El guitarrista y cantante, protagonista del rock argentino y latinoamericano, conversó largo y tendido con La Nación/Nación Media acerca de su último lanzamiento, “Arañas bebé”; su vuelta al dark, como él mismo describe. Y en ese tren de cosas, analiza las nuevas formas de consumo de música y cómo los artistas están constantemente tratando de romper los paradigmas de la industria para lograr que el arte prevalezca.

  • Por Luis Ríos
  • Fotos: Gentileza

Richard Osvaldo Cole­man no necesita pre­sentación. Conocido por haber sido miembro fun­dador y líder de bandas como Fricción y Los 7 Delfines. Se hizo aún más grande por su trabajo colaborando con artis­tas y bandas como Skay Bei­linson, Charly García, Soda Stereo y Gustavo Cerati en las producciones de sus discos solistas “Ahí vamos” (2006) y “Fuerza natural” (2009). Actualmente lleva a cabo su propia carrera en solitario.

El pasado octubre contó en sus redes sociales que un nuevo tema estaba en camino. Con un nombre acorde a la época más terro­rífica del año, “Arañas bebé”, vaticinaba una propuesta lírica y sonora sumergida en el universo dark (como dice la presentación). “Es que hice algunos shows acústicos con camisa hawaiana (risas). Hablando en serio, lo del dark lo dije porque algo había que decir para generar gancho. Anuncio algo que es obvio”, introduce Coleman para rom­per el hielo. Es que él se mueve con soltura en ese océano de oscuridad desde los 80.

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Este nuevo lanzamiento trajo un condimento adicional, la presencia de Andrea Eche­verri, de Aterciopelados. “El contacto con ella se fue dando durante la gira Soda Stereo - Gracias Totales, aquella gira que arrancamos en 2020 y por razones conocidas por todo el mundo (covid-19) la termina­mos en 2022. Fue bastante tiempo de conocernos y de establecer una relación profe­sional que, a la vez, se extendió a una amistad”, indica Richard sobre el acercamiento.

VÍNCULO Y TELARAÑA

La sinergia, la química y la buena complicidad hicie­ron florecer un gran vínculo entre ambos. “Compartimos momentos muy intensos por­que en Gracias Totales hubo momentos de mucha emoción e intensidad. Creo que com­partir todo eso entre los artis­tas que formamos parte de ese proyecto fue algo inolvidable y particularmente estable­ció este lazo entre Andrea y yo, que fue muy interesante”, detalla el consagrado músico sobre cómo se produjo esto.

A partir de eso, fue Echeve­rry quien le propuso una cola­boración en un trabajo que estaba haciendo. Yo tenía que ponerle voz y guitarra a un tema de ella y lo hice a larga distancia desde el estu­dio que tengo en mi casa en Argentina. Cuando escuché nuestras voces juntas en la grabación, percibí una buena sonoridad y una buena quí­mica en la combinación de ambas. Yo estaba trabajando en esta canción, ‘Arañas bebé’, y se me ocurrió que podría quedar bien como un dueto. Así que le hice la contrapro­puesta de participar en este tema y así salió”, detalla el músico argentino.

El video –dirigido por el fotó­grafo Germán Sáez– tiene un estilo cinematográfico que atrapa de principio a fin. Una máquina de escribir es la encargada de registrar cada una de las palabras que suel­tan los músicos y que le dan vida a una letra encerrada en un aura misteriosa. “Quedó muy lindo y para mí es muy lindo ese pedacito en el que ella hace un lead solo porque le da una impronta a la canción que no tenía ni otra mía hasta ahora. Me pareció que estaba bueno proponer ese riesgo y cambio hacia otra cosa”, des­taca Richard.

Consultado sobre si este es el adelanto de un próximo disco, deja en claro que no es así. “No va a formar parte de un próximo álbum, es un single que tal vez en algún momento puede formar parte de un álbum conglomerado de todos los singles como se hacía antes. Eso estaría bien porque ya tengo varios sencillos suel­tos, algunos covers, enton­ces capaz haga algo con eso en algún momento, pero no es la idea en este momento”, asegura.

Para él, un disco implica mayor trabajo y un sentido de búsqueda en el que las cancio­nes que lo integren tengan que ver entre sí. “Es solo un senci­llo, tal como fue ‘Humanidad’, que fue mi trabajo anterior. Yo cuando trabajo en álbu­mes, trabajo en una idea y en un concepto amplio porque estoy con varias canciones al mismo tiempo tratando de encontrar una temática general. En el caso de esta canción. Cuando la empecé a hacer tenía el objetivo claro de que debía tener una identidad propia”, sostiene.

ROMPER PARADIGMAS

En un contexto de consumo rápido en el que las cancio­nes se hicieron más cortas y directas, opina que es algo que se puede romper. “También creo que ese paradigma de las canciones cortas, sin intros, sin solos, se puede revertir. Los artistas siempre escapa­mos un poco al condiciona­miento de la industria, hablo de los que consideramos nues­tra disciplina como un hecho artístico y no simplemente como un entretenimiento de consumo”, afirma.

Siempre disruptivo, se siente incómodo con lo que mar­can las tendencias y es cuida­doso con su oferta musical. “A mí me interesa ofre­cer un objeto artístico y he visto algo en varias bandas, que luego de experimentar con esto de las canciones de tres minutos o menos (que en algunos casos sí se justi­fica y está bueno porque hay canciones que están comple­tas en menos de tres minu­tos y no tiene sentido exten­derlas más. Está todo dicho y contenido ahí y son muy buenas canciones, pero hay obras que necesitan más), van al extremo de cancio­nes de siete u ocho minutos que también era un tabú. A mí me encanta”, reflexiona el veterano guitarrista.

Aquí pone dos ejemplos. “Hay una canción de White Lies, una banda que me gusta mucho, es justamente el pri­mer corte de su último disco, se llama ‘Am I really going to die’, que dura siete minutos y algo y después tiene una ver­sión más corta. Me encantó porque tiene un desarrollo, tiene una situación musical e instrumental muy bella y no podría estar contenida de otra manera. Hay que fijarse primero en lo que uno quiere hacer”, sostiene.

Luego, está su propio caso dentro de sus propios pará­metros. “En el caso de ‘Ara­ñas bebé’, aunque no es muy larga, tiene un desarrollo ins­trumental que dejé que suce­diera. Me permití dejar que sucediera y llevarlo hasta un punto. También establecer un compromiso con el público de que ‘esta es mi canción; si que­rés escuchá solo la mitad, pero eso es problema tuyo’”, insiste Coleman.

PARAGUAY EN SU ESTIMA

La última vez que Richard Coleman se dio una vuelta por nuestro país fue en mayo de 2022 como parte de la gira Soda Stereo – Gracias Totales en un show en el Arena SND. “Lo recuerdo. Me encantó porque la última vez que había estado en Paraguay antes de eso fue cuando fui­mos con Gustavo Cerati a pre­sentar ‘Ahí vamos’ en 2007. Volví después de 15 años y me encantó. El público paraguayo es siempre muy afectuoso y muy emocionado”, elogia.

Para él, el público latinoameri­cano es muy especial y en cada lugar a donde va se siente ese grado particular de cariño. “Ese reencuentro fue muy lindo. El trato fue muy bueno en ese proceso de la logística, de producción y el equipo técnico fue muy amable con nosotros. Esas son cosas que suman. Cuando sos bien tra­tado y cuando se preocupan porque estés bien y se cum­pla todo en tiempo y forma, hace que el resultado final (o sea la presentación) salga aún mejor”, puntualiza el músico sobre la última experiencia en Paraguay.

Asimismo, lamenta no tener presente a artistas paraguayos en su colección musical. “Es una pena. Si de por ahí alguien que está leyendo esta nota me puede recomendar algunas bandas paraguayas, puede mandarme links o lo que sea. Es bastante difícil hoy en día encontrar música justamente por la abundancia, por el bom­bardeo en las redes y por lo efímero y lo rápido que pasa todo. Pero siempre que me recomiendan cosas, les pego una escucha y llego a lugares muy interesantes”, asegura Coleman.

Además de ser un profesional de la música, Richard Cole­man es un aficionado y un melómano que trata de llevar su arte siempre al siguiente nivel ofreciendo una pro­puesta elevada. “Con mucho gusto estoy atento a las reco­mendaciones de artistas para­guayos. Queda el recuerdo y en las ganas de volver para seguir tocando allí. Espero estar por su país muy pronto con la Trans-Siberian tocando ‘Arañas bebé’ y otras cancio­nes en vivo para ustedes. Así que espero poder hacer algo en Asunción pronto”, cierra.

Las nuevas formas de consumo

Aunque todavía hay perso­nas que escuchan música por radio o en formatos físicos, los servicios de streaming ya son la forma preferida de más de la mitad de las perso­nas en el mundo para acce­der a ella. Además, las apli­caciones como Tiktok van ganando importancia a la hora de interactuar con can­ciones y artistas, y conectar­los con toda una audiencia a través de ese lenguaje, pero ¿qué pasa con el disco, con el concepto de un álbum y toda esa cultura que traía consigo?

Coleman cree que el hecho de sacar un álbum solamente para plataformas es com­plicado porque –para él– un disco tiene que tener un soporte físico para justificar escucharlo entero. “En pla­taformas se hace muy difícil escuchar un álbum entero. Hay mucha distracción, ya que estamos constan­temente intervenidos por estímulos externos y a una velocidad que hace 20 años era impensada. Es parte de la adaptación a los nuevos tiempos”, recalca.

En ese sentido, también hace hincapié en la publici­dad que tienen las versiones gratuitas de las plataformas de streaming y cómo obs­taculizan la escucha de un álbum. “Te saca de eje o del enfoque que estás teniendo para escuchar un disco. A eso hay que sumarle que el mayor consumo de música se da en movimiento. Cuando estás caminando en la calle con auriculares o en el auto manejando, es cuando uno escucha más música, con todas las distracciones que eso puede tener porque si no estás atento podés terminar contra un árbol o algo así”, detalla.

A su criterio, uno está todo el tiempo siendo víctima de interrupciones, entonces se hace difícil prestar atención y tener toda la experiencia del álbum. Aun así, no cree que el disco como formato o concepto quede en el pasado. “Hay algo muy interesante que tiene el concepto del disco y que vengo haciendo desde mi último disco con Los 7 Delfines en adelante y trato de mantenerlo: que mis álbumes no excedan los 40 minutos porque me parece que la dosis de música y la atención que uno le puede prestar a algo no pasa de 20 minutos”, subraya.

“Me parece que la situación actual del disco es más exclu­siva porque lo que vemos los que consumimos música es el advenimiento del vinilo nuevamente, por lo menos en esta parte del continente. Hice varios viajes a Europa el año pasado y allí dismi­nuyó el consumo de discos de vinilo, pero nunca cesó como sí ocurrió acá. En los 90, se desmantelaron las fábricas de estos discos en Argentina. Se terminó y las disquerías eran cada vez menos. Pero lo que empezó a ganar fuerza en estos tiempos es la venta de vinilos usados originales”, agrega.

Para él, es clave ese combo de sacar un disco nuevo con un vinilo edición especial por­que le da un extra. “Obvia­mente, es algo caro, un poco elitista tal vez y un privilegio, pero es un objeto tan lindo que justifica la inversión. El hecho de que sea algo especial hace que su producción sea incluso más prolija y cuidada que antes. En mi época, el consumo de vinilos era tanto que llegamos a un punto de cosas que tenían una calidad muy dudosa; o eran muy fini­tos o utilizaban los cartones más baratos que encontraban porque era el único soporte. En cambio, ahora, cuando comprás un vinilo, ves un esfuerzo y una impresión de mejor calidad”, resalta.

La mira en 2024

Durante 2023, Coleman tocó mucho, tanto en su país como en el exterior, incluso presentándose en Europa. “Me falta todo lo que venga en 2024. No me fijo en qué me falta, en realidad veo si puedo conseguir los estímulos necesarios para llevar adelante una producción nueva. Así que vamos a ver, es algo que yo no fuerzo mucho. Cuando se trata de trabajar en música o en un álbum nuevo, nadie me obliga o nadie me corre, como decimos en Argentina”, asegura tajante.

A sus 60 años, no deja que nada lo presione. Se sabe un avezado en su arte y prefiere disfrutar los momentos. “Depende de si tengo ganas de transi­tar de nuevo todo ese pro­yecto que honestamente me toma tiempo. A mí me toma un par de años resolver un álbum. Son como mis largometrajes, desde que empiezo hasta que está editado pasa un tiempo largo. Veremos qué pasa, tengo ganas en este 2024 de ponerme a trabajar en ello. Ese sería el objetivo más grande”, subraya.

A nivel de presentaciones en vivo, apunta a seguir insistiendo con salidas al exterior porque es algo a lo que estuvo apostando muy fuerte en 2023 y que sería lo más “proyectable” para este año que empieza. “Pro­yectar shows y esas cosas ahora en mi país está muy complicado. No hay una buena perspectiva para concretar los proyectos y uno no puede intentar ade­lantarse mucho al tiempo porque está todo muy ines­table. Sin embargo, afuera las aguas parecen estar más tranquilas, entonces me parece que por ahí se puede proyectar”, analiza.

Hablando de presentacio­nes en vivo, el año pasado le tocó ser parte de la ver­sión argentina del Prima­vera Sound y presentarse en el mismo escenario que varias de sus principales influencias. “Estuvo bueno. No sentí nada especial por estar, ya que no toqué con ellos, se dio coincidir en el marco de un festival. Pasan muchas bandas y es un día muy largo, pero sí me gustó tocar en el escenario en el cual yo hubiera pasado toda la tarde si hubiera ido solo como parte del público. Me encantó estar ahí”, dice. En dicho escenario estuvieron nombres como Slowdive, Just Mustard o Roisin Mur­phy, que son artistas que a él le gustan mucho.

Cabe destacar que en el momento que se pre­sentó junto a su banda la Trans-Siberian Express (que habrá sido alrededor de las 17:30), tuvo la mayor convocatoria que recuerda dentro de un festival. “Fue una convocatoria impor­tante porque cuando arran­camos a tocar, había mucha gente. Pudimos hacer un show bastante extenso de casi 50 minutos, eso es un privilegio realmente y ver cómo se iba llenando de gente, fue muy gráfico realmente. No suelo espe­rar mucho en un festival por una cuestión de aten­ción, por los horarios, por las otras atracciones que hay”, refiere el guitarrista.

Además, su público en general lo prefiere en un formato más íntimo antes que un gran festival, pero rescató que fue una jor­nada muy interesante. “La curaduría de ese line up con muchas bandas shoegazer oscuras y con The Cure atrajo a mucho público que también gusta de mi propuesta. También hubo mucha gente que, si no hubiera sido por esa cir­cunstancia tan particular, no hubiera visto mi show y quedaron sorprendidos. Salió muy bien, tocamos muy bien, sonó muy bien y quedé con una muy buena sensación por esa presen­tación”, rescata.

En esa parada (que luego traería a The Cure y a Slowdive a nuestro país) también vivió un momento especial viendo a la banda liderada por Robert Smith. “Fue maravilloso porque lo vi junto con mi familia y eso tiene una sensación distinta. Ver a mi hija de 15 años cantar las canciones de The Cure sin que yo le haya mostrado nunca nada de la banda y enterarme ahí mismo que ella se sabía todas las canciones fue honestamente emocio­nante. Le decía: ‘¿Cuándo aprendiste estas cancio­nes?’, la verdad fue muy lindo”, atesora Coleman.

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