El 11 de octubre se conmemora el Día del Poeta Paraguayo. Y la figura de Manuel Ortiz Guerrero nos lleva, verso a verso, a recorrer el camino de su corta vida y su leyenda.
Cuentan que un gemido de dolor quebró la noche de aquel gélido lunes de un 16 de julio. El año marcaba 1894 y Manuel Ortiz Guerrero llegaba al mundo en el corazón del Guairá.
Madre, hijo y Villa Rica del Espíritu Santo: Trinidad aguerrida de vida y muerte, donde una luz apagó la otra, y un primer –y último– suspiro los separó:
Cuando niño, me han dicho que tenía
Mi madre la elegancia del bambú…
Yo jamás conocí la madre mía
Que habrá sido inefable como tú…
En sus letras la nombraría, porque al morir Susana, fue su abuela quien lo crió. Su padre era juez de campaña y su infancia –a pesar de su trágico inicio– fue normal. Entramada en la viva imaginación del niño que iba acunando el léxico bilingüe de su ciudad natal. Eran tiempos agitados los de entonces, y allá por 1912 se unió a su padre en gritos de revolución, pero cuando un giro volteó la suerte le tocó el exilio con su progenitor.
El deambular por las selvas del Mato Grosso le dejó de herencia el mal de Hansen, que envolvería su cuerpo en lepra –y leyenda– unos años después. Volvió a Asunción, y desde entonces el mito en torno a su figura fue creciendo en mil historias que perduran hasta hoy. Como aquella que algunos juran –y otros desmienten– sobre el Endoso Lírico y Anselmita Heyn. Quienes saben dicen que las fechas no coinciden, ¡pero quién quita de la mente lo que a fuego quedó grabado en la memoria popular! Para muchos su “No todo en este mundo es mercancía” -sigue siendo la respuesta en poesía a aquella bella dama que quiso pagar las letras de “Ofrendaria” con un billete comercial.
“Devuélvole el billete a usted precioso,
Con mi firma de insolvente por endoso:
Sométalo a ley de Conversión”…
Si fuera real o mentira, hoy es historia colectiva y también aquello de los años de bohemia y convivencia con Molinas Rolón: Si dormían por turnos por haber solo una frazada, si robaba velas de los cementerios para escribir por las noches bajo la tenue lumbre de la pasión, lo cierto era su compromiso con la poesía, que seguía invicta en su corazón.
“De profesión insigne,
Dirá mi biografía.
Yo soy “hombre de letras,”
Lo declaro a mi vez:
Por papeles y tipos a oro y no en poesía,
Colaboro en los libros de Juan Klug y Marés”
En lo que todos coinciden es que la lepra siguió avanzando con los años, y cuando el rumor se hizo voces sufrió de algunos discriminación. Pero eran muchos más los que enalzaban su figura y a medida que se encumbraban sus letras, se expandía su fama de maestro por su arte y su verdad. Manuel Ortiz Guerrero con su pluma se hacía camino, enalzaba el guaraní simbólico y se ganaba la vida con los ingresos de su imprenta, Surucuá.
Su compañera Dalmacia fue vital en su camino y la mítica dupla con José Asunción Flores alegró sus días hasta el final. Por esa conjunción gloriosa la guarania se vistió de poesía, y se embarcó al mundo en las naves de India, Ne rendape aju y Panambi vera. Manú sufrido en sus dolores seguía conjugando ardores y su alma cantaba leve en la pluma de su verdad:
Porque no tenga mi canción acento
No espere el mundo que me desespere,
A impulsos de alas viajaré en el viento
Y he de ser cisne que cantando muere…
Manuel Ortiz Guerrero exhaló su último suspiro un ocho de mayo de 1933, cuando la lepra ganó la batalla final. El poeta de 35 años culminaba su efímero paso por la tierra… pero dejaba al mundo un legado lírico que lo volvió inmortal.
Componedor en mano soy un igual de Homero
Y sobre las trincheras de la vida, un guerrero
Orgulloso y terrible, más que Napoleón.
Presionado de frente, envuelta la derecha,
El ala izquierda rota. ¡La victoria deshecha!,
Me encontrarán cadáver al pie de mi cañón.
*El 11 de octubre se celebra el Día del Poeta Paraguayo. In Memoriam.
Centro Guaireño invita a la obra teatral “Ortiz Guerrero - La amarga plegaria”
Compartir en redes
La obra teatral “Ortiz Guerrero - La amarga plegaria” que conmemorala vida y obras de uno de los poetas más queridos y admirados por el pueblo paraguayo, regresa a las tablas gracias al Centro Guaireño. La función se realizará el domingo 6 de agosto a las 17:00 en el Arlequín Teatro, ubicado sobre Antequera 1061, Asunción.
El Centro Guaireño rinde homenaje al poeta guaireño con una serie de actividades. En la oportunidad, invita a la obra de teatro “Ortiz Guerrero - La amarga plegaria”, escrita por José Luis Ardissone sobre la biografía de Manuel Ortiz Guerrero, narrada por don Arturo Alsina.
“Esta obra relata su vida y destaca sus más grandesobras, música y poema. Es una excelente propuesta artística que reúne datos importantes sobre su historia y sirve de inspiración para muchos. Un poeta como lo fue Manuel Ortiz Guerrero debe ser conocido por todos los paraguayos, por eso nos sentimos motivados a promover actividades como esta, que además nos ayuda a acercarnos más a nuestros socios”, señaló Agustín Mendoza, presidente del Centro Guaireño, en conversación con el diario La Nación.
Mendoza explicó que esta actividad se lleva adelante por el aniversario de nacimiento de Manuel Ortiz Guerrero, el 16 de julio de 1894, y los 90 años de fallecimiento que se cumplieron este año, 8 de mayo 1933. La obra está protagonizada por Matías Miranda, quien interpreta al poeta paraguayo, y cuenta con la participación de Patricia Reyna, Ariel López Sabino, Derlis Esquivel, Marcos Moreno, Alma Quiñónez, Victoria Benítez y Davis Sosa.
Esta puesta teatral tiene sus propias canciones de autoría de Genaro Riera Hunter, la orquestación es de Derlis Ibarra, escenografía y luces de José Luis Ardissone, y vestuario de Alejandra Ardissone. La función prevista para el domingo 6 de agosto a las 17:00 tiene un costo de G. 50.000. Para más información contactar al 0981-515369.
Manuel Ortiz Guerrero: el recordado poeta paraguayo
El también escritor y dramaturgo paraguayo nació en Villarrica el 16 de julio de 1894. Su madre Susana falleció en el parto y fue su abuela quien se hizo cargo de él. De adolescente decidió seguir sus estudios en el Colegio Nacional de Asunción, donde se hizo conocer como “Manú”.
Durante su vida estudiantil compartió momentos con quienes más adelante se convertirían en destacadas personalidades culturales, como Arturo Alsina, Facundo Recalde, Natalicio González y Leopoldo Ramos Giménez. Estos fueron sus amigos, forjadores de sueños e ideales y sus aliados frente al desarraigo.
En la memoria de los asuncenos está latente la figura de una bella mujer proclamada como la “reina del Paraguay”. Se trata de Anselmita Heyn, quien se mostraba elegante, distinguida y despertaba admiración de aquellos que la veían, Ortiz Guerrero fue uno de ellos y hasta se atrevió a dedicarle un poema.
La mujer responde a esa gentileza enviándole un cheque, que “Manú” se lo devuelve con otro poema escrito en el dorso y aquel “Endoso lírico” se convierte en símbolo de la gallardía del poeta. Más tarde, empezaron a aparecer en el rostro y cuerpo de Ortiz Guerrero, las señales del mal de Lázaro, por lo que decidió volver a Villarrica, se aisló y escondió su rostro y cuerpo bajo una larga capa, sombrero y guantes. En ese tiempo de dolor, apareció en su vida Dalmacia, quien renuncia a sí misma para cuidarlo con amor y paciencia.
Rendirán homenaje al poeta paraguayo Manuel Ortiz Guerrero este viernes
Compartir en redes
Con el propósito de conmemorar la vida y obras del poeta guaireño Manuel Ortiz Guerrero, quien nació un 16 de julio de 1894, el Centro Guaireño convoca a un homenajeque se realizará este viernes 14 de julio a las 19:30, en el local Maestro Fermín López 3690, barrio San Pablo de Asunción.
A lo largo de su vida, el escritor paraguayo marcó la literatura nacional y dejó un gran legado al Paraguay. Por ello, la comunidad del Centro Guaireño convoca a participar de su homenaje, destacando su nacimiento en Villarrica, departamento de Guairá, y con la finalidad de ofrecer expresiones artísticas que caracterizan a los lugareños de esa parte del territorio nacional como todos aquellos que gustan de sus escritos.
“Nos gustaría celebrar su nacimiento y todas sus obras con música y poema. Por eso, organizamos un homenaje poético-musical, donde estaremos cantando colectivamente las guaranias, por ejemplo ‘Nde Rendápe aju’ y otras canciones nuestras que se convirtieron inmortales a través del tiempo”, expresó Agustín Mendoza, presidente del Centro Guaireño, en conversación con el diario La Nación/Nación Media.
Agregó que el homenaje estará contextualizado por la presencia de las Escritoras Paraguayas Asociadas, quienes se prestan muy gentilmente para compartir la jornada cultural. También se contará con la participación de compositores y escritores, y un ameno grupo que promete hacer cantar a los aficionados de la música y acompañar la noche con un fondo melódico.
El 8 de mayo de 1933 se conmemoró el 90 aniversario de la muerte de uno de los poetas más queridos y admirados por el pueblo paraguayo: Manuel Ortiz Guerrero, quien además fue uno de los pocos representantes del modernismo en nuestro país, compañero y amigo de José Asunción Flores, el creador de la guarania. También fue actor de teatro y un luchador contra las injusticias, indigenista y defensor del guaraní.
Su padre fue Vicente Ortiz, un juez de campaña, y su madre Susana Guerrero, quien murió tras el parto. Fue criado por la abuela y siendo muy joven se unió a su progenitor para participar en la revolución de 1912, más tarde contrajo lepra, una enfermedad que ensombreció su vida social, aunque no su producción literaria.
Entre sus obras más destacadas se encuentran la comedia en un acto Eireté (1921), el poema Surgente (1922) y El crimen de Tintatila (1926), tragedia en tres actos. Incursionó en la sátira política y en sus Obras Completas (1952) revela un fuerte compromiso social. Por otra parte, muchos de sus versos fueron incorporados como letras de canciones: Nde rendápe ayú (Vengo a tu encuentro), Panambí Verá, India, con música de José Asunción Flores.
“Tenemos que hacer el esfuerzo para que las figuras de la cultura estén en la memoria del pueblo”
Compartir en redes
Jimmi Peralta - Fotos: Roberto Zarza y gentileza
A dos meses de cumplirse los 90 años de la muerte del poeta Manuel Ortiz Guerrero, Arlequín Teatro lleva a escena una puesta basada en la vida y obra del vate, rescatando sobre las tablas una figura trascendental que forma parte de la gran historia cultural de nuestra nación.
El próximo 8 de mayo se cumplen 90 años de la muerte del poeta Manuel Ortiz Guerrero y en ese marco la compañía Arlequín Teatro, con más de cuatro décadas de trayectoria, subió a escena el pasado 3 de marzo la obra “Ortiz Guerrero - La amarga plegaria”, escrita y dirigida por José Luis Ardissone, cuya última función será domingo a las 20:00.
Como poeta y copartícipe con su pluma en el nacimiento de la guarania, Ortiz Guerrero es inmortal a través de sus aportes más populares en el cancionero como “Paraguaýpe”, “Ne rendápe aju”, “Panambi vera”, entre otras creaciones. No obstante, su vida y parte de su creación corren del olvido, suerte que le toca a muchos forjadores de la cultura nacional.
La historia del guaireño, conocido también como Manú, es representada en escena por un elenco conformado por Patricia Reyna, Matías Miranda, Ariel López, Derlis Esquivel, Marcos Moreno, Alma Quiñónez, Vicky Benítez y David Sosa.
Ardissone habló con Nación Media sobre la obra, su origen, sobre las figuras claves en la historia de la cultura paraguaya y cómo se hace cada vez más urgente su rescate.
–¿Cómo les fue en boletería y la respuesta de la gente en estas primeras funciones?
–Estamos realmente muy satisfechos, muy contentos, primero con la presencia, la buena cantidad de público en todas las funciones que hicimos hasta ahora. No te digo que se hayan llenado todas, pero casi, muy buena concurrencia. Sobre todo nos motiva la reacción de la gente, que apenas termina la obra, o sea, cuando empieza la canción final de la obra ya la gente aplaude y se pone de pie. Y así después esperan a los actores para saludarlos, nos manifiestan su emoción por lo que vieron, por lo que escucharon, por lo que conocieron, porque todos pensamos que la gente le conoce mucho a Manuel Ortiz Guerrero, pero no mucha gente conoce más allá del nombre Ortiz Guerrero. Quizá alguna cosa de él, pero detalles de su vida tan especial, tan azarosa, con momentos de mucha tristeza y otros momentos de profunda alegría, la gente no conoce de eso. Entonces al ver eso acá, en el escenario, se da esa reacción de la gente que es fantástica.
–¿A qué fuentes echaste mano para la creación del guion?
–Los momentos biográficos de la obra están basados en la biografía de Ortiz Guerrero escrita por don Arturo Alsina, un gran dramaturgo y sobre todo un gran amigo de Manú. Fueron compañeros ya en el Colegio Nacional en sus años juveniles y después siguió la amistad toda la vida. Entonces en esa biografía que escribió don Arturo Alsina fue donde yo me inspiré para escribir el texto y en los parlamentos, en algunos momentos, son las palabras de Alcina, pero en la mayor parte son los propios poemas de Ortiz Guerrero, a los que yo le di una forma de prosa, digamos, y los puse en boca de los personajes de la obra. El lenguaje que se escucha es un lenguaje bastante poético.
–¿Cuál es origen de la idea para esta puesta?, ¿es un trabajo que lo venís desarrollando desde antes?
–Hace ya un tiempo, yo te diría que más de 20 y pico de años. Para ser exacto, en 1999 hicimos con Carlos Benegas una serie de televisión que se llamó “Epopeya. Sucesos en personajes del Paraguay”. Fueron 26 capítulos sobre diversos personajes de nuestra historia. Uno de los personajes que tratamos en esa serie fue Ortiz Guerrero. Yo escribía los guiones y en esa ocasión escribí algo sobre la vida de Manú y en ese guion que escribí aquella vez me basé ahora para hacer esta obra de teatro. No es la misma cosa, no es igual, pero está digamos basada en aquel guion original para televisión.
DESTINO DE CARENCIAS
–¿Qué eventos relevantes o carencias de su vida elegiste presentar en la obra?
–La madre de Ortiz Guerrero falleció en el momento en el que daba a luz y digamos que las carencias de Manú empiezan prácticamente en ese momento. A pesar de que tuvo una abuela maravillosa, la abuela paterna que lo crió como si fuera su propio hijo y a la que él amó profundamente toda su vida. Empezamos a narrar la historia de guerrero con ese momento del nacimiento traumático y después vamos pasando por distintas etapas de su vida, los momentos fundamentales, como el momento en que deja su natal Villarrica y adolescente se viene a estudiar al Colegio Nacional, donde hace relación con personajes que por entonces eran jóvenes estudiantes adolescentes como él, pero que con el paso del tiempo se fueron convirtiendo en grandes personalidades culturales y políticas, algunos como un Natalicio González, como un Arturo Alsina, un brillante dramaturgo, quién además era dueño de la Farmacia Americana, que era el lugar de reunión de los intelectuales de aquella época en la década de los 20. Se reunían ahí Asunción Flores, Natalicio González, Leopoldo Ramos Giménez.
–¿Cómo reaccionaron sus amigos ante su enfermedad?
–Arturo Alsina le proveía todos los remedios para esa terrible enfermedad que empezó a castigarlo cuando él tenía 20 años más o menos. Ahí empezaron a aparecer en su cuerpo las señales del mal del Lázaro, ese mal bíblico de la lepra. A pesar de que Ortiz Guerrero se aisló a partir de la aparición de su enfermedad, Alsina no lo abandonó nunca, siempre estuvo a su lado cuidándolo. Después él vuelve a Villarrica, porque no quiere que lo vean en esas condiciones y ahí conoce a la que va a ser la mujer de su vida, la compañera fiel que lo acompañó hasta el último momento de su existencia, que fue Dalmacia Sanabria.
–¿Qué pasó luego con ella?
–Ella le sobrevivió muchos años. Ella murió allá al comienzo de los años 80 mientras que él murió en 1933. Así vamos relatando en la obra distintos episodios y los momentos cumbres de su quehacer literario, como la poesía “Loca”, por ejemplo, en la que se retrata a sí mismo y después el encuentro romántico con Anselmita Heyn, la reina de belleza del Paraguay, a quien él le dedica un poema y ella le paga con un cheque, pero finalmente él le devuelve el cheque con otro poema escrito en el dorso.
RESCATAR DEL OLVIDO
–¿Sentís que se hace necesario este trabajo de cuidar del olvido a nuestras figuras del arte?
–Yo creo que para realmente amar al país en que vivís tenés que conocer su historia, no solo su historia política o militar, sino también la historia cultural, porque un país, una nación se hace fundamentalmente a través de lo que producen esas mentes brillantes que jalonaron toda nuestra historia. Y es una pena que nuestra juventud no conozca de nuestra historia, a veces conoce un nombre, pero no tiene idea de qué es. Hemos visto algunos reportajes de televisión donde le preguntan a los estudiantes que están marchando el 14 de mayo por el Día de la Independencia y le preguntan por qué es un día feriado y no saben siquiera por qué salieron a marchar ese día. Entonces yo creo que esto que estamos haciendo ahora con esta puesta en escena, y alguna otra obra que ya hicimos anteriormente sobre otros personajes de nuestra historia y nuestra cultura, es muy importante para la formación integral de un joven. Esto le despierta el interés para investigar un poco más.
–¿Cómo se dio la conformación del elenco actoral?
–Generalmente yo trabajo con gente que ya de alguna forma conozco, pero en esta ocasión hicimos un casting para elegir los distintos personajes, algunos estaban ya predeterminados. Yo sabía que fulano era tal personaje, fulana tal, pero había otros personajes como el propio Manuel Ortiz Guerrero que no sabía a quién adjudicarle. Ahí apareció este chico Matías Miranda, a quien yo no conocía, no había visto nunca, y cuando yo le di en el primer encuentro un texto de la obra para que lo leyera 15 minutos y me lo representara, él empezó a hacer el personaje y ya no tuve dudas. Es un chico muy joven y que tiene mucho talento. Ojalá persevere porque tiene condiciones de ser un gran actor.
–¿Puede que se haya soltado el hilo de aquellas generaciones de destacados autores de nuestra cultura?
–Yo creo que eso se da por etapas. Así como hubo esa generación en los años 10, el 20 y del 30, después tenemos otra vez la generación del 40, en donde se destacan personalidades también como Elvio Romero, como José Luis Appleyard. Estoy hablando del campo literario. También José María Gómez Sanjurjo. En fin, una serie de escritores y escritoras como Josefina Plá y Renée Ferrer de Arréllaga. Tal vez tienen que pasar los años para que empecemos a reconocer a la gente. A lo mejor la gente de la cultura tiene que desaparecer terrenalmente para que después empecemos a reconocer su trabajo. Pero tenemos que hacer el esfuerzo para que las figuras de la cultura estén en la memoria del pueblo, porque son finalmente los que construyen una nación, la gente de la cultura, del teatro, de la literatura, de la música.
–¿Qué obra de Manú te parece más significativa?
–Creo que como a todos el poema “Loca”, en donde él se pinta a sí mismo y descubre su alma, esa reina que está loca, alma de poeta, de bohemia, de artista. Eso tenemos un poco todos los que de alguna forma nos dedicamos a alguna expresión cultural. Algo de locura, algo de bohemia y entonces eso nos identifica. Esa frase, ese poema de él nos identifica un poco a todos los que nos dedicamos a hacer algo de arte y cultura.
VOLVER AL TEATRO
–¿Cómo se comporta esta vuelta al teatro en la pospandemia?
–Durante el año pasado, que fue el primer año pleno, digamos, después de la pandemia, la gente había perdido la costumbre, como que todavía tenía miedo a estar en espacios cerrados con mucha gente, pero de todos modos la última obra que hicimos el año pasado, “Inés”, fue una obra que funcionó muy bien. Ya hubo una muy buena cantidad de público y este año por lo que estamos viendo ahora con esta primera semana la gente está volviendo al teatro. Lo mismo creo que pasa con otros, según me comentan algunos compañeros que están haciendo también algunos espectáculos, aunque todavía no estamos en plena temporada. La gente se va animando.
EL PROTAGONISTA
El joven actor Matías Miranda encarna a Manú en la obra “Ortiz Guerrero - La amarga plegaria”.
“Para armar este personaje fueron esenciales las contribuciones de historias y relatos tristemente hermosos que José Luis nos compartía con mucha pasión. Relatos no solo del gran poeta guaireño, sino de todos los personajes que lo rodean, lo que me acercaba más al contexto de su historia y me ayudaba a verlo como un ser humano como yo, como cualquier otro y entonces fue cuestión de prestarle mi cuerpo para que el mismo se manifieste sobre las tablas”, comenta el actor Matías Miranda, quien da vida al poeta guaireño en esta puesta.
El joven actor se formó en el Instituto Municipal de Arte y luego en el Taller Integral de Actuación, y en esta oportunidad se sumó al elenco de Arlequín Teatro.
“En lo personal empatizo mucho con el dolor del Manú cuando su enfermedad lo lleva a apartarse de sus amistades y recluirse en soledad. Es algo que me produce una profunda tristeza y aprecio profundamente la escritura de José Luis para transmitir este dolor en las escenas”, comentó.
Durante las primeras presentaciones de la obra la recepción de los asistentes marcó un registro en el elenco. “Se siente en el teatro una energía que inunda el aire en toda la obra, pero especialmente en tres momentos, cuando Manú abandona su hogar y a su abuela, cuando crea la letra de ‘India’ y en mi momento favorito de la obra, en la recitación de su obra magna, ‘Loca’”, explicó.
EL POETA
Manuel Ortiz Guerrero nació en Villarrica el 16 de julio de 1894, quedando huérfano en el parto. Migró a Asunción en la adolescencia y se codeó con quienes después serían reconocidas figuras de la cultura y de la política.
Fundó en Asunción la revista Órbita. Publicó las siguientes obras: “Eirete” (comedia en un acto, Villarrica, 1921), “Surgente” (poemas, Asunción, 1922), “El crimen de Tintalila” (tragedia en 3 actos, Asunción, 1922), “La conquista” (drama en cuatro actos, Asunción, 1930).
Fue compañero de creaciones de José Asunción Flores y ya muy joven cayó víctima de la lepra. Finalmente volvió a Villarrica para aislarse y es recordado sobre todo por su porte misterioso, ya que con la enfermedad avanzada escondía su rostro y su cuerpo con larga capa, sombrero y guantes.
“Ortiz Guerrero - La amarga plegaria” es un homenaje al poeta paraguayo
Compartir en redes
Esta obra teatralconmemora el 90 aniversario de la muerte de uno de los poetas más queridos y admirados por el pueblo paraguayo: Manuel Ortiz Guerrero.
Con la finalidad de rendir homenaje al poeta guaireño que marcó la literatura nacional, el Arlequín Teatro estrenará Ortiz Guerrero - La amarga plegaria, escrita por José Luis Ardissone sobre la biografía de Manuel Ortiz Guerrero, narrada por don Arturo Alsina.
El también escritor y dramaturgo paraguayo nació en Villarrica el 16 de julio de 1894. Su madre Susana falleció en el parto y fue su abuela quien se hizo cargo de él. De adolescente decidió seguir sus estudios en el Colegio Nacional de Asunción, donde se hizo conocer como “Manú”.
Durante su vida estudiantil compartió momentos con quienes más adelante se convertirían en destacadas personalidades culturales, como Arturo Alsina, Facundo Recalde, Natalicio González y Leopoldo Ramos Giménez. Estos fueron sus amigos, forjadores de sueños e ideales y sus aliados frente al desarraigo.
En la memoria de los asuncenos está latente la figura de una bella mujer proclamada como la “reina del Paraguay”. Se trata de Anselmita Heyn, quien se mostraba elegante, distinguida y despertaba admiración de aquellos que la veían, Ortiz Guerrero fue uno de ellos y hasta se atrevió a dedicarle un poema.
La mujer responde a esa gentileza enviándole un cheque, que “Manú” se lo devuelve con otro poema escrito en el dorso. Aquel “Endoso lírico” se convierte en símbolo de la gallardía del poeta.
Más tarde, empezaron a aparecer en el rostro y cuerpo de Manuel Ortiz Guerro, las señales del mal de Lázaro. Entonces volvió a Villarrica, se aisló y escondió su rostro y cuerpo bajo una larga capa, sombrero y guantes. En ese tiempo de dolor, apareció en su vida Dalmacia, quien renuncia a sí misma para cuidarlo con amor y paciencia.
Obra en honor a Manuel Ortiz Guerrero
Como este año se cumplen 90 años del fallecimiento de Manuel Ortiz Guerrero, ocurrido el 8 de mayo de 1933, el elenco dirigido por José Luis Ardissone subirá a las tablas del Arlequín Teatro.
De la obra protagonizada por Matías Miranda, quien interpreta al poeta paraguayo, también participarán Patricia Reyna, Ariel López Sabino, Derlis Esquivel, Marcos Moreno, Alma Quiñónes, Victoria Benítez y Davis Sosa. La puesta contará con sus propias canciones de autoría de Genaro Riera Hunter, la orquestación es de Derlis Ibarra, escenografía y luces de José Luis Ardissone, y vestuario de Alejandra Ardissone.
Las funciones están previstas para el viernes 3 de marzo y sábado 4 a las 21:00, el domingo 5 a las 20:00 y continuarán el próximo fin de semana en los mismos horarios. El 4 de marzo a las 18:30 se realizará una función especial para docentes del área de Literatura y Educación Artística, quienes pueden anotarse a través del 0992 442 152.
Las entradas generales tienen un costo de G. 80.000, también está disponible la promoción de dos por el valor de G. 150.000, anticipadas hasta los jueves antes de la función y para estudiantes están a G. 60.000.