalmente se aprobara el voto femenino en el país.
Entre 1961 y 1962 se habían legalizado nominalmente los partidos políticos opositores, siendo que la Asociación Nacional Republicana - Partido Colorado (ANR-PC) gobernaba como partido único desde 1947. Fue así que el Movimiento Renovación (MR) del Partido Liberal presentó la candidatura presidencial de Ernesto Gavilán en las elecciones de 1963 con lo que de alguna manera se legitimó el régimen, que después se hizo reelegir de manera fraudulenta hasta su caída en febrero de 1989.
Line Bareiro, politóloga.
LOS ÚLTIMOS DE AMÉRICA
“¡Fuimos el último país de América en tener el voto! Para Stroessner ya era insoportable la situación”, apunta Line Bareiro, politóloga que entre los años 2011/14 fue la primera paraguaya en integrar el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de la Organización de las Naciones Unidas (Comité CEDAW).
“Aunque de todas formas el dictador nunca nombró una ministra, ni tampoco hubo mujeres en la Corte Suprema. Estábamos fuera de muchas instancias, aunque sí estábamos en la Comisión Interamericana de Mujeres que fue fundamental para que se apruebe la ciudadanía política en toda la región”, recordó.
Junto a Mary Monte de López Moreira y Clyde Soto editaron el recomendado libro “Al fin ciudadanas…” donde la mujer es sujeto de la historia y se cuentan los pormenores de este acceso.
La historiadora Monte recuerda en diálogo con Nación Media que “se aprobó en medio de un debate muy nacionalista en donde en mayoría se pronunciaron por la afirmativa recordando a las residentas, a la figura de la mujer paraguaya como la reconstructora del país que merecía ser acreedora de este derecho”, dice remitiendo al debate parlamentario citado en el libro.
DE JUANA DE LARA A SERAFINA
Ahora, la historiadora trabaja en un nuevo libro de 5 capítulos que analiza la participación femenina en los espacios públicos desde la independencia en adelante, una manera de ir poniendo a la luz pública las luchas de diversas y prominentes mujeres a lo largo de la historia por su reconocimiento político.
“La única prócer que tenemos es Juana de Lara”, recuerda contando el caso de Josefa Facunda Speratti “que le escribe una carta a Pedro Juan Caballero diciendo que su sexo no le dejaba ir al campo de batalla, pero daba 25 pesos, que pedía que se le saque del sueldo de Fulgencio Yegros que era su esposo”, dice risueña.
“Firma la carta con su propio apellido y luego, en la respuesta, el encargado del tesoro la llama “presidenta”. Así es como vemos este nominativo, porque era esposa del presidente de la Junta de Gobierno, por primera vez en la historia”, cuenta como anécdota
Pero de aquellas precursoras ejerciendo derechos políticos que comienzan en la Colonia a este presente en que algunas pelean candidaturas presidenciales, una rica historia se desarrolló.
Para Bareiro, en la fecha “celebramos en realidad la ciudadanía política de las mujeres, es el reconocimiento de que somos ciudadanas. Muchas veces nos nombraron así, en 1867, estaban felices de ser nombradas así, pero propiamente comenzaron a buscar la formalización efectiva de los derechos a partir de las argumentaciones de Serafina Dávalos en 1907, en su tesis doctoral, cuando muestra que la Constitución no limitaba de ninguna manera y era solamente una cuestión de Código Electoral”, apuntó.
“Hay otro elemento que es que fue una causa de América Latina y en 1910 en el Primer Congreso Femenino Internacional de Argentina, ya se hace todo un posicionamiento colectivo de mujeres que estaban de Paraguay, Argentina, Chile y Uruguay”, recordó.
Telémaco Silvera presentó en 1919 el primer proyecto de igualdad civil y política de las mujeres. “Muy cercano a Lisandro Díaz Léon, el liberal que presentó el proyecto del divorcio vincular en ese mismo año”, apunta Bareiro.
En 1936 María Casatti con su periódico “Por la Mujer. Para las mujeres que trabajan y piensan”, establece una tribuna pública pidiendo ampliación de derechos, agrega indicando que en las décadas subsiguientes “se fueron armando organizaciones multipartidarias, coloradas, liberales, febreristas, comunistas, impulsando ese tema del ejercicio de la ciudadanía”.
La Liga Paraguaya Pro-Derechos de la Mujer, fundada en 1951 en su inquebrantable pugna, recibió el apoyo y la colaboración de Hipólito Sánchez Quell, prominente diplomático, escritor, docente universitario y destacados abogados como J. Augusto Saldívar, Manuel Mongelós y Luis de Gásperi.
LA PARIDAD
“Somos el penúltimo país de América, solo Brasil está por debajo del Paraguay”, recuerda Line Bareiro. Los datos oficiales, aportados por el Ministerio de la Mujer, son contundentes. En los últimos años la participación de las mujeres en los cargos electivos pasó del 7 al 16,8% en el Parlamento Nacional, 12% de intendentas en las últimas elecciones, 22% de mujeres en las juntas municipales, 20% en las juntas departamentales y 0% en las gobernaciones.
“Hace falta aprobar la ley de paridad porque es una obligación del estado paraguayo. El artículo 48 de la CN no deja dudas reforzado por el 117. Esto funciona en 9 países en nuestra región, a los que ahora se está sumando Chile, que tuvo paridad para las recientes elecciones de convencionales constituyentes”.
Para la politóloga, la situación no tendría mayor complejidad en la práctica, si se toma en cuenta el ejemplo de México “donde a pesar de su complejo sistema electoral, de los 500 diputados, 250 son mujeres”.
Bareiro es prudente: “El problema del Patriarcado es muy complejo, es un sistema muy duro, creo que su peor expresión es el feminicidio y tiene que ver con la idea de decir que en las relaciones personales, “si no sos mía no sos de nadie”, una cuestión muy dura”.
Igual es optimista en torno a ciertos avances. “Tenemos planes de igualdad que se van discutiendo. Se debate sobre los cuidados, porque se supone que las mujeres deban hacer el trabajo reproductivo y el cuidado, situación que ahora está en debate en torno al reconocimiento y la remuneración. El patriarcado se fue transformando, evidentemente hay cambios sociales, se conquistan las cosas cuando ya es insostenible mantener algo”.
Lo ejemplifica con el caso de la teniente de fragata Carmen Quinteros Giménez que fue castigada con prisión por sus superiores por pedir permiso para amamantar a su hijo. “Debemos avanzar en normas y acciones, políticas públicas porque todavía hay leyes que discriminan, civiles, laborales, penales, pero este fue un tema en el que dijimos: “Nos falta revisar las leyes militares y otras como las aduaneras, impositivas, hay que trabajar sobre el conjunto de la legislación”, entiende.
Para apoyar todo considera fundamental involucrar el arte, “que tengamos músicas, canciones, esculturas, pinturas apuntando a que todo tienda a la igualdad y a la condena de un orden jerárquico que excluye y se mantiene violentamente”, expuso.
Mary Monte de López Moreira, historiadora.
“AL FIN CIUDADANAS”
En “Al fin ciudadanas…” de Mary Monte, Line Bareiro y Clyde Soto se cuenta: “Las primeras organizaciones propiamente feministas que conocemos en el Paraguay surgen bajo el influjo del sufragismo, motivadas por la necesidad de dar apoyo a proyectos de ley presentados. Así, se crean el Centro Feminista Paraguayo en 1920 y la Asociación Feminista en 1929. otras organizaciones fueron surgiendo posteriormente, tanto para bregar por los derechos políticos de las mujeres como para acompañar y demandar al siempre accidentado y no pocas veces violento devenir político del Paraguay. En especial podemos recordar a la Unión Femenina del Paraguay de 1936 y a la Unión Democrática de Mujeres de 1946, que fueron polos pluralistas del pensamiento progresista de su tiempo. Y, finalmente, fue la Liga Paraguaya Pro Derechos de la Mujer, creada en 1951, la organización bajo cuyo influjo directo se consiguió, finalmente, la aprobación de la Ley 236 de 1954, que representó un avance en los derechos civiles de las mujeres, así como la Ley 704 de 1961, que consagró la igualdad de los derechos políticos.
Ciertamente, las organizaciones sufragistas no lograron de forma inmediata sus objetivos. Sin embargo, consiguieron que cuando finalmente la ley fue aprobada en 1961, no hubiera oposición alguna ante la propuesta, que fue elevada por el propio Poder Ejecutivo. El largo debate, que se trascribe in extenso en el anexo de este libro, es una sucesión de alegatos a favor de la necesidad de que el Paraguay finalmente se integre a la corriente internacional favorable al reconocimiento de derechos políticos a las mujeres. Hasta hubo un tono de orgullo entre los exponentes colorados por haber tenido entre sus filas a muchas de las personalidades que abogaron por el reconocimiento de este derecho. Es decir, casi un siglo se tardó, pero finalmente se logró que a nadie se le ocurriera calificar como “ridícula” la idea de que las mujeres debían gozar de iguales derechos ciudadanos que los hombres. La ley 704 fue un hito culminante, pero no pertenece a un solo sector político en particular. Demasiadas vertientes, esfuerzos, colores y pensamientos estuvieron presentes en el largo proceso que llevó finalmente a la concreción del deseado logro en 1961″, se indica.
EL PORCENTAJE
“En 1996 el Código Electoral paraguayo estipuló un 20 por ciento de participación mínimo de mujeres en las listas primigenias de los partidos políticos, a razón de al menos una mujer por cada cinco lugares; es decir, en las listas elaboradas por los sectores internos para postular a elecciones partidarias.
El resultado de esta cuota mínima es también mínimo, y luego de quince años de aplicación continua es absolutamente insuficiente para mejorar y acercar a la paridad el aún escaso porcentaje de mujeres que acceden a cargos electivos de decisión.
Ya en el siglo XXI, han seguido formulándose diversas propuestas para superar la histórica exclusión de las mujeres de las listas partidarias”, comenta el citado libro “Al fin ciudadanas”.