Ella sí que es un verdadero ejemplo de vida. Se trata de Kate Orchard, quien con 99 años volvió a pilotar una aeronave luego de la Segunda Guerra Mundial, ya que en aquel entonces, entre 1941 y 1945, prestó servicio en la Fuerza Aérea Auxiliar Femenina en la India.
Pero en esta ocasión vuela en los cielos despegando desde el Seahawk Gliding Club, un aeródromo cerca de Helston. La veterana es reconocida como eminencia debido a su gran labor desempeñada como aviadora con apenas 20 años; además de haber realizado trabajos de identificación de los aviones enemigos, con el objetivo de eliminarlos.
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El caso es que ahora Orchard volvió a tomar el mando de un planeador, pero con fines benéficos; es decir, con el objetivo de recaudar fondos para una entidad que cuida y apoya a veteranos de guerra llamada “Help for Héroes”, lo que finalmente resultó siendo todo un éxito.
De acuerdo a diversos medios internacionales, Orchard manifestó respecto al acontecimiento: “Creo apasionadamente que es muy importante que todos los exmilitares sean atendidos. Especialmente aquellos lo suficientemente desafortunados como para tener lesiones físicas o psicológicas”.
Mientras que el gerente de recaudación de fondos de la mencionada organización, John Carpenter, expresó: “Kate es una dama verdaderamente increíble, llena de espíritu, pero supongo que no debemos esperar menos de la generación que nos sirvió tan bien durante nuestros días más oscuros. Solo podemos agradecerle desde el fondo de nuestros corazones”.
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Segunda Guerra Mundial: Dorothea Barron, veterana de 100 años enseña yoga
- Harlow, Reino Unido. AFP.
La británica Dorothea Barron recuerda su inmenso alivio en mayo de 1945. “Gracias a Dios”, la Segunda Guerra Mundial había terminado, relata esta veterana de la Marina, que contribuyó al desembarco de Normandía y que con 100 años es profesora de yoga. Cuando Europa conmemora el 80º aniversario de la victoria de las fuerzas aliadas sobre la Alemania nazi, el 8 de mayo, ella forma parte del número cada vez más reducido de veteranos que pueden compartir su experiencia del conflicto.
"Nos dijeron: ‘pueden quedarse con su uniforme. Aquí tienen cupones para comprar ropa, comida. Pueden regresar a casa’“, recuerda Dorothea, al evocar su desmovilización. Tenía apenas 20 años, ningún lugar al que ir, y no se daba cuenta de que la posguerra aún estaría marcada por la privación en un Reino Unido “arruinado”.
La mujer habla de “años terriblemente difíciles”. “No diría que éramos infelices, pero era una época llena de incertidumbre”, explica. Ochenta años después, Dorothea Barron relata con orgullo, en escuelas y medios de comunicación, esos años de guerra y reconstrucción. Además, cada lunes por la mañana, Dorothea Barron da una clase de yoga en su pueblo, cerca de Harlow, al norte de Londres.
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Envidia de sus alumnos
Mientras da instrucciones, su estado de forma es la envidia de sus diez alumnos, de edades comprendidas entre 20 y 95 años. Hace 60 años que enseña yoga. “Me siento bien, relajada”, dice Dorothea. “Le encanta conocer gente y podría vivir aún varios años”, cuenta Suzy, una de sus alumnas. Dorothea celebró sus 100 años en octubre de 2024 volando en un Spitfire, avión de la Royal Air Force que desempeñó un papel crucial en la batalla de Inglaterra, en 1940, contra la Luftwaffe alemana.
“Fue maravillosamente emocionante”, dice, entre carcajadas, la mujer centenaria. Con ese nivel de energía habiendo superado los 100 años, es fácil imaginar su determinación a los 18, cuando decidió unirse a la Marina, como había hecho su hermana antes que ella. “Ni hablar de que los nazis se apoderaran de nuestro país”, suelta, con firmeza, Dorothea.
Pero su estatura le impedía ingresar en la Marina. Era demasiado baja. “Hice trampa”, confiesa, sin ocultar su alegría. Dorothea se puso plantillas de cartón en los zapatos y extendió su cabello encima de su frente para parecer más alta. Entre los cometidos que se le adjudicaron en la Marina estaba enseñar a las tropas a comunicarse con señales ópticas y en código morse con los barcos.
Otra de sus misiones era ayudar a probar las plataformas Mulberry, puertos artificiales temporales construidos por los aliados, específicamente para el desembarco de Normandía, compuestos de elementos prefabricados en Reino Unido y transportados a las costas francesas.
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“Había hecho algo útil”
Pero Dorothea no sabía en ese momento para qué se utilizarían las estructuras. “Estaba estipulado que no podíamos hacer preguntas. Solo podíamos decir ‘Buenos días’”, explica. Solo después de la guerra se dio cuenta de que esas plataformas habían sido usadas en el desembarco de Normandía. “Me encantó. Pensé que había hecho algo útil”, afirma. Durante la guerra conoció a su marido Andrew, que estaba en la Royal Air Force, con el que tuvo dos hijas.
Dorothea, que es abuela y bisabuela, fue profesora de arte en una escuela primaria hasta su jubilación en los años 80. Andrew falleció en 2021, pero Dorothea no deja de hablar de él, todavía profundamente enamorada. Pocas cosas hacen borrar la sonrisa de la boca de Dorothea y una de ellas es la actualidad. “Nadie gana nunca una guerra”, dice, preocupada por el conflicto en Ucrania y por las tensiones en otras partes del mundo.
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Segunda Guerra Mundial: mujeres de la resistencia francesa se reúnen 80 años después
- Washington, Estados Unidos. AFP.
Apoyaron la resistencia francesa contra la ocupación nazi en sus años mozos y 80 años después de ser liberadas de un campo de concentración rememoraron viejos tiempos. “Me hace gracia verte”, dice Renée por videoconferencia a su amiga del otro lado del Atlántico. Renée Guette tiene 98 años. Su amiga, Andree Dupont, a la que llama Dédée, uno menos.
La última vez que se vieron fue en abril de 1945, durante la liberación de un centro de trabajo anexo al campo de concentración de Buchenwald, en Alemania, a donde habían sido deportadas en junio de 1944 por actos de resistencia contra el ocupante alemán. La primera vez que hablaron fue en abril.
“Renée, me conmueve mucho volver a verte”, dijo Dédée con voz temblorosa. “Te envío un fuerte beso, mi niña”, añadió lanzando un beso con la mano. “¿A ti también te vuelven (a la mente) los recuerdos?, preguntó Dédée a Renée, que vive en Estados Unidos desde los años 70. “¡Ay sí! Y eso que estoy lejos; no me lo quito de la cabeza. Hay demasiadas cosas que no podemos expresar”, contestó.
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Días antes de la celebración del 80º aniversario del Día de la Victoria en Europa, que marca el final de la Segunda Guerra Mundial en el continente, las mujeres compartieron su emotiva historia de sacrificio y sufrimiento. Ambas nacieron en 1927 y se criaron en pueblos franceses separados por unos 350 kilómetros.
Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la invasión de Francia por la Alemania nazi, las adolescentes de apenas 16 años se unieron a las redes de resistencia de sus pueblos en 1943. Dédée se convirtió en “oficial de enlace” transmitiendo mensajes -y a veces armas- a través de la región de la Sarthe (oeste) con su bicicleta. Era guapa y rubia, dos condiciones que se creían ideales para la labor.
Un día, recuerda, “llevaba una toalla con un revólver desmontado dentro, y sonreía al pasar junto a los alemanes”. Renée era una empleada de correos que pasaba de contrabando cupones de racionamiento y mensajes a los combatientes de la resistencia.
Deportadas
En abril de 1944, Dédée fue detenida junto con otros resistentes: 16 en total, incluidos su padre y su tía. “Estaba doblando la ropa hacia las 10 de la noche. Oí golpes en las puertas y supe enseguida lo que estaba pasando”, relató. Renée fue detenida cuatro días después por un agente francés de la Gestapo, la policía secreta de la Alemania nazi.
“Me dijo: ‘Así que una jovencita de buena familia se extravió’”, recuerda. “Y yo le contesté, para hacerle entender, que él también se extravió. Me dio una bofetada”. Las dos adolescentes se conocieron en una prisión de Romainville, cerca de París, donde se enteraron del desembarco. “¡Pensábamos que estábamos salvadas! Pero los alemanes nos necesitaban para trabajar en las fábricas de guerra”, explica Renée.
El 25 de junio de 1944, Renée Guette, con el número de prisionera 43.133, llegó al campo de trabajo “kommando HASAG-Leipzig”, en el mismo bloque que Dédée -número 41.129-, donde casi 5.000 mujeres habían sido deportadas para fabricar armas.
Recuerdan cómo trabajaban de noche, cómo usaban papel de periódico entre la ropa y la piel para protegerse del frío, del cabello infestado de piojos, de las palizas que daban los alemanes, de los cuerpos desnudos apilados de aquellas que no sobrevivían. “Realmente nos hicieron muchas maldades”, dice Renée. De su deportación conserva objetos fabricados en secreto: un broche de alambre y horquillas para el pelo.
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Hotel Lutetia
A mediados de abril de 1945, los nazis evacuaron el campo de Leipzig. Los deportados comenzaron las “marchas de la muerte”. Renée recuerda haber caminado durante días y noches, con los pies sangrando. Se alimentaba de semillas y patatas. Recuerda el Elba, en el que se lavó por primera vez en meses, y el silbido de una bala cerca de su oreja izquierda durante los enfrentamientos entre los “Boches”, término despectivo para los alemanes, y los estadounidenses.
Cuando llegó al hotel Lutetia, convertido en un centro de acogida en París para los exiliados de guerra, Dédée se reunió con su madre. Su padre, también deportado, sobrevivió, pero su tía murió gaseada. Renée tomó el tren de vuelta a Beffes. “Había soldados franceses, tenía miedo”, recuerda.
“Sabes, Dédée, cuando llegué, no estaba segura de estar en casa. ¿A ti también te pasó?” “Yo supe que había vuelto cuando vi el campanario de mi pueblo”, le respondió su amiga. Renée ya no viaja a Francia, pero le encantaría volver a ver a Dédée. “Un beso, Dédée, quizá nos veamos allí arriba”, dijo antes de colgar.
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Familia real británica celebra los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial
- Londres, Reino Unido. AFP.
Con un desfile militar, que contó con la presencia de la familia real, y fiestas populares, Reino Unido celebra desde ayer lunes los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, en un claro homenaje a los pocos veteranos supervivientes, que van desapareciendo. El desfile, con unos 1.300 miembros de las fuerzas armadas británicas, que sirvió de arranque a unas celebraciones que durarán cuatro días, contó con once soldados ucranianos y medio centenar de militares la OTAN.
Las celebraciones comenzaron con la lectura, por parte del actor Timothy Spall, de extractos de un discurso del entonces primer ministro británico, Winston Churchill, el 8 de mayo de 1945, día de la victoria. El rey Carlos III y su esposa Camila, además de los príncipes de Gales, Guillermo y Catalina, acompañados de sus tres hijos, siguieron el desfile desde una tribuna instalada cerca del Palacio de Buckingham.
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Balcón del Palacio de Buckingham
Carlos III y su hijo Guillermo, heredero de la corona, vestían uniformes militares, en una tribuna en la que también estaban el primer ministro, Keir Starmer, los príncipes Ana y Eduardo, hermanos del rey, y una veintena de excombatientes de la Segunda Guerra Mundial, muchos centenarios. Miles de personas se dieron cita para ver el desfile, que comenzó junto al Parlamento, para recorrer las calles colindantes al Palacio de Buckingham y Trafalgar Square.
“Ochenta años de paz y tranquilidad. No sé si entendemos lo que significa ese logro. ¿Dónde estaríamos sin ellos?”, afirmó a AFP Patrick Beacon, de 76 años, frente al Palacio de Buckingham, tras viajar desde Coventry (centro de Inglaterra). El monarca, de 76 años, que trata de recuperarse de un cáncer, apareció después, junto al resto de la familia real, en el balcón del Palacio de Buckingham, para observar el vuelo de aviones antiguos y modernos.
El 8 de mayo de 1945, desde ese balcón, el rey Jorge VI y la reina Isabel, saludaron junto a sus hijas Isabel y Margarita a miles de londinenses celebrando la victoria. Aquella noche, las dos princesas, de 19 y 14 años, se unirían, de incógnito, a la multitud. Isabel II, que sirvió durante la guerra como conductora y mecánica voluntaria, siendo ya reina describiría aquella noche como “una de las más memorables” de su vida.
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“Deuda de gratitud”
Después de la polémica entrevista del príncipe Enrique el viernes en BBC, en la que mostraba su deseo de reconciliarse con su padre, Carlos III, el Palacio de Buckingham hizo saber, según la prensa británica, que espera “que nada impida celebrar con entusiasmo esta valiosa victoria y esas almas valientes” que participaron en ella.
“Tenemos una deuda de gratitud con aquellos que estuvieron dispuestos a hacer un último sacrificio por nuestro país”, destacó Keir Starmer en X. El primer ministro se unió a las celebraciones organizando una fiesta en la calle, frente a su residencia oficial de Downing Street, en Londres, sirviendo comida y té a los invitados.
En otra recepción, en el Palacio de Buckingham, el rey homenajeó a unos cincuenta veteranos de guerra. El HMS Belfast, un buque de la Segunda Guerra Mundial, amarrado a orillas del Támesis, fue escenario de otra recepción. Los británicos también han sido invitados a participar en cientos de fiestas, picnics, exposiciones y conmemoraciones en todo el país.
“Es importante recordar a algunos de esos pobres diablos que no lograron salir con vida”, declaró Dennis Bishop, de 99 años, veterano de la Real Fuerza Aérea. El martes, la reina Camila irá a visitar en la Torre de Londres una instalación de unas 30.000 amapolas de cerámica, un símbolo en Reino Unido de las víctimas de las guerras.
Las celebraciones en Reino Unido concluirán el jueves con un acto en la abadía de Westminster, en presencia de la familia real, antes de un concierto en la gran plaza de Horse Guards Parade en Londres. Las celebraciones de este año toman una mayor dimensión porque “probablemente sea la última ocasión en que aún haya sobrevivientes” de esa época, estima el historiador Robert Hazell, del University College London.
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Muere último piloto británico que combatió a los nazis
- Londres, Reino Unido. AFP.
El último piloto superviviente de la Batalla de Inglaterra, en 1940, falleció a la edad de 105 años, anunció la Real Fuerza Aérea Británica (RAF), que describió su muerte como “el final de una era”. John “Paddy” Hemingway falleció el lunes, dijo la RAF en un comunicado.
Hemingway formaba parte de un grupo de pilotos conocidos como “The Few” (Los Pocos), término acuñado por Winston Churchill, primer ministro británico de la época. Estos pilotos fueron quienes participaron en la defensa aérea de Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial. Nacido en Dublín en 1919, Hemingway se unió a la RAF en 1938, un año antes de que estallara el conflicto en Europa.
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En 1940, durante la Batalla de Inglaterra, derribó un avión alemán de la Luftwaffe, pero su Hurricane fue alcanzado por disparos y tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia, según la RAF. El primer ministro Keir Starmer le rindió homenaje el martes, subrayando que “nunca se consideró un héroe”, sino “un hombre que simplemente hacía su trabajo, como tantos otros de su generación”.
“Su sentido del deber y del servicio garantizaron nuestra libertad y nunca los olvidaremos”, continuó el líder laborista. “Le debemos mucho a Paddy y a su generación por las libertades que disfrutamos hoy. Siempre recordaremos su valentía y sacrificio”, señaló también el martes el príncipe Guillermo, heredero al trono británico.