Setiembre no solo llega con nuevas aperturas de Stock Express, sino también con la inclusión de nuevas promociones, especialmente pensadas en lo que habitualmente el cliente busca para el hogar, complaciendo tanto a los nuevos como también a los ya habituales.
Los horarios de las personas han evolucionado para dejar de ser los tradicionales. Pensando en esto, Stock Express tiene la intención de significar facilidad y practicidad para las familias paraguayas en sus compras rápidas diarias, ya que son locales atendidos en cualquier momento de la jornada. Este formato se enfoca en mantener los estándares de buenos precios, ofertas y calidad, al igual que un supermercado Stock tradicional.
Este modelo conocido como “tienda de cercanía” o “conveniencia” tiene como principal ventaja acercar al barrio productos de necesidad, evitando que los clientes deban transitar mayores distancias para realizar sus compras.
“Hay una orientación muy fuerte respecto a brindar atención asistida de calidad a cualquier hora del día, todo esto en una tienda de cercanía, pero con ofertas de productos propios de un supermercado”, afirmó Christian Cieplik, director de Retail SA. Fue tras la inauguración de la sucursal Las Residentas de Luque.
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Despensas de barrio
- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
Mucho se ha hablado durante la última campaña presidencial sobre la necesidad de que nuestra gente vuelva a tener plata en su bolsillo.
Las tradicionales despensas de barrio constituyen un modelo de negocio que perdura en el tiempo, más allá de la gran variedad de cadenas de supermercados y tiendas de conveniencia que fueron ampliando la gama de ofertas de productos.
Si bien no poseen el tamaño de estas, se constituyen en uno de los segmentos de negocios tradicionales de mayor arraigo en los distintos barrios de Asunción y Gran Asunción, y también en todo el interior de nuestro país, donde seguimos recibiendo de parte de sus propietarios una atención personalizada para la adquisición de los productos de consumo que precisamos, sin necesidad de acudir a los súper y así estamos apoyando a nuestros emprendedores.
Mucha gente sigue prefiriendo a las viejas despensas de barrio, donde cuando preguntamos por tal o cual producto de inmediato tenemos la respuesta de su dueño, con quien de paso aprovechamos muchas veces para charlar unos minutos, lo cual la estructura y las “frías estanterías” de los supermercados no lo permiten.
Al no contar estos establecimientos con la misma infraestructura que los de mayor porte, los ingresos masivos de productos de contrabando golpean fuerte a su gestión económico-financiera, pues en algún momento ante la negligencia y falta de control “se dieron el lujo” de instalarse en plena vía pública pequeños “negocios” con productos ilegales, haciendo dumping en precios a los que se rompen el lomo día y noche por ser emprendedores formales.
Los niveles de desocupación a nivel país siguen siendo preocupantes. Tenemos a personas mayor a 40 años quienes son las que muestran mayores dificultades para acceder a fuentes de trabajo y que bien podrían lograr su independencia económica a través del emprendedurismo.
Nuestras emblemáticas despensas de barrio no deberán desaparecer, ya que forman parte de nuestra rica historia y de nuestro folclore ciudadano, muchas de ellas atendidas hoy día por la tercera generación.
Si bien su tamaño reducido no les permiten competir en precios con los grandes supermercados, las facilidades que representan tenerlas cerca de nuestras casas y a sabiendas de que encontraremos lo que precisamos, siempre preferiremos seguir yendo a la despensa de nuestro barrio, donde se respira un aire de mayor familiaridad, además del trato personalizado que recibimos influyendo positivamente en nuestra inteligencia emocional y asertiva.
El modelo de negocio de estas despensas ojalá pueda seguir teniendo continuidad en el tiempo, al ser un prototipo de trabajo diferente en el que las personas se pueden surtir de forma inmediata, con buen trato y sin mucha demora, donde el factor tiempo es fundamental, ahorrando lo que nos insumiría yendo a un supermercado.
Se hace necesario que estos emprendedores puedan recibir apoyo técnico, logístico y financiero de nuestras autoridades, permitiéndoles aggiornarse a los nuevos tiempos, incorporando tecnología, puesto que los despenseros de nuestros barrios son muy apreciados por todos, donde incluso a la medianoche pulsando el timbre de sus casas sabemos que su dueño nos atenderá y tendremos la opción de reaprovisionarnos con una fría y deliciosa cervecita u otro producto que pudiéramos precisar.
También siguen teniendo vigencia las famosas “libretas de almacén”, que nos permiten “rayar” durante el mes y una vez cobrado nuestro sueldo vamos y cancelamos nuestra cuenta con don Juan o doña Teresa, dado que los propietarios conocen a sus clientes porque la mayoría son del barrio, manteniéndose en muchas de ellas inalterable la vieja costumbre de las “folclóricas ventas a crédito” que contribuyen a fortalecer sus flujos mensuales de ventas y que no devengan intereses.
Tenemos que preservarlos y potenciarlos manteniendo así viva la memoria de nuestros padres y abuelos y la imagen histórica de nuestros barrios.
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Cinco años de “Cuadernos de barrio” versión escrita
Este domingo, Toni Roberto celebra cinco años de publicaciones ininterrumpidas en el Gran Domingo de La Nación rememorando sus inicios como cronista de la ciudad de Asunción y con Bea Bosio como invitada, quien homenajea con emotivas palabras a este enamorado y gran conocedor de las historias de nuestra ciudad capital.
- Por Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
Allá por 1984 empezaba a interesarme formalmente por el registro de las historias de la ciudad a partir de los artículos de Manolo Prieto, tal vez el primer “asuncenólogo”, que escribía en el viejo y recordado Correo Semanal. Todos los sábados de mediados de aquella década esperaba ansioso “La ciudad en que vivimos” en la tradicional contratapa.
A partir de ahí comencé a ensayar las memorias que traía desde mi barrio, de mi bisabuela con la que caminaba por el centro. Luego de la lamentable partida de Prieto en el año 2006, empecé a tomar la posta, invitado por mi dilecto amigo Antonio V. Pecci, quien dirigía aquel suplemento del diario de la calle Benjamín Constant, llegando a graficar hasta artículos de Mario Vargas Llosa que se publicaban en aquel semanario.
Así empezó todo. A partir de ahí, al leer todos los sábados mis artículos, me llamó Gloria Rubin, quien me convocó para comentar en radio mis publicaciones de los sábados; ahí nació el nombre de estas páginas de radio, televisión y diario.
Con el tiempo y después de muchos años de sacrificio, de hacer madrugadas, después noches y el tradicional programa “Casa abierta” de los sábados en la vieja radio de la avenida Choferes del Chaco, llego al entonces Grupo Nación, en el último año de la segunda década del siglo XXI.
Así, el 21 de abril de 2019 empezaba a escribir en estas páginas. Un día nos llama a Bea Bosio y a mí Augusto Dos Santos para iniciar el cambio de la mirada del diario de los domingos con temas que no fueran los tradicionales en un diario. Así empezamos en aquel momento en el novel Gran Diario del Domingo, por supuesto bajo la atenta supervisión de nuestra gran editora Marycruz Najle, que hoy sigue guiando estas páginas desde alguna estrella, quien nos dejó de herencia al joven editor Paulo López.
En parte, todo lo que voy hablando tiene una “cuestión de fe”, que tenemos tanto Bea como yo. Por eso le pedí unas palabras que, talvez, serían las mismas que le pediría a mi gran editora que hoy ya no está y que escribió cuanto sigue:
UNA CARTA DE BEA BOSIO
“¿Qué sería de los pueblos sin un hilo conductor de esas historias que le van imprimiendo su dimensión humana?
¿Qué sería de nuestros barrios si no hubiera algún relator de quienes fueron las personas que le dieron alma?
¿Qué sería de nuestras calles, de nuestras costumbres, nuestras familias, sin un cronista que nos acerque el pequeño anecdotario en donde se fueron enhebrando los días en horas y vidas pasadas?
Son cinco años de domingos enriquecidos con las historias del gran amigo y artista Toni, que en su rol de cronista urbano cumple la gran misión de revisar el baúl de los recuerdos de nuestra Asunción de antaño y, a partir de esos viajes al pasado, nos devuelve la memoria de quienes fuimos, de dónde venimos, develándonos ciertos rasgos indiscutibles de nuestra identidad.
Quien lo conoce personalmente sabe que caminar las calles con él es un lujo, porque conoce los recovecos de cada esquina y observa y reflexiona en cada paso que da. Lo mismo sucede con sus crónicas: porque detrás de cada casa hay historias de vida y detrás de cada historia voces que van formando el relato vivo de nuestra ciudad.
Toni es un experto en conversar con la gente, en formular preguntas justas para lograr abrir los portales del pasado. Le gusta charlar con las personas mayores, interesarse, preguntar y conmoverse con los tesoros que va encontrando en ese anecdotario, de donde brota el caudal insondable de nuevas crónicas que conforman su foja narrativa; ¡y que hoy cumplen cinco años! en el Gran Domingo de La Nación.
En su camino nos ha contado de todo: como si con los rasgos de su trazo prodigioso nos hubiera regalado un collage de microhistorias, o un cuadro en versión puntillista, con múltiples colores de nuestra capital. De cerca, tal vez no exista cronología en particular en los temas que elige narrar, porque los va escribiendo a medida que llegan a su alma de cronista. Pero como un buen cuadro puntillista, al tomar distancia y ver el corpus de sus historias como un todo, lo que se aprecia es una imagen certera y entrañable de quiénes somos como miembros de una identidad viva que nos define como comunidad.
¡Felicidades y gracias, amigo, por el entusiasmo en tus letras, por el alma en cada línea y por tu amor inconmensurable a nuestra ciudad!”.
RECUERDOS VIVOS
Al final, después de leer estas emocionantes palabras de mi amiga y colega Bea Bosio, hojeo la interminable cantidad de artículos de estos cinco años y me pregunto, parafraseando a Mercedes Jané, cuando, desde lejos, escribió “Navidad del Paraguay”, ¿fui yo el que escribió todo esto? Tal vez fue la mano de Dios que me guió en todos estos años para tratar de congelar en estos miles de renglones aquellos recuerdos de muchos que hoy ya no están y que quedarán para siempre vivos en estas humildes líneas de domingo escritas desde la ciudad en que nací.
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Regalos de barrio/A María Raquel Prono
Este domingo, a una semana de cumplir cinco años de ininterrumpidas publicaciones, Toni Roberto rinde un homenaje a María Raquel Prono, gran campeona de natación de los años 70 y 80, a partir del obsequio de todos sus viejos recortes periodísticos y, además, recuerda a la legión de amigos de barrio que le ofrendaran historias desde hace más de veinte años. El artículo termina con pasajes de una emocionante carta enviada al director del Diario Hoy en julio de 1979 por una compañera de María Raquel del Colegio Inmaculado Corazón de María.
- Por Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
A veces cuando uno cumple años va mirando el pasado, los recuerdos y agradeciendo los saludos. Hoy, en este caso, los obsequios que me acercaran oyentes desde hace años, en el transcurso de las dos últimas décadas, que coinciden con mi incursión en los medios. Reina de Jara Casco me regaló su colección de Selecciones que atesoraba desde 1952 con su marido, el Dr. Ranulfo Jara Casco, en su casa de la calle 15 de Agosto; “la legión de amigos de barrios” que me ofrendaran sus viejas guías telefónicas para la creación del Museo de las Guías Telefónicas o la actriz Cristina Gómez Sanjurjo, que un día toca el timbre y me deja de regalo un valioso catálogo de chalets porteños de la década del 30 e importantes revistas de decoración de esa misma época.
Sentado en el teatro el martes de noche, en el preludio de mi onomástico, en la sala Tom Jobim de la Embajada del Brasil escucho una de mis piezas musicales preferidas, “Se todos fossem iguais a vocé”, de Vinicius de Moraes y Antonio Carlos Jobim. Creo que ahí decidí dedicarle este domingo a todas aquellas personas que fueron bondadosas conmigo en este difícil pero reconfortante camino que tomé en la vida. En ese viaje, también aprendí que las personas que piensan diferente a mí son de mi total respeto.
EL ORIGEN DE ESTE ARTÍCULO
Cuando empecé a recorrer lugares para conseguir imágenes inéditas del barrio Sajonia en primer lugar recurrí a mi querido compañero e hijo jesuita, David Prono, a quien le debo parte de los pasajes de las historias no tan recientes de ese barrio. Por el camino me acerqué a su hermana, María Raquel Prono, gran nadadora de los años 70 y 80, siempre representando al Club Deportivo de Puerto Sajonia, miembro de una familia que llevó este deporte a las más altas glorias internacionales natatorias, quienes habían empezado en el pontón del río Paraguay, ahí en la ribera con vistas al legendario islote denominado antiguamente Rancho 13.
Un día le llamo a María Raquel, que hoy vive en Villa Morra, siendo numeraria del Opus Dei, y le digo: “Tengo que devolverte todo lo que me prestaste para la realización de mi libro “Un viaje a Sajonia”, a lo que ella me responde: “No, Toni. No quiero que me devuelvas ni las fotos ni los documentos antiguos. Quiero entregarte además de eso todo mi archivo y unas medallas”.
En ese momento sentí tanta emoción al darme cuenta de que todavía los humanos podemos emocionarnos con los gestos de otros humanos ante un acto tan hermoso, de bondad y de entrega, confiando a alguien todo su archivo de la natación paraguaya de aquellas décadas.
Escudriñando en los documentos entregados por María Raquel, siguiendo la tradición familiar de la natación, fue la ganadora de la categoría damas y primera en juvenil, en el ya legendario “Cruce del lago Ypacaraí de 1975″, organizado por el Club Náutico San Bernardino, donde marcó récord para este deporte, según las crónicas deportivas de la época de esa hazaña que el próximo año, 2025, cumple medio siglo.
MARÍA RAQUEL Y EL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
En una emocionante carta enviada al director del Diario Hoy en julio de 1979, su compañera, Rose Marie Maciel, del Colegio Inmaculado Corazón de María, expone cuanto sigue: “En el año 1966 surgía una estrella, con un buen entrenamiento, un cuidado rígido y aquellas clases tomadas únicamente a la mañana, más tarde, a todas horas. Comenzaba ganando las primeras medallas que serían fruto de su esfuerzo. Y les había tomado el gusto y esas medallas se hicieron trofeos, y llegó a ocupar lugares importantes para luego asistir a inolvidables sudamericanos”, nos dice Maciel, que también enfatiza en la misiva los esfuerzos y sacrificio de María Raquel Prono, cuando no había piletas climatizadas y mucho menos techadas, pasando frío en épicos entrenamientos de invierno.
Sigue diciendo Maciel: “1973 y 1974 fueron años inolvidables, en los cuales consagraba campeón consecutivo al colegio que la había formado, el Inmaculado Corazón de María. En otro párrafo dice con una notable emoción: “Les cuento, porque me tocó ser amiga, compañera de curso y asiento de esa chica humilde, sencilla, pero con el orgullo de ser. Y que no solo nos deja con recuerdos, sino que nos invita a que compartamos todos sus trofeos y victorias en general”.
“Para que aquel nombre de María Raquel Prono quede como ejemplo. Y ahora nos enseña otra virtud de saber ser. Porque María Raquel nos colocó entre los primeros colegios en la natación desde su nueva victoria”, termina diciendo Rose Marie Maciel en aquella vibrante carta del último año de la década del 70.
A veces la vida nos da lecciones. María Raquel Prono Toñánez, del Opus Dei, decide entregarle o regalarle todo lo que fue guardando a través de las décadas a alguien que tiene otra manera de pensar, lo que me hizo recordar a aquellas cartas que se enviaban Umberto Eco y el cardenal Carlo María Martini. En este caso, salvando las distancias, de barrio a barrio en Asunción del Paraguay, un inolvidable obsequio que quedará marcado en mí, para siempre, en todos los cumpleaños que me queden por vivir.
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El barrio de Esperanza Gill
Este domingo, Toni Roberto hace un homenaje a Esperanza Gill con motivo de su gran muestra retrospectiva que contiene su producción artística desde 1962, que se encuentra expuesta en el Centro Cultural El Cabildo hasta el mes de abril.
- Por Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
Son las 12 del mediodía. La ciudad es un fuego y arde. El pronóstico del tiempo se repite de medio en medio y el Cabildo toma el color de los paisajes urbanos de Esperanza Gill. Empezar a recorrer el espacio de la planta baja lleno de duendes del pasado y en silencio me hace imaginar caminar de la mano de la autora de esta enorme retrospectiva, desde su paso por los talleres del español Francisco Torné Gabaldá, las experiencias pictóricas con la legendaria Cira Moscarda en su viejo taller al costado del parque Carlos Antonio López allá al inicio de los años sesenta, recuerdos de los vernissage de antes, del viejo Centro de Estudios Brasileños hasta nuestras caminatas por la ciudad para ubicar algún punto histórico de Asunción.
Esta muestra me rememora muchos detalles de aquellos recorridos urbanos a los que algunas veces nos acompañó el inevitable Cheo Velázquez. Uno de los más recordados es el trayecto desde la antigua Villa Heyn, hoy Scavone, hasta la esquina de Bestard y España, buscando “el punto exacto” donde decían había nacido el mariscal López, en una zona denominada Carrillo Cue, según los planos de Federico De Gásperi y de lo que hasta hoy recuerda la vecina de Manorá Ati Troche como “la zona de la caballeriza” hasta finales de los años 70, en los que fueran los dominios de su padre Julio César Troche Figueredo.
Recorrer cada una de esas viejas pinturas bañadas de sol me llevan indefectiblemente hasta “Testimonios de la Asunción”, aquel libro con prólogo de mi recordada profesora Idalia Flores de Zarza. Es además caminar por la ciudad desde los recuerdos de su padre Juan Bautista Gill; los caminos reales, la Asunción colonial, la bahía, riachos y lagunas que aún resuenan en algún rincón de la ciudad debajo de asfaltos o empedrados en nombre del despiadado pero a veces necesario “progreso”.
UN RECORRIDO POR EL PASADO
Sigue el recorrido y de las enormes pinturas en ocre continúan saliendo recuerdos y personajes, tardes de café con la autora y motivadora de este domingo, una iluminada y congelada esquina, o tal vez la cúpula de la Encarnación vista desde la terraza del fondo de su casa “estilo barco”, como le llaman algunos, ahí en la calle O’Leary casi Estrella, que sigue incólume conviviendo con “setentosos” rascacielos y recordando las tardes de Esperanza yendo a la parroquia de La Encarnación con sus tías.
Ida de los Ríos me decía hace unos años: “Cuando estudiábamos arquitectura en los años 60, en ningún momento escuchamos la palabra patrimonio”. Pensando en ello, Esperanza Gill desde principios de aquella década reivindicaba la ciudad, sus calles y las casonas. En este camino no puedo dejar de mencionar al crítico de arte y “asuncenólogo” Manolo Prieto, quien durante años desde sus páginas de la contratapa del viejo Correo Semanal decía refiriéndose a nuestra homenajeada: “Esa tarea de inapreciable validez documental la desarrolla con un estilo muy propio, determinando su personalidad en una visión nostálgica, acentuada por su predilección en el uso de los colores neutros, tanto en el óleo como en la acuarela”.
Yo hoy después de tantas décadas y al mirar esta muestra agrego a las palabras de Prieto su trabajo en cerámica, sus grabados, sus dibujos y hasta los vestidos pintados que contienen esta muestra.
Han pasado más de sesenta años de la primera muestra colectiva de Esperanza, lo cual me emocionó al ver la invitación que le hacía a su padre en mayo de 1962 realizada en aquella época, en la novel galería del Hotel Guaraní y un poco menos tiempo de su primera muestra individual inaugurada el 2 de junio de 1976, además de innumerables exposiciones en galerías y centros culturales, muchos de ellos ya desaparecidos, pero Esperanza Gill ha permanecido fiel a su manera de pintar, más allá de los dictados de círculos áulicos del exterior y del interior también. Decidida a mantener la autenticidad que la caracterizó siempre.
Hoy Esperanza está con nosotros de manera distinta. Con el paso de las décadas pude entender no solo su decidida manera de ser honesta con su obra, sino también con sus recuerdos de “cerros, arroyos, lagos y ríos”, como diría parte de una música con letra de Ortiz Mayans. Esperanza logró hacerle emocionar a este frío corazón con su ciudad ocre.
En su nombre dejo este domingo mi riguroso blanco y negro, y los convierto en ese color de sus siestas del sol del Paraguay, que sumó amor a mi ciudad natal junto a otros referentes de aquellas épocas como Hermann Guggiari, cuyo centenario de nacimiento se cumple justo ahora; Núñez Soler, el propio Torné, Pedro Di Lascio o Jacinto Rivero, de una ciudad que ya está solo en los recuerdos, en el color de sus obras y en algún arroyo que sigue sonando al llegar el silencio de la noche.