El secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, anunció oficialmente el fin de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) como organismo responsable de la implementación de la asistencia exterior del país. A partir de este 1 de julio, el Departamento de Estado asumirá esa función bajo una nueva estrategia centrada en los intereses nacionales estadounidenses.
La medida fue presentada como una reforma estructural que se sustenta en una revisión que identificó deficiencias en el rendimiento y efectividad de Usaid. Según el informe difundido por la administración, tras analizar décadas de programas financiados con más de USD 715.000 millones (ajustados a la inflación), se concluyó que la agencia no cumplía con su misión de promover efectivamente la influencia y los intereses de EE. UU. en el mundo.
“Usaid tuvo décadas y recursos casi ilimitados para impulsar el desarrollo global y promover la imagen de Estados Unidos, pero los resultados han sido decepcionantes”, señala el documento. La crítica apunta a que, pese a la masiva inversión, el impacto fue limitado, la inestabilidad se agravó en varias regiones y el sentimiento antiestadounidense creció.
Lea también: Diputados sanciona crédito de Taiwán para financiar Che Róga Porã
Entre los ejemplos citados, se menciona que las naciones de África subsahariana votaron junto a EE. UU. en solo el 29 % de las resoluciones clave de la ONU en 2023, a pesar de haber recibido más de USD 165.000 millones desde 1991. También se alude a los USD 9.300 millones destinados a Gaza y Cisjordania, cuyos resultados habrían beneficiado a organizaciones vinculadas a Hamás, generando “agravios en lugar de gratitud”.
A partir de ahora, los programas que se mantengan serán “específicos, limitados en el tiempo y estratégicamente orientados”, bajo la supervisión directa del Departamento de Estado. Las nuevas políticas priorizarán el comercio, la inversión del sector privado y la autosuficiencia de los países receptores.
El nuevo modelo buscará alejarse del enfoque asistencialista y promover la inversión como motor del desarrollo. “Los estadounidenses no deberían pagar impuestos para financiar gobiernos fallidos en tierras lejanas”, asevera el texto, que también cuestiona el rol de las organizaciones no gubernamentales internacionales y los organismos multilaterales, a los que acusa de haber desvirtuado los objetivos de la asistencia exterior.
La administración Trump sostiene que esta transformación permitirá competir con más eficacia frente al avance geopolítico de potencias como China, al tiempo que reforzará el liderazgo estadounidense mediante asociaciones bilaterales más transparentes y eficientes.