- Londres, Reino Unido. AFP.
El último piloto superviviente de la Batalla de Inglaterra, en 1940, falleció a la edad de 105 años, anunció la Real Fuerza Aérea Británica (RAF), que describió su muerte como “el final de una era”. John “Paddy” Hemingway falleció el lunes, dijo la RAF en un comunicado.
Hemingway formaba parte de un grupo de pilotos conocidos como “The Few” (Los Pocos), término acuñado por Winston Churchill, primer ministro británico de la época. Estos pilotos fueron quienes participaron en la defensa aérea de Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial. Nacido en Dublín en 1919, Hemingway se unió a la RAF en 1938, un año antes de que estallara el conflicto en Europa.
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En 1940, durante la Batalla de Inglaterra, derribó un avión alemán de la Luftwaffe, pero su Hurricane fue alcanzado por disparos y tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia, según la RAF. El primer ministro Keir Starmer le rindió homenaje el martes, subrayando que “nunca se consideró un héroe”, sino “un hombre que simplemente hacía su trabajo, como tantos otros de su generación”.
“Su sentido del deber y del servicio garantizaron nuestra libertad y nunca los olvidaremos”, continuó el líder laborista. “Le debemos mucho a Paddy y a su generación por las libertades que disfrutamos hoy. Siempre recordaremos su valentía y sacrificio”, señaló también el martes el príncipe Guillermo, heredero al trono británico.
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Arturo Bray, un paraguayo de grandes batallas
- Jimmi Peralta
- Fotos: Gentileza
Arturo Venancio Bray Riquelme nació en Asunción, fue hijo del inmigrante inglés Sydney Ernest Bray y de la paraguaya Rita Riquelme. Como se lee en su historia y en la forma firme de su prosa, su carácter, talento y la vida misma lo pusieron como partícipe de hazañas y destacado en sus dos ámbitos de acción: las armas y las letras.
“El juicio de la posteridad me tiene sin mayor cuidado, una vez hundido en las impenetrables sombras del más allá; (…) como estas ‘Memorias’ no se publicarán –si se publican– si no después de mi muerte, a ninguno o a muy contados de mis contemporáneos podré herir en carne propia con flechas disparadas desde la impunidad”, escribe en la primera parte de su “Armas y letras” el coronel Arturo Bray, un militar paraguayo que fue condecorado tres veces por su participación en la Primera Guerra Mundial y con un rol militar importante en la guerra del Chaco.
En aquel texto, sus memorias, cerraba el relatorio oficial de su vida enfundando el arma que desenfundó al dejar atrás su vida castrense: la pluma.
Bray nació en Asunción el 1 de abril de 1898 y falleció en la capital paraguaya el 2 de julio de 1974.
“Bray fue parte de la primera promoción de bachilleres del Colegio San José de Asunción en el año 1913. Luego fue becado a Europa. Al término del primer año de la carrera de medicina, se iniciaron las acciones militares de la Primera Guerra Mundial. Al tener padre inglés y hallándose en edad militar, es considerado un ciudadano inglés, siendo incorporado por ello al Ejército Expedicionario Británico en Francia”, explica el investigador y docente universitario Eduardo Ortiz Mereles.
Por su participación en la Primera Guerra Mundial fue condecorado con la medalla de guerra (Inglaterra); la medalla de la victoria (Inglaterra) y con la cruz de guerra (Francia), todas por su participación durante la Primera Guerra Mundial.
“El 15 de noviembre de 1915 en Hide Park, Londres, es incorporado como soldado raso. Asciende a teniente segundo de infantería el 21 de agosto de 1917, a teniente primero de infantería el 12 de febrero de 1919. Luego participa en los batallones 19.° y 17.° del King’s Royal Rifles y en la 117.ª Brigada de la 3.ª División de Infantería Inglesa”, explica el investigador.
Según recuerda el historiador, el escritor Carlos R. Centurión afirma que Bray desde muy niño profesó un amor hacia las armas y la carrera militar, lo que explicaría cómo su incursión en la vida castrense terminaría marcando gran parte de su vida profesional.
EL REGRESO
En sus memorias se refiere al periodo de esa posguerra en el capítulo “De regreso al Paraguay (1919-1921)”, con los apartados titulados “Retorno al solar guaraní”, “Nuestro ejército en 1920”, “El mando superior”, “Organización militar”, entre otros.
Luego de su regreso al país, por el grado militar obtenido en la guerra, los conflictos políticos revolucionarios de comienzos de la década del 20 lo pusieron en la coordinación de la defensa de las fuerzas gubernistas.
Entre 1924 y 1928 fue edecán de Eligio Ayala, secretario de la Adquisición de Armas en Europa y director de la Escuela Militar hasta el estallido de la guerra.
Iniciado el conflicto con Bolivia, Bray comandó el Regimiento 6 de Infantería Boquerón. “Se le atribuye haber recibido la rendición del fortín boliviano del mismo nombre de manos de su jefe, el famoso Cnel. Manuel Marzana, y llegó a comandar la IV Región de Infantería en campaña, pero las desavenencias con el comandante en jefe, José Félix Estigarribia, a raíz del mutuo encono personal que se profesaban, hicieron que luego de los sucesos de Pirizal en 1933, el comandante Bray fuera procesado y separado de sus funciones”, según refiere el historiador Eduardo Nakayama.
UN PARÉNTESIS
La guerra del Chaco fue solo un paréntesis en las desavenencias políticas a nivel interno en nuestro país, por lo que apenas terminada la contienda, al año siguiente el coronel Rafael Franco ya había asumido la dirección del Poder Ejecutivo tras un golpe de Estado. El presidente Eusebio Ayala y el general Estigarribia fueron expulsados del país y a Bray le tocó la prisión militar de Peña Hermosa.
Si bien formó parte de gobiernos liberales, su formación ideológica no necesariamente fue orgánica con aquellos.
“Varias veces tuvo enfrentamientos de tinte político con gente de esa facción política (mismo con Estigarribia, quien fuera su comandante superior en el Chaco y que luego le nombrara como ministro plenipotenciario en el exterior durante su presidencia), al igual que con los partidarios del Partido Colorado. La cuestión radica en que él fue parte del periodo conocido como el de la ‘época liberal’ y por ello es considerado como de ese partido, pero él solo estaba cumpliendo su gestión política durante el gobierno liberal”, refiere Ortiz Mereles.
Luego de su estadía en prisión, volvería a ejercer la función pública. En palabras del propio Bray se narra su arribo como embajador ante España de la siguiente manera: “En los primeros días del mes de abril de 1939, el presidente Paiva me hizo ofrecer en Buenos Aires, por intermedio del doctor Higinio Arbo, que seguía como ministro del Paraguay en la Argentina, una plenipotencia en Europa. A pesar de ser refractario a los ‘dorados destierros’, acepté el cargo ante reiteradas instancias del ministro de Relaciones Exteriores, alegando este que dada la existencia de problemas pendientes con el gobierno del general Franco, a raíz de la actuación nada inobjetable de nuestro encargado de negocios, Jesús Angulo Jovellanos, durante la guerra civil española, un militar estaría en mejores condiciones, dado el nuevo régimen instaurado en España, que un civil para resolver aquellos problemas. Por otra parte, con fecha 4 de junio, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas me cursaba el siguiente telegrama: ‘Nombre FF. AA. de la Nación exprésole confianza del ejército y armada nacionales para cumplir su misión como ministro en España’”.
LABOR LITERARIA
La paz le había sido esquiva tanto a Bray como al Paraguay en lo que iba del siglo, pues revoluciones y guerras habían trazado una línea inacabable. En 1941, en el gobierno de otro militar, Higinio Morínigo, Bray decidió dejar atrás su vida pública y emigró a la Argentina, tierra que llevaba ya mucho tiempo recogiendo a compatriotas.
Allí se vuelca a profundizar su relación con las letras y a abordar su veta literaria, lo que le vale el reconocimiento inmediato por lograr traducciones inéditas y, posteriormente, por lo importante de su trabajo.
“Es muy posible que el talento como escritor de Bray haya estado presente entre sus capacidades más altas y prueba de ello es que siempre se destacó en el uso de la pluma. Según las crónicas, y teniendo en cuenta su activa participación al servicio de las Fuerzas Armadas desde muy joven, fue después de retirado del servicio militar activo que logra destacarse en letras, ya en su periodo como destacado funcionario no militar al servicio del gobierno nacional. Pero sin dudas su mayor expresión como escritor fue después de su retorno del exilio a Paraguay, en donde se destacó en su labor literaria y de letras”, explica el investigador Ortiz Mereles.
Entre sus publicaciones se citan “Hombres y épocas del Paraguay”, con dos ediciones en 1943; “La España del brazo en alto”, sobre la España franquista (1943); “Los primeros diez mil”, libro inédito referente a la guerra del Chaco; traducciones como “Satanás con sombrero de copa”, “Los generales alemanes frente a Hitler”, “La hembra, cortesana de Bizancio” y “Así es el presidente Truman”, esta última de la colección Grandes Novelas y Biografías, realizada en conjunto con Walter Hehmeyer.
Uno de sus trabajos más destacados fue “Solano López, caballero de la gloria y el infortunio”, además del ya citado “Armas y letras”, un libro de memorias de publicación póstuma datado en 1967.
Durante su exilio en la Argentina, Bray desarrolla su rol de escritor, conjuntamente con los de columnista, traductor y periodista. Entre sus textos traducidos más destacados está la primera edición en castellano de “1984”, de George Orwell.
“Se podría considerar que los ensayos de Bray fueron continuación de la conocida como generación del 900, cuyos miembros más representativos fueron Juan E. O’Leary, Cecilio Báez, Manuel Domínguez, Blas Garay, Fulgencio R. Moreno, entre otros.
Luego de 1915 surgen otros autores que podrían ser considerados una continuación y reinterpretación de los autores de 1900 y son Natalicio González, Pablo Max Insfrán, Justo Pastor Benítez, entre quienes aparece la figura de Arturo Bray.
UN NUEVO RETORNO
Ya afianzado el gobierno militar de Alfredo Stroessner, en 1969, Bray, quien si bien estuvo casado con Mariela Jacquet, no tuvo hijos, vuelve al país para seguir dedicándose a las letras, sin ninguna participación política o injerencia castrense registrada.
“Consideramos que él vuelve al Paraguay ya por estar definitivamente alejado de los quehaceres militares y políticos que alguna vez fueron parte de su vida. A su vez, la política en ese momento ya tenía a otros protagonistas y el poder ya estaba siendo manejado por el Partido Colorado. Creemos que él vuelve por el natural paso del tiempo y porque la coyuntura en la época de su retorno ya era otra. Es por ello que consideramos que regresó para vivir sus últimos días en Paraguay”, refiere el historiador.
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Una historia de la canción patria
- Jorge Zárate
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos: Matías Amarilla/Gentileza
El Archivo Nacional conserva el manuscrito original de una obra que tardó décadas en instalarse como símbolo patrio. Aquí se cuenta el derrotero de los versos de Acuña de Figueroa y los problemas de su musicalización, que hasta nuestros días se siguen discutiendo.
“Este manuscrito es un obsequio que hizo el 15 de agosto de 1940 el gobierno de la República de Uruguay a nuestro país”, cuenta Vicente Arrúa, director del Archivo Nacional, abriendo cuidadosamente este peculiar tesoro para ser fotografiado.
Con una caligrafía impecable, el poeta uruguayo Francisco Acuña de Figueroa compuso más de una decena de estrofas honrando la liberación del Paraguay del oprobio español, con rimas de valor literario y político, pero que también cargan elogios que don Carlos habría resistido por pudor: “…hoy un héroe grandioso aparece / realzando su gloria y virtud”, le dedica.
Quizá por ello, la letra fue publicada por primera vez en la edición N.º 33 de El Semanario, un 31 de diciembre de 1853, poco más de tres años después del obsequio.
Recordemos que hoy en día se cantan dos estrofas y el coro con melodía del músico y compositor italiano Francesco Cassale, que en el tiempo fue ajustada por Remberto Giménez ya durante el siglo XX.
Sin embargo, hay una música alternativa del compositor parisino François Sauvageot Dupois que le fuera encargada por Carlos Antonio López, con la que llegó a ejecutarse el himno.
ADOPCIÓN
Esta versión luego se reemplazó por la de Cassale/ Giménez.
Arrúa recuerda: “Este himno que el autor le regaló a Carlos Antonio López en la década de 1850 no se utiliza como tal durante el gobierno de ninguno de los López, y tampoco al final de la guerra contra la Triple Alianza. Recién en el siglo XX adquiere tal categoría”.
Como antecedente se puede citar que hay textos históricos que dan cuenta de la existencia de una canción en guaraní llamada “Tetã purahéi”, del poeta y guitarrista paraguayo Anastasio Rolón, que se habría cantado durante la dictadura de José Gaspar Rodríguez de Francia, “aunque no existen documentos que lo ratifiquen”, expone Arrúa.
Esta canción sería el origen de la reconocida “Campamento Cerro León”, que tuvo el rol de canción patria en los primeros años después de la Guerra Grande.
El 12 de mayo de 1934, el presidente Eusebio Ayala decretó que los versos de Acuña de Figueroa y la música de Cassale/Giménez conformarían el Himno Nacional.
“CON LA MÚSICA DE DUPUIS SE CANTA MEJOR”
“Es importante la divulgación de este material, porque el conocimiento ahonda en la cultura. Que la gente conozca los orígenes del símbolo nacional, que tuvimos varios himnos nacionales, etc. Creo es un trabajo digno, tanto para la intelectualidad como para la gente, niños, jóvenes, estudiantes, docentes, etc.”, dice César “Lito” Barrios.
Descendiente de Mangoré, este pianista, director de orquesta e investigador musical conoce profundamente esta historia que desentraña en el libro “Secretos del Himno Nacional”.
Aquí su diálogo con El Gran Domingo de La Nación:
–¿Cómo fue para que investigaras la historia del Himno?
–Estudié piano con la hija de Remberto Giménez, gran músico que había conseguido en 1934 la oficialización del Himno actual, por lo que tuve acceso a alguna que otra información. Luego, en el Ateneo Paraguayo, su director Manuel Martínez Domínguez me propuso escribir algo acerca de los símbolos nacionales. Como me “hacía ruido” que no supiéramos quién había compuesto la música de nuestro himno, me puse a investigar durante tres años, visitando y contactando con los archivos y bibliotecas más importantes del mundo: Oxford, Cambridge, los archivos militares de Francia (porque se creía que allí había quedado la partitura original luego de la Expo Universal de París 1867), la Biblioteca Nacional de París, de España, la del Congreso de los EE. UU., los archivos uruguayos, los archivos secretos brasileños acerca de la música en la guerra contra la Triple Alianza, todos los recortes periodísticos de distintas épocas en que se debatió acerca del Himno.
HISTORIA DISTINTA
–También cajitas de música…
–Más de 3.000 cajitas musicales (asociándome a la mayor institución inglesa de cajitas musicales, porque debía contrarrestar el mito de las famosas cajitas de madame Lynch), etc., etc., hasta que fui tejiendo una historia completamente distinta a la que conocíamos acerca del Himno, concatenando datos aparentemente inconexos, basándome en la “duda genuina a la creencia arraigada”, como dice el padre de la semiótica, Charles Sanders Peirce. Así, operando por oposición para sostener y definir hechos, conceptos y contextos, que dieron por resultado mi descubrimiento principal de que fue Francesco Cassale quien habría compuesto la música del Himno actual, para luego, mágicamente sin pensarlo casi, topetarme con la partitura original.
–¿Qué elementos te causaron más sorpresa de tus descubrimientos?
–En primer lugar, la historia que hasta hoy se repite de que don Carlos Antonio López buscaba un himno, etc. Cuando me encuentro con el debate originado inclusive por esa mentira propuesta por Luis Cavedagni en 1874, el hombre que había cambiado la música del Himno, no pude entender ni conciliar cómo después se siguió cosechando esa fábula. Luego infinidad de cosas, como que las cajitas de música de madame Lynch no son de su época, que todo o gran parte es una farsa, en fin. También me sorprendió que teníamos otros himnos y que inclusive hoy seguimos escuchándolos, pero no como tales, etc.
–¿Por qué pensás que la música original del Himno sería más aceptada que la que se ejecuta en la actualidad?
–La que hoy cantamos, la del italiano Francesco Casale, fue la primera música del Himno uruguayo. Fue compuesta basada en la letra de ese himno. Esta música no fue aceptada por don Carlos, pero lastimosamente en la posguerra, específicamente en 1874, nos la impusieron, desechando la compuesta por el francés Francisco Sauvageot de Dupuis. La música que compuso Dupuis en 1853 a pedido de don Carlos es la música que convirtió al obsequio de Acuña de Figueroa en Himno Nacional, no por el léxico rebuscado de Acuña, sino por la marcialidad, optimismo y grandeza que bien se explaya la música de Dupuis.
CANTABILE
–¿En qué basás esa afirmación?
–Será más aceptada porque es cantabile para el pueblo, no como la actual, que prácticamente es un aria de ópera. De hecho, los uruguayos la desecharon en 1848 justamente por la crítica de que tiene líneas melódicas prolongadas, pensadas para cantantes líricos. Lo más importante es que el discurso melódico va de la mano con la letra, los giros armónicos, etc., porque fue compuesta para la letra “A los pueblos de América, infausto…”, y la que cantamos hoy fue compuesta para “Libertad, libertad, orientales”. No pretendo con esta explicación tender al cambio de música, sino que es una opinión que cualquier músico académico y no académico podrá coincidir. Nuestra música actual es bellísima, pero incantable. Hice el experimento con varios grupos de alumnos de colegios, pasándoles una sola vez la música de Dupuis y en la segunda ya estaban cantando cómodamente. Es obvio y de hecho me decían todos: “¡Cambiemos la música del Himno, profe!”.
–¿Cuál es en tu opinión el rol simbólico de un himno?
–Es multifacético y puede variar dependiendo del contexto y la cultura. Sin embargo, algunos de los roles simbólicos más comunes son la representación nacional o grupal, expresión de sentimientos y emociones, símbolo de tradición y herencia, unión y solidaridad, identidad y diferenciación.
–¿De dónde deriva la palabra?
–Hymnos es una palabra griega que proviene de las voces “Hy” (lo de adentro) “Mn” (que vibra) y “os” (que se proyecta). “Inspiración que nace en el interior, vibra en el ser y se proyecta en el éter”. Podría afirmar que la evolución del hombre, el liderazgo de tribus, el discurso, todo guarda relación con el Himnos, que bien pudo ser la primera manifestación de inspiración. De hecho, hasta hoy día todas las músicas que se cantan tienen la forma del himno: estrofa y coro, como los salmos, o todo tipo de manifestación oral de cualquier religión, el líder propone la estrofa y el pueblo responde el coro.
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Casa de la Independencia ofrecerá visita guiada a estudiantes
“Descubrí la historia que hizo libre al Paraguay” se denomina la visita guiada especial al Museo Casa de la Independencia, abierta al público, que se desarrollará el lunes 19 de mayo, en el horario de 8:00 a 12:00 (turno mañana), por la Dirección General de Educación en el Arte del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), con apoyo de la Secretaría Nacional de Cultura (SNC).
“La actividad está enmarcada en la conmemoración de las Fiestas Patrias. 120 estudiantes redescubriendo nuestra historia, conociendo los detalles del proceso independentista y rindiendo homenaje a los próceres de nuestra nación. ¡Una experiencia educativa y patriótica para todas las edades!”, señala el comunicado de prensa de la citada dirección educativa.
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Para las celebraciones por los 214 años de la Independencia Nacional, el 10 de mayo se inauguró un moderno sistema de iluminación en el museo, con un diseño lumínico a cargo del arquitecto uruguayo Javier Sande, especialista en iluminación arquitectónica patrimonial, bajo criterios de sostenibilidad, mínima intervención y respeto al valor original del edificio.
Ubicada en 14 de Mayo esquina Presidente Franco, en Asunción, esta casa fue construida en 1772 y sirvió como lugar de reunión para los patriotas paraguayos que planearon la emancipación del país del imperio español, la noche del 14 de mayo de 1811, trama que se extendió al día siguiente. El museo cuenta con cinco salas y un gran salón distribuidos alrededor de un patio, con muebles coloniales, documentos históricos, objetos de uso doméstico, armas y retratos de los próceres paraguayos.
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Archivo Nacional, guardián del patrimonio paraguayo
El Archivo Nacional de Asunción es un espacio de referencia para quienes desean conocer la historia del Paraguay a través de documentos originales que datan de los siglos XVI al XIX. Ubicado en el Centro Histórico de Asunción, ofrece acceso gratuito a su acervo, visitas guiadas y actividades culturales para el público en general.
Fundado el 16 de septiembre de 1541, se trata del archivo más antiguo del Río de la Plata y constituye un referente fundamental para la investigación histórica en la región. Su sede está ubicada en la intersección de Mariscal Estigarribia e Iturbe, en pleno Centro Histórico de Asunción, siendo dependiente de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Secretaría Nacional de Cultura (SNC)
El Archivo Nacional alberga documentos que datan desde 1531 hasta 1870, periodo que comprende la administración colonial y la primera etapa republicana del país. Entre los fondos documentales destacados se encuentran las secciones de historia, civil y judicial, así como dispensas matrimoniales y el Archivo Histórico de la República del Paraguay, anteriormente conocido como Colección Río Branco.
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Acceso digital y consulta en línea
En el marco de la modernización y acceso a la información, el Archivo Nacional implementó herramientas de consulta en línea que permiten acceder a diversas colecciones digitalizadas, como la Sección Educación, la Revista Ysoindy-Yaguarón y la Colección Fotográfica de la Guerra del Chaco. Además, cuenta con catálogos temáticos y bases de datos informatizadas que facilitan la investigación.
El acceso a la consulta en sala es libre y gratuito, requiriendo solo la presentación de un documento de identidad o pasaporte y el llenado de una ficha de identificación en el caso de los nuevos usuarios. Asimismo, se ofrecen visitas guiadas para instituciones educativas con programación previa.
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Difusión cultural
El Archivo Nacional también dispone de la Sala Biblioteca Americana, un auditorio destinado a la realización de actividades académicas y culturales, como conferencias, seminarios y presentaciones de libros. Las solicitudes para el uso de este espacio deben dirigirse a la Dirección General de Patrimonio Cultural a través del correo: archivonacionaldeasuncion@gmail.com.
El Archivo Nacional de Asunción atiende al público de lunes a viernes, de 7:00 a 19:00 horas, y los sábados de 7:00 a 12:00 horas. Para más información, los interesados pueden visitar su página web https://archivonacional.gov.py o comunicarse al teléfono (021) 447 311.