- AFP
Los líderes de las principales potencias económicas del mundo se reúnen desde hoy y mañana en la cumbre del G20 en Río de Janeiro, donde Brasil espera avances sociales en un bloque desgarrado por los conflictos en Oriente Medio y Ucrania. Pese al idílico escenario de la reunión, el Museo de Arte Moderno, un edificio con vistas despejadas a la bahía de Río y al Pan de Azúcar, es difícil entrever un alivio en las graves tensiones geopolíticas.
En el ambiente pesa además el ataque fallido contra la corte suprema ocurrido el miércoles en Brasilia por un individuo que se hizo estallar con explosivos. El presidente de izquierda de Brasil, Luiz Inácio “Lula” da Silva, líder del sur global y aliado de Occidente, desplegará su larga experiencia diplomática que se basa en la defensa del multilateralismo.
Ello pese a la reelección de Donald Trump en Estados Unidos, que anuncia un nuevo giro aislacionista y el riesgo de guerras comerciales a partir del año que viene. La primera economía mundial estará representada por Joe Biden, en el ocaso de su mandato.
CON MILEI Y XI, SIN PUTIN
La cumbre se celebra al mismo tiempo que la COP29 en Bakú (Azerbaiyán), al final de un año en el que las crisis climáticas han puesto más que nunca a prueba al mundo, y a Brasil de forma espectacular, con inundaciones, sequías e incendios forestales. Argentina retiró a su delegación de la COP29 por orden del nuevo canciller del mandatario ultraliberal Javier Milei, un escéptico del cambio climático.
El gran ausente de la cumbre en Río será el presidente ruso Vladimir Putin, que ya ha faltado a las últimas ediciones. Con una orden de arresto de la Corte Penal Internacional en su contra, anunció que no viajará para evitar “perturbar” los debates. Su homólogo chino, Xi Jinping, en cambio, estará presente y prolongará su estancia con una visita de Estado a Brasilia el miércoles.