Jimmi Peralta - Fotos: Roberto Zarza

El reconocimiento llegó a una humilde casa ubicada en la Colonia 21 de Julio, de Tobatí, distinguiendo el talento y la tradición de una familia de alfareras que de generación en generación están trasmitiendo el arte de arrancar de las entrañas de la tierra la materia prima para darle la forma y el color que dicta la imaginación creadora.

“Yo pensaba mucho en este trabajo porque siempre vi el sacrificio de mi mamá, con la necesidad que ella tenía, y tenía que criarnos, prácticamente estaba regalando sus trabajos. Pensaba mucho en eso y quería otra cosa para mí, pensaba que alguna vez tenía que llegar bien en alto mi trabajo y creo que lo logré”, señala Ediltrudis Noguera, artesana de Tobatí que en el 2022 obtuvo el reconocimiento de Maestra de las Artes Visuales por parte del Congreso Nacional a través del Centro Cultural de la República El Cabildo.

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Con cerca de 40 décadas dándole forma a su pequeño pedazo de tierra, Ediltrudis desarrolló tanto su inquietud artística como el oficio artesano desde muy joven. El manejo de la técnica y la expansión de las fronteras de lo ya hecho marcan sus pasos: “A mí no me gusta eso de repetir”, explica.

“Ya era tiempo para mí. Eso me faltaba también, no sé, para guardar, ya que no puedo poner en algo, así como en exhibición. Es algo bueno para mí esto que me dieron. Estoy contenta porque cada año estoy recibiendo un reconocimiento de parte del Estado”, señala.

Ediltrudis es madre de 8 hijos, con quienes compartió el conocimiento sobre la arcilla y el trabajo que heredó de su madre, doña Mercedes, forjadora de tradiciones, primero con la elaboración de objetos utilitarios y después la artesanía en Tobatí. “Ella hace cántaros y cantarillos”, aclara la hija.

VOCACIÓN MATERNAL

“Yo siempre le agradezco a mi mamá porque en un primer momento ella fue la que me enseñó, me motivó mucho, digamos que me obligó luego. Aunque cuando yo era nena y no me interesaba nada de esto, solo quería jugar con la arcilla, mi mamá no me dejaba tocar la arcilla”, recuerda.

La creación artística y su valoración demuelen, en teoría, los límites de la ilustración, del mérito acumulado o la condición de clase, ya que se centran en la experiencia sensitiva. Entre tanto, Ediltrudis explica que el trabajo suyo tardó casi 30 años en llegar a ser reconocido en Asunción, aunque al extranjero llegó primero a través de los visitantes que “encontraban” su casa.

“El Museo del Barro vino acá. El señor (Osvaldo) Salerno, Carlos Colombino y otros vinieron a buscar trabajos en la casa de mi mamá y los llevaron para estudiar. Después volvieron a pasar cuando yo ya no crecí y yo ya era así, tipo adolescente. Ahí lo que empecé yo ya a mirar por el arte y así fue que empezamos”, señala.

“Lo que yo soñaba era poder llegar a Asunción. Primeramente, los extranjeros que visitaban nuestro país siempre me buscaban y me encontraban acá completamente, digamos, abandonada de parte de la cultura. Por ahí empezamos a valorarlo un poco más, ya que siempre es la gente de afuera nomás la que nos lleva más en cuenta y después vino la pandemia. Ahí todo se trancó, pero no fue tan malo para mí porque ahí sí llegué a Asunción con mi trabajo”, explica.

LAS FIGURAS

En su diálogo Ediltrudis habla de arte y artesanía, aunque esta línea demarcatoria se encuentra en creciente problematización, poniendo de relieve la función material de la producción y también sus inquietudes creativas.

“Y allí estaba el tema porque nosotros acá no estudiamos nada y ni siquiera sabíamos qué nombre ponerles a los trabajos, ni nombre ni precio. Pero uno se tiene que ingeniar. Primero, por el proceso que están haciendo, cuánto tiempo le lleva, tiene que ir contando, ver cuánta tierra tiene cada trabajito. Cada escultura tiene que llevar su nombre también. Y era un compromiso muy serio en ese momento para mí porque yo recién estaba saliendo en la ruta con mi trabajo. A los primeros que les puse nombre fueron “Adán y Eva” porque eso fue lo que me primero me salió, aparte de los cantarillos y los cántaros, que eran comunes”, explica.

“Y me preguntaron por qué se llamaban ‘Adán y Eva’, les dije porque estaban desnudos y preguntaron por qué hice cosas de gente desnuda”, agrega.

Los trabajos de Noguera se caracterizan por sus formas más redondeadas, sean estas humanas o animales, y por la coloración de las arcillas que consigue para cocerlas luego de moldearlas.

AUTORREFERENCIAL

“En mi etapa de adolescencia yo era súper gorda, rellenadina y ahí entonces copié de mi figura, como cada artista, y así fui continuando. Cada pedido tiene también su estilo, depende de cada persona. Algunos me dicen ‘quiero las figuras caderonas o ‘con mucha nalga’, o ‘las tetas grandes’. Y muchas veces también con el genital de Adán”, refiere.

Sus primeros trabajos nacieron a sus 17 años y dentro de una familia de 15 hermanos comenta que el rol de las mujeres fue quedarse en la casa para trabajar en la arcilla como su mamá. A los 24 años dejó su casa familiar y enviudó hace un lustro. “Ellos salen a la ruta porque quieren hacer su platita”, dice respecto a algunos de sus hijos que también se involucran en la producción en barro, pero con un compromiso distinto.

“Eso de la técnica muchas veces no podemos contar. Yo no sé cómo, pero entendemos todo, ahora si uno va a explicar, ya se complica más. Mamá aprendió de abuela y le decía qué hacer, y así también nosotros. Mamá te decía ‘así tiene que ser, este acá y este allá’, y ya está. Y si no te salía sí o sí te retaba, te pegaba. A mí, por ejemplo, siempre me pegaba por mi mano”, comenta.

La producción creativa y la técnica no representaban en el hogar de los Noguera un hobby, un ocio o un ritual de autoconocimiento, sino que siempre fue la forma de forjar la saciedad inmediata de necesidades.

“Cuando no me salía me decía que yo no servía para nada, que no le iba a dar de comer, así era mi mamá”, confiesa.

El tiempo permitió que Ediltrudis vaya perfeccionando el trabajo y tiene nuevas creaciones, nuevas inquietudes que exponer en arcilla en este 2023.

“Tengo que hacer nuevas obras, así nomás lo que se puede vender, no todo repetitivo, así a mí no me gusta. Esas figuras la tengo todas en mi mente, esa es la computadora que yo uso. Uno todo el tiempo está soñando, pensando, diseñando y después cuando empieza a trabajar uno puede ponerle su forma, su nombre y su precio”, comenta.

El trabajo de la flamante Maestra del Arte conjuga pasión y producción material. “Pienso también trabajar hasta los 80 años. Una vez cuando me fui a Guatemala le encontré una señora, una viejita de edad avanzada, ella estaba trabajando todavía y yo también tengo mucho ánimo para seguir”, refiere.

EL PROCESO

El proceso creativo y productivo, según relata Ediltrudis, arranca en la noche, antes de dormir, cuando se planifican las jornadas de trabajo y sus necesidades. “Me acuesto muy temprano”, cuenta. “Lo más sacrificado es entrar en la cantera a buscar el barro. Cuando ya estás acá en la casa, es un poco más tranquilo”, añade.

La colecta de barro la realiza acompañada de otras personas, a quienes orienta exactamente respecto a las proporciones de cada tipo de suelo que deben obtener. Tradicionalmente el traslado de este insumo se hacía a tracción animal, pero hoy el motocarro pone su esfuerzo.

Una vez en la casa, también la tecnología permite el amasado de la arcilla, lo que permitirá al día siguiente empezar a concebir en tierra húmeda las nuevas formas.

Ediltrudis se sienta en su diminuta butaca y desde ahí nacen los nuevos trabajos, algunos pedidos, otros más libres, pero siempre en su propio estilo, el que le brota de la curiosidad y el desafío desde su adolescencia.



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