Está comprobado que todo lo que nos rodea dentro del hogar tiene un impacto en nuestro bienestar por eso es importante buscar generar emociones positivas a través de los espacios.

No hay nada más agradable que lle­gar a casa después de un día agitado y sentir pla­cer, alegría y confort. Cada uno de los objetos que se encuen­tran dentro son un reflejo de nuestra personalidad, desde los muebles, adornos y colo­res, por eso –con las pautas correctas– podemos hacer de nuestro hogar un lugar seguro y positivo.

La decoración emocional se trata de una disciplina que busca beneficiar la salud física y emocional, para ello, se fun­damenta en la relación que existe entre la psicología y los espacios que habitamos.

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“La psicología y la arquitectura son dos ciencias que siempre van de la mano, con relación al tema del interiorismo. El diseño es muy importante para promo­ver, desarrollar o influenciar en el buen ánimo de las personas”, afirma un estudio de la Univer­sidad de las Ciencias y Artes de América Latina.

La decoración emocional se trata de una disciplina que busca beneficiar la salud física y emocional, para ello, se fundamenta en la relación que existe entre la psicología y los espacios que habitamos.

CÓMO LOGRARLO

Lo primero que hay que tener en cuenta es que este tipo de decoración no tiene un estilo marcado, pero sí existen algunas pautas dichas por los especialistas en inte­riorismo. Para empezar, hay que conec­tar con lo que cada espacio transmite; un buen ejercicio es observar cada habitación del hogar y percibir si se tienen emociones positivas o negativas.

- Emociones positivas: Rodéate de cosas que ames y que te recuerden a esas cosas que amas. Por ejemplo: si las plantas te hacen sentir bien, animate a espacios sel­váticos. Si te gusta el arte, busca las piezas que más te generen emociones positivas. Esto ya es a preferencia y gustos personales.

- Antes de sumar, restar: Los japoneses lo llaman Oosouji y lo practican una vez al año. La idea es hacer una limpieza pro­funda y vaciar los espacios de todo aque­llo que esté viejo, estropeado o que ya no te genera nada.

- Espacios personales: Si vivís acompañada, lo ideal es que –dentro de lo posible– cada miembro del hogar tenga un espacio per­sonal y las habitaciones estén lo más en equilibrio posible.

- Colores: En esto de la decoración emocio­nal también entra en juego la psicología del color o cromoterapia. Nuestras preferen­cias en colores dicen mucho de nuestras emociones. No se trata tanto de escoger un color que nos relaje si somos mucho más activos. Todo lo contrario, dejemos que los colores hablen de nosotros. Una persona tranquila a la que le gusta estar en paz optará por azules, mientras que una per­sona más activa quizá se sienta más cómoda con amarillos, naranjas, etc…

- Iluminación: Las luces frías pueden pare­cer más realistas y naturales, pero no siem­pre es lo mejor para interiores. Puede crear espacios despersonalizados y un poco tris­tes. No hace falta cambiar toda la ilumina­ción de la casa, pero si algunas bombillas van a hacer la diferencia.

- Reciclá: No siempre se cuenta con la posi­bilidad de hacer reformas o cambios de mobiliarios, por eso, anímate a crear. Desde pintar muebles en los colores que más te gustan, retapizar sillas, teñir cortinas, dale riendas sueltas a tu imaginación.

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