Por Jimmi Peralta - Fotos: Emilio Bazán

Flou es una de las bandas de rock más importantes del país. Desde sus inicios, en el epílogo de los 90, marcó la diferencia por su sonido y profesionalismo. La pandemia retrasó la presentación de “Encuentros únicos”, su último disco. Para este 30 de julio está pactado el reencuentro con su público en el Teatro Municipal.

La música, y por sobre todo la popular, es ese juego compartido que conecta a las personas, sean músicos u oyentes, en todas las direcciones. El rock, ese símbolo de la segunda mitad del siglo XX, el cuero, el jean, la guitarra eléctrica, el pelo largo, la rebeldía, los tatuajes, el volumen muy alto, es y fue para millones de jóvenes músicos ese lugar de juego y de sueños idealizado.

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Sonar en la radio, grabar un disco, llenar un concierto multitudinario, descubrir una remera homenaje, la fama y, al mismo tiempo, seguir solo jugando, ese es un sueño casi transversal a la escena rockera. Flou, poco más de dos décadas atrás, también empieza desde ese lugar, desde la idea de tocar lo que quiere en su ritual interno y, al mismo tiempo, introducir a su público dentro de ese juego.

A 22 años de su formación como banda, Walter Cabrera, la voz de Flou, habló con La Nación sobre sus inicios, el paso del tiempo, los cambios y el presente de la música local, que sigue siendo cuesta arriba para los artistas, pero que ha cambiado para mejor en varios aspectos.

–¿Qué cambió en estos más de 20 años respecto a los que escuchan y cómo suenan como banda?

–Cuando comenzábamos veníamos más de escuchar mucho grunge, mucho metal. De hecho, en la banda somos muy distintos. Bruno, por ejemplo, es mucho más grunge, Fede y yo somos un poquitito más metaleros. En esa época estaba Ariel Sandoval en batería y escuchaba un poquito más de hardcore, un poco de rock pesado. Escuchábamos algo que por entonces era la nueva movida de nu metal y algo también habrá influenciado a nuestra música, pero más bien yo creo que venimos con bases muy fuertes del metal y el grunge. Bandas como Faith no More nos inspiraron mucho en no cerrarnos en un solo estilo. En todos los discos de Flou vas a escuchar un tema súper tranqui y pegado, ese un tema súper pesado, esa es una influencia de Faith no More. Hoy en día se crearon estilos nuevos por el camino que nos influenciaron mucho también, el stoner, por ejemplo. Nos gusta mucho todo lo que hace Queens of the Stones Age, Kyuss, piedra fundamental del stoner. Escucharlos nos abrió mucho también los ojos a otro tipo de sonido, a otro tipo de rock pesado, pero a la vez melódico.

–¿Cómo se dieron los proceso de cambios de sonidos o estilos en la banda?

–De hecho salió muy natural. Empezamos a componer el disco “Universo inverso”, el anterior, y no estamos buscando cambiar nada, creo que cada uno inconscientemente ya estaba como que buscando otras fronteras sonoras. Empezamos a componer y de entrada nos dimos cuenta de que ya era súper diferente a lo que veníamos haciendo, o sea, si bien tenía todavía la esencia del rock pesado, tenía como una frescura que a nosotros mismos nos llamaba la atención y decíamos “cómo va a tomar esto la gente”. Pero nosotros estábamos muy contentos con lo que estábamos haciendo.

–Arrancaron seguro con unos sueños, ¿qué cambió de eso en 20 años?

–Cambiamos. Cuando compusimos “Ataraxia”, que fue el primer disco, en 1999 más o menos, teníamos todos 20 años, todos estábamos entrando en la joda total, rabioso, saliendo de la adolescencia. Teníamos otras ideas, tal vez no. No es que hayamos cambiado esas ideas, tal vez algunas siguen. Pero nada, con el tiempo uno va madurando, también vive otras experiencias. Desde el primer disco al disco “Universo inverso” algunos en la banda ya fueron papás.

–¿Qué soñaban?

–De los sueños que teníamos en aquel entonces cuando empezábamos no había mucho más que salir a tocar y que nuestros amigos nos vean. Porque no había mucho, no había mucha escena, no había dónde tocar, no había mucho hacia arriba dónde ir, no había festivales, no había nada.

–¿Qué tanto cambió la escena en este tiempo?

–Hay como una brecha muy grande entre la generación de los setenta y ochenta, acá en Paraguay, y la nuestra, la de los fines de los 90. Como que se perdió el rock, se perdió, no hubo una continuidad, entonces era como inventar todo de cero, o sea, para nosotros el hecho simple de poder tocar en un lugar era genial, no teníamos ninguna expectativa de ganar dinero siquiera con la música y menos de pensar que algún día íbamos a tocar en un megafestival como fueron los Pilsen Rock, por ejemplo, o todos los festivales que hay hoy. Nuestra expectativa máxima era divertirnos, hacer la música que nos gustaba, porque no era algo que se escuchaba en las radios. Empezábamos así con las ganas de tocar porque era nuestra pasión.

–¿A la hora de hacer música qué cambió?

–Y va cambiando. Por ahí se aprende también a expresar mejor en las letras y se aprende a analizar mejor las ideas antes de plasmarlas en una canción. Sobre todo eso, creo que la madurez, no solamente en la edad, sino que también en la forma de pensar. Y también hay un compromiso. Cuando a la banda le empezó a ir bien nos dimos cuenta, obviamente, que de repente lo que nosotros decíamos tenía influencia en la gente que nos escuchaba, entonces queríamos siempre dejar algún mensaje positivo en todas las canciones.

–¿Qué queda como pendiente?

–Cumplimos muchos de nuestros deseos, algunos todavía nos faltan, sobre todo salir al exterior, que por ahí es una deuda. El Paraguay sabe exportar música nacional, porque el folclore nuestro sí siempre fue muy bien recibido en todas partes del mundo. Pero nuestra música, el rock, el pop y todo lo demás es como que recién ahora está empezando a salir. Hay muy buenos artistas de los géneros urbanos, por ejemplo, que están haciendo muy bien las cosas. Eso creo que es lo que nos queda por ahí en salir un poco más a tocar y mostrar lo que hacemos en otros países también, y establecer nuestra música en otros países también

–¿En qué momento la banda pasó de ser hobby a ser un trabajo?

–Para nosotros siempre el compromiso fue así: al 110%. Desde que comenzamos nos dijimos que sería así. La banda siempre fue nuestra prioridad. Dejamos pasar cumpleaños en familia por toques. Las novias siempre se quejaban porque nosotros teníamos que estar tocando en algún pueblo del interior del país. Para nosotros siempre lo primero fue Flou. No importaba si vamos a ganar plata o no, pero lo que íbamos a hacer siempre bien, responsables y comprometidos. Nos dijimos ‘si lo vamos a hacer, lo vamos a hacer bien y con compromiso’. Creo que para nosotros por ese lado siempre fue un poquito más sencillo porque los cuatro estaban muy convencidos y teníamos la misma idea, de que así sea verdad de hacer las cosas, siempre al máximo, dentro de nuestra inexperiencia y dentro de nuestro entorno acá en Paraguay, que casi no había nada. Siempre íbamos a hacer mejor posible para que el público que nos ve, sea de 10 personas, sean 1.000 personas. Siempre buscamos que disfruten del show tanto como nosotros, ya que nosotros siempre tocamos para nosotros, nos divertimos tocando. Y creemos que eso es lo que le queremos contagiar a la gente.

–¿Y cómo ves la escena de hoy en el rock?

–Para mí hoy hay millones de bandas nuevas. Hay una variedad increíble de estilo. El género que más creció creo que es el indie, hay un montón de bandas y muy buenas muchas de ellas. Hay mucha escena urbana, a la gente le gusta mucho, y también está la facilidad de poder grabar todo en tu casa. Creo que en la inmediatez de todo, de cómo está el mundo hoy, donde todo tiene que ser inmediato, es mucho más fácil crear música urbana. Adolescentes ya pueden grabar cosas en su casa, lo que yo no podía hacer hace 20 años. Yo tenía que de alguna u otra manera llegar a un estudio y tener la plata, era mucho más difícil. Hoy me parece que hay millones de cosas muy buenas, un montón de bandas muy buenas. Y yo creo que estamos bien, estamos súper bien. Hay tantas bandas también que no da tampoco el espacio en medio para todas y la selección natural, obviamente, termina por decantarse en las que son más perseverantes.


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