Hoy Toni propone un viaje a Kamba Kua en la vieja combi del maestro Lívio Abramo para encontrar una identidad extraviada.

¿Es Kamba Kua un barrio? Tal vez no, hace unos cuantos meses cuando me pedían que hable de la Cha­carita como barrio, yo con­testé: la Chacarita no es un barrio, es la Chacarita, lo mismo pienso de Kamba Kua, que es antes que nada parte delicada de nuestra historia desde 1820, cuando el Gral. Artigas llega a Asun­ción con 150 hombres y mujeres que formaban parte de su guardia fiel, ocupando unas extensas tierras en lo que hoy es Fernando de la Mora, la historia de des­pojo de las mismas se da a través de las décadas, puesto que cuando llegaron se les habían otorgado aproxima­damente 150 hectáreas que con el tiempo fueron per­diendo, contando para 1996 con menos de 2 hectáreas.

Son las 15:00 en punto de un caluroso sábado de tarde de mediados de enero, presento “Cuadernos de barrio” ver­sión radio/televisión y me enfrento a las miradas de dos afrodescendientes decidi­dos a conservar su historia, Lourdes Díaz, coordinadora general del Festival Folcló­rico y las Fiestas Patronales de San Baltazar de Kamba Kua y César Chávez, Vice Pdte. del Grupo Tradicional San Baltazar de Kamba Kua. En el recuerdo me parece estar viendo las “fantásti­cas afro imágenes” de la obra del maestro brasileño Lívio Abramo, quien decidió vivir hasta sus últimos días en el Paraguay en 1992 y quien allá por 1980 en sus clases de arte de los viernes del Cen­tro de Estudios Brasileños, siempre trataba el tema de los afrodescendientes. Se me entrecruzan las imágenes de su viejo taller con la lumi­nosa y contemporánea sala torias ante la atenta mirada de mi compañera de arte y antropóloga Fátima Mar­tini.­

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Grupo Tradicional San Baltazar- Kamba Kua c.1961.

“A LOS NIÑOS NO LES INTERESA”

En un momento aparecen en pantalla tres damas “kam­bakueñas”, una de ellas nos dice: “Acá con nosotros se termina toda nuestra his­toria, a los niños ya nos les interesa nada”. Pregunta­mos el porqué, uno de los motivos nos da Lourdes: “Muchos de los habitantes tuvieron que salir de la zona por los altos costos y la espe­culación inmobiliaria, de esa manera los hijos de estos perdieron el vínculo con su pasado, una historia que se remonta a hace más de 200 años en el mismo predio”.

¿Podemos seguir creyendo que se puede salvar el pasado? No lo sé. Yo, mien­tras, sigo recordando ese rincón olvidado de la histo­ria de Paraguay yendo ima­ginariamente hasta ahí con el maestro Lívio en su vieja combi, para hacer algún pequeño dibujo, pero des­pierto y me doy cuenta que es solo un sueño; el maestro ya se fue, pero quedan sus obras, algunas piezas foto­gráficas antiguas, Kamba Kua y otras comunidades afrodescendientes del Para­guay para “restaurar recuer­dos”, es la única manera en la que podemos encontrar­nos a nosotros mismos, es parte de nuestros orígenes extraviados, que tenemos frente nuestro, pero a veces es más fácil negarlo y seguir deambulando tratando de encontrar nuestra identidad perdida en algún rincón de Europa.

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