Marcelo González Vega (marcelo.gonzalez@gruponacion.com.py).

Día de la Mujer Paraguaya; sin embargo, no hay nada que festejar. Las están matando y no hacemos nada, cómplices con nuestro silencio y comportamiento sumiso, reacios a la frase “rompamos todo” como una manera de llamar la atención de aquellos que juraron proteger la integridad no solo de la mujer, sino del ciudadano.

La peligrosa conjugación entre la cobardía del hombre y el sentido de pertenencia suscitó en feminicidios y hechos de violencia machista en estos últimos días, que más que nunca nos exponen el significado de la palabra impotencia. Palabra que impera en varias familias, hoy de luto por la pérdida sufrida.

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La ausencia de la justicia y de un castigo severo a estos criminales, sumidos en su maldad, alimenta el miedo de la mujer a la violencia del hombre, que no es más que el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo, citando a Eduardo Galeano, conocido periodista uruguayo ya fallecido en el 2015.

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Y cómo no, si está instalada hace bastantes años la equivocada idea de que el hombre, en su existencia y limitado conocimiento, es capaz de creerse dueño de la mujer, expresando tan campante: “Es mía”. Y cuando la mujer decide hacerse libre en su atrevimiento y con coraje enfrenta al hombre carente de razón, reflotan los prejuicios hacia ella que la convierten en paria porque, claro… con ironía, recibir maltratos es el pan de cada día.

No son suficientes los llantos desconsolados y ruegos desgarradores clamando una sola cosa, vivir. Los gritos son escuchados de vez en cuando por la solidaridad de unos pocos que, al rato, se ve reflejada en oportunistas sin decoro que ven una oportunidad para demostrar respaldo buscando su propio beneficio. Sí, me refiero al Ministerio de la Mujer…

Entidad creada en defensa de la mujer que desde que la sociedad tiene memoria viene sufriendo injusticias, y que sin embargo anunció en estos últimos días que en la fecha que las condecora entregaría un reconocimiento al presidente de la República, como en los deshonrosos tiempos de la dictadura, quien nada tiene que ver con la lucha incansable ante la desigualdad. Pero el acto fue suspendido debido a los altos índices de contagio a raíz del COVID-19.

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Un virus que nos demostró la fragilidad del ser humano en su incansable expansión sin parar, que nos obligó a encerrarnos en familia en nuestros hogares, pero que a la vez elevó los casos de violencia intrafamiliar y nos dibujó en la cara que el eslogan “Dios, patria y familia” no es más que eso, un eslogan, en una utopía hipócrita y con miopía.

Desde el 2017 hasta octubre del 2020, 179 feminicidios se han reportado, sin contar los ocurridos hace poco, e incontables veces retumba sin parar el clamor “ni una menos”. Así que no, hoy 24 de febrero, Día de la Mujer Paraguaya, no hay nada que festejar.

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