Por Macarena Duarte, macarena.duarte@naciomedia.com

Una mágica velada se vivió en el teatro José Asunción Flores este viernes de noche, cuando el consagrado cantautor brasileño Antônio Pecci, conocido artísticamente como Toquinho, embelesó al público paraguayo con grandes éxitos en el marco de su gira “A Arte de Viver”, bajo la producción de APY. Una silla para su comodidad, una botella de agua a un costado y su guitarra fueron los únicos elementos que necesitó Toquinho durante toda la noche para envolver a la audiencia en su acuarela musical.

La cantante nacional Andrea Valobra dio apertura a un espectáculo cargado de emociones, convertido luego en un viaje a través del tiempo una vez que Toquinho subió al escenario y deleitó al auditorio, primero con grandes éxitos de su gran amigo Vinicius di Moraes, empezando con “Corcovado”, para seguir con el icónico éxito “Garota de Ipanema” y así sacar un intenso suspiro del público.

Pasando de “Que Maravilha”, describiéndola como su primer gusto a éxito musical, a “Samba de Orly”, recordando a Chico Buarque y la salida de ambos de Brasil durante la represión social de la época, el artista compartió un poco de sus inicios como cantautor.

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Con una ejecución magistral, Toquinho brindó momentos únicos en su presentación en el Gran Teatro del BCP. Foto: Cristóbal Núñez

Posteriormente, en un lapso inigualable, Toquinho ofreció un momento netamente acústico, en el que él y su guitarra se convirtieron en uno solo y a través de cada rasgada aquel instrumento parecía contar historias, las de Antônio, de la bossa nova y el arte brasileño.

Interactuando con el público en todo momento, Toquinho cantó la infaltable “Uma Tarde em Itapuã”, contando entre risas que en su juventud había “robado” el poema a Vinicius di Moraes para darle el ritmo que posteriormente tendría y así dar inicio a la amistad y la unión musical entre ambos que quedaría inmortalizada en ese y otros éxitos. Esto, para luego ejecutar “Samba da Benção”, que la entremezclaría con “Samba pra Vinicius”.

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Toquinho y Camila Faustino, complementados en una atmósfera musical única que quedará grabada para siempre. Foto: Cristóbal Núñez

La magia de Toquinho y Camila

Sumergiendo de nuevo al auditorio en un trance musical ecléctico, Toquinho recordó al gran compositor brasileño Luis Gonzaga a través de un maravilloso solo, haciendo oda a la simplicidad de la bossa, para luego ejecutar una mágica entrada para la joven cantante Camila Faustino, con quien interpretaría “Se Todos Fossem Iguais a Voce”, deleitando al público, que creía ya no poder quedar más extasiado en la noche.

Así, el dueto terminó por completar la velada y convertirla en una obra magistral, en la que la perlada voz de Camila parecía hasta fusionarse con los acordes de Toquinho, realzando el nivel artístico con algunos pasos de baile con los que fue acompañando al cantautor.

Aunque resultaría imposible determinar el momento cumbre de la noche, definitivamente los coreados con mayor emoción fueron las sublimes versiones de “Recuerdos de Ypacaraí”, así como del himno “Gracias a la Vida”, que interpretó el dúo, dando al público una sensación de eterno agradecimiento por presenciar tanto arte musicalizado que arropaba corazones en una fría noche asuncena.

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Con una voz aperlada, Camila Faustino parecía fusionarse de manera sublime con los acordes de Toquinho. Foto: Cristóbal Núñez

Momentos eternizados

Mi maestro Baden Powell llegó como un tsunami de simplicidad en la bossa nova, que pareciera que inicialmente debía ser extremadamente complicada para ser buena, e hizo una canción con dos acordes y toda una influencia africana fantástica, como toda música brasileña”, contó Toquinho, para interpretar luego “Berimbau”, enfatizando en la belleza encontrada en las cosas simples.

Luego, recordando nuevamente el alto nivel poético de Vinicius di Moraes, Antônio interpretó “Eu sei que vou te amar”, impregnando el ambiente del auditorio de altas dosis de romanticismo indescriptibles, que con la magnética voz de Camila terminó por dejar al público en un estado celestial. Esto, sin mencionar la exquisitez de la complementariedad de ambos artistas cuando unieron “Samba em Prelúdio” con “O Velho e a Flor”, creando una versión única.

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Antônio Pecci deleitó en una velada maravillosa a un público paraguayo que conectó hasta el final con el artista. Foto: Cristóbal Núñez

“A Tonga de Mironga do Kabulete” empezó a resonar, moviendo a la audiencia con energía, luego de “Chega de Saudade”, con lo cual los artistas y el público se unieron en un unísono “basta de nostalgia”.

La icónica “Aquarela” no podía faltar en la noche, que como si fuera poco fue interpretada en parte en español para completarla en portugués y cuando parecía que ese sería el fin inevitable, Toquinho y Camila terminaron por despedirse con “Tristeza”, dejando en el auditorio un mantra que se estaría repitiendo hasta finalizar el maravilloso encuentro: “tristeza, por favor, vá embora”.

De este modo, el cantante brasileño fue evocando un sinfín de momentos y experiencias compartidas a lo largo de sus casi 60 años de trayectoria, recordando en un momento inicial con gran cariño a la guitarrista paraguaya Berta Rojas, así como el impacto que tuvo en su cultura musical el arte paraguayo. “Mi padre era un gran fanático del arpista Luis Bordón y yo crecí escuchando las guaranias”, contó al público.


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