“No es lo mismo, no estamos toda la familia. Hoy me tocó compartir unos minutos con ella después de varios días, no estamos conglomerados, pero la pandemia hizo que hoy haya sillas vacías en nuestra mesa”.

Con estas palabras el doctor Gabriel Aguilera, director del Hospital Materno Infantil de Capiatá, describe su manera de celebrar el Día de la Madre en una época tan crítica por la que está atravesando no solo Paraguay, sino el mundo entero a consecuencia del COVID-19.

Si bien todos estamos en las mismas circunstancias, aislados de nuestros seres queridos, los profesionales de blanco lo sienten más de cerca, teniendo en cuenta lo expuestos que están al virus y, por ende, sus propios familiares.

“Lo más triste para mí es compartir tan poco con un amor tan grande como el de nuestras madres. Pero soy consciente que si yo me enfermo, le pongo en riesgo a ella. Últimamente solo nos vemos por videollamada o hablamos por celular. Extraño el abrazo de mamá, antes le alzaba y nos perdíamos en un fuerte abrazo; hoy no podemos más que un saludo lejano. Pero sabemos que ahora mismo el no darle ese abrazo es el mejor regalo; estoy procurando por que ella no se enferme, es un sabor agridulce”, manifestó el profesional.

Te puede interesar: Con música y baile agasajan a madres privadas de libertad

Doctor Gabriel Aguilera: Foto: Gentileza.

“Él procura dar vida a otras personas”

Aparicia Ayala, madre del doctor Gabriel Aguilera, explicó a La Nación lo que siente al saber que su hijo dedica su vida a la salud de sus pacientes sin importar los riesgos que esto implica.

“Es muy difícil, pero qué le vamos a hacer, él procura dar vida a otras personas; es preocupante, pero no remediamos. Es una preocupación inmensa, pero todos los días le digo que me siento muy orgullosa, él es muy fuerte, no siente miedo. Todos los días le pido que se cuide muchísimo”, manifestó la emocionada madre.

Aparicia Ayala, mamá del doctor Gabriel Aguilera. Foto: Gentileza.

“La vida de las mamás médicas es difícil”

Fátima Ovando, jefa del departamento de Control de Infecciones del Hospital de Clínicas, es mamá de una nena de 2 años, a quien por ahora solo ve los fines de semana.

“Desde que empezó la cuarentena, ella se queda con mis padres. La vida de las mamás médicas es difícil porque muchas veces sentimos que no le podemos dar a nuestros hijos todo el tiempo que necesitan, pero cuando los vemos, lo que hacemos es darles tiempo de calidad”, expresó.

“Haberme convertido en mamá me cambió mucho las prioridades en la vida. Gracias a Dios, aún tengo a la mía, por eso un día como hoy es bastante sensible, sobre todo en estos tiempos de coronavirus donde se hace evidente cuán importante son los lazos afectivos”, manifestó.

Lea también: Otro Día de la Madre sin Edelio para doña Obdulia

Doctora Fátima Ovando. Foto: Gentileza.

“El amor de madre no contempla lo imposible”

Hay una frase que dice que el amor de madre no contempla lo imposible, por eso para Elizabeth Valinotti, jefa del departamento de Endocrinología de IPS Central, aunque la distancia física hoy no le permite compartir con su mamá, sigue conectada con ella desde el corazón.

“Vivimos a 5 cuadras de distancia. Antes de la cuarentena pasábamos todo el tiempo juntas. Se la extraña. Igual, hablamos todos los días, hacemos videollamadas. Mis padres están preocupados por mí, pero yo más por ellos. Pero mantener la distancia física no es tan difícil cuando sabemos que es para protegerlos. De todas formas, el abrazo a veces hace falta”, declaró con la voz quebrada.

Doctora Elizabeth Valinotti. Foto: Gentileza.

“Nos cuidamos juntas”

Muchas veces los profesionales de la salud deben renunciar a muchos acontecimientos familiares en pos de cumplir su servicio, pero hoy no fue el caso de la doctora Elsa Escalante, del hospital nacional e Instituto Nacional de Ablación y Trasplante (INAT), ya que tuvo la dicha de compartir un almuerzo con su mamá.

“Vivimos todos en la misma casa, no somos muchos. Tomamos todas las medidas de seguridad. Mi mamá compró una piletita para el lavado de manos que está ubicada en la entrada de mi casa. Cuando llego del hospital, voy directo a asearme para después compartir con ellos. Por suerte, este año no me tocó hacer guardia y estuve libre para poder compartir con mi mamá”, señaló.

Doctora Elsa Escalante. Foto: Gentileza.

“Mi mamá me enseñó el lado humano de la vida”

Al doctor Jorge Giubi, director del Hospital de Clínicas, le tocó pasar el Día de la Madre lejos de la suya. “Me hubiese gustado pasar a saludarle como siempre lo hago, pero tenemos que evitar el contacto, sobre todo nosotros los médicos que estamos en los hospitales, donde hay mayor riesgo de contagio”, comentó el profesional de salud.

Su mamá tiene 75 años y aunque ella no maneja muy bien la tecnología, siempre están conectados. “Hoy la llamé por teléfono. Ella tiene su línea baja y también un celular pequeño, pero no siempre se maneja por ese medio. A veces me envía mensajes con una ‘x’ u otra letra, o uno totalmente en blanco, como señal de que quiere hablar conmigo. Y pienso: ‘Mamá se acuerda de mí’. Y eso es maravilloso”, reflexionó.

“De joven ella tuvo un accidente y quedó con muchas limitaciones físicas, tuvo problemas ortopédicos, le costaba caminar, pero nunca se dio por vencida. Mi mamá me enseñó el lado humano de la vida. Si mi papá me enseñó la disciplina y la fortaleza; mi mamá, el respeto, la cortesía, la caballerosidad y a no rendirme nunca a pesar de las dificultades”, finalizó.

Doctor Jorge Giubi. Foto: Gentileza.

Desde el diario La Nación rendimos un especial homenaje a todas las madres en su día, en especial a aquellas luchadoras y madres de luchadores que entregan sus vidas por salvar la de los demás. Por ellas, por la tuya, por las nuestras y por las que ya no están, pero la llevamos en el corazón, levantamos nuestras copas y decimos: ¡Felicidades mamá!

Tema relacionado: Con serenata sorprenden a madres que se encuentran en albergues


Dejanos tu comentario