El presidente Volodimir Zelenski, pidió una “paz real y duradera” este año, en presencia de varios dirigentes extranjeros aliados que viajaron a Kiev para reafirmar su apoyo a Ucrania con motivo del tercer aniversario de la invasión rusa. Foto: AFP
Zelenski pide la paz para “este año” en el tercer aniversario de la invasión rusa
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Fuente: AFP
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, pidió el lunes una “paz real y duradera” este año, en presencia de varios dirigentes extranjeros aliados que viajaron a Kiev para reafirmar su apoyo a Ucrania con motivo del tercer aniversario de la invasión rusa.
Rusia, que ocupa el 20 % del territorio ucraniano, dijo que está dispuesta a negociar sobre la guerra, pero que solo dejará de combatir cuando un acuerdo de paz le “convenga”, y acusó a Europa de querer continuar las hostilidades.
La invasión rusa de Ucrania, que comenzó el 24 de febrero de 2022 bajo la orden del presidente Vladimir Putin, ha provocado la peor catástrofe en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, provocando decenas de miles de muertos, millones de refugiados y la destrucción de ciudades enteras.
“Este año debería ser el del comienzo de una paz real y duradera”, declaró Zelenski en una cumbre en Kiev con una veintena de dirigentes extranjeros, entre ellos entre ellos la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, o el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez.
El presidente ucraniano exhortó a “ganar la paz mediante la fuerza, la sabiduría y la unidad”. Von der Leyen, advirtió que, a pesar de haber iniciado conversaciones con Estados Unidos sobre cómo poner fin al conflicto, el objetivo de Putin “sigue siendo la capitulación de Ucrania”.
Esta es la “crisis más central y trascendental para el futuro de Europa”, declaró en la cumbre, donde anunció una nueva ayuda de 3.500 millones de euros (3.660 millones de dólares) para Ucrania.
Acuerdo que “convenga” a Rusia
El jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, advirtió desde Ankara, en Turquía, que Moscú continuaría las hostilidades hasta que las negociaciones “obtengan un resultado firme y duradero que convenga a Rusia”. Moscú reclama principalmente que Kiev le ceda cinco regiones total o parcialmente ocupadas y que renuncie a unirse a la OTAN.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, apoyó por su parte a su homólogo ucraniano, afirmando el lunes que Ucrania debía “absolutamente” ser incluida en las conversaciones con Rusia y que ambas partes deben estar representadas “justamente”. Mientras los dirigentes de países aliados de Ucrania se reunían para manifestar su apoyo y aplaudir la resistencia de Kiev, en la cita destacó la notable ausencia de Estados Unidos.
El presidente Donald Trump se alineó con la postura rusa, responsabilizando a Ucrania del estallido del conflicto el 24 de febrero de 2022, e inició conversaciones con Moscú sin contar con la participación ucraniana o europea.
Además Trump insiste en recuperar el importe de la ayuda prestada desde el inicio del conflicto a Kiev mediante el acceso a recursos minerales ucranianos. Kiev afirmó el lunes que está en las “fases finales” de un acuerdo con Washington. Por su parte, Rusia no ocultó su satisfacción desde que Trump rompió el aislamiento occidental de Putin y abrió conversaciones bilaterales.
Signo de este cambio radical de posición, Estados Unidos propuso el lunes a la Asamblea General de la ONU un proyecto de resolución que reclama el fin de la guerra en Ucrania, pero sin mencionar su integridad territorial. La Asamblea General reafirmó pese a todo su apoyo a la integridad territorial de Ucrania con 93 votos a favor, 18 en contra, incluido Estados Unidos, y 65 abstenciones.
Sanciones contra Rusia
China, apoyo político crucial de Moscú que nunca condenó la invasión de Ucrania, respaldó el lunes los “esfuerzos positivos” de Rusia para “distender” la crisis, en una llamada entre el presidente Xi Jinping y Putin, según medios estatales chinos.
Los aliados europeos de Kiev intentan movilizarse desde el giro estadounidense. El presidente francés, Emmanuel Macron, se reunió el lunes en Washington con Trump para defender la causa de Ucrania, varios días antes de que lo haga el primer ministro británico Keir Starmer.
Tras su encuentro, Macron alabó en X la “valentía” de Ucrania ante “el agresor” ruso. Londres anunció el lunes más de un centenar de nuevas sanciones contra personas y entidades en Rusia y otros países, como China y Corea del Norte, acusadas de “apoyar la invasión”.
Ante un posible inminente ataque, el alto funcionario ruso advirtió que Polonia y los países bálticos serían los primeros en sufrir las consecuencias de una agresión por parte de la OTAN. Foto: AFP
Advertencia: Polonia y países bálticos, primeros en “sufrir” si OTAN ataca a Rusia o a Bielorrusia
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Con la escalada de tensión en el conflicto entre Rusia y Ucrania, en el que tanto el presidente Zelenski y sus aliados europeos pretenden extender las hostilidades pese al intento de mediación de Estados Unidos, este martes el director del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia, Serguéi Naryshkin, señaló que observan un aumento de las actividades de la OTAN cerca de las fronteras rusa y bielorrusa.
Ante un posible inminente ataque, el alto funcionario ruso advirtió que Polonia y los países bálticos serían los primeros en sufrir las consecuencias de una agresión por parte de la OTAN contra Rusia y Bielorrusia, que juntas conforman el Estado de la Unión.
El mensaje fue directo y claro a través de una declaración durante una rueda de prensa que ofreció este martes en Minsk, luego de una reunión que mantuvo con el presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko.
“Ellos deberían entender, pero aún no entienden, que, en caso de una agresión de la Alianza del Atlántico Norte contra el Estado de la Unión, el daño recaerá sin duda sobre todo el bloque de la OTAN, pero en mayor medida y los primeros en sufrir serán los que tienen tales ideas en los círculos políticos de Polonia y de los países bálticos”, aseguró en el medio RT.
Naryshkin relató que estos países “se distinguen por una alta agresividad, al menos en palabras, blanden constantemente sus armas, mientras que Polonia ha llegado incluso al extremo de anunciar planes de instalar alrededor de 2 millones de minas antitanque a lo largo de las fronteras con Bielorrusia y la provincia rusa de Kaliningrado y desea, espera y anhela recibir también armas nucleares estadounidenses”.
Sobre Polonia y los países bálticos, el dirigente ruso resaltó que “ellos simplemente no pueden comprender que el aumento de la actividad militar cerca de las fronteras de Rusia y Bielorrusia fue uno de los factores, una de las razones de la actual gran crisis, grave y muy peligrosa, en el continente europeo”.
Guerra comercial, guerra en Gaza, guerra en Ucrania: “Give peace a chance”
Ricardo Rivas
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Ricardo Rivas
Periodista
X: @RtrivasRivas
Suenan las alarmas. El miedo crece. Encontrar respuestas es complejo. Tal vez sea el momento de dar más espacio a la voz a las víctimas que a la de los victimarios.
Es el fin de un día agitado en Buenos Aires, unos 1.300 kilómetros al sur de mi querida Asunción. Los pubs cercanos al downtown estallan. Por unas tres horas, es el tiempo del after office. Las y los trabajadores remotos se lo pierden. O, tal vez, aplican para los happy hours barriales.
Las familias en situación de calle hurgan en las bolsas con residuos. Mantas raídas, colchones y colchonetas gastadas emergen desde curiosos escondites citadinos. Con ellas, hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos y ancianas comienzan el dramático ritual cotidiano para improvisar sus callejeras alcobas y descansar unas cuatro horas.
Luego, vendrá otro grupo para ocupar las mismas posiciones en los acotados espacios donde los bancos extienden sus redes de ATM (cajeros automáticos); o en las entradas de los edificios con oficinas a las que nadie llegará hasta la mañana siguiente; o en los accesos residenciales donde cerrarán sus ojos para –tal vez– transitoriamente olvidar la pesadilla mendicante de sus vidas para comer algo.
AVENIDA DEL DESAHUCIO
Quizás, en esa tregua inevitable consigan soñar lo que sueñen y, por un rato, olvidar que mañana será también un amanecer que marcará el inicio de otro día para trajinar la cada día más congestionada Avenida del Desahucio.
“¡¿Tené (sic) una moneda, loco?!”, me dicen un par de pibes que juntan el índice y el pulgar en un circulito casi perfecto. Siguen su marcha. Hablan, pero no entre ellos ni con nadie en particular. Las y los recicladores urbanos transitan incansables en procura de residuos que, “si Dios quiere”, podrán vender después a alguien que les pagará casi nada. Estrategias de supervivencia urbanas.
Cruzándose con ellas y ellos, trashuman otros y otras que –sin verlos ni sentir cercanía– se vinculan con esa projimidad remota que facilitan los teléfonos inteligentes. Media docena de personas orientales dialogan en voz alta mientras caminan, sonríen, sacan fotos y beben lo que tienen en sus termos. Ríen. Hacen más fotos con los celus. Una veintena de lusoparlantes compulsivamente compran, hacen cuentas y vuelven a comprar. Una casa de alta moda asegura que lo que en esa vidriera se ofrece se puede encontrar ahora mismo en Londres, París, Roma, Madrid y NYC.
POBREZA MULTIDIMENSIONAL
Coincidencias. Como esas prendas, pobrezas e indigencias similares a las nuestras también son posibles de encontrar en esas megalópolis. Miro el Obelisco. Entrecierro los ojos. Escucho la ciudad. Aturden quienes venden baratijas para comer. Siento que todo lo que interesa y me interesa está allí. En ese ecosistema de pertenencia que me explica de qué se trata la “pobreza multidimensional” sin necesidad de interrogar a la teoría.
Enormes pensadores de la economía como Stiglitz, Sen, Yunus o Fitoussi, por solo mencionar algunos académicos relevantes, trabajan con ese concepto desde algunas décadas. “El estornudo, el amor y la pobreza son tan evidentes que nunca se pueden ocultar”, escuché decir alguna vez a un diplomático coreano que vivió varios años en la Argentina. Lo que veo y percibo van en sentido opuesto al discurso del poder que cree construir una realidad inobservable.
“Pobreza multidimensional”. Con esa conceptualización es posible verificar que nadie es esencialmente pobre ni, mucho menos, esencialmente rico porque todos y todas tenemos algunas riquezas y algunas pobrezas. Es imprescindible entenderlo. Incomprender o, más grave, ignorar las pobrezas son actos concretos de las violencias que nos afectan y alejan de la paz aquí, allá y acullá.
“La paz no supone solo la ausencia de la guerra”, sostiene el Premio Nobel de la Paz (1980) Adolfo Pérez Esquivel. “La paz es mucho más que la ausencia de guerra o el desarme. Se construye y consigue con agendas amplias, multidimensionales, que demandan esfuerzos no solo a favor del desarme, sino también en pro del desarrollo social”, dice María Cristina Rosas, académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien además enfatiza para explicar que el concepto paz, desde una perspectiva positiva, “es mitigar o lidiar con diversas causas que subyacen o pueden dar pie a la violencia, como los problemas del desarrollo: acceso a la educación, a la salud, al empleo, a un medio ambiente digno...”.
EQUIDAD E IGUALDAD
El profesor de economía de la Universidad de Georgetown Marcelo Giugale –exfuncionario del más alto nivel en el Banco Mundial– destaca por su parte que “el hecho de que te haya ido mejor que a otros no significa que te haya ido bien”. ¡Valiosa reflexión! Paz también es promover la equidad y la igualdad.
Tengo la convicción profunda de que todos y todas tenemos derecho al bienestar y al progreso social que van de la mano si deseamos construir sociedades pacíficas y pacifistas. A las casi 60 guerras activas en la tan maltratada aldea global que habitamos, en los últimos tiempos se le añaden nuevas tensiones.
“Guerra comercial”, es el título al que más recurren los medios tradicionales que siguen también las consecuencias del nuevo conflicto y comunican incansables cómo se esfuman miles de millones; cómo se derrumban los mercados bursátiles y hasta cómo pierden fortunas los afortunados; cómo se destruyen puestos de trabajo; cómo se expanden las miserias y los miserables.
ESPECTACULARIZACIÓN
¡Espectacularización de la noticia! Todo puede ser un arma. Las políticas arancelarias, también. Más tensiones. Algunas de ellas siento que emergen de esa especie de inframundo en el que sospecho se cuece la crueldad, la insensatez, el mal común y habitan las y los peores.
¡Lastimoso! No están lejanos los tiempos en los que pienso que, cuando los historiadores aborden el primer cuarto del siglo XXI y, en especial, la segunda década de este período que transitamos, es muy probable que encuentren en sus fuentes la palabra guerra con más frecuencia de la que sus colegas en las últimas tres décadas de la centuria pasada hayan imaginado. No debiera sorprender que así fuera.
Los líderes de entonces crearon organizaciones mundiales multilaterales en Bretton Woods de tanta eficiencia que hicieron posible algún grado aceptable de equilibrio, desarrollo y crecimiento. Aunque también –aunque se nieguen a reconocerlo– colmó de posibilidades a los megarricos de hoy para que construyeran sus fortunas.
Tengo claro que las y los historiadores, donde se encuentren, en sus trabajos “tratan siempre del presente o de las formas en que la historia ha marcado el presente”, como tantas veces me advirtió con docente paciencia la querida profe Beatriz Sarlo con magistral certeza. Siempre es así y los hombres y mujeres del poder lo saben.
De hecho, hacia ayer y hacia mañana, las y los observadores miraron, miran y habrán de mirar siempre desde el hoy y, desde ese punto, construirán los relatos con los que política y socialmente se enculturiza o aculturiza. Inevitable.
ESTÁNDARES
Los medios tradicionales y, en particular los diarios, desde largo tiempo son categorizados como “la primera versión de la historia”. Quizás sea así, aunque suene presuntuoso. Las redes y sus contenidos reticulares todavía no alcanzan ese rango. Carecen de la seriedad, de las normas de moderación y de estándares adecuados para la verificación de los hechos que, como soportes, vehiculizan y distribuyen. Las redes no son medios de comunicación. Son medios con fines de comunicación.
“Encontramos que la falsedad se difunde significativamente más lejos, más rápido, más profundamente y más ampliamente que la verdad, en todas las categorías de información, y en muchos casos en un orden de magnitud”, dice el 8 de marzo de 2018 Sinan Aral, profesor de la Escuela de Administración Sloan del MIT y coautor –junto con Soroush Vosoughi, investigador posdoctoral en el Laboratorio de Máquinas Sociales del Media Lab y Deb Roy, profesora asociada de artes y ciencias de los medios en el MIT Media Lab, del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT)– de una investigación sobre la circulación de noticias falsas en Twitter, hoy X, entre los años 2013 y 2017.
El campo que constituyeron al igual que el diseño muestral fueron amplios. Pesquisaron alrededor de 126.000 cascadas de noticias que circularon por aquella red porque unos 3 millones de personas las tuitearon poco más de 4,5 millones de veces entre los años 2006 y 2017.
Mentir, especialmente en asuntos públicos, es un acto de violencia que afecta a millones. Grave. La idea –y la práctica– de amenazar y luego emprender cualquier tipo de “guerra comercial” suma violencia en la tiroteada aldea global. Agrega víctimas. Añade desempleo, angustia, desesperación e incertidumbre. Pulveriza infraestructuras. Aplicar al comercio categorías bélicas no es una buena práctica. Hay quienes sostienen que es una forma de naturalización de la violencia a través del lenguaje específico que utilizan empresarios e inversores.
TENSIONES
Desde varias décadas, “El arte de la guerra”, la máxima obra del estratega chino Zun Tsu, suele ser bibliografía de referencia en los cursos de capacitación para quienes quieren especializarse en comercialización o en liderazgo. En las periferias se conocen a fondo las tensiones que devienen de las violencias económicas de todo tipo.
La llamada guerra del Guano y el Salitre o guerra del Pacífico, que enfrentó a Chile contra Bolivia y Perú entre el 14 de febrero de 1879 y el 20 de octubre de 1883, en la que ingresaron luego Francia y Gran Bretaña, es un recomendable ejercicio de memoria regional para saber de qué se trata un conflicto bélico con raíces comerciales que se ocultan detrás del biombo de la seguridad nacional o la necesidad del espacio vital.
El guano y el salitre –dos materiales estratégicos en los inicios de la llamada Revolución Industrial–, imprescindibles por entonces para producir fertilizantes y pólvora, estragaron a esos tres Estados andinos y a sus pueblos.
Hoy, en Ucrania, se habla de “tierras raras” –minerales escasos– que Rusia, China, Europa y los Estados Unidos se disputan. El sector energético –la industria hidrocarburífera– disputa poder en Oriente Medio. Tensiones a las que es necesario añadir el terrorismo, las organizaciones delictivas complejas transnacionales y la corrupción estructural como parte del problema.
Europa se rearma. Suenan las alarmas. El miedo crece. Mark Rutte, secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), reflexionó públicamente que, como resultado de la más reciente tecnología misilística de la que dispone Rusia, “la diferencia entre un ataque a Varsovia (Polonia) o un ataque a Madrid (España) son 10 minutos” hasta el momento en que el proyectil autopropulsado llegue a esos eventuales objetivos, maten y destruyan.
Ante esas palabras, la Unión Europea (UE) anunció que habrá de movilizar 800.000 millones de euros para el rearme y recomendó a la población “comenzar a prepararse” para soportar guerras, ataques cibernéticos y otras catástrofes. Más tensiones. Más angustias. ¿Quién exhorta a vivir la paz?
“TODOS PIERDEN”
“Hay que liberar a los 59 secuestrados y terminar la guerra. Nada bueno sale con guerras. En las guerras nadie gana, todos pierden, así que lo único que es importante para mí y para todos es que los 59 rehenes sean liberados y que esta guerra se acabe”, dice Karina Engelbert (53), argentina nacida en la provincia de Córdoba, residente en Israel desde 1989, cuando su familia migró. Tenía 17 años.
Desde el 7 de octubre de 2023, junto con sus hijas Mika y Yuval fue secuestrada por la organización terrorista Hamás de su casa en el kibutz Nir Oz. Desde las ventanas de su casa veía una buena parte de la zona sur de la franja de Gaza, a 17 cuadras. Tenía unos 400 vecinos.
Su marido, Ronen Engel, fue asesinado. Intentó desesperadamente proteger a su familia. Un cuarto de esa población también fue afectado. La sangre de muchos de sus habitantes se derramó en esa tierra donde hasta las mascotas fueron blanco del odio. Catorce de las y los integrantes de esa comunidad aún son rehenes de los terroristas de Hamás. El cadáver de Ronen sigue en poder de quienes lo asesinaron. Karina, Mika (11) y Yuval (19) fueron liberadas por sus captores el 26 de noviembre del mismo año después de 52 días cautivas.
“Hay que liberar a los 59 secuestrados y terminar la guerra”, le dice reiteradamente al periodista Alejandro Alfie, del diario Clarín de Buenos Aires. “Nada bueno sale con guerras (porque) en las guerras nadie gana, todos pierden”, reflexiona. Sabe de qué habla, sufre, pide por los rehenes y pide una y otra vez “que esta guerra se acabe”. Testimonio lacerante de una familia victimizada por la guerra terrorista y que es conciente de que Gaza y su población también son víctimas.
Karina Engelberg, quien fuera rehén de Hamás y liberada luego de 52 días de cautiverio, en noviembre de 2023, da una entrevista en Buenos Aires, el 1 de abril de 2025. Foto: Mariana Nedelcu
UN ABSURDO
El papa Francisco, pocos días antes de su internación, sostuvo que “la guerra es siempre un absurdo, un horror, un desperdicio y una derrota” para la humanidad. Desde esa convicción exhorta a que “no permitamos que los vientos de la guerra soplen cada vez más fuertes”.
El líder del catolicismo universal y jefe del Estado Vaticano se preocupa por Europa, pero también por la situación en el Mediterráneo, en África, en Asia, en el Oriente Medio y ruega a líderes y lideresas “que no se ceda a la lógica de las armas y del rearme”.
Declarado pacifista desde muchas décadas –cuando aún no era pontífice–, predica que “la guerra es innoble (porque) es el triunfo de la mentira y del propio interés”. No ahorra palabras. “Las armas no construyen el futuro, sino que lo destruyen”, dice con precisión. “¡Basta, por favor!”, implora y enfatiza que “la violencia nunca trae la paz”.
DESARMAR LAS PALABRAS
A través de una carta, Francisco propuso al director del diario italiano Corriere della Sera, Luciano Fontana, a periodistas y comunicadores que “sientan la importancia de las palabras” para trabajar por la paz.
Con simpleza exhortó “a todos aquellos que dedican su trabajo e inteligencia a informar a través de las herramientas de comunicación que ahora unen nuestro mundo en tiempo real (para que) sientan la importancia de las palabras. (Que) Nunca son solo palabras (porque) son hechos que construyen entornos humanos”.
De hecho, toda operación comunicacional produce sentido y, justamente por ello, los vocablos “pueden conectar o dividir, servir a la verdad o servirse de ella”, advierte y va más allá: “Debemos desarmar las palabras, para desarmar las mentes y desarmar la Tierra” porque en estos tiempos que corren “hay una gran necesidad de reflexión, de calma, de sentido de la complejidad”.
¿Qué es lo que no se entiende? ¿Quiénes son los que no entienden o no quieren entender? Encontrar respuestas es complejo. Tal vez sea el momento de dar más espacio a la voz a las víctimas que a la de los victimarios. “Give peace a chance” (dale una oportunidad a la paz), como nos propuso John Lennon.
“Debemos desarmar las palabras para desarmar las mentes y desarmar la Tierra”, predica el papa Francisco
El papa Francisco donó cuatro ambulancias a Ucrania
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Ciudad del Vaticano, Santa Sede. AFP.
El Vaticano anunció la donación, por iniciativa del papa Francisco, de cuatro ambulancias a Ucrania específicamente para su despliegue en el frente de la guerra contra Rusia. “El Santo Padre decidió enviar de nuevo a su limosnero [el cardenal Konrad Krajewski] a Ucrania para donar cuatro ambulancias, equipadas con todo el instrumental médico necesario para salvar vidas, que se destinarán a zonas de guerra”, indicó en un comunicado.
Con esta donación, el pontífice argentino quiere “llevar la luz de la Pascua en la noche de las tinieblas” a la “Ucrania martirizada” desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022. Francisco ya donó anteriormente tres ambulancias con los colores de la ciudad-estado vaticana, así como una gran caravana médica y ecógrafos para los hospitales golpeados por los bombardeos rusos.
El Vaticano también envió alimentos no perecederos, generadores, ropa y medicamentos. La Casa de la Moneda del Vaticano acuñó además medallas en las que aparecen varias mujeres y niñas ucranianas que huyen de la guerra, y cuyos beneficios se destinan al papa para su labor caritativa en Ucrania.
La diplomacia del Vaticano no desempeña oficialmente ningún papel en las conversaciones para obtener un alto el fuego entre Ucrania y Rusia, y los incesantes llamamientos del papa para que se silencien las armas siguen sin ser escuchados. Sin embargo, la Santa Sede facilitó varios intercambios de prisioneros entre Kiev y Moscú.
Grupo de rock realiza gira en Ucrania bajo bombardeos rusos
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Vinnytsya, Ukraine. AFP.
En plena guerra, Nadia Kukla dirige la gira de un grupo de rock. Se encarga de los desplazamientos, los boletos, las comidas... pero “el principal desafío”, cuenta la joven ucraniana, son las alarmas aéreas que saltan cada día por los bombardeos rusos. Los Susidy Sterpliat (“Los vecinos tolerarán”), un dúo pop-punk, tienen doce actuaciones previstas en Ucrania en esta primavera boreal.
“Si una alerta aérea dura más de una hora, cancelamos y lo reprogramamos”, explica con voz ronca Nadia Kukla, una ucraniana de 30 años. Los cortes de electricidad son otro problema. Este día, el grupo se prepara para tocar en Vinnytsia, en el centro de Ucrania, en un pub situado no muy lejos de donde el 14 de julio de 2022 hubo un terrible bombardeo ruso contra una sala de conciertos perteneciente al ejército. El ataque dejó 27 muertos, incluyendo tres niños, y 202 heridos. Han pasado casi tres años, pero el edificio sigue ahí, destrozado.
Frente a esta violencia, en un país lleno de heridas, la resistencia cultural asesta un golpe a ojos y oídos. El espectáculo continúa. En el camerino, poco antes del concierto, el baterista Oleksander Pavlov, de 28 años, y el guitarra Artur Zubarev, de 27, están de muy buen humor. Ambos se juntaron en 2017 en Mikolaiv, en el sur, y desde entonces producen una música “alegre” con letras que “no tienen sentido necesariamente” pero que “dan fuerza” a quien las escucha, según Oleksander.
Desde 2022, según varios actores del sector, la cultura en la Ucrania no ocupada vive un “renacimiento”. El público ha dejado de lado las producciones rusas y rusófonas y tiene verdadera sed por obras nacionales, y las ganancias de los músicos ucranianos en las plataformas de streaming han ido en aumento.
Los Susidy Sterpliat, que al principio cantaban en ruso, se pasaron al ucraniano y, según dice, ahora tienen más seguidores. Aunque rechazan cualquier comparación con los militares que arriesgan su vida en el frente, ambos consideran que su trabajo también se opone a la agresión rusa. “Hay un combate para apoderarse de nuestras tierras, pero también de nuestras cabezas”, subraya Artur. Esta noche, el guitarrista desea “abrazar” a la sala. En el escenario, llevará una camiseta negra transparente, mientras que Oleksander actuará sin camisa y con la cara llena de purpurina.
Al concierto han venido unas 260 personas, muchas de ellas adolescentes. Como teloneros actúan los Krash Test, un trío punk de Sumy, una región del noreste muy devastada por las bombas rusas. Uno de sus temas trata sobre “una neonazi”, una “ucraniana típica” que “bebe sangre de bebés rusos”; una burla al Kremlin, que asegura que en Ucrania está luchando contra los herederos de Hitler.
Varias veces, la multitud exclama: “Nakhouï soussidiv!” (“¡Que se jodan los vecinos!”), un lema contra Rusia que, al tiempo, hace alusión al dúo cabeza de cartel. Y entonces llegan los Susidy Sterpliat, que ofrecen más de hora y cuarto de furia, gritos y saltos de alegría. En un momento dado, unas bragas, sin que se sepa de quién son, caen en el escenario.
El dúo toca una oda a la borrachera, una balada nostálgica sobre el verano de 2021, meses antes de que empezara la invasión rusa; un tema sobre “la dependencia” que corea toda la sala... Antes de terminar, se celebra una subasta cuyos beneficios irán destinados a los médicos de la brigada Azov, una unidad formada en 2014 por ultranacionalistas que se han granjeado fama de héroes desde que comenzó la invasión.
Calzoncillos en venta
La primera oferta: entradas gratuitas y el derecho a tomar unas copas con los Susidy Sterpliat, por los que dos personas acaban pagando 15.000 grivnas (362 dólares) y 11.000 grivnas (265 dólares) respectivamente, unas sumas importantes en Ucrania. Al final, el baterista Oleksander se quita sus calzoncillos de golpe, delante de todos (aunque lleva otros puestos) y también los subasta.
La prenda se vende por 3.000 grivnas (unos 72 dólares) y se la lleva Anastassia, de 17 años, que asegura haber sentido “las mejores emociones posibles” durante el concierto. A Nazar, de 19 años, la música le ayuda a olvidar “la locura del ambiente”. “La situación es muy estresante, muchos familiares combaten. Esto permite alejarse de eso y volver a la época de antes de la guerra”, cuenta. En unas horas, el grupo volverá a echarse a la carretera. Próxima parada: Odesa.