Una nueva entrega de Emprendedores LN llega hoy con la historia de una pareja de jubilados que se volcaron al interior del país hace cinco años para dedicarse a una granja con aves de corral y algunas plantitas, que fue la idea en principio.

Es lo que contó Delia Gill de Bogado (60) en una amena charla que nos trasportó hasta Santa María de Fe, en el departamento de Misiones, a unos 15 kilómetros de la ciudad de San Ignacio, hoy ya con el emprendimiento denominado “Granja La Soñada”.

Ella es maestra jubilada, oriunda de Benjamín Aceval, y como su compañero de lucha y de vida, Pedro Bogado, es de la zona de Misiones. En este último sitio se instalaron y desde hace dos años que comenzaron a incursionar en el cultivo frutícola no tradicionales de Paraguay, como la uva, durazno y hasta la manzana.

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El año pasado empezaron a dar los primeros frutos de las plantas de manzanas cultivadas en Misiones. Foto: Gentileza.

Ganar sombra y provecho

“El lugar donde venimos a ubicarnos era uno sin cultivos, por lo que tuvimos que plantar árboles que nos den sombra y, por qué no, algunos frutales que nos den provecho. Entonces pensé en la manzana, pero todo el mundo me miró mal porque en Paraguay hay muy poca incursión en esta variedad”, expresó.

Fue así que surgió y, contra todo pronóstico, se animó y de acuerdo a sus posibilidades, empezó a comprar 10 plantas, luego otras 10 y otras 10, y así con poco más de 32 plantas de manzana se arriesgó al rubro.

Delia asintió que llegó a dudar, pues todos le hacían sentir con algo de miedo por no ser una fruta tradicional del país, pero su tenacidad no la dejó desistir. “Si Frutika tiene y en La Colmena hay manzanas, porqué yo no voy a poder, dije con algo de capricho”, sumó a la nota.

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La emprendedora quiso ir más allá de manzanas, y apostó también al cultivo de uvas. Foto: Gentileza.

Sí se pudo, y sumó más variedades

Así, desde el año anterior, las plantas comenzaron a florecer, y si bien no todas dieron frutos, la mayoría sí, con lo que comprobó que podría funcionar en la zona, dijo.

Pero la inquietud y la sed de progresar en la idea de Delia no fueron suficientes con las manzanas, y pensó que no podían estar solas, así que compraron también plantines de uva, que este año estarían dando frutos.

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De esa manera, a más de 32 plantas de manzana, sumó 44 de uva, pero como todavía tenía un poco de espacio, también incursionó con el durazno o melocotones, además de algunas plantas de pelón, siendo así 36 de esta especie que ya comenzaron a florecer con buena expectativa.

Los plantines de manzana son importados del Brasil, listos para la producción ya, por lo que a los un año de plantarlos ya estaban floreciendo, al igual que el durazno.

La pareja de jubilados, a más de recibir visitas de familiares en la granja, espera convertirla en un negocio rentable. Foto: Gentileza.

Producción para vender

Ante la consulta sobre qué la motiva para dedicarse de lleno a la granja y los cultivos, respondió que, en primer lugar, la familia: hijos, hermanos y sobrinos que la visitan en las vacaciones. Pero, por sobre todo, porque es un entretenimiento para ella y el marido, ya que no está acostumbrada a estar sentada sin hacer nada, y solo esperar el salario de jubilados, mencionó.

Por otro lado, evidentemente esperan lograr una buena producción y comercializar los frutos. Si bien entiende que todavía no sería un negocio tan rentable, ya que de momento estaría salvando gastos debido a que lleva mucha inversión en abonos, fertilizantes y demás, pero espera que en dos a tres años sí puedan tener ganancias.

La variedad de frutas que cultiva no es nada fácil lograrlo sola, requirió de ayuda de ingenieros y de internet que la guiaran para comenzar a probar, pues a nivel local, a mayoría de las apuestas se orientan a los cultivos hortícolas y no tanto frutícolas, por lo que se adentró a investigar en la red.

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La Granja La Soñada cuenta con 32 plantas de manzanas, 44 de uvas y otras 36 de duraznos y pelones. Foto: Gentileza.

Cambio de cultura

En cuanto a las dificultades para emprender en Paraguay, Delia considera que no precisamente sea difícil, sino más bien hay una necesidad de encaminar desde la educación básica, a motivar a las personas a salir adelante, a ese cambio de cultura.

“Esa falta de querer y de poder lo que retrasa, porque muchas personas acá en el campo me dicen para qué sigo trabajando. Y eso me da entender que la gente es muy conformista con el día a día”, recalcó.

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Y como instrumento de motivación, instó a las personas con ganas de emprender a que se animen y se lancen, a no dejarse llevar por las opiniones de los demás para hacer realidad sus sueños.

“No tengan temor, hay que ser perseverantes ante todo, porque todo lo que uno hace con amor y deseo, se logra. Siempre habrá tropiezos, pero a levantarse y seguir porque nada es fácil en la vida”, subrayó al despedirse.

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