Fátima Ramírez fue la primera candidata no vidente en el certamen Miss Gordita Paraguay y la prueba de que cuando se quiere, se puede, más allá de una discapacidad. En conversación con La Nación/Nación Media contó un poco de su historia y que actualmente se encuentra en la dulce espera.
La participación de Fátima en el certamen Miss Gordita Paraguay 2022 generó un impacto muy positivo en su entorno, pero también algunas dudas. “Me preguntaban cómo iba a hacer, no tanto por mi físico, sino por mi discapacidad. Finalmente demostré que sí se puede; si uno se pone barreras es porque quiere y la idea es demostrar que uno puede lograr sus objetivos, sea en la condición que sea”, mencionó Fátima.
La joven de 30 años detalló a La Nación/Nación Media que su ceguera es hereditaria; Fátima nació con retinosis pigmentaria (RP), una afección que también tenía su papá. “Nací viendo no bien, llegué a conocer las cosas básicas, los colores, llegué a ser una niña casi normal. Después fui adquiriendo las habilidades que mi papá me enseñaba”, explicó y agregó que, con el paso de los años, fue aprendiendo lo necesario para ser una adulta independiente.
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“El querer es poder”
Fátima confesó que siempre quiso ser mamá, incluso se llegó a postular como madre adoptante hace cinco años, pero la vida tenía otros planes para ella. “Un poco antes de mi cumpleaños me enteré de que estaba embarazada y fue una gran sorpresa. Además de mi problema de visión, cuento con problemas de tiroides y siempre me dijeron que puedo tener hijos, pero que necesitaba realizar un tratamiento de hormonas y nunca lo hice porque no estaba en mis planes”, explicó.
La noticia le generó un sentimiento que la joven no logra explicar con palabras, “lo estoy viviendo y me siento muy feliz, es como cuando fue el certamen, todos se preocupan por mi ceguera y cómo voy a hacer; de que se puede, se puede, va a costar pero procurando todo se logra”, agregó. Fátima cuenta con el apoyo de su familia y allegados, también inició un tratamiento nutricional que le proporciona la organización del certamen Miss Gordita Paraguay y está enfocada en disfrutar de su maternidad, pero sobre todo en hacer lo necesario para tener un embarazo saludable y feliz.
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María Estela, una mujer que construyó su carrera ladrillo a ladrillo
Hace más de 20 años María Estela Duarte trabaja en una de las profesiones más indispensables dentro de la sociedad: la albañilería. Y todo fue, según relató en exclusiva para La Nación/Nación Media, gracias a su padre.
Él la inició como su ayudante y ya con el paso del tiempo se volvió una hábil albañil destacándose por su perseverancia y responsabilidad en el trabajo, luego de cada obra concluida y entregada.
“Yo nací en Villarrica, ahí mi papá se desempeñaba como albañil, participó de muchas construcciones, entre ellas la del colegio de la ciudad, y detrás de él fui aprendiendo el oficio”, comenzó contando a LN/NM sobre sus inicios en el oficio.
“Se podría decir que somos constructores de toda la vida; yo ahora vivo en Caaguazú y sigo trabajando en esto, inclusive con toda mi familia”, comentó María Duarte al indicar que lo aprendido le sigue sirviendo para ganarse la vida de forma honesta.
Destacó que, por giros del destino, se casó con un hombre que también se dedica a la construcción y con él han proyectado una vida en torno a este oficio, al punto de que, inclusive, sus hijos, ahora ya egresados del colegio, se encuentran involucrados en el trabajo de la albañilería.
Explicó que sus hijos ahora se están desempeñando en diversas tareas con total habilidad, ya que han crecido viendo a sus padres trabajar de esta manera y realizar los trabajos que para ellos es ahora fuente de ingreso.
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“Muchas personas llegaron a criticar mi trabajo, en el sentido de que soy mujer y tenía mis responsabilidades, en especial cuando mis hijos eran pequeños, pero siempre me organicé, si debía quedarme más en la casa, lo hacía”, comentó esta mujer que, así como una casa, fue construyendo su vida ladrillo a ladrillo.
“Ahora, por ejemplo, mis hijos son todos mayores, ya trabajamos juntos. Cuando hay obras que son un poco más alejadas, nos organizamos para llevar todo lo necesario y yo me encargo de hacer toda la comida a la par del trabajo de cuidado de mi familia”, relató Duarte.
En la misma tesitura, María Estela reconoció que su labor como albañil también ha impactado de manera sumamente positiva en su desarrollo personal, ya que a lo largo de los años ha tenido muy presente la importancia de la familia y de inculcar valores a sus hijos.
Esto llegó al punto de que ellos mismos han elegido trabajar con ella y su esposo, logrando consolidar un equipo de trabajo familiar que logra sustentar con éxito el hogar.
“Nosotros trabajamos de manera familiar, tomamos trabajos particulares y vamos recibiendo los pedidos, conforme entregamos las obras. Mi esposo es el que organiza todo, y él confecciona los presupuestos, mientras que yo me encargo de la logística y dirijo a los chicos a la hora de movernos”, indicó.
Agregó que muchas veces “no aceptamos trabajos con otros grupos, justamente porque tenemos una referencia que cuidar y tratamos siempre de ser puntuales y cumplir con lo acordado”, relató María Estela.
Una mujer albañil
María Estela subrayó la importancia de que más mujeres, en especial las jóvenes, entiendan el valor del esfuerzo y el trabajo, asegurando que no hay nada más satisfactorio que disfrutar de los logros que una misma conquista.
“Trabajar como albañil para mí nunca significó explotación, sino todo lo contrario, trabajo siempre con cariño, es como cualquier trabajo, tenemos nuestros horarios de descanso de salida. Es un buen trabajo y más actualmente, que tenemos muchas herramientas que facilitan mucho el trabajo, es como ir al gimnasio y hacer actividades físicas”, comentó Duarte.
Ella ánimo a todas las mujeres a que persigan sus sueños y que se mantengan firmes siempre en sus creencias, respetando su integridad y por sobre todo buscando la manera de disfrutar de lo que hacen, sirviendo a los demás de manera humilde y responsable.
Datos clave
- Hace más de 20 años María Estela Duarte trabaja como albañil.
- Su padre era albañil y la inició en este mundo que ahora comparte con su esposo y sus hijos.
- María Estela, además de madre y ama de casa, es la coordinadora de las obras en las cuales trabaja.
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Don Cocido, el emprendimiento que se transformó en un legado de amor
Don Cocido, el original puesto de desayunos en modalidad de food truck actualmente se encuentra frente a la fundación San Rafael del padre Aldo Trento. El emprendimiento tiene una trayectoria de más de cinco años y su historia no es solo de superación, sino también de amor y entrega.
El matrimonio conformado por Lourdes Ojeda y Luis Cortesi decidió emprender en la venta de desayunos luego de que Lourdes fuera diagnosticada de cáncer y empezara su tratamiento. Ella decidió emprender en algo propio y trabajar desde su casa, para así solventar sus medicamentos y estudios.
“La idea fue de mi esposa Lourdes, ella era una visionaria, siempre veía las oportunidades en medio de las crisis. Fue así que en una de las idas para su tratamiento vio un carrito eléctrico que vendía cocido y dijo ‘como quiero para colocar frente a casa y poder vender cocido y chipa’. Yo, como quería cumplir su deseo, vi la manera de comprarle el carrito y como una sorpresa se lo regale. Al poco tiempo de habilitar el puesto ya teníamos personas que llegaban para desayunar”, indicó Luis Cortesi en conversación con La Nación/Nación Media
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Con el tiempo la clientela se iba formalizando y el matrimonio decidió expandir el negocio, pero no tenía muy claro cómo conseguir un local sin tener que invertir mucho dinero. Fue así que tras buscar opciones y pensar en posibles ideas como la de un contenedor, Luis logró dar con un colectivo que estaba en desuso en una parada cerca de su casa y se le ocurrió la idea de convertirlo en un pequeño restaurante.
“Era un colectivo que ya no estaba en funcionamiento; entonces, me acerqué al dueño de la línea y le ofrecí que me lo vendiera. Ya con la ayuda de mi esposa y con algunas ideas inicié la restauración. Empecé a ponerle el sistema eléctrico, a montar la cocina y reutilizamos los asientos. Así fue quedando cada vez más acogedor nuestro nuevo Don Cocido”, relató.
Con el paso de los días y la puesta en funcionamiento del nuevo local, la pareja sentía que necesitaba un toque de color, que los diferenciara y sobre todo que trasladara el amor hacia lo nacional, por lo que le pidieron ayuda al artista Tomás Salinas, quien fue el encargado de plasmar un paisaje campestre paraguayo, muy pintoresco y llamativo.
Los retos
Como a todos los comercios y empresas, la pandemia fue un desafío para Don Cocido, que continuó brindando sus servicios implementando todas las medidas sanitarias. Al levantarse las restricciones, la pareja propietaria atravesó una prueba mayor, el deterioro de la salud de Lourdes.
Si bien el cáncer había estado en recesión durante varios meses y le permitió a Lourdes culminar una segunda carrera universitaria, además de llevar adelante el negocio de Don Cocido, que había crecido y consolidado su cartera de clientes, lamentablemente la enfermedad avanzó y el año pasado Lourdes pasó a la vida eterna.
El legado de amor
“Lourdes era una persona que siempre veía el lado bueno de las cosas y trataba de mantenerse positiva, ya en los últimos días de vida acudimos al padre Aldo Trento, para que nos ayude, porque sentía mucho dolor y en la fundación está el único centro paliativo del dolor. Mi esposa apenas entró empezó a sentir menos dolor y los siguientes días, hasta su partida, se la veía mucho más aliviada”, recuerda Luis.
Cortesi remarcó que durante su estadía en el hospital de la fundación en varias ocasiones su esposa le insistía que quería desayunar cocido con mbeyu y que extrañaba trabajar en el negocio que ambos habían creado, y le sugirió a su esposo traer el carrito más pequeño para vender sus desayunos y permanecer juntos.
“Ella siempre me pedía videos y fotos de cómo estábamos en el local trabajando mientras ella estaba internada. Un día se le ocurrió traer el carrito aquí, a la esquina de la fundación y como siempre le cumplí el deseo. Todos los funcionarios de la zona venían, además de las enfermeras e inclusive el propio padre Trento, quien es fanático del mbeyu con cocido”, comentó.
Luego del fallecimiento de Lourdes y por un deseo suyo, Luis trasladó Don Cocido enfrente a la fundación, donde continúan sirviendo desayunos y donando las ganancias a la fundación como retribución al amor y al servicio que recibió su esposa.
“Ella me pidió que donemos lo recaudado a la fundación, y cumplimos ese pedido todos los meses, desde su partida. Luego de pagar el mantenimiento y los gastos varios del local doy todo lo recaudado, a nosotros este lugar nos ayudó mucho y el deseo de mi querida esposa fue ayudar a los que podemos”, finalizó don Cortesi.
El emprendimiento Don Cocido ha trascendido y pasó de ser un negocio fundado en el amor, a una manera de colaborar con quienes padecen enfermedades terminales y reciben atención de calidad en el centro médico de la fundación San Rafael.
Datos clave
- Don Cocido es un puesto de desayunos en la modalidad food truck. Actualmente, está ubicado frente a la fundación San Rafael del padre Aldo Trento.
- Lleva funcionando más de cinco años y su menú se centra en el desayuno con alimentos tradicionales, como la chipa, el mbeyu y el cocido.
- Tras el fallecimiento de su creadora, Lourdes, las ganancias del local son donadas a la fundación.
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La sacrificada historia de la yuyera, ejemplo de superación
- Por Karina Ríos
- karina.rios@nacionmedia.com
En víspera del Día de la Mujer Paraguaya, desde La Nación queremos homenajear a aquellas mujeres valientes, luchadoras, quienes a pesar de los golpes que muchas veces les dio la vida nunca dieron sus brazos a torcer, siguieron adelante trabajando, aguantando calor, frío, tristezas y alegrías.
Doña Miriam Meza, de 70 años, es una de ellas; su historia de superación es digna de ser conocida. Mediante ella, honramos a todas las “kuña guapa” (mujeres trabajadoras) de Paraguay.
Desde hace 32 años que doña Miriam se dedica a la venta de yuyos sobre la avenida Félix Bogado y Capitán José Domingo Jara, en la ciudad de Asunción. Muchas personas la conocen, algunas son clientes a quien ella con mucha alegría recibe en su puesto de ventas, pese a que en sus ojos se reflejan el cansancio y la tristeza acumulada durante muchos años.
Ella es asuncena, nació en Cateura y sigue allí. Hace más de 42 años tiene su pequeña morada donde crió a sus tres hijos, un varón y dos mujeres, pero cuando estos crecieron formaron sus propias familias y como la vida es dura, se les dificulta hacerse cargo de su madre.
De acuerdo al relato de la mujer, de los tres solo uno es hijo biológico, las dos mujeres le fueron entregadas para que las criara y ambas recibieron mucho amor. “Yo cumplí con mi deber de criarlas y las quiero mucho. Una viajó a Argentina hace años y no sé nada de ella, espero que esté bien. Mi otra hija siempre me visita y ayuda, no me puedo quejar de ella”, expresó doña Miriam a La Nación/Nación Media.
En cuanto a su hijo varón, mencionó que vive en Lambaré y se dedica a la venta de periódicos, como ella, pero que tiene 10 hijos que mantener.
Nuestra entrevistada comentó que desde hace tres décadas se dedica a la venta de remedios, periódicos y bingos, con ese trabajo crió a sus hijos, pero hoy en día la vida es más cara, más difícil de sobrellevar. “Antes se ganaba mejor, hoy todo es más difícil y más cuando uno está enfermo”, lamentó.
Esta luchadora mujer diariamente adquiere los remedios naturales por la suma de G. 100.000 y los vende a G. 1.000 cada uno; con la poca ganancia debe cubrir su alimentación y su traslado. Por cada venta de periódicos y bingos tiene una ganancia de G. 1.000. “Apenas me alcanza para poder comer y tengo un perro, a quien también debo de mantener, pero no me quejo porque gracias a esto vivo. Cuando no tengo le pido a mis clientes, que nunca me abandonan”, refirió.
ENTRÓ EN COMA DIABÉTICO
Hace años a doña Miriam le detectaron diabetes y hace diez años es insulinodependiente. Además, sufre de artrosis, por lo que no puede caminar y debe movilizarse en silla de ruedas.
“Ya no puedo vender remedios como antes, recuerdo que me podía parar y golpear los yuyos con el mortero. Hace unos años caí en coma diabético y estuve un mes en terapia, desde ahí no pude más caminar. Me dieron para mi silla, porque empeoré de mi artrosis”, comentó.
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¿Las parejas con hijos son las más felices? Esto dice la ciencia
Para muchos, sentirse realizados como personas es tener hijos, pues se asume que esta es la clave de la felicidad. La respuesta está en la “paradoja de la paternidad”, un análisis que reveló si es cierto o no que traer vida a este mundo es la máxima plenitud y la alegría más grande que se puede experimentar, como rezan quienes son padres.
La paradoja de la paternidad se da en los primeros meses de vida del hijo o hija, pues disminuye el bienestar de los padres, esto, a consecuencia de que un recién nacido se interpone en la rutina. Es así que cambian las horas de sueño, se pierden los buenos hábitos alimenticios, se disminuye la vida social, circunstancias que a la larga genera descontento en los cuidadores del menor.
Las mujeres son quienes más experimentan la infelicidad, ya que recae en ellas la mayor parte de las responsabilidades de la crianza. Es recomendado contar con el apoyo familiar al recibir a un bebé en la casa, que la responsabilidad sea coparental, mantener las normas y dividirse los gastos del recién nacido; de esta manera se reduce algo del estrés.
Para muchos, sentirse realizados como personas es tener hijos, pues se asume que esta es la clave de la felicidad. La respuesta está en la “paradoja de la paternidad”, un análisis que reveló si es cierto o no que traer vida a este mundo es la máxima plenitud y la alegría más grande que se puede experimentar, como rezan quienes son padres.
La paradoja de la paternidad se da en los primeros meses de vida del hijo o hija, pues disminuye el bienestar de los padres, esto, a consecuencia de que un recién nacido se interpone en la rutina, cambian las horas de sueño, se pierden los buenos hábitos alimenticios, se disminuye la vida social, circunstancias que a la larga genera descontento en los cuidadores del menor.
Las mujeres son quienes más experimentan la infelicidad, ya que recae en ellas la mayor parte de las responsabilidades de la crianza. Es recomendado contar con el apoyo familiar al recibir a un bebé en la casa, que la responsabilidad sea co-parental, mantener las normas y dividirse los gastos del recién nacido; de esta manera se reduce algo del estrés.
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Si la decisión está en no tener hijos, se ha demostrado que las mujeres sin hijos perciben un buen sentido de identidad y de individualidad. Suelen tener más libertades, tienen el control de su vida, su cuerpo, su tiempo y su futuro. Asimismo, cuentan con mejor estabilidad económica, viven menos estresadas y manifiestan mayor satisfacción en pareja.
Por otro lado, a los hombres, según la ciencia, el no tener hijos les resta la satisfacción vital. Los varones tienden a experimentar tristeza. Hay que mencionar que esto no ocurre en todos los casos, hay hombres que se sienten conformes y libres con la decisión de no reproducirse. Asimismo, es importante recalcar que la paradoja de la paternidad culmina con los años, cuando el niño o niña sea más independiente y los padres puedan volver a realizar actividades personales.
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