En tiempos de coronavirus, el cuidado de la salud se vuelve uno de los principales desafíos de cada persona. El aspecto respiratorio está en juego y evitar un simple resfrío es un reto casi extremo.

Eso lo puede confirmar la icónica Rossana Cristaldo, quien hace 16 años fuera víctima del incendio del supermercado Ycuá Bolaños, en un trágico domingo de agosto del 2004. A una década y media de aquel infausto acontecimiento, ella ya no recuerda con dolor el suceso que se llevó a más de cuatrocientas personas.

Superó la dura etapa de transición que significó el renacer en vida junto con sus padres, quienes fueron testigos de cómo la muerte batalló a brazo partido para vencer la pulseada, que finalmente ganó Rossana. Derrotó a la muerte y los recuerdos de la tragedia quedaron atrás.

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Pero surgió en la vida del ser humano una nueva batalla a librar: el coronavirus. Un enemigo oculto que está al acecho y que pegó a casi diez millones de personas en el mundo.

El nuevo huésped y el reverdecer de viejos miedos

En la historia de la humanidad, varias enfermedades llamadas pestes han sido superadas al punto de que hoy conviven entre las personas de manera inofensiva.

Como el coronavirus, la gripe fue mortal en sus inicios hace un montón de décadas atrás pero con remedios naturales hoy se lo combate y se lo cura. Nadie lo puede saber, pero tal vez ese sea el destino del COVID-19, que entró por la puerta grande acechando con todo.

Rossana Cristaldo contó al Diario HOY que al tratarse de un enemigo que ataca al sistema respiratorio, el miedo de alguna manera golpeó a su puerta.

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“Quedé con los pulmones afectados por la inhalación de mucho humo en el incendio. Yo vivo normalmente, trabajo, me relaciono con personas pero cuando comenzó la pandemia, en cierto modo me entró el miedo”, admitió.

Ante la mirada de su padre Germán, celoso custodio quien la acompaña a todos lados, Rossana explicó que tras superar el trance que le costó 118 operaciones, igualmente quedaron pequeñas secuelas.

“Mucho no me puedo exponer a temperaturas altas porque la piel quedó sensible, mi tráquea quedó dañada y la protección es con mascarillas sí o si ahora con el coronavirus”, relató.

Allí interviene su padre, quien añade que “Rossana quedó con una fortaleza sorprendente mentalmente”, pero manifiesta que a veces eso la traiciona y por momentos olvida que debe tomar hasta las más mínimas precauciones.

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“Solemos recordarle que no se descuide. Sobre todo estando entre gente porque el ambiente afuera no es el más conveniente para ella”, dijo en referencia al smog, la contaminación ambiental y las constantes quemazones que envuelven en nubes tóxicas a la ciudad y sus alrededores y que constituyen en “aliados” perfectos para que el nuevo escenario adquiera un matiz mucho más tétrico, asociado al miedo generalizado habiente.

Cómo convivir con un enemigo

En todo momento, Rossana dijo que “desarrollo mi vida con absoluta normalidad”, sin embargo, ante cambios climáticos mínimos, la opción primordial es el encierro en la casa.

Debe evitar la exposición a la polvareda, mucho más ahora que el coronavirus es una enfermedad virósica que tiene al mundo entero con los ojos vendados y posee una transmisibilidad sumamente sensible.

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Evitando las exposiciones minimizará posibles congestiones que desembocarían en un aislamiento obligatorio hasta determinar si se trata o no de la nueva enfermedad.

Contó también que sigue sus tratamientos en Buenos Aires, pero que hace unos meses se le imposibilita el viaje para controles de rutina debido a que las fronteras están cerradas. “Argentina es como mi segunda casa”, afirmó en cuanto al cuidado que le dieron para que renazca plenamente.

De hecho, a pesar de las cirugías, Rossana ni parece haber pasado por el rigor de un incendio tan voraz como el del 1 de agosto del 2004. Luce espléndida a sus 35 años.

Sobre el miedo que causa el COVID-19, Rossana comentó que “me viene a la memoria cuando me llevaron de urgencia a Buenos Aires”. “Allí me entubaron unos quince días y por ende sé lo que se sufre estando conectado a un respirador”, recordó.

Eso lo mencionó en referencia a casos graves de COVID que ameritan el respaldo de ventiladores artificiales, los que actualmente no hay suficientes en Paraguay para eventuales complicaciones de pacientes.

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Mucho líquido, buena alimentación

Rossana se cuida con una dieta normal pero el consumo de líquido es vital. En su momento fue una de las más representativas figuras del incendio del supermercado y con todas las dificultades culminó exitosamente su carrera de Administración de Empresas en la UNA.

Fue objeto de varias distinciones y reconocimientos por su gran capacidad de recuperación y a pesar de que actualmente desarrolla una actividad normal como cualquier otra persona, la pandemia emerge como un reto que lo debe sortear con la misma valentía con la que superó el centenar de cirugías.

“Superé aquello. Sobre todo por la contención emocional y espiritual que tuve. Cuando ocurrió el incendio dejé que Dios disponga de mi vida”, recordó, mientras su padre la escuchaba y recreaba con coraje duros momentos de prueba.

Y tiene tanta fortaleza que teniendo posibilidades de regular, no lo hace. “Me cuido bastante bien, mi papá me acompaña siempre y atiende que no me falte nada”, sostiene.

En definitivas, aquella batalla quedó atrás. Ahora el escenario es distinto pero implica cuidados más estrictos, los que reconoce que debe cumplirlos. No obstante, ella es un ejemplo de vida. Una muestra de que para tener una nueva oportunidad necesitó perder mucha plata, pero ganó vida, la que no tiene precio alguno.

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