“No se trata sólo de mí. Todos son héroes”, dice John Mines, tras cruzar el Canal de la Mancha en ferry, junto a otros 28 británicos del Desembarco de Normandía, para conmemorar el 80.º aniversario de esta operación militar clave. Hace ocho décadas, se preparaban para la mayor operación anfibia de todos los tiempos. El martes, desembarcaron sonrientes en un ferry para asistir a las ceremonias de su gesta del 6 de junio de 1944.

“No estoy especialmente orgulloso de lo que hice, pero si tuviera que volver a hacerlo, lo haría. Estoy feliz de nuestro sacrificio por que otros pudieran tener una buena vida”, declara a la AFP Mines, de 99 años. El hombre tenía 19 años cuando desembarcó en la primera oleada, entre los ingenieros encargados de limpiar de obstáculos Gold Beach, a orillas de la localidad normanda de Ver-sur-Mer.

La primera misión de John Mines fue... limpiar de minas una playa. “De hecho, me escogieron por mi apellido”. “Tuve mucha suerte. Un proyectil explotó a un metro de mí y si te alcanzaba una ametralladora, te partía en dos. Uno de mis compañeros murió inmediatamente tras poner un pie en la playa”, concluye el veterano.

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A primera hora del martes, 20 veteranos de la Royal British Legion y nueve del Spirit of Normandy Trust, dos asociaciones de antiguos combatientes británicos, embarcaron en este ferry en el puerto británico de Portsmouth, rumbo al francés de Ouistreham. Al llegar a la cubierta de popa, bajo un cielo gris, una decena de gaiteros recibe a los veteranos, algunos de ellos centenarios, mientras la multitud de pasajeros les rinde homenaje.

Dos barcos contraincendios y las sirenas de los buques de guerra atracados en la base militar con su personal en posición de firmes acompañan la partida de los sobrevivientes del Desembarco, mientras un A400M de la fuerza aérea británica RAF surca el cielo. “Estamos aquí para permitir que los veteranos rindan homenaje a sus compañeros caídos en Normandía y garantizar que el legado de lo que hicieron no se olvide”, comenta Mark Waring, vicepresidente de Spirit of Normandy Trust.

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“Demasiado doloroso”

A mitad de la travesía de unos 180 kilómetros, dos veteranos lanzan una corona de flores al ritmo de la orquesta durante una ceremonia, que terminó con varios espectadores entre lágrimas. A varios metros de allí, Joyce Cooper, de 70 años, luce una gorra con el nombre de su padre bordado. “Mi padre Alan desembarcó en Lion-sur-Mer, en un carro Sherman anfibio. Tenía 20 años, pensaba que sólo le quedaba una hora de vida”, dice su hija, emocionada.

El comandante de su carro murió en sus brazos tras recibir un disparo en la cabeza durante la batalla de Normandía. “No quería ir, pero recibió una carta de movilización a la edad de 18 años”, explica Cooper con tristeza. “No habló de ello hasta sus 40 años. Era demasiado doloroso. Sufrió mucho”.

“Estoy muy orgullosa de él”, agrega la mujer entre los veteranos, que cada vez que cruzan el barco para comer o escuchar un concierto son aplaudidos. “Mi padre murió hace dos años (...) Estoy aquí para honrar su memoria”, asegura Joyce Cooper, quien tiene un mensaje para los jóvenes que aún tienen un padre: “Disfruten de ellos al máximo, ¡el tiempo es oro!”.

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Fuente: AFP.

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