Bajo un calor sofocante, una marea de fieles se congregó este sábado en el monte Arafat, en Arabia Saudita, donde 1,8 millones de musulmanes participaron en esta etapa clave de la peregrinación anual del hach.
Vestidos de blanco, los peregrinos pasaron el día recitando el Corán en esta colina de 70 metros de altura cercana a La Meca, y donde según la tradición pronunció su último sermón el profeta Mahoma. La llanura situada alrededor se llenó también de fieles, para cumplir con uno de los principales ritos del hach.
“Es el día más importante”, asevera Mohamed Aser, un peregrino egipcio de 46 años, que dice haber venido con toda una lista de gente que le pidió rezar por ellos. “Rezo también por los palestinos. Que Dios los ayude”, añade.
Según las autoridades sauditas, el hach reunió a cerca de 1,8 millones de musulmanes, de los cuales 1,6 millones llegaron del extranjero. Esta cifra es similar a la de 2023, pero inferior a los 2,5 millones registrados antes del covid, en 2019.
Oran por los palestinos
El gran peregrinaje musulmán se desarrolla este año a la sombra de la guerra entre Israel y el movimiento islamista palestino Hamás en la Franja de Gaza.
El ministro saudita del Hach, Tawfiq al Rabiah, advirtió la semana pasada de que no se toleraría ningún eslógan político, lo que no fue óbice para que uno de los presentes coreara su apoyo a los palestinos de Gaza, asediados desde hace más de ocho meses por el ejército israelí.
“Recen por nuestros hermanos de Palestina, de Gaza (...) Que Dios le conceda la victoria a los musulmanes”, gritó.
En un mensaje dirigido el sábado a los peregrinos, el guía supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, declaró que la “resistencia inquebrantable de Palestina y del pueblo paciente y oprimido de Gaza (...) debe ser apoyada de todas las formas posibles”.
Unos 2.000 palestinos, la mitad de ellos parientes de víctimas de Gaza, fueron invitados este año por el rey Salmán para el peregrinaje anual, que se desarrolla a lo largo de varios días en La Meca, la ciudad más santa del islam, y sus alrededores.
Tras pasar la noche en tiendas de campaña en Mina, cerca de La Meca, los peregrinos afrontaron el sol ardiente del verano saudita en el monte Arafat, bajo temperaturas que alcanzaron los 46ºC, según el centro meteorológico del reino.
Calor intenso
Como los sombreros están prohibidos para los hombres durante los rituales, muchos llevan parasoles, mientras que otros intentan refrescarse en las escasas zonas de sombra con que cuenta el lugar, o aprovechando los aspersores gigantes.
El año pasado, durante el hach, se contaron más de 10.000 casos de enfermedades vinculadas al calor, de los cuales un 10% graves, según un funcionario saudita.
Ahmad Karim Abdelsalam, un indio de 33 años, llegó pronto por la mañana al monte Arafat y admitió que la idea de pasar allí todo el día le daba “un poco de miedo”. “Pero si Dios quiere, todo irá bien”, añadió.
El gran peregrinaje del hach es uno de los cinco pilares del islam, que todo musulmán debe cumplir al menos una vez en la vida si tiene medios para ello. Los visados para La Meca son otorgados por Arabia Saudita en virtud de un sistema de cuotas por país.
Nuria Abdu, una mujer libia que llevaba cuatro años esperando, se muestra emocionada: “Es tan difícil llegar aquí”.
Al ponerse el sol, los fieles van a Muzdalifah, siempre en los alrededores de La Meca, donde duermen al raso y recogen piedras para proceder el domingo a la lapidación simbólica de Satán.
El domingo celebrarán también el Aid al Adha, la fiesta del sacrificio, observada por todos los musulmanes del mundo.
Fuente: AFP