Toni Roberto, tonirobertogodoy@gmail.com - Fotos: gentileza

Este domingo Toni cierra por un momento los ojos para recordar al tal vez más importante artista popular visual del Paraguay del siglo XX, Jacinto “Manito” Rivero, eterno habitante del otrora poético Cateura.

Caminar hasta Villa Lina para recorrer la muestra del legendario Jacinto Rivero merecía una caminata cuesta arriba desde algún punto del antiguo centro de Asunción. Así, yendo por la calle Piribebuy, luego Manuel Domínguez, atravesando la Fiambrería Alemana 1, el palacete Chirife, la casa de Efraín Cardozo, la residencia de José P. Guggiari, el café Chiriguelo, la esquina del Dr. Rafael Oddone, llego a las alturas de aquella antigua casa de arquitectura italianizante, con rasgos característicos de una villa italiana, que desde el 2008 pertenece a Nicolás Latourrette y alberga el Museo de Arte Sacro.

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En los salones del fondo donde está preparado para muestras itinerantes está un pedazo del rincón de mis recuerdos. Es que ahí se encuentra una muestra dedicada a Jacinto Rivero, para mí el más importante artista visual popular paraguayo del siglo pasado. “Tal vez Jacinto sea uno de los más legítimos y auténticos representantes del alma popular paraguaya, del espíritu de este pueblo que, cercado por países gigantes que están, infelizmente, perdiendo sus propias fisonomías culturales en el altar de esta deformadora civilización tecnológica, de este pueblo, repito, que aún conserva, por lo menos entre los humildes, su autenticidad cultural en aquellas cosas que le permiten continuar siendo él mismo”. Estas palabras de Lívio Abramo las repetía siempre en charlas, escritos, reuniones. Es que Abramo, un revolucionario social de su época, se convirtió en padre de muchos artistas con pocas posibilidades económicas. Así nacieron grandes grabadores populares en los años 70 como Margarita Sánchez Minella, a quien conoció en la calle siendo ella lustrabotas; Genara, una mujer que vivía en situación de calle, y al propio Jacinto Rivero, habitante de Cateura.

Jacinto Rivero. Obra tapa de Revista Hoy. Asunción, 1978.

DE SAN VICENTE A CATEURA

El camino de esta muestra me llevó por otro lado a investigar historias nunca escritas de Jacinto; su amistad con la grabadora Fabiola Adam, que relata anécdotas muy particulares como la manera en que se comunicaban. Como ella vivía en San Vicente y él en Cateura, y Rivero era ya una persona destacada en la “comunidad cateurense”, le enviaba esquelas con los muchachos recolectores de basura. Así, una comunicación que recibía Jacinto era respondida con otra correspondencia a la remitente. O su paso por el Colegio San José, donde se recibió. Contaba que se iba a caballo hasta cierto lugar y llegaba al colegio caminando, teniéndole de compañeros a personas de la talla de Alejandro Encina Marín, entre otros.

Carpeta “Los bichos de Jacinto”. Ediciones Misión Cultural Brasileña. Asunción, 1967.

DE LA POÉTICA CATEURA A LA BASURA

La residencia familiar ancestral de Jacinto Rivero en aquella zona sur de Asunción vio ver pasar de una poética e inspiradora Cateura de mediados del siglo XX a la total degradación del lugar donde la basura llegaba, tristemente, a las alturas de su ventana. Todas estas historias enriquecen la mirada de su gran obra, que empezara en 1956, formando parte de los primeros alumnos del taller de grabado Julián de la Herrería. Su fuerte carácter se refleja en el dominio del lenguaje del grabado, en una obra austera y escueta que nos muestra su mundo asunceno suburbano que enriquece el imaginario colectivo ciudadano, que denota el ser paraguayo lejos de los ismos y de las formas importadas, seguro de su propio camino, ahí en el límite sur de la ciudad y con el imponente paisaje de fondo del legendario cerro Lambaré.

La obra de Jacinto Rivero (1932-1997) no ha sido hasta hoy lo suficientemente valorada por una cuestión eurocentrista del gusto del coleccionismo tradicional paraguayo, que merece una lección del “aprender a ver”, que al “leer” su obra se entenderá más su propio ser paraguayo, sintético, austero, de pocas palabras, en blanco y negro, de uno de los más grandes artistas paraguayos del siglo XX, más allá de un caballete más allá del viejo óleo.

Al final me retiro de esa gran casona puesta en valor por su filántropo propietario y asistido por el museólogo Luis Lataza. Contento de ver esta muestra del acervo del Museo Nacional de Bellas Artes, montada por Susana Uliambre y Lilian Ojeda, ello me permitió cerrar por un momento los ojos para recordar a Manito, Jacinto Rivero, el legendario habitante del “barrio Cateura”.

Jacinto Rivero. Personajes urbanos y suburbanos de Jacinto. “Nunca más”. Asunción, c.1994.
Diario Noticias. Asunción, 1995.
Jacinto Rivero. Asunción, 1956.
Jacinto Rivero. Asunción, 1987.

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