Está en marcha la campaña de cuaresma 2023 de la Pastoral Social Arquidiocesana. En esta edición se adoptó el lema: La caridad es el don que da sentido a nuestra vida. Las alcancías están disponibles en las parroquias y los aportes podrán realizarse hasta el 30 de abril.
Todo lo recaudado en esta colecta pública será destinado a solventar los proyectos de promoción y asistencia que impulsa la Pastoral Social en las comunidades más carenciadas de la Arquidiócesis de la Santísima Asunción.
La ayuda también podrá ser canalizada vía giros Tigo o por transferencia bancaria. Las personas interesadas en donar también podrán hacerlo mediante transferencias a la cuenta del banco Itaú de la Pastoral Social 700110982 y el RUC 80000457-4. En tanto los giros podrán concretarse a través de este número (0982) 333-848.
Para los días 1 y 2 de abril se prevé realizar la colecta pública con la distribución de alcancías en las zonas parroquiales. Esos días se pretende movilizar a más de 500 personas de las diferentes parroquias que conforman la Arquidiócesis de Asunción.
Esta campaña también es llevada a cabo en otros países, con el fin de reflexionar sobre la caridad cristiana y el aporte de los fieles para las acciones sociales. La Iglesia, en el marco de esta colecta, invita a la solidaridad con el prójimo, especialmente con los más desfavorecidos.
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Miércoles de Ceniza: instan al cambio de vida y a la reconciliación
El obispo de Caacupé, monseñor Ricardo Valenzuela, instó a los fieles al cambio del estilo de vida y “caminar de la ceniza a la vida” durante la misa donde se realizó la tradicional imposición de ceniza, que marca el inicio de la Cuaresma. Condenó la hipocresía y llamó a la reconciliación en la familia y con Dios.
“El polvo en la cabeza nos devuelve a la tierra, nos recuerda que procedemos de la tierra y que a la tierra vamos a volver. Es decir, esto significa que somos débiles, frágiles, somos mortales, somos polvo en el universo, pero somos el polvo amado por Dios”, reflexionó.
El prelado aseveró que la cuaresma es un tiempo de gracia para “acoger la mirada amorosa de Dios” y así cambiar nuestro estilo de vida. “Estamos en un mundo para caminar de las cenizas a la vida, entonces no hagamos polvo a la esperanza. No incineremos, reduzcamos a cenizas el sueño que Dios tiene sobre nosotros”, afirmó.
Así también, cuestionó que hay mucha crueldad al sostener que “la sociedad se está descristianizando”. “Y eso es lo que estamos viviendo, las noticias que vemos todos los días nos van diciendo, nos va angustiando y a veces desesperando toda esa situación”, señaló.
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Polvo en la propia familia
El celebrante explicó además el significado de la imposición de la ceniza en la cabeza, y según expresó “sacude nuestro pensamiento de la mente”.
“En primer lugar, nos recuerda que nosotros somos hijos de Dios y no podemos vivir corriendo detrás del polvo que se desvanece”, significó.
En otro momento de la homilía, el obispo repudió la hipocresía al considerarla “la inmundicia que hoy Jesús nos pide que eliminemos”.
Lamentó la incapacidad de resolver conflictos familiares que bien pudieron haber impedido los hechos de feminicidios en el país. “Cuánto polvo hay en nuestras relaciones, miremos dentro de nuestras casas, cuantos litigios, rabias, insultos, cuánta humillación vemos en nuestras propias casas”, fustigó.
El significado del Miércoles de Ceniza
Este miércoles 14 de febrero para los católicos es un día de ayuno, abstinencia, oración y confesión. En las iglesias durante la misa se realiza la tradicional imposición de ceniza a los fieles. Marca el inicio a la “Cuaresma” (40 días de preparación para la Pascua), que comienza el Miércoles de Ceniza y termina en la tarde del Jueves Santo.
Las cenizas se elaboran a partir de la quema de ramas de olivo del Domingo de Ramos del año anterior, siendo luego bendecidas. Al término de la homilía, las cenizas son colocadas sobre la frente de los fieles, haciendo la señal de la cruz.
Mientras se recibe la bendición de la ceniza, el sacerdote pronuncia las palabras “recuerda que polvo eres y en polvo te has de convertir”, en referencia a la fragilidad y mortalidad de las personas. La ceniza representa también la destrucción de los errores del año anterior, al ser estos quemados, explica un comunicado de la Basílica.
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Cuaresma: obispo hace llamado de tolerancia y unidad en pos del bienestar del país
Con la conmemoración y la celebración del miércoles de ceniza, el pueblo católico da inicio al tiempo cuaresmal, y en el marco de este periodo caracterizado por la reflexión y la introspección, el obispo Adalberto Martínez, a través de su cuenta oficial en la plataforma “X”, hizo un llamado de tolerancia y unidad en pos del bienestar del pueblo paraguayo.
“Siguiendo las palabras del Papa Francisco, recordemos que a través del desierto es que Dios nos guía a la libertad. Es en los momentos más oscuros y desafiantes de nuestra vida en los que encontramos las oportunidades para crecer y fortalecernos”, indica.
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El obispo destacó además la importancia de que todos los ciudadanos sean parte de la construcción de una democracia participativa y pluralista, pero siempre teniendo en cuenta el rol fundamental de cada uno, contribuyendo para fortalecer la democracia y la paz social.
“Que este tiempo de Cuaresma nos inspire a ser mejores personas y a buscar la reconciliación y el bienestar de nuestra República. Que nuestra fe nos guíe en cada paso que demos y nos acerque cada vez más a Cristo”, remarcó.
Este año, el jueves y el viernes Santo se celebrarán el 28 y el 29 de marzo, por lo cual la cuaresma concluirá el 31 de marzo con el Domingo de Pascua y Resurrección.
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Este fin de semana se desarrollará la campaña de Cuaresma 2023
La campaña de Cuaresma 2023 se realiza este fin de semana con la participación de 500 voluntarios. Los días sábado 1 y domingo 2 de abril, los jóvenes saldrán con las alcancías a las calles para recoger la tradicional colecta por Semana Santa.
La iniciativa es impulsada por la Pastoral Social Arquidiocesana y abarca a 100 parroquias, distribuidas en 11 decanatos. Los voluntarios estarán distribuidos en 30 grupos pastorales y se ubicarán en las inmediaciones de las parroquias, avenidas principales y lugares de gran afluencia de personas. Paralelamente se lleva adelante la colecta parroquial en los templos, cuya campaña se extenderá hasta el 30 de abril.
Los organizadores aclararon que las personas que portarán las alcancías estarán debidamente identificadas. Los colegios católicos también se unen a la colecta y ya estarán recogiendo los aportes el día de mañana viernes 31 de marzo. Los estudiantes estarán apostados alrededor de los colegios: La Providencia, Inmaculada Concepción, Sagrado Corazón de Jesús.
“La caridad es el don que da sentido a nuestra vida”, es el lema que mueve a todos a impulsar la colecta pública que permitirá solventar las obras pastorales en beneficio de los sectores vulnerables. Se inició con una jornada de donación de sangre, como expresión máxima de la caridad con el prójimo y con la vida que se concretó con éxito el miércoles de ceniza.
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Financiar proyectos pastorales
Mediante proyectos impulsados por la Pastoral Social Arquidiocesana, en el 2022 se posibilitó cobertura sanitaria a favor de 9.010 personas. Así también se logró proveer de agua potable a comunidades indígenas del Chaco, entre otras iniciativas impulsadas a lo largo del año.
Además de la circulación de alcancías, se habilitaron otros mecanismos para recaudar fondos para los proyectos sociales de la Iglesia. Las personas interesadas en colaborar con la campaña, también podrán hacerlo mediante transferencias a la cuenta del Banco Itaú de la Pastoral Social 70011098-2 y el RUC 80000457-4 o giros vía telefonía móvil 0982 333848, informaron desde la Pastoral Social Arquidiocesana.
En ediciones anteriores, la campaña ha tenido una respuesta favorable de la feligresía tanto dentro de los templos como de la ciudadanía en general que accedió a dar su colaboración para la colecta pública anual.
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IV Domingo de Cuaresma: “Nunca se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. Si este no viniera de parte de Dios, de seguro no podría hacer nada de esto” Jn 9, 32-33
En los inicios de la Iglesia, cuando los cristianos eran una minoría, las personas que manifestaban interés en dejar el paganismo y convertirse al cristianismo, debían hacer un largo período de formación que se llamaba catecumenado.
Este tiempo servía para conocer mejor la propuesta cristiana de vida y para poder adaptarse a ella. Solamente después de algunos años de formación ellos podían recibir el bautismo, eran ungidas con el óleo del crisma y participaban en la eucaristía, en una sola celebración, que se llamaba iniciación cristiana. Los catecúmenos no podían participar de la misa, solo podían quedarse en la iglesia hasta la homilía y las peticiones, después tenían que salir de la iglesia (solamente se quedaban los que ya podían comulgar). Cuando los catequistas y la comunidad reconocían que el catecúmeno estaba suficientemente maduro para ser un auténtico cristiano, entonces se iniciaba la preparación inmediata para recibir los sacramentos de la iniciación (bautismo, confirmación y eucaristía). Esta preparación se hacía en la Cuaresma y los tres sacramentos eran celebrados en la gran vigilia de la noche de pascua.
También la Cuaresma era el tiempo especial para la reconciliación de aquellos que habían pecado gravemente, para aquellos que de algún modo habían perdido la gracia del bautismo, el don del Espíritu Santo y habían roto con la comunión eclesial. Los pecados graves eran básicamente tres: el adulterio (impureza, lujuria), el homicidio y la idolatría (abandonar la Iglesia, recurrir a la magia...).
Estas personas que después de haber hecho toda la preparación al bautismo, habían caído en uno de estos pecados tenían que hacer muchos años de penitencia pública y cuando el obispo creía que estaban listos para reempezar la vida cristiana, al principio de la Cuaresma les colocaba cenizas en la cabeza y empezaban cuarenta días de mucha oración, ayuno y humillaciones (por ejemplo mientras habían celebraciones en la iglesia estos penitentes se quedaban de rodillas en la puerta de la iglesia pidiendo a todos los que entraban que rezaran por ellos). El Jueves Santo por la mañana toda la comunidad se reunía y presididos por el obispo celebraban la reconciliación, esto significaba la readmisión de estas personas en la comunidad cristiana. (Al inicio esta reconciliación era posible solamente una vez en la vida).
Es muy importante tener presente este contexto eclesial para poder entender bien el mensaje de cada celebración dominical en la Cuaresma. Toda la comunidad cuando celebraba la eucaristía tenía los ojos y el corazón vueltos a estas dos realidades: los catecúmenos y los penitentes. Sin olvidar que era un tiempo de renovación para todos. Era con este espíritu que cada cristiano escuchaba en el primer domingo de la Cuaresma el Evangelio de las tentaciones de Jesús, en el segundo de la Transfiguración, en el tercero de la Samaritana y en este cuarto domingo el Evangelio del ciego de nacimiento, y así los otros que vendrán.
Con respeto al Evangelio del ciego de nacimiento que tenemos en este domingo, hablando espiritualmente, podemos decir que todos nosotros nacemos ciegos. Desde el pecado de Adán, todos nosotros, sus hijos, nacemos en las tinieblas, tenemos una tendencia hacia el mal. Desde pequeñitos somos superegoístas, celosos y solo nos interesa lo que nos da placer.
Es el proceso de educación que en cierto modo nos va moldeando y haciéndonos crecer. Se pueden tomar tres direcciones en este desenvolvimiento:
-podemos crecer, pero solamente en tamaño, continuando siendo infantiles en nuestro egoísmo, en nuestros celos o en nuestro deseo de placer, de comodidad y sin querer ninguna responsabilidad (infelizmente parece que hoy muchos están creciendo así).
-podemos crecer aprendiendo a controlar un poco o a disfrazar nuestras malas tendencias, para al menos hacer posible una cierta convivencia, pero sin renunciarlas y al final siendo conducidos por ellas.
-o entonces en algún momento de nuestras vidas descubrir que estas tendencias deben ser combatidas, que nuestro ideal de vida está en vencerlas, que no podemos dejarnos dominar ya sea por el egoísmo, ya sea por los instintos. Es solo cuando descubrimos que el motor de toda nuestra vida debe ser únicamente el amor, que florece en el deseo de servicio, de respeto y de justicia.
Esta tercera vía es aquella auténticamente cristiana y significa para nosotros la vía de la iluminación, de la sanación de nuestra ceguera de nacimiento. Así como aquel ciego del Evangelio tuvo que ir a la piscina de Siloé, nosotros un día fuimos llevados a la pileta del bautismo. Nosotros allí recibimos la luz de Cristo, que quiere hacer disipar todas nuestras tinieblas. Desde el bautismo, y también con los otros sacramentos, empezamos a recibir la ayuda eficaz del Espíritu Santo que nos abre los ojos y nos hace percibir que nuestra vida no tiene sentido si está fundada sobre el egoísmo. Empezamos nuestra lucha para vencerlo. Sin embargo, Dios tiene que abrir nuestros ojos, Él tiene que iluminarnos. Sin el auxilio de su gracia nosotros ni nos damos cuenta que estamos en la vía equivocada.
Como en general nosotros fuimos bautizados pequeñitos, nuestros padres tenían la misión de educarnos en la fe, de ayudarnos desde chicos a vencer nuestra maldad, pero ciertamente la parte mayor de este combate lo debemos hacer ahora nosotros. Los primeros cristianos tenían que conocer y conformarse a Cristo en su modo de vivir y actuar ya antes del bautismo, nosotros al revés debemos hacerlo ahora. Por eso, la Cuaresma adquiere para nosotros un significado aun más fuerte.
Somos invitados también nosotros a la regeneración, a nacer de nuevo, a bañarnos en la piscina de Siloé, que en nuestro caso es la confesión, y viviendo este tiempo fuerte de penitencia y oración llegar renovados a la celebración de la pascua de Cristo, victoria de Dios sobre el mal y la muerte, que quiere ser también nuestra victoria.
El Señor te bendiga y te guarde,
El Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la PAZ.