• Toni Roberto
  • tonirobertogodoy@gmail.com

Este domingo, Toni Roberto cuenta la historia de convicción e ideales de un militar institucionalista contada en sus memorias y la abnegación de su esposa.

Puede ser que estas líneas que hoy escribo sean demasiado familiares, pero si no lo hago será traicionarme a mí mismo y a la memoria de mi tío abuelo el capitán Federico Figueredo.

Eran las diez y media en punto de la mañana, entre el fuerte viento y el sol del sábado se presentaba el libro “Doña Ángela, una historia de fe”, con el sello de la editorial El Lector. Ahí recordaba sentado pasajes de mi niñez en aquel “templo del trabajo”, donde ancló el capitán y doña Ángela “Pochocha” Nicora, ya en la década del 50.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Recuerdo aún, como primer sobrino nieto, entre el ordeñe de las vacas en aquellos años 70 el paso de algún vecino pidiéndole permiso al capitán atravesar su propiedad para llegar por el hermoso sendero arbolado hasta la Ruta 1, km 57,5 de la legendaria Yaguarón y tomar un ómnibus a la capital.

Icónica foto. El capitán Federico Figueredo. Yaguarón, c.1980

EL EXILIO

Esta historia de la convicción de los ideales de un militar institucionalista conoció de sacrificios y la abnegación de “Pochocha”, su esposa. Al leer pasajes de esta historia se me llenan los ojos de lágrimas el enterarme detalles que no conocía en esta segunda parte del libro que empezó con una primera publicación a principios de los años 2000, sobre las memorias del capitán Figueredo.

En un apartado leo: “De milagro pudo sortear a la guardia urbana distribuida por varias esquinas asuncenas y con sus últimas fuerzas llegó a la Embajada del Brasil. Luego de trepar la muralla, cayó dentro de la sede diplomática, rendido y ya sin fuerzas”.

Dicen que hay frases que lo dicen todo y esta es un ejemplo; cómo se puede luchar por los ideales hasta el último segundo de la vida. Federico Figueredo, que llegó a capitán de caballería, sufrió el exilio y la separación de su familia con hijos pequeños.

EL REGRESO

Después de unos años en 1950, por un salvoconducto que consiguió su cuñado mi abuelo materno el Cnel. Manuel Godoy, en ese momento intendente del Colegio Militar, solicitado al mismísimo presidente Federico Chaves, logró volver a su tierra desde la siempre solidaria Clorinda, desde donde miraba Asunción tan cercana y tan lejana por aquello del exilio, ya que la condición era residir en un punto del interior del país.

EL ESFUERZO

A partir de ahí empezó el operativo retorno, viniendo desde Comandante Fontana en la provincia de Formosa con sus carros, bueyes y pertenencias de vuelta de aquella injusta situación, cruzando parte del territorio paraguayo hasta llegar al histórico Cerro León, donde empezó con la frente en alto una vida nueva junto a Pochocha Nicora e hijos, donde el mayor capital era el trabajo de sol a sol, llegando después de décadas a la industrialización de la leche y a lo que es hoy Agroindustrial Guarapi.

UN COMPROMISO SOCIAL

Sirva esta historia para aquellos que creen que el futuro se forja desde un ordenador, sin mucho esfuerzo, en una sociedad mediática donde el “fast food” es la regla y poseer es solo cuestión de hacer dinero con publicaciones de un minuto veinte.

Este libro de 136 páginas tal vez pueda servir para encontrar respuestas de cómo triunfar de manera sólida con base en el sacrificio y a no renunciar a las convicciones. No es solo una historia, es una epopeya personal que sirve como educación del pasado para el presente y el futuro, es también construir con compromiso social

Déjanos tus comentarios en Voiz