Pasaron ya 4 años de la tragedia del Chapecoense. Ese día, el mundo entero se paralizó al conocer la noticia de que el modesto equipo de fútbol de Brasil, que emprendió un viaje hacia Colombia para jugar la final de la Copa Sudamericana 2016 con el Atlético Nacional, había tenido un accidente aéreo sin precedentes y pocos sobrevivientes.

El hecho transcendió al mundo deportivo y futbolístico. Detrás de las víctimas, habían familias e historias, muchas de ellas de esfuerzo y superación, y justo, a un paso de la gloria, el sueño se acababa de la peor manera.

El avión que transportaba a los jugadores, directivos y cuerpo técnico se estrelló en Antioquia dejando 71 muertos y seis heridos de gravedad y los únicos sobrevivientes, tres futbolistas, un periodista, una azafata y un técnico de vuelo. Sin embargo, el periodista falleció el año pasado.

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El avión que trasladaba a los brasileños quedó totalmente destrozado al chocar con el cerro. Foto: AFP.

Las imágenes recorrían el mundo y se multiplicaban, desde el lugar del accidente, desde el club, desde cualquier sitio donde se pudiera expresar la tristeza inmensa que significaba aquella tragedia.

Una fotografía de la AFP en particular llamó la atención del área de Deportes de La Nación en aquel entonces, se trataba de un niño, sentado solo en las gradas del estadio Arena Condá de Chapecó, abrazándose a sí mismo y mirando para abajo, buscando consuelo para tanta desdicha. Una imagen que “nos duele a todos”.

La final de la Copa Sudamericana se suspendió y se entregó el título de campeón al equipo brasileño a pedido del club colombiano. Así, iniciaría el camino hacia la reconstrucción.

Los ataúdes de los futbolistas del Chapecoense, así como de los demás fallecidos en el accidente aéreo. Foto: AFP

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