Parvesh Dubey, hospitalizado en el estado indio de Madhya Pradesh, parecía que se estaba recuperando cuando anunciaron a su familia que había muerto de mucormicosis, la enfermedad del “hongo negro”, que está afectando a muchos convalecientes de coronavirus.

“Lo cambiamos” de hospital, dijo un familiar que no quiso identificarse, “y allí los médicos le operaron la nariz y la mejilla, ya tenía un ojo dañado, los médicos intentaban salvar el otro”.

“Lo perdimos en una semana”, dijo el familiar, “hicimos todo lo posible”. Tenía 33 años. India, que ya vive una intensa segunda ola de coronavirus, sufre ahora de la mucormicosis, una rara infección fúngica, conocida como “hongo negro” que se está proliferando a un ritmo alarmante, especialmente entre los convalecientes de COVID-19.

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El jueves pasado, al menos nueve estados clasificaron esta infección como epidemia. Solo en el estado de Maharashtra se han registrado más de 2.000 casos, y en Gujarat, unos 1.200. También se abrieron centros especializados en Delhi, Bangalore y Bombay.

Y en las redes sociales se multiplican las peticiones para encontrar tratamientos antifúngicos. Según la prensa india, el “hongo negro” se ha cobrado ya cientos de vidas en pocos días. Según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades estadounidense, los primeros síntomas son dolores de cabeza, hinchazón de la cara y fiebre, con una tasa de mortalidad superior al 54%. El jueves pasado, India registró 259.551 nuevos casos de COVID y 4.209 muertes en 24 horas.

Esteroides

Antes de la segunda ola de coronavirus que mató a 100.000 personas en India el mes pasado, los casos de mucormicosis eran raros en el país. Los afectados solían ser enfermos de diabetes, del VIH o pacientes trasplantados, con organismos inmunodeprimidos.

La rápida propagación de esta infección se atribuye al uso incontrolado de esteroides para tratar a los pacientes con coronavirus, según expertos como el profesor K. Srinath Reddy, de la Fundación de Salud Pública de India.

“La gente los ha estado utilizando de forma excesiva e inapropiada”, dijo el profesor, y explicó que el agua contaminada en las bombonas de oxígeno o en los humidificadores también da al hongo la oportunidad de entrar en el organismo.

“Mendigando medicamentos”

Tras cerca de 12 días de tratamiento con esteroides, Bhartiben Shah, una paciente de COVID-19, empezó a quejarse de fuertes dolores de cabeza que no se iban con los analgésicos habituales. Unos días más tarde, el dolor se hizo insoportable y su ojo estaba hinchado, recuerda su hijo.

“Una resonancia magnética mostró una mancha, pero no era evidente que fuera un hongo negro. Pero la ingresamos en el hospital poco después”, dijo su hijo Smit Shah a la AFP. Una biopsia confirmó la infección y el hijo recurrió a las redes sociales para conseguir antifúngicos, hasta ahora sin resultado, para salvar a su madre.

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El tratamiento que más se necesita es la Anfotericina B liposomal y el ministro de Sanidad indio anunció que aumentaría la producción. Las críticas apuntan a la falta de previsión de las autoridades estatales y federales, que deberían haber tomado medidas cuando se registraron los primeros casos hace meses.

Según Amulya Nidhi, un activista de derechos sanitarios en Madhya Pradesh, la crisis de los antivirales y el plasma para tratar el coronavirus no han servido de lección. “La gente no debería tener que mendigar para obtener medicamentos que le salven la vida”, dijo.

Fuente: AFP.

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