Los caballos y su nobleza y energía son más que conocidos, pero cuando esas cualidades son utilizadas para realizar terapia a niños y niñas de todas las edades con discapacidad los resultados son positivos y sorprendentes.

  • Por Rocío Gómez
  • Corresponsal en Itapúa
  • Fotos: Rocío Gómez

Se destacan por su fuerza y energía, pero también por su compañerismo. Los caballos están cambiando la vida de personas con discapacidad en Itapúa gracias a la equinote­rapia, aplicada por un militar retirado que dedicó su vida a entrenar a 5 potros y yeguas, con cariño y paciencia. Una de esos pacientes es Areli, una pequeña de 3 años, que con­tra todo pronóstico, aprendió a caminar con su compañera de cuatro patas, Luna.

CONTRA TODO PRONÓSTICO

Areli Gómez tiene ahora 3 años. Nació prematura con 31 semanas y sufrió una parálisis cere­bral que ocasionó rigidez en sus miembros inferiores. Su pro­nóstico: incapacidad para cami­nar, a lo sumo, un par de pasos con muchísima dificultad. La mamá, Gabriela Houwtae, se negó a aceptar este pronóstico y comenzó la incansable bús­queda de terapias que ayuden a caminar a su pequeña.

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Probó fisioterapia, estimu­lación, masajes, pero aún no veía avances. Areli seguía cre­ciendo y estaba por llegar a los 2 años sin lograr el equilibrio que tanto necesitaba para aprender a caminar. Un neu­rólogo y un ortopedista coin­cidieron en que era normal que no aprendiera por su condi­ción, pero Gabriela no desis­tía en su lucha por encontrar la forma de que su hija apren­diera a caminar.

Un día, conversando en su iglesia local, se enteró de que daban sesiones de terapia con caballos en el Colegio Militar de Sub Oficiales en San Juan del Paraná. Consiguió el con­tacto y no perdieron tiempo, a los pocos días Areli conoció a Luna, una yegua de 8 años, que se convirtió en su primera mejor amiga. “En poco tiempo vimos esa conexión que tiene con el caballo, esa seguridad que le da el caballo de moverse sobre su espalda sin miedo”, asegura emocionada la mamá. De pasar a no moverse ni lograr ningún ejercicio sobre la pelota de terapia, Areli se acostaba, paraba y movía libremente mientras montaba a Luna.

La yegua ayudó a la niña de 3 años a confiar en sí misma, a tener equilibrio, a perder la ansiedad y a no temer a las per­sonas. Tras un par de meses de terapia, sucedió lo que tanto esperaban: ¡Areli comenzó a dar sus primeros pasos!

EL PEDIDO DE UNA MADRE

“Viajábamos tres veces a la semana desde Fram, que son casi 100 kms ida y vuelta. Invertíamos G.1.800.000 por mes, incluyendo el combus­tible, para lograr 12 sesiones de equinoterapia”, comparte la mamá de Areli. Su familia tiene un hospedaje en Fram y un local de venta de comidas rápidas, pero no escatimaron en gastos a la hora de ayudar a caminar a la hija. “Los caba­llitos ayudan no solo a la parte física, sino también emocional. Gracias a esta terapia logramos que ella pueda caminar y que le pierda el miedo a las personas. Hoy socializa como cual­quier niña de 3 años”, indica con lágrimas en los ojos. Mien­tras ella conversa con noso­tros, Areli camina sobre el pasto del club ecuestre, sin miedo a caer, confiada en saber volver a levantarse y continuar la marcha.

Gabriela tiene un pedido muy especial, “Nos gustaría que el Gobierno nos ayude a las fami­lias que necesitamos esta tera­pia. Muchos niños y adultos podrían cambiar su vida si se invierte en un lugar donde el profe Víctor pueda trabajar. Sabemos que no somos los únicos con una hija con dis­capacidad.”

En Paraguay, el 11,6% de la población sufre algún tipo de discapacidad, según el censo del 2012. Mientras que en Itapúa hay 3.590 personas con discapacidad, registradas por la Secretaría Departamental de las Personas con Discapa­cidad de la Gobernación.

EL ÚNICO CENTRO EN ITAPÚA

La única persona que reali­zaba equinoterapia en todo el departamento de Itapúa es el profesor Víctor Pereira, sub­oficial principal de caballería en situación de retiro. Tenía 15 pacientes de varios distritos, algunos como María Auxilia­dora, Fram, Coronel Bogado y otros barrios de Encarna­ción. Actualmente, se dedica a impartir clases de equita­ción, y está buscando un lugar donde realizar terapia con sus 5 caballos.

“Inicié la equinoterapia en Itapúa hace 8 años en el Cole­gio Militar de Sub Oficiales (Comisoe)”, dice el profesor Víctor Pereira. Estudió en la Escuela de Equitación Militar en 1992, que incluía la equi­noterapia. “De ahí fui experi­mentando ciertas técnicas que fueron muy beneficiosas para los pacientes, y continué agre­gando más ejercicios hasta hoy. “Se trata de una terapia alternativa donde se utiliza el movimiento del caballo para tratar de compensar los movi­mientos de las personas, como lograr el equilibrio ante todo tipo de problemas que tengan los pacientes”. Se monta con una montura de tela que per­mite sentir los latidos, movi­miento y calor del caballo.

A través de los años, muchos pacientes interesados llegaron a utilizar el servicio, con una variedad bastante amplia de discapacidades, tanto proble­mas neurológicos como falta de motricidad. Los pacien­tes practican movimientos sobre la espalda del caballo en movimiento, como acostarse y pararse. Se ajustan los ejerci­cios al problema con el que se lucha. “Ayudamos a mover los músculos con el movimiento del caballo, utilizando el movi­miento tridimensional del caballo en su andar”. El obje­tivo principal es que el jinete se sienta independiente, y relajar todas las parte del cuerpo para aprender a moverlas.

En Paraguay, el 11,6% de la población sufre algún tipo de discapacidad, mientras que en Itapúa hay 3.590 personas con discapacidad registradas por la Secretaría Departamental de la Gobernación”.

El profesor Víctor Pereira, suboficial de caballería ahora retirado era el único que realizaba equinoterapia en Itapúa y tenía 15 pacientes de varios distritos . Hoy buscan un espacio donde pequeños como Areli (3) puedan recibir la terapia”.

POTRILLOS Y POTRANCAS

Para ser aptos y ayudar a personas con discapacidad, los caballos deben ser entrenados desde los pocos meses de nacidos. El militar retirado experto en caballería, profesor Víctor Pereira, compró y entrenó a sus 5 caballos desde potrillos y potrancas para que se conviertan en compañeros confiables. Ellos son : Luna, una yegua joven de 8 años. Negro de 12 años, La Negra de 10 años y Estrella de 5 años, que es la más joven que se está formando. “También tenía a Lindo, que era mi caballo favorito de la equinotera­pia. Llegó a vivir 18 años. Los chicos se encariñaron mucho con Lindo pero tuvo un percance y murió”, comenta el entrenador .

NOBLE Y TRANQUILO

Personas de todas las edades y condiciones se benefician del trabajo con caballos.

El caballo debe ser noble, tranquilo, ya que ellos captan todo lo que sienten los jinetes. Es así que se crea una conexión única, en la que cada paciente tiene sus sesiones siempre con el mismo caballo. No se puede estar utilizando estos caballos entrenados de equinoterapia para otro tipo de labores. “Pue­den vivir hasta los 30 años si se los cuida bien. Es comprar, formarlos y darles cariño, más allá de la raza”. Además, es importante que el caballo sea exclusivo para la terapia. Según Pereira, no existe gran cantidad de razas de caballos para elegir. Todo se reduce a entrenarlos y elegir a los más aptos. Cuarto de milla y razas criollas son las razas que se utilizan, y desde los 8 años es la edad ideal para comenzar a trabajar en terapia.

BUSCAN PREDIO PARA TERAPIA

Cuando Víctor era militar, se ocupaba tanto de la equitación como de la terapia con caballos. Desde que se jubiló en el 2021, se dedica exclusivamente a la equitación en un club ecuestre privado.

“Ahora estoy sin predio, ya que me jubilé y retiré del Comisoe. En este club ecuestre donde enseño equitación, estamos con la idea de empezar quizá el próximo año la equinoterapia”, señala.

El costo es a determinar, un vez que se habilite un predio adecuado. Anteriormente, cada sesión costaba Gs 60.000 y duraba 45 a 50 minutos. Lo ideal es que se practique 3 veces a la semana para ver avances pronto.

Con la esperanza de conseguir un lugar donde realizar esta importantísima terapia que cambia vidas, Víctor Pereira pone a conocimiento de la ciudadanía su situación. Su contacto es el (0981) 702-011.

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