Por Juan Carlos Dos Santos

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El 12 de octubre de 1936, más de 80 mil personas coparon el centro de Asunción, en los alrededores del Oratorio de la Virgen de la Asunción y Panteón Nacional de los Héroes, para recibir los restos de sus primeros huéspedes: al mariscal Francisco Solano López y al soldado desconocido, caído en la batalla de Boquerón, cuatro años antes en la Guerra del Chaco.

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La llegada de los restos de ambos, desde la ciudad de Concepción hasta el puerto de Asunción, el 11 de octubre, estuvo rodeada de una gran solemnidad y un sentimiento de respeto, por lo que ambos representaban para la historia y el sentimiento nacional.

Escoltados por los Veteranos del 70

Los supuestos restos del mariscal López y del soldado desconocido fueron trasladados hasta una capilla ardiente montada en el salón de actos del Palacio de López, donde el pueblo en general desfiló ante los féretros de ambos héroes, hasta bien entrada la noche del domingo.

La última guardia de honor fue realizada por los pocos veteranos excombatientes del 70 que aún sobrevivían, algunos de ellos vistiendo el uniforme verde olivo, con largas y blancas barbas, caminaron junto a su líder, desde el Palacio de Gobierno hasta el recién concluido el Panteón Nacional de los Héroes y Oratorio de la Virgen de la Asunción.

Una multitud nunca antes vista hasta ese entonces cubrió el centro de Asunción, desde la Plaza Uruguaya hasta el Panteón de los Héroes. Foto: Juan Carlos Dos Santos.

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Francisco Solano López, mariscal y presidente del Paraguay, fue muerto en la última batalla de la sangrienta Guerra contra la Triple Alianza, en Cerro Corá, el 1 de marzo de 1870, exactamente hace 151 años.

Quizás ese sentimiento de patriotismo enfervorizado no habría sido el mismo si las personas que lo acompañaron hubieran sabido que se trataba de un homenaje simbólico y los restos que estaban en la urna no pertenecían a López, como afirman casi con unanimidad los investigadores e historiadores. Esa es una pregunta que nunca tendrá respuesta.

Excavando en Cerro Corá

El historiador Eduardo Nakayama trajo a la actualidad, a través de una publicación en sus redes sociales, los trabajos investigativos realizados por el historiador Efraím Cardozo Sosa, que aseguran que las excavaciones realizadas en Cerro Corá, en 1936, no fueron realizadas precisamente en la tumba de Francisco Solano López.

“El gobierno de entonces no consultó con historiadores reconocidos como el mismo O’Leary ni dio participación a los especialistas en osteología de la Sanidad Militar, de mucha experiencia luego de la reciente campaña finalizada en el Chaco”, escribió Nakayama.

Relata, además, que la información utilizada para ubicar la tumba provenía de una sola persona, el veterano Bonifacio Obando, quien no había estado en la batalla de Cerro Corá, y la ubicación de las tumbas de López y de su hijo Panchito la obtuvo más de medio siglo antes de la búsqueda, de otros veteranos, el teniente Benigno Frutos, encargado de la caballada del Mariscal y de su Estado Mayor, y Victoriano López, sirviente de su esposa, Elisa Alicia Lynch; este último fue quien habría sido el encargado de llevar a cabo la inhumación de los restos el mismo 1 de marzo de 1870.

La crónica del diario La Nación sobre lo sucedido en un acto con gran contenido patriótico. Foto: Juan Carlos Dos Santos.

En 1936 obraron a impulso

Otro destacado historiador, el arquitecto Jorge Rubiani, explicó que él escribió un artículo en el que se hacía la misma pregunta y contando todas las versiones que se dieron sobre este hecho.

“Todas las personas más ilustradas de la época afirmaron categóricamente que los restos que se encuentran en el Panteón Nacional de los Héroes no pertenecían a Francisco Solano López, porque sencillamente obraron a impulso de la celeridad que imponía inaugurar el Panteón, el 12 de octubre de 1936″, explicó Rubiani.

Ocultaron un hecho tan significativo

En un artículo publicado por el historiador, él desmenuza todas las razones que expusieron todas y cada una de las personas consultadas. Ante lo que se puede considerar un intento de ocultar un hecho tan significativo para la memoria nacional, Rubiani expresó que se toma con mucha parsimonia todo lo que corresponde a la historia.

“Generalmente cuando hay un intento de reivindicación, no se recurre al uso de los mejores procedimientos, incluso aquellos que están pautados por documentos internacionales que las propias autoridades firmaron con la Unesco”, agregó.

La misma crítica la trasladó hacia los festejos del Bicentenario. “Ya se vislumbraba que ese frondoso grupo de 84 historiadores no iban a hacer nada. Se dedicaron al vy’a guasu y al ñemoko guasu, para al día siguiente del Bicentenario, ya con la resaca, seguíamos con las mismas falencias y carencias de siempre”, recordó.

Francisco Solano López. Foto: Archivo.

López no fue enterrado a orillas del río Aquidabán

Por su parte, Eduardo Nakayama explica que aquella comisión formada en 1936 para la búsqueda de los restos de López, presidida por el entonces ministro de Relaciones Exteriores, el doctor Juan Stefanich, excavó las tumbas prácticamente a la orilla del río Aquidabán, donde había sido muerto el mariscal y su hijo Panchito, de 15 años.

“Sin embargo, todos los relatos dicen que López fue enterrado a lado de su campamento, un lugar más distante, por lo tanto existe una uniformidad de criterio que los restos que están en el Panteón Nacional de los Héroes no son los restos de López, sino elementos simbólicos que se trajeron del lugar”, explicó Nakayama. “No importan si son los restos, lo importante es lo simbólico”, había manifestado Stefanich en aquel momento.

Es tiempo de una nueva expedición a Cerro Corá

El historiador cree que es tiempo de realizar nuevamente una expedición a Cerro Corá, sustentado en un trabajo arqueológico serio para de esa manera llegar al lugar donde se encuentra enterrado Francisco Solano López.

“El historiador José Martínez Peláez estuvo realizando un exhaustivo trabajo de investigación y cree haber descubierto el lugar donde se encontraba el campamento de López y, por ende, donde estarían enterrados sus verdaderos restos”, comentó Nakayama. “La idea no es ver de manera negativa que los restos que se encuentran en el Panteón Nacional de los Héroes no pertenecen a López, sino proponer que vayamos a buscar sus verdaderos restos”, concluyó.

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