Recientemente, el medicamento Ozempic, que es usado para tratar la diabetes, se ha hecho popular entre quienes buscan perder peso, lo que pone en alerta a las autoridades sanitarias.

La semaglutida, el compuesto popularizado bajo su nombre comercial Ozempic, es un medicamento inyectable originalmente ideado para tratar la diabetes tipo 2. Sin embargo, en el último año, este tratamiento se ha convertido en una herramienta para combatir la obesidad y el sobrepeso. Aunque es efectivo, está lejos de ser un tratamiento milagro.

Al respecto, el Dr. Elvio Bueno, presidente de la Sociedad Paraguaya de Endocrinología y Metabolismo (SPEM), explicó en diálogo con HOY/Nación Media que el producto es relativamente seguro en muchos aspectos, pero no es aconsejable que una persona se automedique si no sigue un tratamiento médico para la obesidad.

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”Lo que se debe entender es que la obesidad es una enfermedad crónica, que amerita consultar con profesionales médicos expertos en el tema y seguir un tratamiento como cualquier otra enfermedad crónica. No es bueno que una persona con obesidad se aplique este fármaco sin guía médica porque, por más seguro que sea el fármaco, ocasiona efectos colaterales”, aconsejó el endocrinólogo. En ese contexto, es eficaz y con límites, pero lo llamativo es que durante el último año este medicamento destinado a tratar la diabetes, Ozempic, se ha convertido en una promesa a la hora de evitar la obesidad.

A pesar de su efectividad demostrada en este sentido, hay que tener en cuenta que no se trata de un tratamiento milagroso. Como tantas otras formas de luchar contra la obesidad, la semaglutida presenta un pero importante: el efecto rebote.

“En el contexto de un tratamiento médico, la semaglutida es eficaz. Nadie con obesidad debe automedicarse con ningún tipo de medicamento. Si bien este remedio sirve para bajar de peso, porque produce un vaciamiento gástrico, saciedad, altera la sensación de hambre y reduce la glucosa en sangre, está diseñado para el tratamiento de la diabetes”, reiteró.

El doctor Bueno indicó que en Estados Unidos se comercializa una tercera lapicera con 2,4 mg de semaglutida, específico para tratar la obesidad, pero el producto no está disponible en nuestro país. “El laboratorio que fabrica el fármaco no importa a Paraguay, se consigue en la frontera ya sea Brasil o Argentina”, afirmó.

Un estudio realizado en este contexto y publicado en la revista Diabetes, Obesity and Metabolism, los pacientes tratados con semaglutida como forma de aliviar problemas de obesidad, recuperaron en promedio dos tercios del peso perdido durante el tratamiento. Otro de los problemas documentados con respecto a este uso alternativo del fármaco ha sido la falta de suministro. Esta se dio poco después de que algunos personajes famosos “viralizaran” este uso del tratamiento, y llegó a forzar la reacción de las autoridades sanitarias españolas, pese a que su uso aquí esté restringido al tratamiento de la diabetes.

EFECTOS SECUNDARIOS

Como cualquier otro medicamento, la semaglutida tiene también efectos secundarios. Los posibles efectos secundarios considerados “graves” de este medicamento se restringen a la enfermedad ocular diabética y, con poca frecuencia, a inflamación en el páncreas y posibles reacciones alérgicas. El tratamiento también provoca otros efectos adversos más leves, pero a la vez más habituales, como las náuseas, diarrea o, también en su uso prescrito para diabéticos, hipoglucemia. Náuseas y diarrea, eso sí, tienden a desaparecer con el tiempo. La semaglutida funciona como un análogo de la hormona GLP-1, esta hormona es segregada durante nuestro proceso digestivo; lo que hace este fármaco es ralentizar el tránsito intestinal, fomentando así la sensación de saciedad y, a la vez, pudiendo causar náuseas.

En resumen, Ozempic hace que aumente nuestra sensación de saciedad, con lo que hace que consumamos menos alimentos y así perdamos peso. Curiosamente, también existen algunos indicios de que este medicamento lleva a un menor consumo de alcohol.

“La obesidad es un problema de salud crónico que deriva a la diabetes, hipertensión o riesgos cardiovasculares, además de otros inconvenientes de salud. El paciente que tiene esta enfermedad debe consultar con un profesional y no tomar esto a la ligera o no darle la seriedad que corresponde. No se trata de ir a comprar un medicamento que haga magia que le resuelva su problema”, aconsejó el profesional.

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