- Diego de Almagro, Chile. AFP
Es de noche en el desierto de Atacama, el más árido del mundo, y una perforadora extrae salmuera en el salar de Aguilar para evaluar la concentración de litio, un metal clave en la transición energética, pero cuya producción encierra riesgos ambientales.
Chile acelera para retomar el liderazgo en el litio. Pero la explotación a gran escala de este metal amenaza los frágiles ecosistemas que albergan los salares del norte, medio de subsistencia de pequeñas poblaciones indígenas que temen que la poca diversidad que les queda termine exterminada. En el corazón del llamado “Triángulo del litio”, que se extiende por Chile, Argentina y Bolivia y tiene la mayor reserva del planeta, los salares de Aguilar y La Isla están en plena exploración.
A más de 3.400 metros de altitud en Aguilar la temperatura baja a -3 ºC y el viento sobrepasa los 40 km/hora. En La Isla, a 15 km de distancia y otros 1.000 metros de altitud, el clima es aún más duro. Se acerca el invierno austral y hay prisa por terminar los trabajos por parte de la Empresa Nacional de Minería (Enami).
“Se perfora día y se perfora noche, porque lo que necesitamos es apurar el tranco”, dice Iván Mlynarz, vicepresidente Ejecutivo de Enami, a la AFP. Las perforadoras extraen muestras de salmuera y trozos del pozo que son enviados a un laboratorio para medir la concentración de litio. El estudio concluye en octubre. En marzo se anunciará al nuevo socio del proyecto y en 2030 debería iniciarse la producción de este “oro blanco”, clave en las baterías de automóviles eléctricos.
Altoandinos de Enami es el proyecto que incluye también al salar Grande y podría aportar 60.000 toneladas anuales del metal. Es clave en el plan de Chile para retomar el liderazgo mundial del sector mediante asociaciones público-privadas. Australia, que extrae litio de rocas a diferencia de Chile que lo hace a partir de salmuera, le arrebató el lugar en 2016. Hoy produce el 43 % y Chile el 34 %