POR ESTEBAN AGUIRRE - @PANZOLOMEO

¿Papo, sabías algo?

- ¿Qué, papito?

- ¿Sabías que las estrellas y los humanos estamos todos hechos del mismo ingrediente?

(Pausa de padre orgulloso que no quiere demostrar lágrimas) ¿Polvo de estrella, papito?

Sí, Papo, polvo de estrellas.

Hablar de religión y que se convierta en una charla para explicar que la estrella de Belén es parte de este universo lleno de vida y estrellas, cada una con su brillo, el día antes de reyes, es verdaderamente un lujo que pensé no merecer. Qué lindo hablar de todo con los únicos seres humanos que tienen la libertad de prejuicio, claridad de poder entenderlo todo, sin juzgar y con sincera empatía, alimentados de la fantasía del mundo y no la realidad del mismo.

Todo empezó con la clásica charla sobre religión en el proceso de explicar el rito de los reyes de la misma manera que tacleamos la historia del viejo San Nicolás, había llegado la hora de taclear este mito vestido de reyes magos, una estrella medio Uber lento y el milagro de un niño nacido libre del acto de concepción entre mortales de la tierra.

Cuando uno se pone a analizarlo es una historia merecedora de ser parte de una de las páginas de uno de los bestsellers de la historia, ¿cómo no compartirla con mi hijo?

Vale aclarar que en mi núcleo familiar tenemos dos creencias, por un lado mi exposa es católica y por otro yo soy ateo, de cuna católica. Pasé por mi proceso de agnosticismo y panteísmo hasta llegar al ateísmo unos 15 años más tarde. No hago apología del mismo, ya que llegué a esta creencia de ser polvo de estrellas y evolución a través de un proceso personal, y considero que el discernimiento y la creencia es de cada persona. Al final del día la fe no tiene religión, es la energía del creer y la disciplina del caminar dentro de tu propia creencia sin lastimar a quienes te

rodean. Tal vez la única obligación que tenemos es la de inspirar e inspirarnos de nuestro entorno.

Vivir para aburrir y aburrirse es, en palabras prestadas, un pecado.

“Mi primo me dijo que Jesús vive en su corazón, y yo le dije que eso era imposible, porque Jesús es un señor adulto y él solo tiene el tamaño del corazón de un niño, ¡no va a poder entrar un señor ahí!”, me explicaba mi muchacho a medida que avanzaba la conversación. Mi poco convincente explicación de “Sí, papito, tenés que entender que cuando tu primo dice eso está hablando en un sentido figurado, no literal” simplemente lo hacía enojar más. “Yo no sé si él está desfigurado o no, ¡pero lo único que yo sé es que si Jesús vive en su corazón… Spiderman vive en el mío!”.

Naturalmente las religiones y la manera de enseñar o aprenderlas se van digitalizando en tiempos de redes (poco) sociales y del dios Google y sus apóstoles binarios, quienes dan el servicio de la vasta respuesta a tan poca pregunta. Es lógico que el universo Marvel y tantos nuevos metaversos colisionen con el universo que habitamos, ya que las historias detrás de cada creencia (religiosa o no) fueron y serán pensadas para dejar una enseñanza, sean ficción que decidimos creer o ficción que aceptamos como tal. Historias para ser mejores personas.

- Papo, ¿sabés una cosa?

- ¿Qué, papito?

- Yo creo que nosotros tenemos que ser pólvora de estrellas.

- Qué buena manera de creer, chera’a.

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