De acuerdo al Observatorio de la Tierra de la NASA, el volcán Hunga Tonga-Hunga Ha’apai lanzó un hongo de humo que alcanzó una altura de 40 km tras su erupción, que fue escuchada hasta en Alaska, a más de 9.000 km de distancia, y provocó un tsunami.

La fuerza de la erupción volcánica en el archipiélago de las islas Tonga, ocurrida el 15 de enero, superó por lejos la potencia de la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima (Japón), indicaron científicos de la NASA, en tanto los sobrevivientes al desastre natural señalaron este lunes haber sufrido una conmoción que “les sacudió el cerebro”.

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“Calculamos que la cantidad de energía liberada por la erupción fue equivalente a entre 5 y 30 mt (un megatón = 1.000 kt)”, indicó el científico de la NASA Jim Garvin, en una publicación dada a conocer el domingo de noche.

La NASA afirmó que esta erupción fue varios centenares de veces más potente que la bomba atómica estadounidense lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, en agosto de 1945, que se estimó en 15 kt (un kilotón equivale a 1.000 toneladas) de TNT. La agencia aseveró que la erupción “aniquiló” a la isla volcánica, ubicada a 65 km al norte de la capital de Tonga, Nuku’alofa.

“Nunca experimentado”

La catástrofe natural cubrió con una capa de cenizas tóxicas al reino insular --con una población de unas 100.000 personas-- contaminando el agua potable, destruyendo cultivos agrícolas y arrasando por completo al menos a dos aldeas. Se cobró al menos tres vidas en Tonga y provocó que dos bañistas se ahogaran en Perú, cuyas costas fueron azotadas por olas de una altura excepcional causadas por la erupción.

Las autoridades peruanas anunciaron una “emergencia medioambiental” de 90 días en la zona costera, dañada por un derrame 6.000 barriles de crudo hace una semana, que continúa expandiéndose y contaminando la región para la desesperación de sus habitantes.

En Tonga, la magnitud de los daños es aún incierta, entre otros porque las comunicaciones siguen interrumpidas. Su impacto “superó con creces cualquier otra cosa que la gente de aquí haya experimentado”, indicó a la AFP la periodista Mary Lyn Fonua, residente en Nuku’alofa.

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“La onda de choque de la erupción nos sacudió el cerebro”, afirmó, añadiendo que la capa de ceniza grisácea muy fina que lo cubre todo dificulta la vida de los habitantes. “Se filtra por todas partes (...) irrita los ojos, produce llagas en la comisura de los labios, todo el mundo tiene las uñas ennegrecidas. Parecemos un hatajo de mugrientos”, aseguró.

Las fuerzas de defensa japonesas, neozelandesas y australianas están brindando ayuda de emergencia, lo que incluye agua potable, en tanto mantienen estrictos protocolos sobre COVID-19 para preservar al archipiélago de la pandemia.

Aves marinas empetroladas

Un zoológico de Lima busca salvar aves marinas de especies en peligro de extinción afectadas por el derrame de 6.000 barriles de crudo en la costa central de Perú, atribuido al oleaje causado por la erupción volcánica en Tonga. Más de 40 aves, entre ellas pingüinos de Humboldt, una especie en peligro de extinción, fueron rescatadas en estado crítico por brigadistas de las playas y reservas naturales de los distritos de Ventanilla, en la provincia del Callao y Ancón, en Lima.

Las aves bañadas de petróleo fueron llevadas al zoológico Parque de Las Leyendas, en el distrito limeño de San Miguel, donde zoólogos y veterinarios luchan por sacarles el crudo del plumaje y salvarles la vida.

“El pronóstico de las aves es reservado, estamos esperando cómo van día a día. Estamos haciendo un esfuerzo denodado. No es una cosa habitual que esto ocurra y tratamos de hacer lo mejor posible”, dijo a la AFP la bióloga Liseth Bermúdez, del Parque de Las Leyendas.

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Las aves se encuentran en un ambiente especial del zoológico y cuidadas por veterinarios que las limpian con detergentes especiales para retirar el petróleo. También las alimentan, hidratan y practican medicina preventiva con fármacos antifúngicos y antibacterianos.

“Esta (ave) que estamos evaluando ahora no está tan empetrolada, pero sí hemos visto que tiene pérdida de la impermeabilidad, baja condición corporal y está deshidratada por lo que sí amerita, como todos los animales, un control veterinario, un manejo preventivo con antibióticos, antifúngicos y una hidratación y vitaminización”, explicó la veterinaria Giovanna Yépez. “Jamás en la historia del Perú se ha visto una situación similar. No hay precedente de un tipo de derrame en la costa peruana. No creíamos que iba ser de esta magnitud”, agregó Bermúdez.

De vida o muerte

El biólogo Guillermo Ramos, del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), alertó que si la mancha de petróleo avanza y no se actúa rápidamente seguirán muriendo aves y animales marinos. “Salvar a las aves es de vida o muerte. Si la mancha de petróleo sigue obviamente va a haber el peligro de más muertes. Las especies se alimentan de crustáceos, peces que ya están contaminados”, declaró a la AFP.

Indicó que esta semana brigadistas de Serfor encontraron en las playas y reservas naturales un número indeterminado de aves y nutrias marinas muertas. En Perú más de 150 especies de aves dependen del mar para alimentarse y reproducirse.

Las aves habitan en los islotes, reservas naturales, y a lo largo del litoral. “Acá ha habido una afectación de todo tipo. Se ha encontrado de todo”, comentó Ramos. Entre las cinco especies de aves rescatadas se encuentran 13 guanay, tres cormoranes, 13 chuitas y seis pingüinos de Humboldt (Spheniscus humboldti), esta última protegida por el Estado peruano.

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Juan Carlos Riveros, director científico de Oceana Perú, dijo a la prensa que ciertos componentes del crudo, como los hidrocarburos aromáticos, pueden afectar la reproducción de los animales y provocar malformaciones embrionarias, especialmente en aves, peces y tortugas.

Unos 6.000 barriles de crudo se vertieron al mar el sábado 15 de enero mientras un petrolero descargaba en la refinería La Pampilla, propiedad de la española Repsol y situada en Ventanilla, 30 km al norte de Lima. Según la empresa, el accidente ocurrió por el oleaje causado tras la erupción volcánica en Tonga, a unos 10.000 km de distancia.

“Estamos haciendo todo lo posible, sin reparar en gastos, para remediar lo más pronto posible todo este desastre”, dijo Jaime Fernández-Cuesta al programa dominical Punto Final de Latina de televisión. “No fuimos conscientes de la magnitud de este evento hasta que llegaron hidrocarburos a las playas”, agregó.

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Las corrientes marinas expandieron el crudo a lo largo de la costa a más de 40 kilómetros de la refinería, afectando a 21 playas, según el Ministerio de Salud, que recomendó a la población no acudir a esos sitios pues tienen calificación de “no saludable”. El Ministerio del Ambiente confirmó el domingo en un nuevo balance que fueron afectadas más de 180 hectáreas (equivalentes a unos 270 campos de fútbol) en la franja de playas y 713 de superficie en el mar.

También el domingo, decenas de personas de colectivos de defensa de los animales, pescadores y ciudadanos realizaron un plantón de protesta frente a la empresa Repsol en el distrito de Ventanilla. Llevaban carteles con consignas como “Repsol hazte cargo” y “El crimen ecológico no quedará impune”.

El derrame ocurrió durante el proceso de descarga del buque tanque “Mare Doricum”, de bandera italiana, cuya salida de Perú fue prohibida por el gobierno a menos que se presente una carta fianza de unos 39 millones de dólares o hasta que terminen las investigaciones sobre el vertido.

Fuente: AFP.

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