Este domingo, Toni Roberto celebra cinco años de publicaciones ininterrumpidas en el Gran Domingo de La Nación rememorando sus inicios como cronista de la ciudad de Asunción y con Bea Bosio como invitada, quien homenajea con emotivas palabras a este enamorado y gran conocedor de las historias de nuestra ciudad capital.

Allá por 1984 empe­zaba a interesarme formalmente por el registro de las historias de la ciudad a partir de los artículos de Manolo Prieto, tal vez el primer “asuncenó­logo”, que escribía en el viejo y recordado Correo Semanal. Todos los sábados de media­dos de aquella década espe­raba ansioso “La ciudad en que vivimos” en la tradicio­nal contratapa.

A partir de ahí comencé a ensayar las memorias que traía desde mi barrio, de mi bisabuela con la que cami­naba por el centro. Luego de la lamentable partida de Prieto en el año 2006, empecé a tomar la posta, invitado por mi dilecto amigo Antonio V. Pecci, quien dirigía aquel suplemento del diario de la calle Benjamín Constant, lle­gando a graficar hasta artí­culos de Mario Vargas Llosa que se publicaban en aquel semanario.

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Así empezó todo. A partir de ahí, al leer todos los sábados mis artículos, me llamó Glo­ria Rubin, quien me convocó para comentar en radio mis publicaciones de los sábados; ahí nació el nombre de estas páginas de radio, televisión y diario.

Primer artículo. Asunción, 21 de abril de 2019. Editora: Marycruz Najle

Con el tiempo y después de muchos años de sacrificio, de hacer madrugadas, des­pués noches y el tradicional programa “Casa abierta” de los sábados en la vieja radio de la avenida Choferes del Chaco, llego al entonces Grupo Nación, en el último año de la segunda década del siglo XXI.

Así, el 21 de abril de 2019 empezaba a escribir en estas páginas. Un día nos llama a Bea Bosio y a mí Augusto Dos Santos para iniciar el cam­bio de la mirada del diario de los domingos con temas que no fueran los tradicionales en un diario. Así empeza­mos en aquel momento en el novel Gran Diario del Domingo, por supuesto bajo la atenta supervisión de nuestra gran editora Marycruz Najle, que hoy sigue guiando estas pági­nas desde alguna estrella, quien nos dejó de herencia al joven editor Paulo López.

En parte, todo lo que voy hablando tiene una “cues­tión de fe”, que tenemos tanto Bea como yo. Por eso le pedí unas palabras que, tal­vez, serían las mismas que le pediría a mi gran editora que hoy ya no está y que escribió cuanto sigue:

UNA CARTA DE BEA BOSIO

“¿Qué sería de los pueblos sin un hilo conductor de esas historias que le van imprimiendo su dimensión humana?

¿Qué sería de nuestros barrios si no hubiera algún relator de quienes fueron las personas que le dieron alma?

¿Qué sería de nuestras calles, de nuestras costum­bres, nuestras familias, sin un cronista que nos acer­que el pequeño anecdotario en donde se fueron enhe­brando los días en horas y vidas pasadas?

Son cinco años de domingos enriquecidos con las histo­rias del gran amigo y artista Toni, que en su rol de cro­nista urbano cumple la gran misión de revisar el baúl de los recuerdos de nuestra Asunción de antaño y, a par­tir de esos viajes al pasado, nos devuelve la memoria de quienes fuimos, de dónde venimos, develándonos ciertos rasgos indiscutibles de nuestra identidad.

Quien lo conoce personal­mente sabe que caminar las calles con él es un lujo, por­que conoce los recovecos de cada esquina y observa y reflexiona en cada paso que da. Lo mismo sucede con sus crónicas: porque detrás de cada casa hay historias de vida y detrás de cada histo­ria voces que van formando el relato vivo de nuestra ciu­dad.

Toni es un experto en con­versar con la gente, en for­mular preguntas justas para lograr abrir los portales del pasado. Le gusta char­lar con las personas mayo­res, interesarse, preguntar y conmoverse con los teso­ros que va encontrando en ese anecdotario, de donde brota el caudal insondable de nuevas crónicas que con­forman su foja narrativa; ¡y que hoy cumplen cinco años! en el Gran Domingo de La Nación.

En su camino nos ha con­tado de todo: como si con los rasgos de su trazo pro­digioso nos hubiera regalado un collage de microhisto­rias, o un cuadro en versión puntillista, con múltiples colores de nuestra capital. De cerca, tal vez no exista cronología en particular en los temas que elige narrar, porque los va escribiendo a medida que llegan a su alma de cronista. Pero como un buen cuadro puntillista, al tomar distancia y ver el cor­pus de sus historias como un todo, lo que se aprecia es una imagen certera y entraña­ble de quiénes somos como miembros de una identidad viva que nos define como comunidad.

¡Felicidades y gracias, amigo, por el entusiasmo en tus letras, por el alma en cada línea y por tu amor inconmensurable a nuestra ciudad!”.

RECUERDOS VIVOS

Al final, después de leer estas emocionantes palabras de mi amiga y colega Bea Bosio, hojeo la interminable can­tidad de artículos de estos cinco años y me pregunto, parafraseando a Mercedes Jané, cuando, desde lejos, escribió “Navidad del Para­guay”, ¿fui yo el que escri­bió todo esto? Tal vez fue la mano de Dios que me guió en todos estos años para tratar de congelar en estos miles de renglones aquellos recuer­dos de muchos que hoy ya no están y que quedarán para siempre vivos en estas humildes líneas de domingo escritas desde la ciudad en que nací.

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