El 19 de julio de 1948, el presidente provisional Juan Manuel Frutos, a través del Decreto N.° 27.484, fijó el 16 de agosto como Día del Niño del Paraguay. Desde entonces, miles de niños y niñas son agasajados en esta fecha en las escuelas, calles, plazas, entre otros lugares. Durante estos días, no puede faltar una rica merienda, juegos y obsequios, pero saltan interrogantes como: ¿cuál es la historia detrás del 16 de agosto? ¿Qué es lo que realmente se debe festejar en estos tiempos? Sin embargo, siempre es bueno ver una sonrisa en el rostro de cada pequeño.

Para la historiadora Ana Barreto Valinotti, se debería buscar un nuevo significado a celebración del Día del Niño en este tiempo y que la mejor forma es direccionando hacia una infancia sin violencias, escolarizada y alejada de la pobreza. Buscar que el Estado y la sociedad puedan velar por los derechos de esto seres indefensos y que no tengan que salir a pelear como los niños que perdieron la vida en la guerra Grande.

“Hoy la conmemoración debería girar en torno a una nueva resignificación. La fecha quizás debería empujarnos a pensar en una infancia efectivamente escolarizada y no en cientos de miles de chicos por fuera de la escuela y de alguna manera ya condenados a la pobreza como si aún fuesen los mismos de 1869, sin otra posibilidad que salir a pelear”, expresó a La Nación/Nación Media.

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Afirmó que una fecha tan triste pueda leerse como la oportunidad de una defensa de los derechos para lograr criar niños y niñas felices. “La celebración del día que recuerda a niños y niñas cada 16 de agosto es en realidad la segunda propuesta en torno a la idea de niñez en el Paraguay. La primera fecha, conmemorada hasta fines de los años cuarenta del siglo XX era la del 13 de mayo”, apuntó.

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Se debe buscar otro sentido al día del niño. Foto: Captura pantalla

El 13 de mayo

Resaltó que nuestros abuelos y bisabuelos lo habrían festejado cada 13 de mayo, pero que nuestros padres, desde los años 50 celebraban este día cada 16 agosto. “Nuestros abuelos y bisabuelos probablemente recibían con alegría en cada mayo su día junto a chocolatadas, galletitas y dulces en el mes de mayo. En el primer caso, la cercanía de la fecha a la independencia grababa sobre la narrativa de la fiesta, en una impronta de niñez ilustrada, educada, escolar, constructora y edificadora en fin de la Nación”, relató.

Apuntó que aparentemente en aquel tiempo se agasajaba solamente a los niños y niñas que asistían a las escuelas, ya que los festejos eran realizados principalmente en las instituciones educativas. “Creemos, por ende, que otros niños y niñas no escolarizados, se encontraban prácticamente fuera de esta celebración”, manifestó.

Cada 16 de agosto

Resaltó que, dentro del régimen del general Higinio Morínigo, el funcionario de gobierno y profesor Andrés Aguirre, trabajó arduamente en la promoción de una reinterpretación hacia la conmemoración de la niñez en el Paraguay. “A su criterio, la celebración del 13 de mayo no era representativa no sólo de todos los niños, sino que la fecha no contribuía en acrecentar el nacionalismo al no tener vínculos históricos”, detalló.

Afirmó que Aguirre pensó en los niños mártires de la guerra contra la Triple Alianza, en la que se tuvo la particular batalla aquel 16 de agosto de 1869, cuando el ejército paraguayo que lo constituían jovencitos de entre 11 y 15 años perdieron la vida. “Aunque el profesor Aguirre había trabajado meticulosa y personalmente en la difusión del cambio de fecha y conmemoración del día del niño, no fue sino hasta julio de 1948 y bajo la presidencia provisoria de Juan Manuel Frutos que se instituyó la nueva fecha”, aclaró.

Este día se conmemora a los niños que defendieron al Paraguay. Foto: Archivo

Barreto indicó que recién en la segunda mitad de los años cincuenta ya bajo gobierno del general Alfredo Stroessner la celebración adquirió una mayor fuerza. “Alcanzó al salirse del ámbito puramente escolar, y lógicamente en la cercanía de la conmemoración del centenario de la Guerra contra la Triple Alianza una resignificación en la construcción y discurso de la memoria histórica”, puntualizó.

Por último, apuntó que como hace 80 años, cuando se logró el cambio de fecha y se pensó en una redirección del Día del Niño, hoy se debe celebrar este día pensando en un cambio, que los niños y niñas ya no estén en las calles y que vivan una vida digna.

“Cuando se instauró una segunda fecha fue pensada en clave de heroicidad militaristas y marcadamente masculina -ya que el “niño” celebrado era la de un pequeño soldado-, quizás hoy la conmemoración debería girar en torno a una nueva resignificación: pensar a cada niño, a cada niña del Paraguay sin violencia, sino la del conflicto armado como metáfora, aquella -también profundamente dañina- que ronda esquinas insospechadas de la vida cotidiana”, concluyó.

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Se debe buscar la felicidad de los niños y niñas. Foto: Archivo

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