Se trata de un plan de alimentación que alterna entre ayunar y comer en un horario regular, tanto para controlar el peso como para revertir enfermedades, pero, ¿es bueno para la salud y cómo se hace? Una experta en nutrición nos orienta.

Esta estrategia nutri­cional lleva por nombre fasting, que traducido al español signi­fica “ayuno”; sin embargo, popularmente se conoce como “ayuno intermitente”, siendo su expresión com­pleta en inglés intermittent fasting.

La nutricionista y antro­pometrista certificada Olga Peralta explicó que consiste en abstenerse voluntariamente de inge­rir alimentos sólidos por un tiempo determinado, es decir, se intercalan los horarios en los que sí se consumen ciertos alimen­tos y otros en los que no. “Durante la ingesta de alimentos debe­mos asegurarnos de que los mismos contengan no solo las calorías nece­sarias para afron­tar las actividades cotidianas, sino también los nutrientes requeridos para mantener un cuerpo sano”, puntualizó en con­versación con VOS.

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Olga Peralta, nutricionista y antropometrista.

Los alimentos que se ingie­ran por medio de este plan de alimentación deben ser de calidad nutricional, por eso resulta imprescindible la ayuda de un profe­sional, ya que se hace el cálculo de las necesidades energéticas y nutricionales de cada paciente. También se planifican las comidas que pueden ser realizadas en el lapso de ingesta a fin de adecuarlas en función a los objetivos que se tengan, sea para descenso de peso o mejorar los indicadores de salud como la diabetes y cardiopatías, señaló.

Peralta, quien también es especialista en alimentos y obesidad, destacó que el agua y ciertas bebidas como el té y café no interrumpen el ayuno, por lo que pueden ser consumidos siempre y cuando no se les agregue azúcar ni otros productos que puedan representar un aporte calórico, como cre­mas, aditivos grasosos u otros que requieran un pro­ceso de digestión, por ejem­plo edulcorantes.

DESCENSO DE PESO

Entre sus beneficios men­cionó que contribuye al des­censo de peso, ya que cuando uno tiene un ayuno supe­rior a 6 horas el organismo empieza a utilizar las reser­vas energéticas almacenadas como glucógeno en el hígado y el músculo, pero cuando la abstinencia es de entre 12 y 16 horas el organismo recu­rre a los depósitos de grasa para utilizarlos como fuente de energía.

“Esto no solo ayuda a adelga­zar o a evitar la obesidad, tam­bién puede prevenir o mejo­rar la condición de pacientes afectados por enfermedades tales como la diabetes tipo II, ya que al ayunar mejora la sensibilidad de la insulina, hipertensión arterial, la arte­riopatía coronaria y ayuda a combatir el estrés oxidativo, incluso hasta mejora el micro­biota intestinal”, explicó.

Los alimentos que se ingieran por medio de este plan de alimentación deben ser de calidad nutricional, por eso resulta imprescindible la ayuda de un profesional, ya que se hace el cálculo de las necesidades energéticas y nutricionales de cada paciente.

PARA UN FASTING EXITOSO

Para aplicar el ayuno intermitente como plan de alimentación se debe intercalar un lapso de 8 horas de dieta equilibrada y variada, que sea rica en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos y proteínas de origen vegetal y animal; y 16 horas de ayuno donde no se consume ningún alimento sólido, según indicó la nutricionista Olga Peralta.

Por ejemplo, se puede realizar la cena temprano, alrede­dor de las 18 horas y luego iniciar el período de 16 horas sin ingerir alimentos, para interrumpirlo con un desa­yuno a las 10 horas del día siguiente. “Si las 16 horas de ayuno parecen muy desafiantes o directamente resultan imposibles, una opción es iniciar con 12 horas de ayuno e ir aumentando progresivamente hasta alcanzar las 16 horas usualmente utilizadas”, detalló.

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EFECTOS SECUNDARIOS

La especialista afirma que es recomendable toda vez que se realice de forma con­trolada y bajo la supervisión de un profesional de la nutrición, ya que si se hace sin asesoramiento médico pueden presentarse errores en cuanto al aporte calórico y nutri­cional. “Aquí hablamos tanto de micro como de macronutrientes. Puede provocarse una deficiencia nutricional en micronutrientes como el magnesio, lo que causará otros incon­venientes a mediano o largo plazo. A su vez puede generar una deficiencia nutricional en macronutrientes, como los carbohidratos, la grasa o la proteína, dado que las proporcio­nes de los mismos deben ser determinadas en función a las actividades de cada paciente”, indicó.

Sostuvo que se deben considerar otros aspectos que exceden lo puramente fisio­lógico. En el caso de los pacientes que sufren ansiedad, su condición puede verse empeorada porque el ayuno puede representar un estrés, por ende, puede resultar ansiógeno, es decir, le genera aún más ansiedad. Algunos efectos secundarios que se pueden presentar son mareos o sensación de falta de energía, dependiendo del organismo de cada persona.

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