Separarse es una de las emociones más duras y difíciles de enfrentar, especialmente ante los hijos que se ven atrapados en esa situación. El bienestar de los hijos debe ser primordial y alcanzar la madurez para no dañar la relación familiar aunque haya cambiado la organización de la misma, requiere mucho tacto para lidiar con el dolor y el estrés, y darles a los hijos la seguridad de que la familia no se acaba, sino que se transforma. De ello hablamos con la psicóloga Rosarito Franco, también tenemos un testimonio de una hija de padres separados y el enfoque desde un espacio del Movimiento Schoenstatt.

Fotos ILUSTRACIÓN y Gentileza

La separación o divor­cio no significa siem­pre condena, ni mucho menos un proceso de duelo; buscar la ayuda profesional de un psicólogo es conve­niente para encontrar bien­estar y estabilidad emocio­nal. De esto habló Rosarito Franco, psicóloga clínica especializada en la crianza, maternidad, paternidad y la salud mental perinatal.

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LN – ¿Cómo ponerle fin a una relación y no dañar a los hijos?

– No hay manual para afron­tar una separación, es com­prensible que incluso quie­nes se sentían más enteros ya hayan elaborado el duelo, o se mostraban más maduros con la decisión, experimenten sentimientos encontrados. Hay un proyecto de vida que queda trunco, al menos con esa persona, y en ese sentido hay quienes no pueden terminar la relación sin depositar en el otro todo lo malo, a fin de jus­tificar la decisión; hay quienes necesitan sentirse culpables, usan a los hijos como caballito de batalla y así pueden seguir porque hay tantas formas de separarse como personas, “no hay un manual de cómo sepa­rarse sin sufrir en el intento”. La separación o divorcio no es siempre una condena, no implica siempre un proceso de sufrimiento si se evita poner a los hijos como depositarios de las desavenencias, trofeo de guerra, mensajeros o involu­crarlos en situaciones de pareja que exceden lo parental.

Cuando ambos padres pue­den tener clara la decisión de separarse y así transmi­tirla, se puede hacer saber a los hijos que no es un quie­bre irremediable de la fami­lia (porque uno no se separa de los hijos), sino la posibili­dad de reconstruir un vín­culo más sano entre los pro­genitores desde otro lugar, ya no el de pareja sino el de compañeros comprometidos en la crianza que sí es llevada de buena forma, permite más temprano que tarde un vín­culo de confianza y apoyo que beneficie a todos. Los daños del divorcio en los hijos pueden moderarse si desde el principio se les dice la verdad y se les tranquiliza acerca del futuro.

LN –¿Cómo hablar de sepa­ración o divorcio con los hijos?

Una de las situaciones que generan mucha angustia para una pareja que tomó la deci­sión de separarse es afrontar la conversación con los hijos de forma clara, sincera. Es mejor que la decisión la comuniquen ambos, que estén todos y poder hablarlo abiertamente, adap­tando el lenguaje a la edad de los hijos, que la decisión les quede clara a los niños. Que los padres estén preparados aní­micamente para poder hacerlo y permitirles hacer preguntas y contestarles en la medida de las posibilidades, dejando en claro que ellos son motivo de unión y no tienen culpa o responsabi­lidad en esta situación. Puede ocurrir que los niños no reac­cionan en un primer momento, pero que esto no nos lleve a pen­sar que no les pasa nada. Hay que dejar espacio para lo que quieran preguntar o para la tristeza, el llanto y el enojo.

LN – Continuar con el mismo patrón o no repetir la historia.

– Repetimos el patrón si no somos conscientes de nues­tra manera de relacionarnos. Repetimos la historia si no cam­biamos nada. Puede que me guste siempre el mismo tipo de persona, pero mi manera de relacionarme puede dar resul­tados completamente diferen­tes. Al relacionarnos se aprende y lo que se aprende se puede desaprender, no es fácil pero la figura de la psicoterapia, de un apoyo psicológico desde la clí­nica ayuda a elaborar miedos e inseguridades y afrontarlos. La premisa sería “si yo cambio, todo puede cambiar” y salir de ese determinismo para cons­truir relaciones más sanas.

LN – ¿Cómo sanar cicatrices de una relación destructiva? Padres e hijos

– En los primeros años de vida es cuando el niño va constru­yendo su mundo interno a tra­vés de la relación y el vínculo con sus modelos parentales. En esta particular interpre­tación de la realidad influye el entorno, la familia, el contexto socioeconómico y cultural.Las experiencias vitales dejan huellas para bien y para mal, puesto que ningún hijo viene con manual de instrucciones y ningún padre con un máster en crianza.Cuando es necesa­rio elaborar situaciones que están enraizadas en la infan­cia o la relación con los padres lo mejor es buscar ayuda pro­fesional para poder acomodar, perdonar y tomar acción para dejar de ser víctima de las cir­cunstancias en la edad adulta.

LN – Los padres seguirán siendo padres. ¿Cómo hacer que funcione la relación?

– A pesar de que los panora­mas pos divorcio pueden ser muy distintos, todos ellos conllevan cambios, dificulta­des y sacrificios que proponen a la familia nuevas dinámicas, sobre todo en lo cotidiano. Es muy importante la comuni­cación y que los padres ten­gan la capacidad de hablar acerca de sus hijos las veces que sea necesario y ponerse de acuerdo. La reorganización de la estructura y del funciona­miento familiar implica que algunas de las funciones del progenitor ausente (geográ­ficamente, porque no vive en la misma casa, por ejemplo) deberá ser suplida por uno o repartidas entre los miem­bros que conviven cerca. Seguramente se establece­rán nuevas rutinas para que ambos progenitores pasen tiempo de calidad y respon­sabilidad con los hijos, ningún padre debería ausentarse de la vida de los hijos y aquellos lineamientos para la crianza que fueron propuestos en un principio deberán ser sosteni­dos por ambos y desde el lugar que les corresponda.

Si no lo dije antes, todo el pro­ceso y sobre todo este momento es mucho más llevadero con la ayuda de la psicoterapia. Un psi­cólogo clínico puede brindar el marco para poder abordar los desafíos de la crianza desde el lugar de padres separados.

LN – ¿Se debe permanecer en una relación por el “bien” de los hijos?

– No se puede usar a los hijos como bien de intercambio o como ofrenda de sacrificio para permanecer en un vínculo que genera infelicidad y sufri­miento, no lo merecen ellos y tampoco ningún miembro de la pareja. En muchos casos quienes permanecen en una relación que no da para más, terminan en algún momento cobrando a los hijos esta deci­sión y culpándolos aunque sea de manera inconsciente.

LN – Nueva unión con una pareja. ¿Cuándo es el momento de involucrar a los hijos? ¿Cómo sobrelle­var esa situación con la ex pareja?

– Ya hablamos de lo impor­tante que es para los padres asumir que separarse no es ningún fracaso y siempre se puede volver a apostar al amor de pareja, lo importante de este enunciado es poder manejar responsablemente los tiempos para no lastimar a los hijos que necesitan elaborar los cambios a nivel familiar y la separación de los padres.

Presentar a una nueva pareja requiere escoger bien el momento, aunque cada familia tiene sus tiempos, presentar a los hijos a una nueva pareja con el proceso de divorcio aún en curso no siempre es una buena idea. Se trata de una decisión deli­cada, sobre todo si no se tiene muy claro la permanencia de la nueva relación y si uno de los ex cónyuges no ha supe­rado la separación.

Como en todo el proceso es necesario recalcar que el diá­logo y la comunicación son esenciales en estos casos. Lle­gado el momento hay que expli­car sobre todo que de ningún modo se trata de sustituir al otro progenitor.

LN – ¿Ha escuchado hablar delBirdnesting o anida­miento? ¿De qué se trata?

“El birdnesting o anidar” que se muestra en muchas publica­ciones como tendencia en gran parte de Europa, escapa desde mi óptica profesional a todo lo que debatimos sobre trans­mitir un mensaje claro a los hijos y sostener también una postura clara para con el otro. Seguir compartiendo la resi­dencia familiar intacta como un hogar donde ambos padres rotan viviendo con sus hijos, para supuestamente mante­ner una estabilidad para el niño o evitar gastos de mudanza o judiciales, es una alternativa confusa que no permite avan­zar para superar la ruptura, que desconcierta a los niños, que cae en la posibilidad de seguir sosteniendo los mismos sínto­mas que llevaron a la pareja a una ruptura.Desde todo punto de vista me resulta contrapro­ducente y confusa y el mismo nombre que se le ha dado, “ani­dar”, es contrario a separarse.

UN EQUIPO PASTORAL

Encuentro en el Santuario Joven del Movimiento de Schoenstatt.

Pastoral La Espe­ranza del Movimiento Schoenstatt nace como un elemento evangeli­zador para las personas que viven una situación particular por el rom­pimiento del vínculo matrimonial. Antonio Vaccaro, miembro del equipo conductivo de la pastoral, habla del trabajo que realizan en busca de la reconcilia­ción y la armonía.

LN – Se trata de un pilar espiritual, no una tera­pia de parejas. ¿Es así?

– No es una terapia de pareja, lo que se busca es el camino a la santidad. Se insta mucho a la eucaristía dominical en la medida que se pueda, que se tenga una vida de oración, la visita al Santísimo y la caridad como expresión de amor. Verda­deramente es cultivar el espíritu, antes que una terapia de pareja.

LN – ¿Perder una pareja no significa perder una familia?

– Lo que se rompe es el vínculo de la pareja, no es vínculo de familia; las discrepancias ocurren dentro de la pareja, pero nunca se pierde el concepto de familia ni de papá ni de mamá; hay que hacerlo con mucha madurez, lo peor que podemos hacer es tratar de suplantar al padre o la madre.

LN – ¿Cómo empezar una nueva unión sin sentirse culpable?

– Pasa un proceso y ese proceso es sanar la herida, y sobre esa situación se puede construir una nueva relación, basándose en la creencia firme del amor y en presencia de Dios se puede. Uno debe tomarse su tiempo para que afloren los sentimientos, el llanto y la tristeza; no cambiar una situación por otra.

LN – ¿Cómo asumir los desafíos de mantener la relación de familia?

– Un factor importante es la madurez, porque te lleva al diálogo y el diálogo es la base de toda buena relación, eso es un intercam­bio de corazones. Es obligación mantener un trato responsable y cordial por los hijos, estando ellos en primer lugar, así le damos el ambiente adecuado para que a pesar de esa situación, que nadie quiere pasar, puedan crecer en su propia personalidad y carácter. Afrontar una separación, más aún con hijos de por medio, es un camino largo por recorrer y es fundamental buscar ayuda, sea psicológica o espiritual, o incluso ambas, para sanar con madu­rez y responsabilidad.

Santuario Joven del Movimiento de Schoenstatt. Dirección: Ceferino Vega 157 e/Mcal. López y Quesada. Teléfono: (021) 608-215

*Lic. Rosarito Franco, psicóloga clínica. Registro 2007. Celular: (0981) 216-890

UNA HISTORIA DE VIDA

Nueve hermanos en tres familias distintas, la historia de vida de Natalia es de esas que hacen reflexionar y entender que la familia “ideal” no es preci­samente la que siempre se ve en los cuentos de hadas.

LN – ¿Cómo comienza tu historia?

– Mi mamá se separó de mi papá cuando yo tenía un año y medio; yo era la única hija. Nunca perdí contacto con mi papá biológico, siempre iba a bus­carme, nos íbamos a la casa de mi abuela, pasaba el fin de semana con él, pero a la vez, otro papá me esperaba en casa. Cuando tenía cinco años me enteré que mi padrastro no era mi papá, para mí fue un choque, más por­que ya había nacido mi hermanito. Fui a tratamiento psicológico por dos años, porque ya estaba a la defensiva y adopté un rencor hacia mi papá bio­lógico, no sé ni por qué.

LN – Le decías papá a los dos…

– Desde ese mismo día que yo supe que mi padrastro no era mi papá, dejé de decirle papi, le llamé por su nombre, Édgar. Él sintió ese cambio y le pesó, porque yo era su hija. Cinco años recién tenía, nadie me enseñó, tenía una madurez diferente. Crecí con mi mamá y padrastro hasta los 14 años, des­pués se separaron. Lo único que a mí me sirvió como un refugio o una pro­tección fue que mi mamá siempre dijo que no se iba a casar porque me tenía a mí, y hasta hoy es así. Mi padrastro siempre quiso casarse y ella le dijo que no, ella sentía que al casarse yo me iba a quedar excluida.

LN – ¿Tu papá estuvo presente siempre?

– Mi papá siempre estuvo pendiente de mí, si yo me enfermaba y se le lla­maba a mi papá a las diez de la noche, él estaba ahí; yo puse una barrera con él, culpándole de la separación con mi mamá, quizás, y se fortaleció el vín­culo con mi padrastro, con mi papá no. Me sentía incompleta, mis herma­nos tenían a mi mamá y a su papá juntos y yo no.

LN – ¿A lo mejor hubieras querido que tu padrastro sea tu verda­dero padre?

– Capaz, nunca me hice esa pregunta, pero puede ser, es algo que no puedo cambiar. Hasta ahora nuestra relación no es muy cercana, aunque él siem­pre quiso estar presente en todo. Con decirte que hasta cuando yo me casé mi padrastro se robó el protagonismo, porque yo llevo su apellido y cuando la jueza pidió que el padre pase a firmar dijo su nombre, él se sorprendió y pasó feliz, y dentro de todo sentí una satisfacción porque era lo que yo que­ría. Mi padrastro siempre se refirió hacia mi papá como “señor”, y viceversa, siempre hubo respeto.

LN – Y la relación con tus hermanos, ¿cómo es?

– Se notaba la diferencia inconsciente que mi mamá hacía conmigo y mis hermanos, de tanto que quería protegerme y darme un crecimiento seguro, siempre estuvo encima mío y mi padrastro empezó a reclamarle estando yo cerca. Mis hermanos eran chicos todavía, podían no aguantarme porque escuchaban lo que decía su papá, pero no, yo soy la adoración de ellos, mi mamá creó esa unidad increíble entre nosotros, tuvo sus errores, incons­cientemente, pensando que estaba haciendo bien.

LN – Mamá y papá se alejaron como padres…

– Se olvidaron de la relación de padres. Mi mamá le cuestionaba a mi papá, le decía “ni se te ocurra retarle a mi hija” y yo escuchaba eso, cualquier cosa que mi papá quería hacer, yo le decía que él no era absolutamente nadie, entonces él se achicaba. Yo era superaltanera.

Ya de grande, mi mamá comenzaba a viajar al exterior, mi papá y un tío quisieron hacerle una trampa para que firmara un documento donde ella entregaba mi custodia total, cuando descubrió eso, no permitió que mi papá me vea a solas.

LN – ¿Considerás que con la separación le restaron autoridad a tu papá?

– Le faltó carácter, yo tuve el carácter que él debía tener en ese momento. Yo puse y sigo poniendo todo de mi parte, pero no lo logro, le quiero a mi papá, le tengo cariño, pero no es amor, eso sí, capaz con sus parejas fue un desastre, pero como papá siempre fue excelente.

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