En la tarde de este sábado llegaron los restos del reconocido y querido artista Koki Ruiz a su última morada: La Barraca, lugar donde hace tres décadas creó una revolución de su arte y dio vida a su comunidad Tañarandy, en su querido San Ignacio, en el departamento de Misiones.
Escoltado por una multitud, que durante todo el trayecto cantaron piezas tradicionales de los estacioneros, ingresó el carro fúnebre estaba cubierto de numerosas coronas de flores que adornaban así el último recorrido de un maestro que marcó para siempre la Semana Santa paraguaya.
El cortejo estuvo también acompañado con una imagen de la Virgen La Dolorosa, la misma que año tras año era puesta al frente de cientos de miles de peregrinos que llegaban hasta esta colonia misionera.
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Como cualquier madre, la imagen de la Virgen Dolorosa permaneció hasta el momento del último adiós al artista, quien fuera recordado en medio de discursos que enarbolaban su loable labor social y artística, destacando la inmensa capacidad que tuvo para vivir dedicado no solo al arte, sino a recuperar, hacer conocer y que sean valoradas tradiciones de su amado pueblo.
Un pueblo que lo acompañó hasta el final, y que en cada paso que los llevaba hasta la despedida final lloraban la pérdida de un hombre con un legado invaluable y un corazón que soñó y logró convertir una comunidad olvidada en una empoderada por lo más valioso que puede tener un ser humano, que es el amor hacia sus raíces.
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Tañarandy se iluminó gracias al legado de Koki Ruiz
Por Karina Ríos (karina.rios@naciomedia.com)
En medio de la tristeza y la nostalgia que invade a cada habitante de San Ignacio Guazú, departamento de Misiones, por la partida de Delfín Roque Ruiz, más conocido como Koki Ruiz, ayer como cada Viernes Santo se desarrolló Tañarandy y como todos los años fue un momento inolvidable.
Este año congregó a más personas y los pobladores, así como los hijos del artista plástico, coinciden en que esta edición fue gracias a que el artista lo dejó todo encaminado y sus enseñanzas se convirtieron en un legado invaluable para el Paraguay.
En la querida ciudad de Koki Ruiz todos lo recuerdan y aseguran que sienten su presencia especialmente en las semanas próximas a la Semana Santa, la festividad religiosa que él impuso en su comunidad desde niño junto con su madre Rosa.
“Mi padre nos dejó la vara muy alta, pero es muy esperanzador porque como la gente fue sumándose fue muy natural y esa es su herencia, toda esta tradición y la gente apoyó muchísimo a que todo continúe de la manera que Koki lo hacía. Para nosotros fue como un consuelo muy grande poder hacer que todo esto continuara y no sentir la ausencia de un Viernes Santo”, dijo Almudena Ruiz, hija del artista, en entrevista con La Nación/Nación Media.
Resaltó que están muy felices con el legado que dejó su padre en su comunidad y para cada paraguayo, porque se trata de uno de los eventos religiosos más grandes. “No han pasado ni cuatro meses de su partida y para nosotros es muy importante poder seguir con Tañarandy. El aporte de cada persona, de su equipo y su familia hizo posible esto, porque cada uno guardaba alguna información o una partecita de cómo hacer las cosas y todo eso hizo que saliera de esta manera”, apuntó.
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Cuadros vivientes
Una vez que los peregrinos llegaron hasta la barraca comenzó la puesta de los cuadros vivientes, otra de las grandes obras del artista plástico, en el que se pudo apreciar la última cena y una de ellas fue representada por sus hijas y las 12 personas que trabajaban para él. También se exhibieron la imagen de Chiquitunga, San Francisco y el San Ignacio, todas originales del retablo.
Como cierre en una de las escenas aparecieron sus dos hijas y todos los que trabajaron con él para la puesta de la última cena, pero el espacio del centro estaba libre, este pertenecía a Koki Ruiz, en ese lugar solo yacía solo la copa de vino junto al pedazo de pan. En el camino antes de llegar a la barraca se podían apreciar unos cosecheros que representaban sus cuadros.
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Un año muy pesado
Este fue el primer año sin Koki Ruiz en la comunidad. Todos lo recuerdan como una persona muy alegre y que estaba siempre en cada paso de lo que era Tañarandy y que no se le pasaba ningún detalle. Aseguraron que él salía a recorrer la barraca pasado el mediodía del Viernes Santo y que recibía a las personas con una sonrisa, con mucho orgullo les invitaba a que no se pierdan del evento.
“Este año nos tocó un poco más pesado, porque esta mañana no vino Koki a traerme a la Virgen de la Dolorosa y fue un poco diferente, muy fuerte. En todos los espacios le vemos a Koki indiscutiblemente se está haciendo todo como él siempre quiso, eso cumplimos, todos los detalles que él quería con el respeto que se le da”, detalló a La Nación Gloria Acosta, quien desde hace 12 años viste a la imagen de la Dolorosa.
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Tañarandy rindió un emotivo y solemne homenaje a Koki Ruiz
Como cada año, la comunidad de Tañarandy se convirtió en el corazón espiritual de la Semana Santa paraguaya, y este Viernes Santo no es la excepción.
Desde tempranas horas, una gran cantidad de personas ya se congregaron en el lugar para vivir una de las manifestaciones culturales y religiosas más conmovedoras del país.
Este año, la celebración cobró un significado especial ya que fue el primer año en que su creador el artista plástico Koki Ruiz está ausente.
Por lo que se le rindió un homenaje póstumo al reconocido artista y creador del evento, quien falleció en diciembre del año pasado.
Pero quedó demostrado que su legado artístico y espiritual sigue más vivo que nunca entre los pobladores y visitantes.
EMOTIVA CEREMONIA
El acto central comenzó a las 15:00, momento que simboliza la muerte de Jesús en la cruz. Como parte de la ceremonia, los tradicionales estacioneros —cantores devotos que entonan cánticos religiosos— se reunieron en el jardín donde descansan los restos de Koki Ruiz, en una muestra de profundo respeto y gratitud por su obra.
Ese momento que de por sí tiene una carga emocional bastante alta, en esta ocasión fue superada por el homenaje a Koki y un agradecimiento por su extraordinario legado.
Posteriormente, la Virgen Dolorosa fue acompañada por los presentes en una emotiva procesión por el camino sagrado conocido como el Yvága Rape (Camino al Cielo), iluminado por miles de velas y antorchas que transforman la noche en un espectáculo de luz, arte y devoción.
De esta manera la tradición de más de tres décadas se siguió al pie de la letra, pero en esta oportunidad tuvo la incorpórea presencia de su creador Koki Ruiz, que iluminó todo el evento, que una vez más congregó a miles de personas que fueron testigos de la magnífica puesta en escena de Tañarandy.
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Tañarandy vive una Semana Santa de fe, devoción y arte en su primer año sin Koki Ruiz
Miles de personas llegaron a Tañarandy para vivir una emotiva Semana Santa, la primera sin el artista Koki Ruiz. Desde temprano, varios fieles de todas las edades, algunos con bastones o en silla de ruedas, se congregaron para acompañar la procesión. Al atardecer, el camino iluminado por cándiles guio a la Virgen Dolorosa hacia la barraca, mientras los estacioneros entonaban cantos.
En la barraca, se representaron cuadros bíblicos, destacándose La última cena, donde participaron las hijas de Koki y sus colaboradores. También se exhibieron imágenes históricas como Chiquitunga y San Ignacio. La comunidad honró a Ruiz, cuyo espíritu artístico y religioso permaneció vivo en cada detalle.
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Vestir a la Virgen
María Gloria Acosta, encargada del vestuario de la Virgen por más de 12 años, relató cómo esta tradición creció desde una sencilla reunión familiar hasta convertirse en un evento nacional. La imagen, vestida de luto con telas bordadas y flores traídas desde Asunción, llevaba consigo el recuerdo de Rosa Pérez de Ruiz, madre de Koki.
Música y homenaje
Los estacioneros de Capiatá rindieron tributo a Koki con la canción titulada “Pejúke la gentekuéra”, compuesta especialmente en agradecimiento a él. El grupo, emocionado, interpretó la música frente a su lápida.
Devoción que inspira
Josefa Lorenza Krujowski, de 87 años, viajó en silla de ruedas desde Asunción para recorrer casi un kilómetro en la procesión. Su familia, con raíces polacas, reiteró su compromiso espiritual, convirtiendo la jornada en un acto de fe y resistencia.
De esta manera, Tañarandy se consagró nuevamente como epicentro de la Semana Santa paraguaya, fusionando arte, religión y memoria en un tributo inolvidable a Koki Ruiz.
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Con su madre en silla de ruedas, renuevan sus votos espirituales en Tañarandy
Por sexto año consecutivo, una familia con raíces polacas y paraguayas renueva su compromiso espiritual en Semana Santa, honrando la memoria de Koki Ruiz y acompañando a Josefa Lorenza Krujowski, una mujer de 87 años que, a pesar de las dificultades y estar en silla de ruedas, no pierde la devoción por esta tradición en Tañarandy.
Graciela Ruiz Díaz viaja desde Asunción hasta el departamento de Misiones con su madre en silla de ruedas para acompañar a la Virgen Dolorosa, casi un kilómetro por los senderos de la localidad. “Venimos para aislarno del ruido, concentrarnos en lo espiritual y ofrecer nuestros sacrificios”, explicó.
Para la familia, esta experiencia no solo es un acto de fe, sino también una promesa: “Es por mis hijos, por mi familia y por la conversión de todos”, relató doña Graciela. Este año la ausencia de Koki Ruiz, el artista cuyo arte se inmortalizó en este evento, les dejó un sabor amargo. “Siempre fue alegre, nos reconocía y hablaba con nosotros. Extrañamos su presencia”, mencionó.
Josefa, nacida en Polonia, llegó a Paraguay hace 56 años como parte de la ola migratoria posterior a la Segunda Guerra Mundial. Aunque hoy habla poco, su historia sigue viva y el vínculo con Ruiz era especial.
Como cada Semana Santa, la comunidad de Tañarandy se convierte en el corazón espiritual de la Semana Santa paraguaya, y este Viernes Santo no es la excepción. Una gran cantidad de personas ya se han congregado en el lugar para vivir una de las manifestaciones culturales y religiosas más conmovedoras del país.
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