A 480 kilómetros de Asunción, en el distrito de Teniente Primero Manuel Irala Fernández, en el departamento de Presidente Hayes, se encuentran los humedales salados del Chaco, un particular ecosistema en permanente transformación de acuerdo al clima, la humedad y la salinidad del suelo, que es refugio de numerosas especies vegetales y animales nativos, así como lugar de paso de aves migratorias. Un equipo de La Nación/Nación Media visitó este singular escenario natural para ofrecerte imágenes de este impresionante destino y contarte un poco más sobre las características del sitio.

Tras atravesar un pol­voriento camino de tierra de unos 40 kilómetros desde el casco urbano de la ciudad de Teniente Irala Fernández, al noroeste del departa­mento de Presidente Hayes, llegamos a la Reserva Natu­ral Campo María con el sol ardiente en línea recta sobre nuestras cabezas. La quietud del mediodía parece aumentar la sen­sación de agobiante calor. Empujo el portón de metal haciendo movimientos automáticos con las manos como si estuviera manipu­lando una brasa al rojo vivo.

Aunque los gorjeos de los pája­ros se escuchan por doquier entre los árboles y arbustos, muy pocos se dejan ver y per­manecen en sus escondites mientras nuestro reportero gráfico espera pacientemente alguna aparición como si estu­viera en una cacería de seres de ultratumba.

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Cada tanto en la laguna de tonalidad verduzca se posan algunos teros, que rápidamente emprenden de nuevo su veloz vuelo apenas hacemos un tímido intento para acercarnos. Posteriormente vamos en dirección al mirador, una elevada caseta de madera emplazada en un punto estratégico para el avista­miento de aves y para con­templar la majestuosidad del paisaje en su conjunto.

“Para preservar la naturaleza, debemos conocerla. Para conocerla, debemos observarla”, dice la leyenda ubicada al pie de la caseta panorámica.

Además de ello, alrededor del puesto hay una zona de camping con cómodos baños para quienes deseen pasar la noche a fin de observar el estrellado cielo chaqueño.

“MUY PARAGUAYO”

En un galpón de la estan­cia Laguna Capitán 3 nos recibe Wenders Giesbrecht, administrador de Tambo y Cabaña (Tamyca), encar­gado de la producción de genética para los socios de la Cooperativa Chortitzer Komitee. Según nos cuenta, Giesbrecht forma parte de la tercera generación de para­guayos descendientes de alemanes que emigraron de Europa, primero con destino a Canadá y luego a nuestro país.

“Me considero muy para­guayo”, responde en un claro español este hombre rubio y espigado de 38 años cuando le consulto sobre su nacio­nalidad. A renglón seguido detalla que en su comunidad hablan un dialecto germá­nico similar al neerlandés, además del alemán y el castellano en las escue­las añadiendo que una lengua de uso común tam­bién es el inglés debido a que muchas personas viajan de manera temporal para tra­bajar en Canadá para luego retornar a fin de instalarse nuevamente en nuestro país.

Giesbrecht detalla que esta unidad productiva de la comunidad menonita está organizada en tres estable­cimientos que, además de Laguna Capitán, está con­formada por la Reserva Natural Campo María y la estancia Río Verde, ubicada más al sur.

Seguidamente, precisa que la Reserva Natu­ral Campo María tiene una extensión de poco más de 4.000 hectáreas de tierras no aptas para la producción agrícola, de las cua­les 1.300 hectáreas son ocupadas por la laguna y su lecho, que se ori­ginan en el río Pilcomayo, un cauce que forma el riacho Yakaré Sur y una serie de lagunas que pue­den llegar hasta una profun­didad de un metro y medio a un metro ochenta o secarse completamente dejando a su paso árboles muertos y este­las blancas desperdigadas en el suelo agrietado, que no son otra cosa más que sal.

REFUGIO DE NUMEROSAS ESPECIES

“La reserva Laguna Salada de Campo María es un bioma de alta diversidad bioló­gica. Es uno de los lugares del Chaco donde más ani­males pueden ser vistos, especialmente aves, ya que constituye un ambiente muy abierto y donde también los mamíferos de mediano y gran porte circulan diaria­mente (...). A propósito de las aguas, una característica muy singular de la reserva son las distintas lagunas dulces, salobres y saladas. Estos cuerpos de agua sir­ven de protección al ecosis­tema durante las épocas de sequía. Asimismo, protegen al bosque continuo, comuni­dad natural la cual incluye un sinnúmero de especies de flora y fauna silvestre”, expone la página web de Des­cubrir Paraguay.

En efecto, a lo largo del terreno abundan las espe­cies vegetales como el palo santo, arbustos caracterís­ticos del suelo chaqueño, samu’u, algarrobos, que­bracho, karanday, viñal, palo borracho y man­glares. También hay una abundante riqueza ornitoló­gica conformada por varias especies de aves como gansos sil­vestres , ñan­dúes, cis­nes coscorobas, tuyuyú, chahã, cigüeñas, patos gargantilla, cotorras, tero real y numerosas especies de aves de pequeño porte. Sin embargo, la principal atracción del lugar son los flamencos, que huyen del invierno chileno para asen­tarse temporalmente en las lagunas entre fundamen­talmente julio y setiem­bre, donde se alimentan de insectos acuáticos, caraco­les, crustáceos y moscas.

Aunque no ha sido posible dar con ellos durante nues­tra visita, a esta altura del año ya se ha reportado la presencia de estas visto­sas aves de plumaje rosáceo en las lagunas. En cuanto a mamíferos, este ecosistema es hogar de jabalíes, jagua­retés, pumas, pecaríes, osos hormigueros, armadillos, reptiles, venados, tapires, tagua, entre otras especies.

Debido a que el agua es uti­lizable para los animales solo en épocas de mucha lluvia, cuando la laguna se convierte en reservorio de agua dulce e inclusive se llena de peces, cuando el agua baja se convierte en totalmente salada. Gies­brecht refirió que en algu­nas mediciones que reali­zaron en época de sequía detectaron una presen­cia de 34.000 ppm (par­tes por millón) de sal, un nivel casi tan alto como la salinidad de los océanos, cuando que para ser apta para el consumo de los ani­males el agua debe tener un máximo de 6.000 ppm de sal, que pueden aumentar gradualmente hasta 9.000 ppm para los bovinos, precisó.

“Ya que son lagunas sala­das y el acceso al agua para los animales silvestres es complicado, lo que sí hemos hecho es construir más tajamares para juntar agua en las zonas donde no es salado para que haya dis­ponibilidad de agua para los animales silvestres. Por­que qué pasa. Los anima­les silvestres deben buscar donde hay ganadería o van a otros campos a buscar agua y comida donde hay sorgo, maíz, etc. Para nosotros es importante consociar la ganadería con la natu­raleza. Queremos que las personas que vengan des­pués de nosotros puedan disfrutar de lo que hay en la naturaleza”, sostuvo Gies­brecht.

HUMEDAL DE IMPORTANCIA INTERNACIONAL

Además de ser un importante atractivo turístico, la laguna funciona como un sistema de desagüe en épocas de inunda­ciones, pues a través de ella se drenan las aguas que ane­gan los pastizales y las cha­cras hacia el río Paraguay. Por ello, en distintas épocas del año, de acuerdo al régimen de lluvias, las aguas de la laguna pueden ser dulces, salobres o saladas.

Asimismo, por su gran importancia para la conser­vación de la biodiversidad, las lagunas han sido decla­radas sitio Ramsar (humedal de importancia internacio­nal), que es una convención que contempla varios meca­nismos para ayudar a las partes contratantes en la adopción de medidas para manejar los humedales de manera eficaz y mante­niendo sus características ecológicas.

Respecto a la afluencia de gente, Giesbrecht señaló que reciben la visita de muchas personas tanto del país como del exterior para disfrutar de las cálidas aguas de la laguna y del imponente entorno que la rodea.

“Invitamos a los turistas a venir a ver las lagunas sala­das, más entre los meses de julio, agosto y setiembre, cuando llegan los flamencos. Aunque se paga una entrada, siempre serán bienvenidos para disfrutar de la natura­leza”, concluyó.

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