Con el fin de concienciar sobre la importancia de denunciar casos de abuso sexual en menores y tener en cuenta las sospechas de los mismos, desde el 2015 se fijó el 31 de mayo como el Día Nacional contra el Abuso y la Explotación Sexual en Niños y Adolescentes del Paraguay.

Al respecto, la licenciada Mirtha Maldonado, psicóloga de la Facultad de Ciencias Médicas - UNA, dijo que cuando se habla de un abuso, se tiene como referencia una relación asimétrica, donde existe una desigualdad de ejercer el poder entre un adulto y un niño.

Sostuvo que esta dinámica de ejercer poder sobre un niño o adolescente puede darse en el entorno familiar o cercano de la víctima, donde por lo general en un 85% de los casos gira en el ambiente intrafamiliar.

Aseguró que esto presenta una situación de violencia y que esta dinámica afecta en todo lo que hace referencia con el desarrollo de la sexualidad del niño o adolescentes. “El abuso es una irrupción en el desarrollo evolutivo de la víctima, para pasar a ser un objeto de placer por parte del abusador”, acotó.

Así también, la profesional mencionó que, por lo general, existen ciertos indicadores como señales de alarma, pero que se debe tener cuidado porque muchas veces estos no pueden ser específicamente un caso de abuso. Habló de señales físicas así como también de conductas.

Estas señales pueden ser físicas como signos de violencia, sangrados, infecciones recurrentes, irritación, y en cuanto a la conducta pueden ser retraídos, con miedos, rechazos a personas o ciertos lugares, rasgos de depresión, ideas de suicidios o cambios en la conducta.

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Enfatizó en que ninguna de las acciones en contra de los niños y adolescentes deben ser minimizadas, las víctimas deben tener la certeza que serán creídas y por sobre todo al notar algún cambio en la conducta, tenerlo como un llamado de atención de que algo no se encuentra en orden.

Maldonado también resaltó que con la pandemia y en encierro aumentaron los hechos de violencia y casos de abuso sexual a menores, así como en la actualidad las denuncias fueron incrementándose.

“Como sociedad nos debe interpelar estas conductas que se dan de forma sistemática, ya que también pueden ser una falla de nuestras normativas, porque los niños y adolescentes deben ser cuidados por los mayores, no víctimas de abusos”, apuntó.

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