Romi Roura y Beto Giubi nos abren la puerta de su casa para probar nuevas recetas con productos locales. Definen a su cocina como “dinámica” porque siempre está en movimiento: probando nuevos ingredientes y creando platos para nutrir y cambiar la carta.

Quienes se animen a conocer Óga deben saber que es un res­taurante descontracturado: es hogareño y acogedor desde su arquitectura misma, ambientado con artesanía, con mozos que visten con el delantal de la casa y no usan uniforme, y la comida: que nos transmite esa sensación reconfortante de comer en casa.

Con la diferencia de que, claro, difícilmente a uno se le ocurría preparar esas recetas en el día a día, y ahí están Beto y Romi con su equipo hacién­donos el favor de sacarlas a la luz y usando su creatividad para combinar ingredientes y crear platos tan deliciosos.

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Romi supo desde que terminó el colegio que quería cocinar toda la vida y a Beto la cocina lo encontró cuando trabajaba en una financiera, y quiso ale­jarse del entorno corporativo para apostar a uno más crea­tivo y menos formal. Así que todo eso se fusiona en Óga: la pasión por la cocina y darle rienda suelta a la creatividad.

Coincidieron laboralmente en Pakuri, y desde allí supieron que querían tener un local propio para incursionar en la escena gastronómica. Abrie­ron su restaurante en enero del 2020 y en marzo los sor­prendió la pandemia. Estuvie­ron trabajando con la modali­dad de delivery los siguientes meses y cuando se pudo rea­brir con las nuevas medidas sanitarias, lo hicieron.

¿QUÉ PROBAR?

Y si bien el menú va cam­biando de acuerdo a la esta­ción de las frutas, verduras y demás productos en nues­tro país, te contamos lo que probamos para que también te animes a salir de lo cono­cido y amplíes tu horizonte gastronómico.

1) Lechón chyryry: lechón de Porkus con mandioca tierna, mayonesa de ajo casera y limón. Un plato que queda plasmado en la memo­ria. Si está disponible, tenés que pedirlo.

2) Itaju: “Color amarillo naranja que evoca el oro”. El trago de ginebra nacio­nal, licor de naranja, limón y miel de caña. No lleva hielo y es ideal para los días frescos, ya que calienta el cuerpo. Está decorado con florecitas de botón de oro.

3) Ñoquis de mandioca: con pesto cremoso de alba­haca, espárragos grillados y crocante de miga. Una com­binación ideal para que todas esas texturas exploten de éxtasis en el paladar.

4) Rodajas de pomelo con helado de crema y crocante de miel: pomelo macerado en miel de abeja y eucalipto de hojas redon­das. El amargo del pomelo, el dulce del almíbar y la miel, combinado con lo fresco del eucalipto y el helado de crema; es sim­plemente una experiencia para volver a repetir.

Óga es pet friendly, y de hecho tienen comensales que piden en su reserva espe­cíficamente en el sofá amplio con el gato de la casa pre­sente para mimarlo. Cuen­tan con mesas en el interior y en el patio, además de una chimenea que se enciende cuando las bajas tempera­turas lo ameritan, lo cual suma al ambiente román­tico y de luz tenue que se vive a la noche.

Como para Romi y Beto la cocina se trata de no seguir reglas, son ellos mismos los primeros que no quieren abu­rrirse con su menú y siempre están creando nuevas experien­cias, y a eso también se suman las actividades que organizan para fechas especiales.

Toda esa información sobre las nuevas ideas y los platos la pueden seguir desde el perfil de Óga en Instagram como: @oga.paraguay. Y en el link de la biografía también van a encontrar cómo hacer las reservas, ya que tienen espa­cio limitado y prefieren que nadie se quede afuera espe­rando. Abre de martes a sábado de 19:30 a 23:30.

Óga es de las propuestas gas­tronómicas nuevas –ya que con la pandemia no se pudie­ron dar a conocer tan rápido– que se deben probar. Apuesta a un público joven que quiere salir de lo convencional y está ávido de descubrir nuevas experiencias culinarias.

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