- Por Paulo César López
- Fotos: Gentileza
El próximo 25 de junio se celebra el Día del Libro Paraguayo. A propósito de la fecha, en este diálogo con La Nación/Nación Media, el escritor y especialista en literatura paraguaya Victorio V. Suárez reflexiona sobre la actualidad del libro nacional y sus perspectivas.
¿Cuál es la reflexión que haría sobre la actualidad del libro paraguayo?
–Buena percepción. Se publica bastante, eso es saludable. Sin embargo, la cantidad no es precisamente calidad. Estimo que los escritores de siempre están dando a conocer muy buena literatura en diversos géneros. Pero no debo olvidar que hay mucha flojedad estética y creativa en numerosos autores.
–La celebración del Día del Libro Paraguayo en homenaje a la publicación de una obra histórica dice mucho de la relación entre literatura e historia que siempre existió en nuestro país.
–Desde 1980 se conmemora el Día del Libro Paraguayo. No olvidemos que se trata de una digna recordación al libro de Ruy Díaz de Guzmán. Ese histórico material lleva como título “Anales del descubrimiento, población y conquista del Río de la Plata”. Con mucho acierto, una editora nacional publicó ese valioso material que tuvo como protagonista la espada y la pluma del primer historiador paraguayo. La relación entre historia y literatura es un camino trazado desde mucho antes. No olvidemos que la sistematización de este concepto arranca, probablemente, de la llamada Generación del 900, que reunió a una legión de historiadores, poetas, narradores y ensayistas de cuño. Esto fue muy bien estudiado por don Raúl Amaral en su libro sobre el novecentismo paraguayo.
LEY DEL LIBRO
–¿Cómo observa esta primera etapa luego de la promulgación de la Ley de Fomento de la Lectura y el Libro?
–Se ha luchado para lograr la promulgación de la ley. Ese batallar viene desde hace mucho tiempo. Se consiguió y estimo que hay mucho optimismo sobre el tema. Los paraguayos somos campeones de la fe. En ese sentido, hay que señalar que en este momento histórico los escritores y editores están consolidando una relación muy buena. Más que nunca se llega a una relación bastante aceptable entre todos los involucrados con los libros y la cultura literaria del país.
–¿Qué le parece que le falta al libro paraguayo para tener mejor acceso a los mercados nacionales e internacionales?
–No creo que le falte algo al libro paraguayo. Se produce una literatura muy buena en Paraguay. Es posible que la mediterraneidad siga jugando un papel negativo en todo esto, aunque hoy día con internet y las redes sociales se puede decir que la situación del aislamiento ha cambiado. Ahora, el libro como material debe ocupar todos los mercados. Viajé mucho por el mundo y cuando iba a las embajadas paraguayas en el exterior salía decepcionado porque las mismas no disponían prácticamente de libros nacionales. Creo que las embajadas deberían tener asesorías culturales con capacidad de promocionar nuestra literatura. Esa será la mejor manera de romper el cascarón. Estimo que las editoras también deberían trabajar de manera más intensa y solidaria a fin de facilitar la salida de libros paraguayos al exterior. Creo que nos empantanamos en nuestro territorio. Una lástima, pero hay que salir.
LA EDUCACIÓN
–¿Cree que ahora se lee y se escribe más o menos que antes en nuestro país?
–Debo ser optimista. El público lector, si bien es reducido, existe. Ahora, me preocupa que el libro no llegue especialmente a los jóvenes. Roger Chartier, un gran teórico, decía que se debe colocar de nuevo al libro en el centro de la educación. Si los jóvenes no leen es por la carencia de incentivo en las aulas. Algunos jóvenes tienen la suerte de contar con una buena biblioteca casera, eso les da suficiente posibilidad para leer, crear y pensar de manera rigurosa los temas que nos atañen.
–¿Ve un recambio generacional en el ámbito de la literatura paraguaya?
–Vivimos en un país donde los cambios no son precisamente generacionales. Son promocionales. En ese sentido, desde la Promoción del 40, que rompió con el modernismo tardío, hasta hoy, cada diez años aparecen nuevos cenáculos literarios. Cada uno tiene su sello propio. Del 40 hasta la Promoción del 80 se dieron trabajos bien definidos en cuanto a percepción y escritura literaria. El corpus de nuestra literatura tiene sus raíces en ese proceso. El 90 dejó algunos vestigios aislados (un año antes cae la dictadura), quedaron media docena de poetas y escritores, nada más. De aquella década hasta hoy, aparecen solamente como un conjunto sólido los poetas de la Universidad Iberoamericana, todos publican sistemáticamente. Parece que tomaron como ejemplo a quienes conformaron el Taller Ortiz Guerrero (Promoción del 80), que hasta hoy sigue vigente y con muchas luces. Hay una importante cantidad de gente nueva que escribe. Al respecto debo decir que el círculo Ombligo Lírico es el que trae los aires de la nueva literatura paraguaya con muy buenos resultados. Por otra parte, hay cuentistas excelentes y algunos narradores que comienzan a llamar la atención. Trabajan casi solitariamente.
TEMAS
–¿Le parece que han surgido nuevos temas en la literatura paraguaya, especialmente en la narrativa, frente a los motivos tradicionales como la guerra y la vida rural?
–Hay variados temas. Tampoco quedan de lado los motivos tradicionales que estás refiriendo. La experiencia de hoy es distinta y más abierta al mundo. Eso influye para la producción de una literatura de cara a la realidad que vivimos actualmente.
–¿Cómo evalúa las posibilidades que brindan las plataformas virtuales para la difusión de las creaciones literarias?
–Muy interesante, pero estimo que no se le ha encontrado aún toda la vuelta. Las publicaciones a través de plataformas comienzan a tomar su curso experimental. Es muy interesante para romper barreras y alcanzar una mayor conexión con los lectores. Debo manifestar, sin embargo, que yo soy fanático de los libros como material que se puede tocar y llevar a cualquier parte.
–¿Cómo observa la irrupción de la inteligencia artificial en el ámbito de la literatura?
–Creo que una literatura pura en manos de un creador no necesita de la inteligencia artificial. Hay gente que recurre a las bondades de la IA para escribir cuentos o poesías. Una joven, ganadora de un premio famoso, habló que utilizó la inteligencia artificial para realizar su trabajo. Es cierto, tiene algunas precisiones, datos, algún color, pero le falta alma. Nunca se podrá reemplazar la obra de un verdadero escritor. Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Augusto Roa Bastos y tantos otros son bien auténticos e irremplazables, lejos, muy lejos de la inteligencia artificial.
PERFIL
Victorio V. Suárez (Asunción, 1952). Poeta, periodista, ensayista, escritor, docente universitario. Fue presidente de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP), académico de número de la Academia Paraguaya de la Lengua Española (APARLE) y académico correspondiente de la Real Academia Española (RAE). Licenciado en Historia (Facultad de Filosofía de la UNA, con curso de doctorado).
Ejerció como profesor universitario por casi 20 años en la carrera de Letras (Filosofía-UNA). Director y fundador de la Revista Arte y Cultura. Dio clases magistrales en seis universidades de Taiwán (2007) Tema: Literatura paraguaya e hispanoamericana. Tiene más de mil artículos culturales publicados en revistas, periódicos y divulgaciones especializadas. Finalista en dos ocasiones del Premio Nacional de Literatura (2011 y 2023) por sus libros: “Oficio del caminante” (poemario), y “El comandante y su escriba” (novela).
Además de novelas, relatos, poemas y antologías, su obra de crítica literaria está sistematizada en sus libros “Literatura paraguaya (1900- 2000)” y “Proceso de la literatura paraguaya” (Ensayo. Ed. Aumentada y corregida a cargo del autor, 730 págs.).
EL PRIMER HISTORIADOR DE ESTAS COMARCAS
Ruy Díaz de Guzmán es considerado el primer historiador no solo del Paraguay, sino del Río de la Plata.
El texto original de “La Argentina” manuscrita, como es más conocida esta obra por asimilación a “La Argentina” impresa de Martín del Barco Centenera, fue terminado y empezó a circular el 25 de junio de 1612, pero la edición impresa de la obra recién fue publicada en 1835 en Argentina. Se conoce de la noticia de al menos seis libros, pero se conservan solo tres y todas las copias salieron de un manuscrito que habría sido mutilado después del fallecimiento de Guzmán en 1629.