Un hombre fue detenido por agentes de la Policía Nacional tras una denuncia por presunta violencia doméstica en su contra. El sujeto también hirió en la cabeza a un uniformado durante la intervención en la ciudad de Itauguá durante la noche del domingo pasado.
El detenido fue identificado como Aníbal Rodrigo Lezcano, de 40 años de edad, quien fue aprehendido cerca de las 20:00 de ayer en la compañía Estanzuela de Itauguá. El policía herido fue identificado como Roque Morel, de 31 años de edad.
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“La pareja del hombre denunciante ya tenía varias heridas en el cuerpo. También fue trasladada a un centro asistencial y ella contó que es de Santaní. La misma se animó a denunciar anoche, los vecinos también son testigos de la violencia constante”, explicó este lunes Alicia Espínola, jefa de la Comisaria 36.ª de Patiño, en comunicación con la 780 AM.
Refirió que la víctima fue identificada como Fermina Álvarez dos Santos, de 32 años de edad. No sería la primera vez que la mujer denuncia a su pareja por violencia familiar. El hombre habría reaccionado contra el policía por su intervención en el hecho y fue derivado a un centro asistencial por la herida en la cabeza, producida con un machete.
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“El agresor viene con dos machetes y va directamente contra el personal policial. El personal herido fue asistido primero en el Hospital Nacional de Itauguá, luego fue enviado al Hospital de Policía. Posteriormente otro compañero logró detener al hombre, que es albañil de profesión”, agregó Espínola.
La mujer relató a los policías intervinientes que el hombre es muy violento y todo habría sucedido cuando el presunto agresor se percató que su pareja estaba juntando sus cosas para salir de la vivienda. El caso fue comunicado al Ministerio Público para las investigaciones correspondientes.
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Detienen a un hombre que llevaba prófugo 23 años
Durante un procedimiento de control llevado adelante por efectivos de la Comisaría 10.ª Central de Mariano Roque Alonso se logró detener a un hombre que se encontraba prófugo de la justicia hace 23 años. La detención se dio en la vía pública sobre las calles General Garay casi 12 de junio en el barrio Defensores del Chaco.
El hombre fue identificado como Arturo Adolfo Coronel, de 39 años, y contaba con tres órdenes de captura pendientes, una de ellas por homicidio doloso y otras dos más recientes por agresión grave.
El comisario Rodolfo Sánchez, en conversación con Telefuturo, confirmó que este hombre llevaba 23 años burlando a la justicia, por lo que dar con su captura significa que varios casos en su contra podrían proseguir.
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“Aparentemente, este hombre vivía limitando sus actividades y quizá no salía mucho de la zona en donde fue detenido finalmente. Él no presentó resistencia, pero sí debimos de corroborar por nuestra cuenta su identidad. El mismo se encuentra bajo nuestra custodia aquí en la comisaría”, expresó el jefe policial.
Destacó que debido a que las denuncias en contra de este sujeto se encuentran bajo diferentes oficinas fiscales, han tenido que notificar de su arresto de manera individual a cada una, por lo que continúa a disposición del Ministerio Público el traslado del mismo.
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Detienen a dos personas sospechosas de un homicidio en Canindeyú
Un hombre de 30 años de edad y un adolescente de 16 años fueron detenidos por un supuesto homicidio doloso producido con arma blanca. Durante el procedimiento se incautó el arma blanca con la que se habría cometido el crimen.
El hecho ocurrió en la Colonia Caruperá 1, del distrito de Yvypyta. El procedimiento estuvo a cargo del personal del Departamento de Investigación de hechos punibles, Regional Canindeyú.
Todo lo actuado, así como las evidencias fueron puestos a disposición del Ministerio Público que deberá seguir con la presente investigación y citar a declarar a los dos detenidos.
Una vez que los aprehendidos declaren ante el fiscal, el mismo podrá presentar la imputación correspondiente y por ende tendrá que solicitar la medida cautelar que para el hecho registrado podría ser la prisión preventiva.
Luego, las dos personas deberán comparecer ante un Juzgado Penal de Garantía para la audiencia de imposición de medidas cautelares, donde se estudiará el pedido de prisión preventiva u otra medida que el juez a cargo del presente proceso penal considere.
En caso de que se decrete la prisión de los dos sujetos, la defensa de los mismos puede apelar la resolución judicial y en caso de ser así será un tribunal de apelación el que tendrá que definir si corresponde confirmar la prisión de los detenidos.
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El ñandutí: una tradición que lleva el pan a los hogares
- Jimmi Peralta
- Fotos: Matías Amarilla
El ñandutí, tejido tradicional del Paraguay, presenta en sí misma una sutil metáfora de su naturaleza dentro de la ciudad que sin dudas es su hogar, Itauguá. Situado a 30 kilómetros de Asunción, el distrito es conocido como el centro de producción de vestidos, cuadros, blusas y manteles confeccionados a base de este tejido artesanal, que representa al suelo guaraní en todo el mundo en diversas instancias y certámenes. Las artesanas redoblan la apuesta y ahora van por el Récord Guinness.
El ñandutí es realizado generalmente de manera individual por manos de mujeres. En su desarrollo, tejen más allá del bastidor una trama de producción en comunidad que traza formas, líneas rectas y curvas interconectadas en la diversidad de colores y direcciones.
Como artesanía, el ñandutí se aprende en la casa, con la magia de la formación no sistemática, que da vuelo y vida a su esencia. Al mismo tiempo, pone el sentido de la transmisión de conocimiento de madres a hijas y de hijas a madres, entretanto se cimenta parte del sustento familiar. Este tejido primero pone pie en la función más elemental: llevar el plato de comida a los hogares de los itaugüeños para después barnizar el vínculo colectivo de una ciudad que cuenta con varios centenares de tejedores y tejedoras.
“Mi abuela no sé si tejía, pero yo aprendí de mi mamá, de muy chiquita, y ni bien cuando yo empecé a hacer los bordados, me daba la plata mi mamá. ‘Este es tu trabajo. Te va a servir para comprar otra vez tus materiales’, me solía decir mi mamá. Y así nunca dejé de hacer. Este trabajo también ayudó para criar a mis tres hijas”, comenta Antonia Morínigo, tejedora itaugüeña que esta semana se sumó a la Red Tejiendo Cultura, una plataforma que nuclea a más de 500 artesanas del ñandutí del Paraguay y de países como Australia, Puerto Rico, Chile, Reino Unido, España y Argentina.
Más de 150 de estas artesanas son de Itauguá, algunas jóvenes y otras de más de 90 años. Ahora forman parte de este proyecto que busca sumar el trabajo individual para armar el tejido de ñandutí más grande el mundo, que será de 120 metros de largo por 5 metros de ancho, buscando el récord mundial.
TEMPRANA INICIACIÓN
Como la mayoría de las tejedoras, Antonia empezó de niña. Ahora es abuela y ya no puede producir en bastidores grandes como antes. Ella tiene a su cargo las labores del hogar y todos los días, después del almuerzo, se sienta en su dormitorio a dibujar con el hilo y la aguja sobre su tela. “Este bastidor armado yo termino en un día, porque yo soy ama de casa, tengo que cocinar todo, yo soy la mamá de la casa. A la tarde, puede comer la comida, me suelo sentar acá en mi pieza y hago mi ñandutí, a la noche ya quiero descansar”, comenta. El proceso de producción arranca con el dibujo sobre el papel “y regla”, recuerdan las tejedoras. Luego se estira la tela en el bastidor, se dibuja en la tela y se comienza a tejer. Terminado el trabajo, se separa el tejido de la tela, se lo lava y finalmente se le pone el almidón para que se endurezca.
“Hay gente que tuvo que migrar a otros países, pero se llevaron parte de sus culturas y otras que se dedicaron a enseñar y así esparcir por todo el mundo. La ciudad de Itauguá es conocida como la capital del ñandutí y cuna de la misma. En cada compañía de Itauguá te encontrarás con un o una artesana elaborando su trabajo porque la técnica fue otorgada de generación a generación y se ha vuelto una tradición para las familias. Es por ello que hay más cantidad de artesanos en la localidad de Itauguá”, comenta Guillermo Acosta, coordinador de la Red, itaugüeño y profesor de ñandutí, quien en su propio perfil vital narra la historia del tejido y las familias de su ciudad.
“Todo se inició desde la tristeza de mi querida Maximina Quiñónez. En una tarde se puso triste y observaba su ñandutí y me dice ‘qué pena que ninguna de mis hijas va a legar esto que yo hago, ninguna de ellas dos sabe hacer’. Sentí tanta pena al oírla decir eso que entonces le pregunté cuál era el dechado más difícil y complicado de hacer. A lo que ella me respondió el arasape y la filigrana, que coincidentemente estaba haciendo. Entonces me fijo en sus idas y vueltas que realizaba sin decirle nada en absoluto. Como ella trabajaba cama adentro y venía a casa los fines de semana, la sorprendí con un trabajo que estaba realizando sin decirle nada. Era una imagen de san Blas, pero en ñandutí. Me pregunta quién hizo y le digo que yo.
Me mira y dice que no me cree. Para que me pudiera creer, me siento y le muestro que sí lo podía hacer y desde entonces le tomé como hobby”, narra Acosta sobre cómo en el ñandutí se reafirma el tejido social y el empoderamiento económico de las mujeres de una ciudad.
TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL
Juliana Centurión (88) y Esmérita Antonia Centurión (91) son dos hermanas tejedoras que viven junto a la hija de la segunda en una humilde casa en el centro de Itauguá, donde las tres comparten además el amor al ñandutí y su creación.
Las hermanas aprendieron el oficio desde pequeñas. Su madre transmitía el conocimiento a su descendencia femenina, “porque los varones buscaban otras formas de aportar, como trabajando en la carpintería y otras cosas”.
“Cuando teníamos entre 7 u 8 años nosotros mirábamos a escondidas cómo trabajaba nuestra mamá y hacíamos que practicábamos en papel. No podías hacerlo bien porque ella no quería que nosotras trabajemos. Pero cuando se dio cuenta de que ya lo hacíamos, finalmente decidió mostrarnos cómo hacerlo bien”, comenta Esmérita.
“Cuando me siento puedo producir rápido, pero ahora ya no puedo sentarme por mucho tiempo, ya estoy grande”, explica Juliana.
“Antes valía más nuestro trabajo, se pagaba mejor por el ñandutí. Nosotras ya no salimos a vender ahora, no nos vamos a ninguna parte. Vienen a hacernos el pedido y hacemos. Antes salíamos, ahora tenemos una patrona. Antes producíamos muchísimo más”, explica Esmérita.
El oficio que le legó su madre le sirvió para sostenerse durante una larga vida y para la crianza de su hija, que también teje. Las hermanas se sumaron esta semana al proyecto que busca batir el récord mundial con un tejido de producción colectiva.
ENSAMBLE
Actualmente la producción de las tejedoras se realiza de diversas maneras, pero la preferida es la realización individual de piezas que después son acopiadas e integradas a vestidos, manteles y otras piezas.
Los precios pueden variar y los productos se realizan en algunos casos bajo pedido y en otros es un proceso a la espera de clientes. Las pequeñas piezas se suman entre sí y de esta manera diversas tejedoras pueden finalmente articular sus trabajos en un producto final, que provee a sus hogares de sustento y de prendas a las principales tiendas especializadas de la ciudad o, como varias de ellas dicen, “a mi patrona”.
Entre tanto, para el proyecto del tejido más grande del mundo se les proveerá a todas las artesanas de insumos (bastidores, lienzos, hilos, agujas) y ellas decidirán cuántos módulos realizarán de acuerdo a sus capacidades y habilidades. Las piezas serán posteriormente certificadas para el ensamble. Como es dable esperar, la producción del tejido significará un ingreso económico.
Se estima que se juntarán unas 2.200 piezas a través de la red. Esta será de los diez dechados (dibujos) seleccionados para la ocasión: jazmín poty, mbokaja poty, buey pypore, machete punta, arasape, arapaho un lado, estrella de cuatro puntas con kurusu’i, takuru con karê’i doble, margarita y pensamiento. A los costados la pieza contará con randas con cadenilla doble y en las esquinas estrellas de cuatro puntas con filete. La puesta en valor del ñandutí a través de este proyecto genera un aporte inmediato mediante la generación de pedidos para las tejedoras. A mediano plazo centralizará una red de trabajadoras, lo que podría facilitar a futuro la producción, la adquisición de insumos y la comercialización. A largo plazo se busca la valoración cultural y pecuniaria a nivel nacional e internacional de este tejido que data del XVI, y que surgió en estas tierras de la unión de una técnica europea y la creatividad de la mujer paraguaya.
“CADA VEZ QUE TE TENGO PEDIDO VENDO TODO MI ÑANDUTÍ”
Porfiria González (61), de Itauguá Guasu Costa Dulce, teje desde los 13 años. Ella valora la iniciativa del proyecto y celebra que significará más trabajo para ella.
“Aprendí a hacer ñandutí viendo a mi tía y mi prima. Al darle el primer trabajo que hice, mi tía ya lo llevó, vendió y me trajo ya directamente materiales para hacer más”, comenta Porfiria, quien trabaja mechando su artesanía con las labores domésticas con la ayuda de su hija.
“Yo me levanto a la mañanita y en medio de mi mate hago mi ñandutí. Después me levanto a hacer para el almuerzo, hago todo eso y ya me siento otra vez a trabajar. Si no hay pedido, igual nomás hago yo. En algún momento va a venir el pedido. Cada vez que tengo pedido vendo todo mi ñandutí; si no hago mi ñandutí, hago chipa”, comenta.
Relata que para ella la parte más difícil es el dibujo. “Eso se hace primero, el dibujo, con la regla se hace, se hace bien eso en el papel, después tenés que estirar con el bastidor la tela y dibujar. Ahí se trabaja”, narra sobre el proceso de producción.
“DESDE MUY CHIQUITA ME PAGABAN POR MI TRABAJO”
Felipa López (63) desde los 7 años se sumó a su mamá, su abuela y sus hermanas, todas de la ciudad del ñandutí, en el oficio de tejedora.
“Hago diferentes dibujos, con hilo fino y con hilo grueso, de ambas formas. Eso también me enseñó mi mamá. A ella le enseñó mi abuela. Desde muy chiquita me pagaban por mi trabajo. La plata me servía para mi escuela, para mis útiles. Tengo siete hijos, ahora conmigo ya solo vive uno. A tejer le enseñé solo a dos hijas mías”, comenta Felipa, quien desde sus manos y el arte dio de comer a su familia junto con su marido, quien es constructor.
“JAGANA´I, PERO JAGANA, UPÉA LA HE´ISÉVA”
Filemona Figueredo (68) arrancó como tejedora a los 12 años con su madre y sus seis hermanas. Ella también se sienta con su bastidor entre las actividades de cuidado y de la labor doméstica en su hogar itaugüeño.
“Recuerdo que cuando era chiquita cada 15 días nos tocaba a cada una ir a vender. De esa plata comprábamos para nuestra ropa para farrear”, comenta entre risas.
“Nunca trabajamos para otra persona”, refiere acentuando que nunca tuvo un trabajo en situación de dependencia.
“Siempre jagana’i, pero jagana, upéa la he’iséva. Igusto remba’apo, revende ha rejúma nde platamíre” (siempre ganamos poco, pero ganamos, eso es lo que importa. Da gusto trabajar, vender y venir con tu platita), explica Filemona, quien es madre de tres hijos.
SOBRE EL PROYECTO
Tejiendo Cultura – El Ñandutí Más Extenso del Mundo es una iniciativa impulsada por Innovaciones Comerciales y la Asociación de Ñandutí en Japón, con el acompañamiento de la Municipalidad de Itauguá y la alianza estratégica de la EBA.
Su objetivo no solo es confeccionar de forma colaborativa la pieza de ñandutí más grande del mundo, sino también visibilizar el trabajo artesanal, fortalecer el turismo cultural y abrir nuevas oportunidades económicas para las tejedoras del país a través del arte textil.
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Motociclista chocó contra un camión y amenazó con disparos al aire
Un hombre que causó disturbios y disparos al aire fue detenido por la Policía Nacional, luego de que chocara contra un camión repartidor que estaba estacionado frente a una despensa en Lambaré. Esta persona se enojó porque el dueño del vehículo le reclamó por los daños, entonces sacó el arma de fuego.
Según el reporte policial, el hecho se reportó ayer viernes en el barrio San isidro. Las cámaras de seguridad registraron el momento en que la motocicleta en que iban dos personas chocó contra un camión que estaba estacionado frente a una local comercial.
La moto era guiada por Rubén Reinaldo Junior Zelaya Escobar, de 25 años, quien intentó sacar su biciclo que quedó atascada por el vehículo de gran porte, cuando salió el propietario a reclamar por los daños. Esto enfureció al motociclista, quien sacó un arma de fuego y respondió con disparos al aire para intimidar.
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Esto llamó la atención de los vecinos, quienes salieron rápidamente y encontraron que el hombre estaba apuntando con el arma al trabajador, por lo que redujeron al motociclista para luego entregarlo a la Policía Nacional.
Zelaya fue aprehendido por transgredir la ley n.° 4036/10 de armas, y de su poder se incautó un arma de fuego calibre 38 milímetros y una motocicleta de la marca Kenton. Todo lo ocurrido fue puesto a disposición del Ministerio Público que ordenó que permanezca detenido en la comisaría 17.
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