Por Jorge Zárate, Jorge.zarate@gruponacion.com.py

En un mundo lleno de encierros, un artista decidió salir a encontrarse con valles, montañas, arroyos, con las construcciones humanas de un país diverso y colorido. Con una paleta entrenada, Juan de Dios Valdez, consiguió una Combi, una tienda de campaña, cargó a la familia y salió a recorrer el país en pinceladas que asombran. Pasen y vean el encantador Pintando Paraguay que en cualquier momento puede estar en la esquina de su casa, acercando la mirada exquisita de un plástico que apuesta firme a lo suyo venciendo al desaliento.

¿Cómo concebiste el proyecto Pintando Paraguay?

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–Pintando Paraguay es un sueño de hace mucho tiempo pero sólo en forma de idea. No íbamos a poder viajar porque los niños están en edad escolar y tampoco teníamos un medio de transporte propio, ni siquiera sabíamos conducir. Sin embargo, tenía la seguridad de que donde sea que plantara mi caballete podría pintar lo que tuviera en frente.

Era el 2019 y llevaba 14 años pintando paisajes del natural, al aire libre o in situ como le dicen. Lo hacía en los lugares donde residía circunstancialmente: Areguá, Asunción, San Juan Misiones… Últimamente me tenía hastiado la rutina de pintar y pintar para sobrevivir, pero yo sabía que el problema no era el hecho de pintar sino el cómo lo estaba haciendo. Entonces con Romina empezamos a diseñar un plan: comprar un vehículo tipo casa rodante o de porte familiar y conseguir un ingreso mensual seguro durante un año para viajar por todo el país y pintar. Era un proyecto de 200 millones de guaraníes aproximadamente, en contrapartida ofrecería todo lo que pintara durante el viaje, que sería una serie única agrupada en una sola colección. Pensamos planteárselo a algún empresario particular o alguna empresa en sociedad.

Lo diseñamos en el 2019 pensando ejecutarlo en el 2021. Primero tendríamos que prepararnos, sobre todo aprender a conducir y ver cómo hacer con lo de la escuela de los chicos. Ya habíamos hablamos con la directora, quien nos alentó con la posibilidad de seguir el programa escolar a distancia durante el viaje, cuando justo vino la pandemia y se paralizó todo; ahí lo dimos por perdido…

TRAZAR EL MAPA

–…Y sí, entra todo en crisis…

–… pero de pronto, a mediados del pandémico año 2020 las esperanzas resurgieron de las cenizas cuando se concretó un cambio directo de un auto familiar por un terrenito. Todo mediante un grupo de Facebook que causó furor en la cuarentena “Cambachivache” justamente por la pandemia, la inmobiliaria en la que estaba pagando el terreno exoneró los intereses por mora y me puse al día con todas las cuotas atrasadas. Le escribí al interesado, que a la vez era un conocido mío y aceptó la propuesta. Cancelé mi cuenta con la inmobiliaria porque me faltaban 12 meses para terminar de pagar los 10 años del contrato.

Enseguida le pedí a mi hermano mayor que me enseñara a manejar y me dio un curso acelerado, ya era setiembre del 2020 y teníamos que empezar a viajar en enero. Ya estábamos en pleno año lectivo virtual y lo de la escuela de los niños ya no sería un impedimento ni una excepción, ya que todos lo hacían a distancia de todos modos. Así que todo estaba encaminado.

–¿Qué te interesa de un paisaje, cómo elegís el motivo de tu mirada?

–No busco grandes temas, lo que me interesa es hacerlo lucir exquisito en el lienzo, así sea un motivo insignificante: una casa derruida por el paso del tiempo, una curva de camino de tierra colorada o retratar la magnificencia natural de un imponente cerro desde lejos, una cascada impresionante de un salto, quizás unas nubes tormentosas sobre un campo de color ocre o un arroyo sinuoso y cristalino. Creo que tengo mucha sensibilidad y mucho entrenamiento óptico para encontrar mis motivos pictóricos. Mi técnica es muy sencilla y trato de ser siempre muy honesto y sincero con mi trabajo, o sea al primero a quien debe gustar el cuadro es a mí y si no me convence lo descarto sin problema.

En este país tan rico en naturaleza, los grandes agroempresarios explotan los bosques para monocultivo o ganadería, explotan los recursos naturales para sus beneficios personales, pero nadie, o casi nadie ha explotado la belleza de los paisajes desperdigados a lo largo y ancho del país uniéndolos en una serie de pinturas, como pretendo hacerlo con este proyecto y sin ningún tipo de daño colateral al medio ambiente o a la sociedad.

LA VIDA EN EL CAMINO

–¿Qué te vino deparando el viaje, cómo te recibe, qué te comenta la gente?

–Desde el inicio, en enero del 2021, fuimos muy bien recibidos siempre. Habíamos empezado por el noveno departamento de Paraguarí, eligiendo la ciudad capital y aún sin haber concretado el cambio del móvil vinimos con el auto de mi hermano, el único vehículo que había manejado hasta entonces desde hacía 4 meses. Le escribí a una amiga del Facebook que vive ahí a ver si me recomendaba algún hostal económico y me consiguió una casa entera por una semana sin costo alguno. ¡Las cosas empezaron muy bien!

Ya la segunda salida fue con el móvil propio, en febrero. Recorrimos 4 distritos más dentro del departamento de Paraguarí y fuimos aprendiendo cada día por nuestra costilla que no podíamos continuar sin ajustar varios detalles muy importantes. No siempre encontraríamos una casa gratis donde quedarnos y debíamos tener por lo menos una buena carpa para abaratar los costos.

Por otro lado, fuimos conociendo mucha gente, fuimos creando vínculos de amistad o conociendo en persona a contactos virtuales de redes sociales. También me propuse escribir mi diario de viaje y me interesa mucho la experiencia de conocer personas o arriesgarnos, dejarnos llevar y disfrutar incluso de los problemas, para luego poder escribir mis relatos.

Con el móvil oficial del proyecto y el logotipo de Pintando Paraguay es más fácil interactuar con la gente, porque tenemos como un respaldo y más aun con la familia a bordo, hay demasiada apertura.

–Si bien la ruta depara sorpresas, ¿tenés un hilo conductor, un tema que te inspire especialmente?

–De hecho, no quiero darle un hilo conductor que me condicione, como por ejemplo seguir el camino jesuítico o la trayectoria del ferrocarril. Tampoco escenarios históricos de contiendas o sitios especialmente promocionados como atractivos turísticos. Trato de evitar tocar los temas que el sentido común me indicaría que toque cuando llegamos a un lugar. Salvo honrosas excepciones como el Salto Cristal o alguna que otra iglesia, sobre todo por un interés más plástico y artístico.

El único objetivo es recorrer todos los departamentos, la mayor cantidad de pueblos que se pueda. Llegamos, nos instalamos, exploramos y siempre encuentro algo para plasmar.

–¿Cuánto pesa el paisaje humano, la gente en relación al lugar en un país con gente sin techo, sin tierra?

–Por ahora, en los primeros dos departamentos sólo hay lindos paisajes, pero no sabemos qué nos espera en los siguientes viajes; si me encuentro ante un desolador paisaje verde cual un océano de soja, tendré que tocar inevitablemente eso. O situaciones penosas como asentamientos en plena lucha, comunidades vulnerables, etc. Como un buen cronista debo documentar mi época y sus circunstancias; siempre hay belleza en todo, incluso en la adversidad.

FINANCIAR LA TAREA

–¿Cómo vas financiando la travesía, ya que tu idea es recorrer los 17 departamentos?

–El proyecto tiene un costo muy elevado, a pesar de la estricta austeridad de la que somos asiduos practicantes, el solo hecho de viajar en familia, mantener el auto, proveerme de materiales y alimentarnos nos demanda una gran inversión. Estos gastos son cubiertos con la venta parcial de los cuadros que voy pintando. No vendo todo lo que pinto porque mi intención es ir juntando algunos para poder exponerlos todos juntos cuando finalice el proyecto.

Por otro lado, tengo un firme apoyo económico de una persona que con su compromiso cubre la mitad de nuestros gastos, un monto fijo como pago adelantado durante un año, por algunas obras que elegiría eventualmente cuando terminemos de recorrer por todo el país. También pequeños aportes, pero no menos importantes, de algunos auspiciantes que conseguí e incluso hay un par de colegas pintoras que me hacen giros en forma de apoyo y yo los recibo con gusto porque todo suma.

–Te acompaña la familia, ¿cómo es esa experiencia de la Combi, acampar, etc.?

–El viaje es sobre todo un proyecto familiar, no lo puedo concebir de otra forma. Si no pude hacer esta travesía estando soltero, ahora ya no se trata sólo de mí y además hacemos muy buen equipo con Romina; ella es una compañera extraordinaria, me brinda un apoyo incondicional que me fortalece. Las cualidades excepcionales que posee para organizar las cosas y hacerlas siempre en forma más práctica es fundamental cuando se viaja mucho. Y ni hablar con respecto a las tareas escolares y el seguimiento del año lectivo, entre los dos, ella es la maestra por excelencia.

Creo que para los niños es sólo una aventura y van aprendiendo mucho; bueno, todos vamos aprendiendo y conociendo nuestro país. Cuando llegamos a una ciudad y no tenemos un contacto que nos reciba, nos disponemos a acampar. Uno de mis auspiciantes –”Utopía Paraguay”– nos facilitó un panel solar con un equipo que usamos para tener energía en el auto, ya sea para cargar celulares, encender lámparas o cualquier artefacto eléctrico que no consuma tanto, eso nos da una independencia muy grande, podemos armar la carpa en cualquier lugar porque además andamos con una garrafita de dos kilos y una hornallita. Básicamente tenemos todo para arreglárnosla sin pagar posadas o comprar comida hecha.

Aun así, siempre es más cómodo si nos reciben un par de días en una casa o cuando menos una habitación confortable. Los vínculos que vamos creando en cada pueblo tienen un gran valor.

CON CAUTELA

–¿Cómo ves a la plástica nacional?

–Me reservo mi opinión sobre la plástica nacional. Voy aprendiendo a ser más cauteloso, porque en el 2006 hice unas declaraciones acerca de cómo era la enseñanza en el Instituto Superior de Bellas Artes (ISBA) donde era alumno, fue muy mal recibida y la entonces directora general me citó en su oficina y me sugirió amablemente que si no me gustaba la institución que simplemente dejara de asistir. Y así lo hice.

Después volví a opinar sobre la Asociación de Galerías del Paraguay y otra vez no les cayó muy bien. Esta vez hubo una orden superior de una de las integrantes para que los asociados dejaran de trabajar conmigo y vender mis cuadros. Si la democracia realmente fuera como la idealizamos y uno pudiera pensar y expresarse libremente sin temor a represalias, quizás diría que la plástica nacional es el fiel reflejo del Estado. Hay un grupo mafioso que la maneja. Pero no hay garantías, así que me abstengo de opinar sobre la plástica nacional y me concentro en lo mío.

–Unas palabras sobre el paisajismo…

–…Puedo decir en forma generalizada que en nuestro país la llegada tardía de la modernidad se encargó de hacer a un lado el paisajismo. En la época de la dictadura fue asociado incluso con el estronismo porque pintar paisajes era el arte aceptado por el régimen, debido a que no emitía mensaje alguno de contenido político o social. Esa exclusión o menosprecio hacia el paisajismo continúa hasta hoy con los herederos de esa casta de artistas que, si bien es cierto, hicieron historia en el arte paraguayo. Dichos herederos se encuentran hoy en sitios estratégicos desde donde promueven el arte conceptual o vanguardista, ya sea a través de institutos de arte, galerías, promueven el coleccionismo recomendando artistas, también como jurados de certámenes importantes de arte o curadores para bienales en el extranjero.

–Y este viaje ayuda para sobreponerse a los obstáculos…

–…Lo que estoy logrando con este proyecto es promocionar y visualizar mi trabajo. También la autonomía de mi propio mercado sin depender de intermediarios que poco o nada aportan para la creación y exploración de la pintura, sino que se limitan a comerciar.

BREVE BIOGRAFÍA

Juan de Dios Valdez nació en San Juan Bautista Misiones, el 8 de marzo de 1986. En su ciudad natal estudió dibujo y pintura con el artista Gil Alegre Núñez.

• En el 2005 ingresó al Instituto Superior de Bellas artes de Asunción en la carrera de artes plásticas, desertando luego a mitad del segundo año. Entre el 2005 y el 2007 integró un grupo de pintores jóvenes bajo la dirección de la maestra Isabel de Anda. Con este grupo expuso en Asunción y otras ciudades del interior del país.

• En el 2006 ganó el primer premio del concurso juvenil de pintura, organizado por el CCPA y Amigos del Arte.

• En el 2008 ganó el primer premio en el concurso de pintura “Salón primavera” del Ateneo Paraguayo.

• En el 2019 ganó el “Premio adquisición” en la feria de arte “Oxígeno”.

• Desde el 2007 al 2010 residió y trabajó en Areguá donde fortaleció su manera de pintar paisajes al aire libre, por las calles de esa ciudad. Posteriormente se trasladó a Asunción donde incursionó en el paisaje urbano, siempre pintando del natural, hasta el 2016 cuando realizó su primera exposición individual en el salón “El Prado” del emblemático Hotel Guaraní y al año siguiente se mudó a San Juan Bautista Misiones, donde reside y trabaja.

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