En esta entrega de Mito o Realidad, acompañamos al geólogo Moisés Gadea en un recorrido por el lago Ypacaraí y su entorno en búsqueda de indicios que aporten evidencia en torno a la hipótesis de que el emblemático espejo de agua podría ser el resto de un antiguo mar que retrocedió tras la formación de la cordillera de los Andes.

El punto de encuen­tro fue la comunidad de Tarumandy, en Luque, donde al momento de nuestra llegada el pro­fesor Gadea se encontraba tomando muestras junto con un grupo de estudiantes en un pozo surgente que fue perforado al costado de una canchita de vóley. El profesor me invita a catar el agua que mana de un caño ubicado en posición vertical y que forma un pequeño charco a su alre­dedor.

El líquido presenta un fuerte sabor a sal. Según nos relató una pobladora que se acercó a conversar con nosotros, en la comunidad fueron perfo­rados varios pozos, pero nin­guno de ellos sirve debido a la alta salinidad de las aguas subterráneas de esa zona, por lo que continuamente tienen problemas en la provisión del vital líquido.

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Gadea, quien es catedrático de Petrología Ígnea y Sedi­mentaria en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (Facen) e investigador cate­gorizado del Consejo Nacio­nal de Ciencia y Tecnología (Conacyt) PRONII 1, sos­tiene que la presencia de agua salada es una manifestación muy común en el valle del Ypa­caraí, que además presenta un típico paisaje chaqueño.

“Esto nos indica que even­tualmente pudo haber ocu­rrido una ingresión en forma estuarina en el valle, es decir un brazo marino que ingresa hacia el continente. Se ha comprobado que las aguas subterráneas en el valle son salobres o salinas, por lo cual el abastecimiento de agua para las diversas localidades en las planicies del valle se obtiene de pozos perforados en las cotas de mayor elevación o en las serranías”, manifestó.

El entorno del río Salado presenta una vegetación típicamente chaqueña

FRACTURA

A renglón seguido, sobre un blog de notas empezó a grafi­car su hipótesis: “El valle del Ypacaraí está limitado por un conjunto de fracturas, por fallas geológicas generadas en el Jurásico – Cretácico. El emi­sario principal del lago Ypa­caraí es el río Salado. En esta zona se hablaba de las antiguas salinas. ¿Y de dónde provino todo eso? Y tuvo que haber habido un mar. Esto tiene una continuidad hasta el valle del Caañabé, según planteó Félix de Azara. Este, a su vez, estaba conectado con los humedales del Ypoá. Y en esa parte tam­bién se han reportado entor­nos salinos. Mi hipótesis es que hubo una inundación de ese mar Chaqueño y por eso tenemos esa salinización en toda la parte más baja topo­gráficamente. ¿Pero por qué no existen depósitos fosilífe­ros de animales vertebrados marinos? Porque la inunda­ción del mar Chaqueño no tuvo la duración necesaria para que se generen espesos estratos marinos con fósi­les. Fue una entrada, sazonó todo y luego retrocedió nue­vamente”.

Con relación a qué proceso geológico habría generado esta inundación, refirió que guar­daría relación con la elevación de la cordillera de los Andes.

“América del Sur y África esta­ban unidas. Hace 130 millo­nes de años empezó la sepa­ración. La deriva continental de América del Sur fue hacia el oeste hasta tal punto que se encontró con la placa de Nazca y ahí se inició la ele­vación de la cordillera de los Andes. En la medida que se producía esa compresión lateral continental se fue for­mando la cubeta por la cual ingresó el mar a Sudamérica. El ingreso del agua marina en dicho recipiente fue en el tiempo de máximo apogeo de la compresión lateral con­tinental, en el cual la cordi­llera de los Andes alcanzó su mayor altura, y el mar inte­rior inundó los lugares topo­gráficamente mínimos. Con el inicio de la subducción de la placa de Nazca por debajo de la sudamericana (ingreso de una placa debajo de otra), se produjo una distensión con­tinental y como consecuencia el mar Chaqueño retrocedió. Al retroceder quedó atrapado un remanente marino en la superficie más deprimida del valle”, graficó.

Posteriormente, seguimos por la ruta Luque-San Bernardino hasta el puente ubicado sobre el río Salado, una toponimia ya de por sí sugerente, donde se aprecia un típico paisaje cha­queño dominado por especies de karanday. Tras tomar las fotografías de rigor, nos diri­gimos a la playa municipal de San Bernardino.

Mientras tomábamos asiento bajo la sombra de un añoso árbol tras bordear el muelle, Gadea siguió relatando que el primer elemento que lo motivó a indagar esta línea de investigación fue la seme­janza que presenta el valle del Ypacaraí con los terrenos cha­queños, así como la salinidad de las aguas subterráneas y superficiales en el entorno del lago.

“Estos elementos dan un indicio de que el mar Cha­queño pudo haber ingresado por aquí. En el marco de una investigación tomé mues­tras en la zona y pude corro­borar la salinidad del agua en las partes que presentan un paisaje de tipo chaqueño, con alta presencia de especies de karanday, y que en el Chaco hubo una ingresión marina en el Cenozoico superior. Entonces, planteo la posibi­lidad de que esas aguas inva­dieron todas estas comarcas que se encuentran dentro del valle del Ypacaraí”, indicó al tiempo de aclarar que hasta el momento se trata solo de una hipótesis que requiere mayo­res investigaciones para ser elevada al grado de teoría.

En el valle del Ypacaraí hay alta presencia de aguas subterráneas salinas

AGUAS MARINAS LAVADAS

Sin embargo, según su mismo estudio, las aguas del lago Ypacaraí presentan baja sali­nidad.

“Las aguas marinas contie­nen alrededor de 35.000 ppm (partes por millón) de sales disueltas, pero el lago Ypa­caraí presenta un bajo tenor de salinidad, conteniendo solo 124 ppm. Las aguas del lago Ypacaraí podrían bási­camente entenderse como aguas marinas lavadas, y que el registro de concen­tración de sodio y cloro son iones fósiles del antiguo mar Chaqueño”, dice parte del estudio.

Inquirido res­pecto a su pro­pia afirmación, Gadea aseveró que el lago es solo un remanente que era completamente salino, pero cuya composición se fue modificando progre­sivamente por “meromixis ectogénica”, un proceso mediante el cual la concen­tración de sales disueltas en el agua se modifica. Es decir, el agua salada se convierte en dulce y a la inversa.

“Este es un fenómeno muy común mediante el cual cier­tos cuerpos de agua o masas hídricas originalmente se modifican de salados a dulces o viceversa. Entonces propo­nemos que cuando inundó el mar Chaqueño el agua era muy salina, pero después con el desarrollo del continente a lo largo de millones de años la sal fue diluyéndose por las aguas meteóricas (neblina, llu­via, helada, nieve, granizo) y las escorrentías superficiales, pero quedaron iones fósiles del mar Chaqueño”, argumentó.

El geólogo Moisés Gadea, catedrático de Petrología Ígnea y Sedimentaria en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (Facen)

MORFOLOGÍA

Con rela­ción a los indicios que podría arro­jar la forma geométrica del espejo de agua, el catedrático explicó que, en efecto, el origen de los lagos puede ser deducido a partir de su morfología. “Si tenemos una forma circular, esto nos puede señalar un origen vol­cánico o un impacto de meteo­rito. Sin embargo, el lago Ypa­caraí tiene una característica de lago embalsado. Esto nos señala que fue represado y debido a eso tiene esa morfo­logía triangular. En tanto que un lago fluvial tiene formas dendríticas (en forma de raí­ces) y un lago de origen tectó­nico (movimientos o rupturas de la corteza terrestre) sería más rectangular”, ilustró.

“Cuando se produjo el tecto­nismo en el valle del Ypaca­raí en el Jurásico tardío (163 a 152 millones de años)-Cre­tácico inferior (145 hasta 100 millones de años) el valle estaba completamente relleno y luego fue erosionado para formar el recipiente donde a posteriori el agua quedó capturada. No ocurrió durante los fracturamientos del rift de Asunción (tras­torno tectónico estruc­tural que se debe a la separación de África de América del Sur). La edad del lago está calculada en el Mio­ceno superior, es decir de 7 a 3 millones de años. O sea, se trata de una formación joven. Los lagos son aspectos efíme­ros del paisaje geológico. Los lagos no son viejos”, precisó.

Para finalizar, Gadea subrayó que se necesitan más inves­tigaciones de otros exper­tos para avanzar hacia una mayor comprensión sobre el origen de un recurso emble­mático de nuestro país con gran simbolismo cultural y ambiental, pero sobre el cual se ha investigado poco cien­tíficamente.

INVASIÓN

Consultado sobre su opi­nión respecto a la hipótesis de Gadea, el geólogo Darío Gómez Duarte, catedrático de Geología del Paraguay y Geología Estructural en la Facen, indicó que hasta el momento se trata de una mera hipóte­sis que para ser com­probada requeriría que se realicen perforacio­nes en el lago y que se hallen sedimentos marinos en el interior.

“Es una hipótesis que el lago Ypacaraí podría ser parte de un estua­rio marino. Para confir­mar que el mar Chaqueño llegó hasta allí se debe­rían hacer excavaciones en el lago y encontrar sedimen­tos o rocas marinas. Que haya agua salada en el entorno puede deberse a otros moti­vos. Por la sobreexplotación de los acuíferos se podría estar dando una invasión de los acuíferos salados del Chaco hacia la región Orien­tal”, expuso.

Otras hipótesis

En su investigación titulada “El origen del lago Ypaca­raí: una hipótesis”, Gadea da cuenta de otras posibles explicaciones sobre el origen de esta masa hídrica:

“1- Félix de Azara sostuvo que el lago era producto de la acumulación hídrica de escorrentías superficiales y precipitaciones. Esta hipótesis sostiene que el lago Ypacaraí es consecuencia de acumulación de aguas de los afluentes y de lluvias a lo largo de millones de años, que también fueron aprisionados en la depresión topo­gráfica principal del valle. Asimismo, se adecua a las características de represamiento de acuerdo a su mor­fología.

2- Inundación excepcional del río Paraguay (Alfred Demersay, 1860). Este autor argumentó que, en tiem­pos prehistóricos, a causa de una creciente extraordi­naria, el río Paraguay pudo haber vertido sus aguas en el valle.

3- Tectónica: Como consecuencia de la ruptura cortical que representa el inicio del proceso de la formación del rift de Asunción durante el Jurásico tardío – Cretá­cico temprano.

4- Presencia de un gran río embalsado: se menciona la existencia de un antiguo río a lo largo del valle de Ypa­caraí, de envergadura comparable al río Paraguay o al río Paraná. Ese río fue represado en las cotas mínimas del valle, y con el tiempo fue disminuyendo su caudal, permaneciendo así el importante volumen de agua que contiene el lago. Los actuales afluentes son remanen­tes de aquel gran río. La morfología triangular del lago se adecua a esta hipótesis.

5- Combinación de hipótesis 1 y 4″.

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