El golpeado sector de la construcción, que viene aquejando ante la millonaria deuda acumu­lada que dejó el gobierno de Mario Abdo Benítez, se encuentra con saldo rojo. Al no cobrar las empresas constructoras tuvieron que recurrir a financiacio­nes con los bancos, además de continuar debiéndole a muchos de los proveedo­res. Es lo que señaló el pre­sidente de la Cámara Vial Paraguaya (Cavialpa), Paul Sarubbi, en entrevista con el diario La Nación/ Nación Media, respecto al compli­cado escenario que están atravesando, pues afecta no solo a las empresas, sino también el empleo, que solo en el último semestre se retrajo con la pérdida de 20.000 puestos de trabajo. Indicó que la deuda actual sin los intereses orilla USD 350 millones. “Según los últimos datos, en el semes­tre anterior disminuyeron 20.000 puestos de trabajo y el impacto que eso implica es gigante, sumale 4 a 5 per­sonas en cada familia, esta­mos hablando de 80.000 a 100.000 personas afecta­das”, lamentó.

DESDE EL 2022 SIN LICITACIONES

Pero la reducción en la canti­dad de empleos no es el único agravante, pues las limitantes que ello implica en cada caso son enormes. Es una situación penosa y dolorosa, incluso, para las empresas al tener que prescindir de los servicios de los trabajadores, por un lado por las deudas acumuladas que quedaron y por otro lado por la falta de nuevas obras. Es decir, el Gobierno en la gestión anterior al verse endeudado tuvo que dejar de invertir ante la falta de recursos. Práctica­mente desde el 2022 se deja­ron de llamar a nuevas licita­ciones de obras, dejando a la deriva al sector que de alguna u otra forma sí tuvo que cum­plir con la ejecución de las que se venían desarrollando.

A la vez, estas empresas cons­tructoras tuvieron que recu­rrir a las entidades bancarias para solicitar nuevos cré­ditos, refinanciar deudas e intentar cumplir con las fir­mas proveedoras, pero en muchos casos no se pudo y también persisten con esta falta de pagos hasta ahora, dijo Sarubbi. “Terrible es lo que tenemos que pasar, por­que muchos tenemos todavía deuda con los proveedores que nos llaman cada semana para que por favor terminemos de pagarles, porque tampoco ya no se pueden sostener. Tam­bién es doloroso tener que decirle a nuestros obreros que ya no tenemos trabajo para ellos, porque nosotros les conocemos y sabemos de sus condiciones”, acotó.

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