En esta edición del programa “Expresso”, del canal GEN/Nación Media, Augusto dos Santos recibe a Óscar Charotti, director ejecutivo de Juntos por la Educación, quien analiza la actualidad del sistema educativo paraguayo y aporta su visión sobre algunas medidas que deberían ser implementadas para ir superando los históricos rezagos que existen en la materia.
–¿Qué es lo que se define en una sociedad como calidad del gasto público en educación?
–El concepto mismo de calidad del gasto trae consigo valores vinculados con la eficacia, la eficiencia y la transparencia en el gasto público, en particular de educación, en función de lo que consideramos cuáles debieran ser los resultados en función a la mejora de la calidad educativa. Y cuando hablamos de calidad educativa, básicamente surge una serie de visiones e interpretaciones sobre lo que se considera calidad educativa, ya que algunas refieren a la educación como la base de la convivencia y el fortalecimiento democrático. Otras interpretaciones tienen más que ver con la educación como base para el desarrollo económico y social. Pero digamos que con respecto a esos aspectos no hay muchos datos, no hay muchas evidencias que nos permitan realmente contrastar los niveles de inversión y los resultados que efectivamente existen.
–¿Entonces cómo se mide esto?
–Normalmente lo que hacemos es contrastar la inversión pública en función a los resultados, ya sean de escolarización, cuántos chicos logramos insertar dentro del sistema educativo, las tasas de alfabetización de la población de 15 años o más, los niveles de eficiencia del sistema educativo, lo cual implica cuántos chicos ingresan del primer grado y logran terminar los 12 años de escolaridad y, por sobre todo, los niveles de aprendizaje, que es lo que creo que está más en boga últimamente en función de que existen más datos. Paraguay participa de los grandes conciertos de evaluación estandarizada a nivel mundial a través de PISA, que evalúa a nuestros jóvenes de 15 años. También participa del concierto regional que lleva la Unesco a través del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE), pero tenemos nuestro propio sistema de evaluación y que básicamente nos dice que entre 7 y 8 estudiantes de cada 10 no logran aprendizajes básicos en lectoescritura, en matemáticas y en ciencias naturales.
CALIDAD DEL GASTO
–¿Cómo ha evolucionado el gasto en educación en la era democrática?
–Nosotros desde una iniciativa denominada Observatorio Educativo Ciudadano, que es básicamente una plataforma de red y alianza entre más de 30 organizaciones de la sociedad civil, tenemos una plataforma pública accesible a través de observatorio.org.py, donde venimos permanentemente monitoreando y analizando la inversión educativa. Lo que hemos visto es que si bien la inversión en educación ha crecido de manera sostenida a lo largo de estos últimos 30 años, vemos que aun así la inversión es profundamente insuficiente. Hay un rezago muy importante en la calidad del gasto público, pero por sobre todo es tremendamente imprevisible a falta de una visión con respecto al financiamiento.
–¿Cuánto dista el presupuesto actual del ideal?
–La inversión o el gasto por alumno a nivel anual en Paraguay está en torno a 900 dólares por alumno por año. Según nuestras estimaciones, que tomamos en función de un enfoque de derechos, es decir, garantizar infraestructura, equipamiento básico, y cuando pensamos en infraestructura básicamente hablamos de aulas en condiciones, baños en condiciones, pero ya ni siquiera hablamos de comedores o espacios de recreación. Con eso te digo absolutamente básico, estamos hablando de la implementación de una política de carrera docente, sistemas de evaluación, etc. La estimación básicamente nos resulta en una necesidad de inversión en torno a 3.000 dólares por alumno por año. Básicamente estamos hablando un poco más del triple. Pero nuestro problema no solamente es de más recursos, nosotros le llamamos el desafío de la doble demanda.
–¿En qué consiste este desafío?
–Con más recursos nomás no solucionamos los problemas. Necesitamos más recursos, pero mejor calidad del gasto público. Paraguay ha participado en las evaluaciones del Laboratorio Latinoamericano, el ERCE, de la Unesco, que creo que se dieron allá por 2021 aproximadamente. Estas evaluaciones nos dan cuenta de que Paraguay está entre los países que menos invierte en educación en toda la región. Sin embargo, a lo largo de 10 años invierte más del doble de lo que invierte Guatemala, pero nuestros estudiantes tienen menores niveles de aprendizaje que los estudiantes guatemaltecos al punto de que un estudiante de noveno grado de Guatemala es comparable a un estudiante del primer curso de la Media en Paraguay.
–¿Por qué?
–Y tiene que ver con los rezagos y con las condiciones estructurales. Por ejemplo, el 90 % de la inversión educativa en Paraguay tiene que ver con salarios y compensaciones al personal docente. El personal docente está establecido en función de una carrera del magisterio basada en el paso del tiempo, cuyos incentivos no se hallan establecidos en función del desarrollo profesional docente. Es uno de los aspectos que, por ejemplo, explica estos sucesos recientes de aplazos masivos de los educadores y una serie de cosas.
GOBERNANZA
–¿Qué significa gobernanza del sistema educativo nacional?
–Nosotros elaboramos un documento de propuestas para la gobernanza para identificar temas fundamentales para el mejoramiento de la educación pública. Básicamente teníamos nueve claves. La primera es la de gobernanza. Efectivamente la necesidad de fortalecer no solamente la capacidad y las condiciones institucionales, sino el nivel y grado de participación de la sociedad en torno a la acción educativa. Lo primero tiene que ver con el desafío de la despartidización de la gestión educativa. El Ministerio de Educación, el sistema educativo nacional, ha sido una de las principales plataformas políticas electorales a lo largo de estos 30 años. Han surgido presidentes de la República y candidatos a presidentes y vicepresidentes y eso ha traído consigo una dinámica de cambio, interrupción permanente y una dinámica muchas veces clientelar en función a las decisiones que terminan afectando y socavando el impacto de las políticas educativas.
–¿Qué son las políticas compensatorias para abordar desigualdades?
–Las políticas compensatorias básicamente es un concepto que trae consigo la Ley General de Educación en vista de las profundas desigualdades sociales y cómo estas efectivamente muchas veces terminan limitando el derecho a una educación de calidad. En Paraguay el desafío de la equidad es realmente uno de los principales. El 42 % de la matrícula en instituciones educativas son niños, niñas y adolescentes que provienen de familias en condiciones de pobreza y pobreza extrema. Por otra parte, la Constitución Nacional establece la educación como un derecho y la obligatoriedad es para garantizar justamente ese derecho, pero la gratuidad es el pilar principal de esa obligatoriedad. Sin embargo, esa gratuidad no necesariamente se ha logrado a lo largo de estos últimos 30 años. Está demostrado que aquellas familias con mayores vulnerabilidades en muchos casos invierten hasta el 60 % de sus ingresos mensuales para garantizar que los chicos accedan a las instituciones educativas y eso te da cuenta realmente de la enorme proporción de inviabilidad para sostener eso a lo largo de 13 años de educación.
–¿Hay estudios respecto a la implicancia que tuvo o sigue teniendo el fenómeno de los años de covid?
–La verdad es que no conocemos a nivel nacional análisis o evaluaciones muy específicas. Paraguay ha participado de la evaluación PISA poscovid, que nos permitió ver que todo el mundo realmente sufrió un impacto negativo como consecuencia del covid en los aprendizajes de las materias como lectoescritura, matemáticas y ciencia. Todo el mundo se resintió, pero paradójicamente Paraguay prácticamente logró hasta cierta mejora según estas evaluaciones o logró mantener estadísticamente una variación no muy representativa, lo cual convoca un poco a la reflexión sobre cuánto realmente aporta un año de escolaridad dentro de nuestro sistema educativo. Si nosotros miramos los promedios de aprendizaje de nuestros estudiantes en matemáticas, según la evaluación PISA, prácticamente Paraguay tiene un rezago de siete años de aprendizaje. Y si contrastamos con países que están a la vanguardia, como por ejemplo Singapur, el rezago es de 12 años de aprendizaje de un chico de 15 años. Realmente el nivel de aporte que están realizando las escuelas es muy bajo.
FORMACIÓN DOCENTE
–¿Cuál es la estructura del problema que cada tanto se mediatiza como el aplazo de los docentes en las pruebas?
–Es importante dar cuenta de que estos procesos representan filtros, no necesariamente son evaluaciones del nivel de conocimiento pedagógico disciplinar de los docentes. Sin embargo, nos permite ver que realmente el nivel de formación de nuestros docentes deja mucho que desear. Y eso requiere un análisis de cuatro dimensiones básicas que hacen a la carrera docente. Por un lado, tiene que ver con el reclutamiento y la formación inicial de nuestros educadores. Por otra parte, está la valoración social que tiene efectivamente el magisterio. La pregunta inmediata es ¿por qué a aquellos mejores estudiantes de secundaria no se les pasa por la cabeza ser docentes?
–Hay que decir también que hay un déficit que es cultural, que es la falta de autoformación. Muchos paraguayos que ejercen funciones relativamente importantes pueden sobrevivir un año sin leer un libro, por ejemplo.
–Y esos son aspectos que están ausentes de todo lo que es el diseño de la carrera docente. Nuestra carrera docente está basada en el paso del tiempo. Los incentivos no se hallan sujetos al desarrollo profesional del educador. Entonces, un docente novel con toda la vocación requiere transitar 23 o 24 años para lograr ciertos niveles socioeconómicos y estándares dentro de la carrera sin importar el nivel de formación que haya tenido. Hemos escuchado en estos últimos años esas oportunidades de becas para docentes para estudiar en Francia, en Colombia, donde aquellos docentes que han dejado su familia por más de un año se han ido a formar y volvieron, pero no existe ningún tipo de incentivo que les garantice estar mejor económicamente o desarrollar una carrera horizontal dentro del aula. Y decimos una carrera horizontal porque muchas veces lo que pasa es que para que un docente mejore económicamente tiene que salir del aula y convertirse en director o en supervisor. Entonces muchas veces lo que pasa es que perdemos un buen docente, pero ganamos un mal director.
–¿Cuáles te parece que son los desafíos a una década?
–Paraguay no tiene una visión prospectiva. Ahí no podemos dejar de mencionar lo que ha sido la experiencia del proceso de transformación educativa, que básicamente intentó aportar una visión, pero que lastimosamente, desde mi criterio y mi opinión, se vio en medio de una dinámica político-electoral. Ahora el gran desafío a partir de los programas de alimentación escolar, que entre paréntesis representan un salto cuantitativo de la inversión muy importante, es lograr que las escuelas no se conviertan simplemente en comedores. Necesitamos aprovechar la oportunidad que un programa masivo de alimentación escolar nos va a aportar. Los programas de alimentación escolar en todo el mundo han funcionado como imanes para atraer a los alumnos y la pregunta es qué va a pasar en las aulas y cómo logramos aprovechar la oportunidad de que los estudiantes logren estar dentro de las instituciones educativas.