Por Yesica Vera Zarza

Son poco más de 220 km desde Asunción para llegar hasta San Ignacio, Misiones, y a minutos de ahí está la localidad de Tañarandy, que es prácticamente sinónimo de arte popular y Semana Santa, que luego de dos años de pausa debido a la pandemia, este 2022 se cumplieron 30 años desde la primera procesión. Esta actividad se volvió tradición de la mano del arquitecto, artesano y artista plástico Roque “Koki” Ruiz, que cada Semana Santa prepara un espectáculo único.

Personas de todas las edades y de diferentes puntos del país, así como del exterior, llegan hasta la Barraca de Tañarandy o Barraca de “Koki”, para ser parte de la tradicional procesión que se lleva a cabo el Viernes Santo al caer el sol con la imagen de la Virgen la Dolorosa que va al encuentro con su hijo, el Cristo crucificado.

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De esta actividad participan miles y miles de personas en medio de antorchas, velas, candiles y los cánticos lastimeros de los estacioneros. Desde 1992, el recorrido era de 2 km, aproximadamente, pero este año y tras los dos años sin la habitual procesión, el itinerario tuvo una variación, y en vez de salir de la capilla de Tañarandy hasta la Barraca, salió de otro punto y llegó hasta la Iglesia de San Ignacio, completando un trayecto de unos 5 km.

Luego de la procesión, el encuentro de la Virgen la Dolorosa con su hijo, el Cristo crucificado se dio este año en la iglesia de San Ignacio. Foto: Jorge Jara.

A lo largo del recorrido, los visitantes, devotos, promeseros y lugareños de la zona participan de la procesión, ya sea acompañando a la virgen desde el punto de partida hasta el destino final o colocándose al costado del camino que transita la imagen, para saludarla.

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Visitantes y lugareños

Tal es el caso de Juan Carlos Heinrich, quien llegó desde Villa Elisa para conocer y ser parte por primera vez de la festividad. “Siempre se habla de Tañarandy y quisimos venir a conocer con la familia. Es muy lindo todo, es buena la organización, la gente colabora, los lugareños son amables, realmente todo es excelente”, comentó a La Nación/Nación Media.

Por otra parte, Rosa y Very González son de San Ignacio. Antes de la pandemia participaban normalmente todos los años de la procesión y ahora, que es la primera vez que llega a la Iglesia, también fueron parte. “Es un espectáculo muy lindo, vinimos en familia”, expresaron y contaron que algunas integrantes llegaron desde Argentina, dos sobrinas.

Tanto visitantes como lugareños ayudaron a encender los candiles de apepu. Foto: Jorge Jara.

“Es un espectáculo muy hermoso. Yo no sabía de esto, me enteré en el 2017 y después me dijeron que tenía que venir un Viernes Santo y aprovechamos a venir. Es una maravilla todo lo artesanal, estoy encantadísima. Cuánto trabajo y cuánto amor hecho porque es un trabajo hermoso, ayudamos a prender las luminarias de apepu. Hicimos algo, fuimos parte y llevamos un recuerdo hermosísimo. Esperamos volver y que no sea el último año de poder participar”, destacaron Kika y Chimi González, sobrinas de las lugareñas Rosa y Very.

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Viacrucis de verdad

Una señora de la tercera edad y sus dos hijas compartieron también su experiencia con LN y contaron que la señora y una de sus hijas participaron por primera vez de la procesión, mientras que la otra hija lo hizo por segunda vez.

Se trata de María Sueli López y sus hijas Cristina y Cinthia Ramírez, quienes llegaron desde Minga Guazú, Alto Paraná, para participar de la procesión, y lograron hacer todo el trayecto, desde el punto de salida de Tañarandy hasta la llegada a la iglesia de San Ignacio, alrededor de 5 km caminando.

La procesión pasó por la Barraca de Tañarandy donde antes finalizaba. Foto: Jorge Jara.

Sueli contó que ella asistió porque su hija quería que conozca cómo es Tañarandy. Mencionó que, si bien una vez llegó a ver en la televisión, era una noticia muy corta y le llamó mucho la atención, es una cosa única, una maravilla, de lo lindo que es se sintió muy emocionada.

“Dije que la virgen iba a permitir. Aguanté y empujé, caminando. Yo soy muy devota de la virgen, le rezo mucho. El santo rosario dicen que es muy bueno rezar. Veo en mí que fue ella quien me empujó para venir a ver lo que es esto. Es una cosa impresionante para mí; volvería”, confesó emocionada.

“Es la primera vez que hice un viacrucis de verdad. Voy a llevar un recuerdo muy lindo y si ella (la virgen) permite, regresaré. Le dije a la virgen que tengo muchos problemas de huesos, pero si ella permitía, le iba a llevar hasta la iglesia. Sin embargo, fue ella la que me hizo llegar hasta la iglesia. Lo logramos”, relató contenta.

Sueli, a pesar de sus problemas de huesos y la edad, logró recorrer los 5 km de procesión junto a sus dos hijas. Aseguró que la virgen la sostuvo hasta llegar a la Iglesia. Foto: Jorge Jara.

Por su parte, Cristina dijo que tener esto en nuestro país y no aprovecharlo es una pena y que la gente no sabe lo que se pierde porque es maravilloso.

Cinthia era la segunda vez que participaba de la actividad y aseguró que lo que se siente en Tañarandy a lo mejor alguna vez cuando se visita Roma se siente la misma emoción. “Creo que el trayecto que hicimos fue un poco más de 5 km. Esa fe que nos mueve es impresionante porque realmente uno siente que alguien le empuja, le sostiene en ese momento. Los que tenemos fe y somos de la religión católica hoy más que nunca vivimos nuestra religión”, enfatizó.

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