La cantante y compositora Lizza Bogado se encuentra promocionando su último material discográfico, “Laboratorio del alma”, al tiempo que se apresta a llevar adelante varios proyectos este 2025 en el marco del año de la guarania, una celebración de la que afirma no puede permitirse estar ausente.

  • Por Jimmi Peralta
  • Fotos Gentileza

La música es una manifestación que se expresa, sea por el propio soporte tecnológico y la técnica o por las sensacio­nes e ideas humanas, de dis­tintas formas con el paso del tiempo. Es así que el cambio de sonoridades, de lenguaje, de la función social que cum­plen las melodías en la coti­dianeidad se transforman con los músicos. Por ello, una sociedad dinámica también tiene en movimiento a sus músicos y eso se registra con más claridad en los artistas de amplia trayectoria.

En este sentido, Lizza Bogado es una cantante y compositora con más de 40 años de trayectoria y en su trabajo se encuentran hilos conductores que marcan la temática y el gesto cele­brante al cantar.

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No obstante, su trabajo tam­bién marca movimiento y, con cada vez mayor prepon­derancia de su rol creador, se acompaña de jóvenes ins­trumentistas que renuevan la propuesta de la música tradi­cional paraguaya.

Actualmente, la artista viene promocionando su último disco, “Laboratorio del alma” (2024), y en simultáneo está registrando en estudio nue­vos temas para su próximo álbum, enfocado en la gua­rania.

Lizza habló con El Gran Domingo de La Nación sobre su último disco, la línea temática de sus composiciones, el aire juvenil de sus temas y los proyectos para este 2025.

–Estás trabajando nuevas grabaciones actualmente, ¿qué venís haciendo y cuál es el norte de eso?

–En este momento estoy apasionadamente promo­cionando mi “Laboratorio del alma”, intentando a la vez entender a profundidad la temática de la música en plataformas. Yo vengo de un mundo musical muy dife­rente al actual. Es la primera vez que lanzo un álbum que no puedo tenerlo en formato físico, una aventura intere­sante. También elaborando lo que deseo sea mi homenaje a la guarania y a su creador en este centenario. No puedo permitirme estar ausente, así que ya de a poco estoy traba­jando en un álbum con invi­tados queridos, temas nue­vos y otros rescatados del baúl del olvido, dándoles un aire nuevo para traerlos de regreso al presente. Este año verá la luz seguro, Dios mediante.

AMOR ROMÁNTICO

–¿Qué lugar tiene en tus cajones de sensaciones ins­piradoras el amor román­tico? ¿Cuánto te lo permitís?

–El amor romántico siempre está presente en mi vida. Soy una romántica impenitente. Tengo canciones de amor y desamor. Ojalá la gente se anime a conocerme más a través de mis composiciones, como “Gracias”, “Ay, amor”, “A dónde fue el amor”, “Dame una mirada”, “Quiero hacerte feliz” o “Detener el tiempo”, por citar algunas.

–Hay una narrativa crí­tica y al mismo tiempo esperanzadora en cancio­nes como “Crecer y vence”. ¿Cómo se cruzan estos uni­versos?

–Vengo de una familia que fue perseguida por la dictadura, del lado de mi madre por ser liberal y de mi padre por no apostar a ningún partido político. Mi papá creía más en la fuerza del trabajo honesto que en la política partidaria. La injusticia es un bocado tan amargo que es una tor­tura deglutirlo. La viví tam­bién en carne propia cuando mi esposo fue llevado inco­municado, estando yo con 7 meses de embarazo y dos hijos pequeños que necesi­taban a su madre. Durante una semana fui todos los días al Ministerio del Interior a preguntar cuál era el motivo de la detención de Benjamín, solo recibí humillaciones en vez de explicaciones por este atropello a su derecho a la libertad. La vida me ha mol­deado y me hizo rebelde con­tra todo lo que es injusto. Eso se refleja en mis obras, que son historias propias y de per­sonas que me inspiraron para contarlas con canciones.

LA GUARANIA

–¿Cómo pensás que la guarania irá tomando la agenda en los siguientes meses y qué lugar tendrá en tu repertorio este año?

–Todos los que hacemos música de una u otra manera esperamos que la gente haga más suyas las canciones crea­das en el Paraguay. Que la guarania se convierta en la bandera de unión y herman­dad de nuestra patria. Ella es para mí el sonido del alma de nuestra tierra, deseo que sus letras y melodías lleguen a todos los rincones del país y del mundo y haga que la ter­nura, la cordura, el coraje, el compromiso se conviertan en la esencia del ciudadano, como su creador José Asun­ción Flores, quien jamás clau­dicó. Él creó belleza que nos dejó como herencia a pesar de las persecuciones que sufrió.

–¿Las composiciones ya las armás con esos colo­res frescos?

–Las composiciones las hago siempre aferrada a mi guita­rra. Ella es mi compañera y amiga, con ella he sacado todas las canciones hasta hoy, salvo algunas en coautoría. A veces la tecnología ayuda en el sentido de que por allí surge algo mientras estoy condu­ciendo. Entonces, en el teléfono grabo inmediatamente frases o melodías que me vienen a la mente para luego bajarlas a la realidad.

TAREA DE CADA DÍA

–¿Qué tipo de músicas o artistas escuchás normal­mente?

–Escuchar música y voces es la tarea de cada día. Estilos diferentes, idiomas, música de todo el mundo, de cultu­ras lejanas y cercanas. Últi­mamente ando nadando en las creaciones de la música de Tierra Adentro, el jahe’o y ando descubriendo un mundo de realidades propias que se habían escondido. Me gus­tan los nuevos talentos como Purahéi Soul, por lo innova­dores que son, arriesgándose a navegar y buscar su propio lenguaje. Por costumbre siem­pre regreso a las voces y esti­los, que fueron muchos, que me marcaron en mi niñez, adolescencia y juventud, como Luis Alberto del Paraná, Mer­cedes Sosa, Joan Báez, Bob Dylan y muchos otros. La lista es interminable.

–¿Cómo está tu proceso creativo actualmente?

–Aunque me cueste adue­ñarme de ese tiempo que tanto necesito para plasmar todo lo que tengo en mi interior, le hago trampas usando las madrugadas o a veces uniendo la noche con ella. Cuando uno quiere de verdad hacer reali­dad los sueños, jamás hay excusas para no realizarlos.

–¿Qué proyectos están en mira para este año?

–Viajes, conciertos, pre­sentaciones, seguir con mi programa de radio, termi­nar de equipar mi pequeño estudio y seguir haciendo la música que me apasiona, en específico en un proyecto social usando la creación como herramienta en luga­res vulnerables, especial­mente con niños, mujeres y adultos mayores en estado de soledad y abandono. La vida es tan efímera y todo va tan rápido que cada día puede ser la última oportu­nidad para plantar una semi­lla más. Hay mucho por hacer y mientras haya vida y ener­gía, en mi caso a tomar la gui­tarra como otros la asada, a trabajar con la sonrisa y la frente en alto. Hacer la tarea de intentar ser un buen ser humano porque todo lo material es menos impor­tante que la esperanza que puedas dar al que la necesita.

PROYECTO SANADOR

–¿Qué es “Laboratorio del alma” y cómo lo expresás en el disco?

–“Laboratorio del alma” es mi proyecto más sanador. Fue concebido para alinear temas pendientes en mi espíritu y en mi mente. Las letras estaban esperando desde hace años que les saque el polvo y las envuelva en melodías para sacarlas al mundo. Me faltaba tal vez un empujoncito que me lo dio Berta Rojas, tirán­dome el desafío en una llamada sorpresiva un día del mes de junio de 2023. Entramos a estu­dio junto a Esteban Godoy (piano y arreglos), Dahia Valenzuela (guitarra clásica y eléctrica). A ellos les di la total libertad de interpretar, cada quien con su instrumento, lo que les dic­taba su sentir y así con los otros músicos que pusieron su talento en el álbum: Paula Rodrí­guez en bajo, Sixto Tadeo Corvalán en el arpa, Ramón Nicolás Mendoza en la guitarra criolla y Gonzalo Resquín en la batería y percusiones. La experiencia fue de total sensorialidad y fue la primera vez que me sentí absolutamente libre de decidir la sonoridad de mi trabajo. Ellos me acompañaron con respeto, cariño y entrega absoluta. Eso hace de “Laboratorio del alma” un álbum que debe ser escuchado con atención porque, aparte del sonido, sé que aporta algo más a los sentidos del oyente.

–Trabajás con músicos jóvenes y arreglos modernos, ¿cómo lo pensaste eso?

–Creo fervientemente que el arte y la cultura deben reflejar el tiempo que vivimos, los soni­dos también se van transformando y tomando otras coloraturas y sonoridades. Siempre digo que trabajar con los jóvenes también me ayuda a entender por dónde va la música, sin olvidar a los grandes maestros con quienes he trabajado a lo largo de estas cuatro décadas y mucho menos a los creadores clásicos que nos han legado tanta belleza e identidad. Es un riesgo también presentar nuevas propuestas, pero a mí no me gusta repetirme. La frescura que le dan los músicos de esta nueva generación a la experiencia que cargo sobre mis espaldas hace una fusión interesante y una propuesta que puede llegar al público que ya me conoce y espera cosas nuevas y me abre las puertas a las nuevas generaciones que no me conocen y a quienes puedo llegar a través de estos sonidos.

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