• Fotos: Gentileza

La joven actriz paraguaya se destaca en el filme dirigido por el director argentino Joaquín Pedretti, un largometraje de ficción basado en hechos reales que está ambientado en la revolución del 47, que fue estrenado el 19 de setiembre en la cartelera nacional. En este diálogo con La Nación del Finde, Salma habla de la experiencia de trabajo en este proyecto y del cine como experiencia comunitaria.

De niña encontró en la danza su primer espacio de sensibilidad y creatividad. Siempre alentada por sus padres, ella podía imaginarse jugando en aventuras y personajes que tomaban vida sobre escenarios y hasta en el cine.

Aquella niña entusiasta hoy comienza a llevar sus sueños al plano de la realidad y vive intensamente los primeros días de su debut cinematográfico. “Una sola primavera”, dirigida por el argentino Joaquín Pedretti, la tiene como actriz destacada, dándole vida a Chichí.

Con “Una sola primavera,” la intérprete se enfrenta a su mayor desafío hasta la fecha, llevando su talento a un nuevo nivel

Una trama basada en hechos reales de la historia paraguaya en el contexto de la revolución del 47 es la oportunidad actoral que tiene Salma para dar su primer gran salto profesional. El filme, que es una coproducción paraguayo-argentina, ya está en la cartelera local y se estrena en octubre en el vecino país. Vera habló con La Nación del Finde sobre su trabajo en “Una sola primavera”, su arribo a la actuación y cómo aborda su proyección en la industria.

–¿Cómo llegaste al arte y a la actuación en particular?

–El arte siempre estuvo en mi vida a través de la danza, pero fue el teatro musical el que me introdujo al mundo de la actuación. Desde el primer momento en que pisé el escenario y tuve que encarnar un personaje, supe que había encontrado una nueva pasión. Esa sed de aprender, de descubrir más sobre la actuación, creció en mí como un fuego. Me formé en teatro musical, pero el cine y la narrativa audiovisual comenzaron a llamarme con fuerza.

–¿Qué es lo que más te atrae de esta disciplina?

–Lo que más me cautiva de este lenguaje es la capacidad de unir lo visual, lo corporal y lo sonoro en una sola experiencia. Cada proyecto es una oportunidad para explorar nuevas formas de narrar, para encontrar belleza en lo cotidiano y profundizar en el alma de los personajes que interpreto. El cine, en particular, me enamoró por esa delicada combinación de poesía visual y narrativa emocional. Es un arte colaborativo en el que cada pieza, desde la actuación hasta la dirección de fotografía, juega un papel crucial en contar una historia que conecte con el público.

PERSPECTIVA

–Dentro del trabajo de actriz, ¿cuál es el momento que más te cuesta y cuál te apasiona más hoy en día?

–Lo que más me cuesta, sin duda, es memorizar los diálogos (risas). Es como un rompecabezas que parece no tener fin. A veces, siento que las palabras se me escapan, pero sé que la disciplina siempre me acompaña. Lo que más me apasiona es el poder que tiene la actuación para transformar no solo a los personajes, sino también a mí misma. Cada personaje que interpreto me enseña algo nuevo, me invita a ver el mundo desde otra perspectiva.

–¿Qué experiencias te marcaron en tu formación y/o tu carrera?

–Sin duda trabajar en “Una sola primavera” fue una experiencia transformadora, tanto a nivel personal como profesional. Fue una verdadera maestría de vida, donde aprendí muchísimo no solo sobre mi oficio, sino también sobre mí misma.

–¿Cómo llegaste a “Una sola primavera”?

–Fue poco antes de que la pandemia paralizara todo. Vi una gráfica en redes sociales, un llamado a casting abierto. Era el último día de convocatoria, pero me animé a mandar un mail a la producción diciendo “sé que estoy fuera de tiempo y que tengo más edad de lo que buscan, pero me encantaría hacer el casting”. Para mi sorpresa, me respondieron enseguida y me pidieron que fuera esa misma tarde.

“El cine, en particular, me enamoró por esa delicada combinación de poesía visual y narrativa emocional”, dice Salma

VÍNCULO PERSONAL

–¿Qué reflexiones te despertó el guion?

–Me permitió sumergirme en un capítulo de la historia de Paraguay que, aunque fue fundamental, a menudo ha sido olvidado o poco explorado. Lo que más me impactó fue el descubrimiento de que la historia estaba inspirada en hechos reales, en las vivencias de las abuelas del director. Saber que detrás del guion había un vínculo personal tan profundo me hizo conectar de manera inmediata con el proyecto. Me fascinó cómo el conflicto histórico refleja las luchas internas de estas jóvenes, que buscan emanciparse de formas de vida que ya no les sirven.

–¿Podrías hablarnos de tu papel y cómo lo trabajaste?

–Interpretar a Chichí fue un viaje fascinante porque es un personaje lleno de matices y contradicciones. Chichí es ingenua, pero al mismo tiempo usa una coraza de soberbia para protegerse de su vulnerabilidad. Esa lucha interna entre su necesidad de aceptación y su miedo a mostrarse tal cual es es lo que genera un conflicto constante con su hermana Nina, a quien en el fondo ama profundamente, pero con quien no sabe cómo conectar. Trabajé muy de cerca con Majo Cabrera, quien interpreta a Nina, mi hermana en la película. Fue esencial para nosotras construir una relación auténtica fuera del set para que esa complicidad y, al mismo tiempo, esa tensión que existe entre nuestros personajes se sintiera real.

Majo Cabrera (izq.) le da vida a Nina, y Salma a Chichí, en “Una sola primavera”

–¿Qué fue lo que más te marcó o sorprendió durante el rodaje?

–Lo que más me impactó fue el trabajo colaborativo. Este proyecto se filmó en medio de la pandemia, un contexto que ya de por sí traía desafíos enormes. Pero lo que me sorprendió gratamente fue cómo, a pesar de las dificultades, el espíritu de cooperación y cocreación nunca decayó. Al contrario, siento que esa adversidad nos unió más y nos impulsó a crear algo verdaderamente especial. La película fue una coproducción entre Argentina y Paraguay, y en cada etapa del proceso sentí que estábamos construyendo algo que iba más allá de una simple película. Era un puente entre dos culturas, una conversación entre dos países y eso hizo que el proyecto tuviera una profundidad mayor. Me di cuenta de que el cine tiene una fuerza transformadora cuando se realiza en conjunto.

COEXISTENCIA ENTRE DOS FORMATOS

¿Cómo ves el momento del cine de la región en el contexto de las plataformas como formas de distribución?

–Creo que el cine de nuestra región está viviendo un momento de transformación muy interesante. Las plataformas digitales han abierto puertas que antes parecían difíciles de cruzar, ofreciendo la oportunidad de llegar a audiencias globales de una manera mucho más accesible y directa. Para los creadores de contenido de América Latina, esto significa que nuestras historias, con nuestras particularidades y voces únicas, pueden ser vistas en cualquier rincón del mundo, lo cual es increíble. También considero importante encontrar un equilibrio. Si bien las plataformas brindan muchas posibilidades, siento que no debemos perder de vista la experiencia del cine tradicional. Las salas de cine siguen siendo ese espacio mágico donde la comunidad se reúne para compartir una historia. Son dos formatos que pueden coexistir y complementarse y lo que necesitamos es seguir explorando cómo aprovechar lo mejor de ambos mundos.

“Esa sed de aprender, de descubrir más sobre la actuación, creció en mí como un fuego”, afirma



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