Este domingo, Toni Roberto, evocando un lejano encuentro futbolístico en un barrio asunceno y tomando como metáfora la espectacular chilena de Tony Sanabria ante Argentina, habla de la necesaria conjunción entre la técnica y la pasión tanto en el arte como en la vida.

Eran las 20 horas de una calurosa noche allá por 1966. Unos niños del sector Beato Roque González, del gran barrio General Díaz, entre ellos los hermanos Waldir y Roberto Servín, Calofi Godoy, el que relató esta historia de barrio y otros chicos vecinos, se disponían a cerrar la calle Alberdi en su intersección con Tercera Proyectada (Sicilia), denominada Lomas Valentinas hacia el este desde la calle Independencia Nacional. El motivo: un partidí de barrio.

El juego empezó y un nuevo vecino, charrúa, empezó a gritar: “¡Dejen de molestar o llamo a la policía!”. Apenas pasaron unos minutos y llegaron los oficiales de la Comisaría Cuarta. En el instante en que iban a ir todos a pie arrestados por hacer ruido y cerrar la calle, pasó el joven Afri Bittar, que en aquellos años le festejaba a la vecina del barrio, la señorita Cabral, quien les subió a su camioneta dejándolos en la dirección de aquella comisaría, en Novena e Independencia Nacional, y que correspondía a ese antiguo barrio del sur de Asunción.

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Un rato después, telefonazo de por medio, el Cnel. Ing. en Telecomunicaciones Blas Servín es avisado de que sus hijos estaban arrestados en la comisaría por jugar fútbol en la calle. Después de un rato, el militar se presenta frente a la casa del uruguayo y le da 24 horas de plazo para que abandone el barrio. Acto seguido, les dijo a los chicos: “Niños, ¡sigan jugando!”.

LA TÉCNICA SOLA NO FUNCIONA

Esto fue lo primero que recordé al ver la obra del ilustrador Paulo Bordón, el momento en que el jugador Tony Sanabria realiza un gol de chilena. Analizando la obra, como diría Olga Blinder, podemos ver cómo el cuerpo hace una masa en horizontal, que se equilibra en vertical con la pierna coronando con la pelota a lo alto, que nos habla del triunfo del deporte. ¿A dónde quiero llegar? A que cuando hablamos de fútbol, no solo es técnica. Todo lo contrario. Tanto en el arte como en el balompié, el tecnicismo solo, sin cultivar lo emocional, es la muerte de ambas disciplinas.

DE FLEITAS SOLICH A ALFARO

De eso nos viene a hablar el profesor Gustavo Alfaro; tiene que ver con el hecho de empoderarse con el sentir nacional. ¿Es algo nuevo planteado en la educación paraguaya? No, todo lo contrario. Está ligado al pensamiento de la educación activa que planteaba en los años 20 el maestro guaireño Ramón I. Cardozo, renovado en los años 50 con la idea de la educación a través del arte, que es lo que venimos repitiendo desde hace años en estas páginas de domingo.

Selección paraguaya campeona en Lima en 1953 bajo la dirección del paraguayo Manuel Fleitas Solich. Conmebol.com

El Paraguay llegó a grandes logros en instancias internacionales como el campeonato de Lima en 1953, bajo la dirección del paraguayo Manuel Fleitas Solich. Vestigio de ello es la gradería Campeones de Lima que sigue ahí en pie, un monumento de cemento hecho poesía en el viejo Estadio de los Defensores del Chaco. Todo esto tiene que ver con esta manera de hacer fútbol. Más allá de la simple técnica, está el hecho de hacer las cosas con pasión, desde los chicos de la calle Tercera del año 66 hasta la selección paraguaya de hoy.

Usando las palabras de Servín, legendario militar y primer ingeniero en telecomunicaciones de nuestro país, cuando dijo “¡niños, sigan jugando!”, yo agrego: “Jugar, en el más amplio sentido de la palabra”, siguiendo los pasos de aquel gran técnico paraguayo del siglo XX, campeón en el ya lejano año 1953 y que hoy lo recuerdo, a través de las palabras del maestro argentino Gustavo Alfaro y de esta ilustración del joven Bordón, en estos “Cuadernos de barrio” de todos los domingos.


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